viernes, 20 de diciembre de 2013

Desarmonía y fractura social, un hecho en la sociedad catalana (Manuel Parra en diarioya.es)



(El autor: Manuel Parra)


Siempre que se acercan las fiestas de Navidad me propongo no escribir de política, pero este año especialmente sube tanto ruido desde la calle que mis buenos propósitos se van al traste; por lo menos, hoy no cansaré al lector con la política que se cuece en declaraciones explosivas o entre bastidores entre la rauxa separatista de algunos catalanes y la gallega impavidez (o serenidad, que no sé a qué carta quedarme)  del Sr. Rajoy. Me dice uno de mis ángeles de la guarda, el de derechas, porque también existe el indignado, que deje el tema en manos de los responsables de que España siga siendo; le aclaro que todos los españoles somos responsables de su existencia y porvenir, y reconoce que tengo razón…
 Por lo tanto, me referiré a una dimensión no estrictamente pública del problema, aunque sí decisiva tanto para la esencia como para la existencia de esa España de nuestros pecados. Se trata de la llamada fractura social, que ya es un hecho en la sociedad catalana, y que puede ser, a la corta o a la larga, más grave que la estrictamente política, ya que afecta a vínculos primarios, como la familia o los círculos de convivencia y amistad.



 Por una serie de circunstancias, ha coincidido mi preocupación de hogaño por el devenir español con otra, de carácter intelectual, sobre elementos de antaño; y esta última dimensión me está llevando a profundizar en el estudio de la Institución Libre de Enseñanza y, más particularmente, sobre las fuentes en que se inspiró su fundador, don Francisco Giner de los Ríos, empezando por la de su maestro don Julián Sanz del Río y, de este, a la doctrina krausista, de la que fue fanático partidario y defensor. Pues bien, Karl Christian Friedrich Krause partía del “hombre interior y armónico en alianza con Dios” y establecía que, para llegar a ese hombre armónico, se debía partir de la progresiva integración orgánica de los individuos en los diferentes tipos de sociedades, “personales, reales y formales”. De entre las que llamaba personales, la más importante e inmediata era la familia, “reino cerrado, absoluto y suficiente para sus fines”, “el primer Estado de la humanidad en la tierra”; la segunda sociedad era la amistad, “acuerdo del ánimo y del sentimiento”, y, en tercer lugar, el “trato social libre”. (Apartándonos del tema, ahí tienen material los estudiosos para rastrear la teoría de La llamada democracia orgánica, que no fue una creación fascista sino liberal).
 Pues bien, estas tres sociedades orgánicas primarias son las que están sufriendo las consecuencias inmediatas de la prédica segregacionista de los actuales (y de los pasados, no lo olvidemos) usufructuarios del poder autonómico en Cataluña. Ya conozco varios casos de familias en que, a pesar de un tácito o expreso no hablar de política en sus encuentros, se han producido enfriamientos o declaradas rupturas entre sus miembros por la cuestión separatista. Otros tantos casos podría añadir de amigos de toda la vida, cuyas relaciones se han cortado de raíz. Quizás sea más llamativo lo que se está produciendo en los ámbitos de trabajo, estudio o tertulia, totalmente radicalizados ante el tema que nos ocupa y nos preocupa. En términos krausistas, ha desaparecido todo asomo de armonía.
 Es fácil adivinar cuál puede ser el clima de las reuniones festivas -de familia, de empresa, de amistad…- con ocasión de las fiestas navideñas; ya no se tratará de soportar con resignación cristiana al pelmazo del primo ocurrente o del compañero con una copa de más, sino de mirar de reojo, o no mirar sencillamente, con incapacidad total de diálogo, al pariente o amigo que tenga la ocurrencia de proponer un brindis por la separación o por la unidad, según los casos; ni siquiera habrá que temer la ocurrencia, porque las posiciones se conocen de antemano.
 El desafío separatista ha producido, de entrada, la desarmonía social, muy difícil de reparar aunque no consigan en modo alguno la desarmonía política, histórica y existencial de España. Ya no se trata de la búsqueda de la armonía universal de aquellos magníficos utópico del krausismo, sino de la nacional, que, teóricamente, andaba empeñada en buscar, de forma inmediata, la europea. 

Manuel Parra es Doctor y profesor de Literatura.


                                                                      

viernes, 29 de noviembre de 2013

Presentación de la novela Once nombres de mujer.



Once nombres de mujer.

De Antonio Brea. Ed. Barbarroja.

Por Javier Compás.
Si no conociera a tantas mujeres inteligentes, levantarme cada mañana sería más duro. La frase no es de ningún pensador, filósofo o escritor medio famoso, es mía, así que perdón por la auto cita, que no es más que uno de esos ejercicios rápidos, ingeniosos y efímeros que ahora se llevan tanto en plan twitter o Facebook. Y me viene a la mente dicha frase pensando en la novela que Antonio Brea ha escrito, autor y amigo, por tanto, al que debo de agradecer doblemente su invitación a presentar su obra, una por confiar en mí como autor y otra por la amistad con la que me honra desde hace años, más de lo que parecen, parece mentira, los años que han pasado ya desde que empecé a frecuentar ciertas reuniones gastronómicas en el restaurante Jabalón, o quizás, debería decir, ciertas reuniones amistosas donde, en torno a las viandas y vinos facilitadas por nuestro amigo común Antonio Hoyos, nos dedicábamos a arreglar el mundo o, al menos, a intentar arreglar España, lamentablemente me temo que hemos arreglado poco, pero los buenos ratos no nos los quita nadie.
Pero no nos desviemos del objeto que hoy nos cita aquí, que no es otro que la novela de Brea, Once nombres de mujer. Y decía yo al principio lo de las mujeres inteligentes, pero que no se ofenda ninguna feminista al uso, aunque si se ofenden y nos hacen un striptease pectoral, bienvenido sea, a nadie le amarga un dulce, aunque venga de esas amargadas ninfas del ultra feminismo aborticida. Decía que nombraba a las mujeres inteligentes, pero no todas lo son, ya que, como en el resto de la humanidad, las hay más lerdas que un borrico de aguador, tontas del culo, estúpidas, monas a secas, guapas más malas y más buenas, y un largo etcétera, que de todo hay en la viña de Eva. Pues esas mujeres, más listas y más tontas, más guapas y más feas, han jalonado la vida de cualquier vecino que se precie, al menos a mí me ha ocurrido. Aquellas niñas en flor del barrio o del veraneo pre adolescente, los primeros y torpes besos, los roces buscados en el agua, en la butaca del cine de verano, los juegos de inocente sensualidad; aquellas niñas de faldas de cuadros escoceses y calcetines caídos que nos cruzábamos al salir cada cual de su colegio. Y la universidad, ese paraíso multicolor, donde teníamos nuestro ranking de facultades, ah! aquellas chicas de Farmacia, las pijas de Derecho, por cierto, recuerdo a una borrega hoy famosa, llamada Mercedes, martillo de ERES y presidentes de fútbol mafiosos, o las queridas compañeras de mi entrañable Facultad de Historia, con ese estilo hippy-obrero que anunciaba el perro flautismo de hogaño. Luego ya vinieron palabras mayores, la calle, los bares de copas, la movida de los ochenta, en fin, antes de que mi querido Antonio salte como Umbral gritando ¡aquí hemos venido a hablar de mi libro!, retomaré el hilo de su obra, que es de lo que se trata, aunque, como diría un guión manido de película de juicios americana, demostraré señoría que mis argumentos vienen a cuento. Porque resulta que Once nombres de mujer es la historia de un hombre, Julio, donde esta alineación, que no es ningún equipo de fútbol, suponen los hitos de su deambular desde esa pubertad descubridora, hasta su, digamos entre comillas, madurez. Mujeres que recuerdan el despertar del joven al sexo, al amor, a los desengaños, a los ligues frustrados, pero también, paralelamente, a los acontecimientos de una España que se despertó un día democrática, con decenas de siglas de partidos, con el mundial del 82, con la visita del Papá.
Julio se mira en su hermano mayor, militante de ultra derecha, a través de él, de sus amigos, de las mujeres con las que trata, irá descubriendo la vida, con su banda sonora, a ritmo de ska, con vespas y lambrettas de los mods, Quadrofenia, con la música londinense como telón de fondo del provincianismo de unos chicos sevillanos que pasan del colegio al instituto, que ven como corre la vida ante sus ojos.
Brea, a través de la vida de Julio, va pintando un cuadro de eso que se ha dado en llamar el mundillo patriótico, donde se confunden, para desgracia de todos ellos, añorantes del franquismo, con neo nazis, skins y falangistas, estos, los más perjudicados por ese totum revolutum de siglas y tendencias, arrastrados, como les ocurrió a sus mayores en el 36, por la corneta de la salvación de España, pero siendo ahora, en la llamada Transición, una triste mueca de las glorias y los sacrificios de antaño.
La vida, las mujeres, la política y, como no, la edad, van desengañando a nuestro protagonista. Brea, por el camino, aprovecha también para que los vaivenes de la política educacional de nuestro país se lleve lo suyo, el deterioro de la enseñanza y el hastío del profesor que tiene que dedicar más tiempo a mantener el orden que a enseñar. Julio se va aburguesando, agarrándose al voto útil incluso, de desengaño en desengaño, sobreviviendo.
¿Es una novela pesimista?, quizás, que juzgue el lector. Sí es una novela entretenida, fácil de leer, con más fondo del que aparentemente podrían hacer pensar las escaramuzas amorosas que se suceden, ya lo dije, meros hitos que van marcando las fases de la historia. Ágil, preñada de diálogos naturales, nada rebuscados, con los que se pueden identificar cualquiera de los jóvenes, y no tan jóvenes, que acierten a transitar por sus páginas.
Otra advertencia, no es una novela militante, bien es verdad que los personajes principales se mueven en cierto entorno político, pero el autor no se pronuncia, de hecho hay más de un miserable en las filas patriotas, quizás como un “yo acuso” de los males que aquejan a un sector socio político huérfano de proyectos viables, de sentido común, de velas desplegadas al futuro libres de las amarras nostálgicas y necrofílicas de un pasado demasiado abrumador.
Nos quedamos con ganas de más, pero la vida es así, pasan las mujeres que, en su momento marcaron nuestro presente, que, en nuestra romántica e ingenua eterna mente de niños enamoradizos, pensábamos que nos moriríamos si nos dejaban, pero pasan, todas pasan, se van como han llegado y, mientras encendemos melodramáticamente un cigarrillo y nos marchamos cabizbajos por la calle, mejor si llueve, si hace algo de viento y nos subimos las solapas del abrigo, somos capaces de enamorarnos de nuevo en la parada del autobús, en la caja de una tienda o, simplemente, aspirando el aroma de una chica que se cruza en nuestro camino. No amamos a una mujer, amamos a las mujeres, a una mujer formada por los trozos rotos de cada amor que se derramó en las cunetas de nuestro camino.
Como el amor a España, confuso, indefinido, atávico, que nos hace peregrinar de una ilusión en otra, esperando el tren definitivo que nos devuelva a la estación de la gloria y del imperio que, no nos engañemos, nunca existió en realidad.
Antonio Brea nos ha hecho volver al colegio, nos ha trasladado al instituto, donde, después de años de convivir en clase solo con chicos, nos creímos, entre el temor y la ansiedad, en el paraíso de la vida adulta, nada más lejos de la realidad, ni siquiera la facultad, los mejores años de nuestra vida, me lo dijo un catedrático de historia medieval y tenía razón, fueron más que una prolongación del útero materno, cálido, protegidos por un cuerpo de mujer. Fuera, la vida real, el trabajo, el pan con el sudor de la frente y la vida tramposa y mentirosa de los adultos, cuando los engaños empiezan a doler de verdad y cuando los errores se pagan con dolor.
Pero también hay alegría de vivir, copas, música, fiestas y viajes, el despertar a un mundo nuevo donde estamos solos, pero esa sensación de soledad es libertad, libertad para elegir nuestro propio camino. Que verdad es que para hablar del mundo lo mejor es centrarnos en  nuestro entorno más inmediato, Brea lo hace y, con las pequeñas historias cotidianas de cada cual nos habla de las verdades de ese mundo.
Nos perdemos con Julio por las Siete Revueltas, metáfora del laberinto de la vida, de la amistad, del amor, de la familia, de esas mujeres que con sus amores y con sus desengaños nos enseñaron a ser mejores personas, nos enseñaron a vivir, gracias a ellas, a las once, a todas las que nos han hecho un poco más felices en este valle de lágrimas.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Presentación de la última novela de Antonio Brea


lunes, 25 de noviembre de 2013

La lluvia Antonio RiveroTaravillo Renacimiento. Sevilla, 2013. 84 páginas.

 Francisco Javier IRAZOKI | Publicado el 22/11/2013. El Cultural.es

Traductor de los versos de Shakespeare y W. B. Yeats, además de muchas páginas de otros autores de lengua inglesa, el poeta Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) dirigió la revista Mercurio, ha escrito una decena de libros en prosa y, con ritmo pausado, cinco poemarios.

Biógrafo de Luis Cernuda, en sus textos hay un leve eco de la serenidad literaria del maestro sevillano, pero aplicada a las cosas pequeñas o domésticas. Aunque Rivero Taravillo escoge materiales aparentemente más modestos, coincide asimismo con Cernuda en la capacidad de síntesis y en un idioma muy cuidado. Su literatura se centra en los sucesos diminutos que a veces nos definen. El encuentro fugaz con una joven en la copistería, los animales y unos hombres desocupados que miran la herramienta de trabajo como si fuese un Rolls lujoso le bastan para revelar la conducta humana. A menudo lo consigue con la técnica de dar a las escenas que prevemos anodinas unos finales de profundidad inesperada.

En las dos primeras partes, Acuarelas y Lluvia de Oriente, el autor usa con destreza los pentasílabos, heptasílabos y endecasílabos. Sobresalen los haikus. Pero la intensidad mayor está concentrada en los últimos apartados del libro, Aguafuertes y Sed. Varios objetos de la vida cotidiana (el frigorífico, el espejo, una llave) son observados con minuciosidad e ironía suave, compasiva. En el grupo destacan “Peleas de 1975”, con recuerdos de los combates de boxeo en la infancia del poeta, quien ahora sólo espera “la campana absolutoria”, y las sorpresas surrealistas de las dos páginas de “Cuarteto de viento”. Atribuye a los instrumentos musicales funciones insólitas, divertidas, y los juegos afectan a las personas retratadas. No es casual. Rivero Taravillo ve un hilo rojo entre las diferentes realidades que coinciden en un lugar. Y las siete palabras con que termina uno de los poemas resumen bien su manera de percibir estas realidades: “Lo próximo se funde en lo remoto”.

La elegancia de La lluvia no es sólo una cualidad. Encierra también una enseñanza: Rivero Taravillo tiene el talento de comprimir la expresión literaria al mismo tiempo que amplía los matices de unos objetos que con torpeza creíamos insignificantes.

martes, 19 de noviembre de 2013

El padre de la psicología española José Luis Pinillos: In Memoriam

José Luis Pinillos: In Memoriam






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SANTIAGO MOLINA GARCÍA 06/11/2013
La psicología científica española tiene tres pilares: Germain, Yela y Pinillos. Los dos primeros murieron hace bastantes años y Pinillos nos acaba de abandonar. Tuve el honor de ser alumno de Yela y de Pinillos, y de colaborar con ambos en algunas de sus investigaciones. Mariano Yela me dirigió mi tesis de licenciatura y mi tesis doctoral, y José Luis Pinillos fue el presidente del tribunal que me permitió convertirme en doctor.

Yo estaba realizando los cursos de doctorado al final de la década de los años sesenta en la Universidad Complutense y a las doce del mediodía teníamos el curso con Pinillos. A esa hora se solían celebrar todas las asambleas antifranquistas y raro era el día en que no se suspendían las actividades académicas como consecuencia de la entrada de la policía en las facultades.

Dado que no éramos muchos los estudiantes de doctorado, de acuerdo con el profesor Pinillos, decidimos trasladarnos a su despacho para no perder el año académico. En una de las clases, le preguntamos si era cierto que él había colaborado con el gobierno franquista en la preparación de una famosa campaña propagandística, titulada "25 años de paz". En lugar de negarlo, nos dio esta respuesta: "¿qué catedrático de universidad no ha colaborado con el franquismo en los tiempos que corren?". Hubo algunos alumnos que lo tildaron de cínico, mientras que otros entendimos que estaba cumpliendo la labor más sacrosanta de un buen profesor universitario: no engañar a sus estudiantes.

En aquella época, en España no existía la licenciatura en Psicología. Sin embargo, Mariano Yela y José Luis Pinillos, junto con un pequeño grupo de colegas, habían creado unos años antes la Escuela de Psicología y Psicotecnia, en el caserón de la calle San Bernardo que había sido sede de la Universidad Complutense. En esa Escuela, los estudiantes podían elegir entre Psicología de la Educación, Psicología Clínica y Psicología Industrial.

Para los que habíamos cursado la licenciatura de Pedagogía en la Universidad Complutense, convertirnos en alumnos de esa Escuela de Psicología fue una experiencia que jamás olvidaremos. Acostumbrados como estábamos a un profesorado que anteponía su vinculación falangista o teresiana a la verdad científica, disponer de unos profesores cuyo único objetivo era formar psicólogos comprometidos con la investigación empírica y experimental, nos marcó de manera muy favorable.

Por aquel entonces, el llamado Cociente Intelectual, entendido como la representación empírica más fiable de la inteligencia, causaba furor, y las casas editoriales que vendían tests para medirlo hacían su agosto. Sin embargo, el profesor Pinillos ya nos advertía que el CI no era un factor científico por la variabilidad del mismo a lo largo de la vida de una persona y, sobre todo, por el elevado influjo que sobre él tenía el ambiente social. Hoy, todos los psicólogos rigurosos saben que eso es así, a pesar de que todavía se sigue empleando como medida de la inteligencia. Pero en aquella época solo José Luis Pinillos se atrevía a constatarlo, aportando datos empíricos muy contundentes.


Profesor jubilado de la Universidad de Zaragoza


http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/sociedad/jose-luis-pinillos-in-memoriam_896689.html

lunes, 11 de noviembre de 2013

CRÓNICA GRÁFICA DEL HOMENAJE A MERCEDES FÓRMICA EN SEVILLA

Coincidiendo con el centenario de su nacimiento y el sesenta aniversario de la publicación en ABC del artículo "El Domicilio Conyugal", tuvo lugar en la sala principal de la casa de la provincia de Sevilla, en la sede de la Diputación de Sevilla el pasado día 7 de Noviembre, el acto de homenaje a la escritora y abogada falangista Mercedes Fórmica Corsí.

http://www.abc.es/hemeroteca/imagenes/abc//24042002/cultura/web_41.jpg
Mercedes Fórmica
  Intervino en primer lugar, el presidente de la Asociación Cultural Ademán, quien agradeció la presencia de los asistentes y la hospitalidad de la Diputación de Sevilla. Posteriormente procedió a presentar a los ponentes, Mercedes Valdivia -empresaria gaditana- y al letrado sevillano José Manuel Sánchez del Águila.
Compás glosa la figura de la homenajeada y a los dos intervinientes en el acto

 Mercedes Valdivia disertó sobre la vida de Fórmica desde un punto de vista de mujer adelantada a su tiempo. Sus vicisitudes como separada y la lucha que tuvo que afrontar desde un punto de vista de mujer proveniente de la Falange es su estado más puro e inadaptada al "albondigón", en que según palabras de la homenajeada había convertido el régimen a la falange de José Antonio.

aspecto de la sala
La sincera y profundamente personal visión de la vida luchadora y rebelde de Fórmica que glosó Mercedes Valdivia arrancó una gran ovación del público.


Aspecto de la mesa de ponentes, Mercedes Valdivia, Javier Compás y José Manuel Sánchez del Águila


Posteriormente intervino el prestigioso jurista sevillano José Manuel Sánchez del Águila quién, desde un punto de vista jurídico, realzó los importantes cambios que consiguió Fórmica en el código civil vigente desde 1917 y que se tradujeron en la más avanzada reforma legal de los derechos de la mujer en toda la historia reciente de España.


ENLACES:
http://www.abcdesevilla.es/sevilla/20131106/sevi-mercedes-formica-feminista-201311051934.html

http://www.diariosur.es/v/20131110/malaga/dias-vino-prosas-20131110.html

http://www.elmundo.es/andalucia/2013/11/06/527a109763fd3d565b8b4594.html

http://www.eldiario.es/politica/Mercedes-Formica-homenajeada-activismo-mujer_0_193180974.html

 http://www.elmundo.es/andalucia/2013/11/09/527e229563fd3dea3d8b4577.html

AUDIO DE LA CONFERENCIA:

http://linkis.com/www.ivoox.com/Z3M6



La sala principal de la Casa de la Provincia de Sevilla, llena de público



miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ademán rinde homenaje a la abogada y escritora Mercedes Fórmica

Sevilla

Mércedes Fórmica, la falangista que lideró el cambio por los derechos de la mujer

Día 06/11/2013

Ademán rinde homenaje mañana a la abogada y escritora, injustamente olvidada por la judicatura y el feminismo

Mañana se cumplen sesenta años de la aparición en ABC del artículo «El domicilio conyugal», firmado por la abogada y escritora falangista Mercedes Fórmica, que denunciaba las limitaciones de la capacidad jurídica de la mujer frente a la potestad del marido.
El antológico artículo, que pueden consultar en nuestra hemeroteca, el 7 de noviembre de 1953, escrito y publicado en pleno franquismo, sirvió de reulsivo y de cimiento para que la sociedad española y los mejores profesionales del Derecho opinaran en las páginas del periódico sobre el tema —el resumen fue publicado por Antonio Garrigues Díaz el 19 de diciembre de ese mismo año— y para que pocos años después, en 1958, empezaran a cambiar las leyes de «nuestro Código Civil, tan injusto con la mujer en la mayoría de sus instituciones», escribió Fórmica.
Se materializara con él una importantísima reforma, la «reformica», que eliminó limitación legales impuestas a las mujeres, no sólo en el Civil sino en el Código Penal, del Código de Comercio y de la Ley de Enjuiciamiento, como escribió José María García de Tuñón Aza en una exhaustiva semblanza de Mercedes Fórmica, titulada «Una voz en el silencio».
La prensa internacional se hizo eco de aquel artículo. Tanto es así que Robert Capa, al frente Magnum, envió a la fotógrafa austriaca Inge Moraht, la primera mujer que se incorporó a la agencia, a inmortalizar a Mercedes Fórmica para un reportaje, «World of women», junto a otras tres mujeres destacadas de otros países —Federica de Grecia, la doctora Han Suyin, de Singapur; y la científica estadounidense Eugenie Clark—.
A pesar de todo, el nombre de Mercedes Fórmica, su trabajo como abogada en pro de la mujer e incluso su creación literaria se diluyeron entre políticas e inquinas. «Me silenciaron», afirman que solía decir esta mujer a la que no recuerdan ni la Abogacía, ni la Judicatura ni las propias feministas.
Mercedes Fórmica (Cádiz 1916-Málaga 2002), estudió en la Facultad de Derecho de Sevilla. En Madrid se afilió a la Falange de José Antonio. Quizá esto propició que esta excepcional mujer cayera en el olvido, a pesar de su indespensable contribuición a la defensa de los derechos de la mujer. Además, en el campo de la literatura, escribió, entre otras obras, «Bodoque», «Monte Sancha», «La ciudad partida», «A instancias de parte» o «La hija de Don Juan de Austria», en algunas de las cuales trató la situación de la mujer. Sus memorias, en una trilogía: «Visto y oído», «Escucho el silencio» y «Espejo roto y espejuelos», acaban de ser reeditadas por Renacimiento.
Mañana, la Asociación cultural Ademán, rinde homenaje y recuerdo a Mercedes Fórmica en un acto que dará comienzo a las siete de la tarde en la Casa de la Provincia, en el que intervendrán el presidente de la asociación, Javier Compás; la empresaria Mercedes Valdivia y el abogado José Manuel Sánchez del Águila.

http://www.abcdesevilla.es/sevilla/20131106/sevi-mercedes-formica-feminista-201311051934.html

martes, 29 de octubre de 2013

Acto cultural de homenaje a Mercedes Fórmica

Estimado/a amigo/a de ADEMÁN:
 


Por vez primera se va a tributar en Sevilla un homenaje a la abogada y
escritora Mercedes Fórmica
.

La hoy ensombrecida figura de Mercedes Fórmica merece un valiente y justo
rescate por todo lo que supone, pero sobre todo por el arrojo personal de su
ejemplo y la trascendencia social que supuso la reforma legal sobre los
derechos de la mujer española que ella provocó.

Mercedes Fórmica, como tantas otras figuras a las que se pretenden mantener
en el más absoluto de los olvidos va a tener un merecido homenaje el 
jueves 7 de noviembre a las 19'00 horas en la Casa de la Provincia de Sevilla
(Plaza del Triunfo nº 1)

En ese homenaje queremos contar con tu asistencia
y para ello te hacemos llegar esta invitación personal.


Aprovechando la ocasión para saludarte,
Atentamente,

Presidente de la A.C. ADEMÁN

viernes, 25 de octubre de 2013

SE PRESENTÓ ‘LA URDIDUMBRE DEL TIEMPO’ GANADORA DEL PREMIO LUYS SANTAMARINA


José María Antón se ha alzado con el Premio Internacional de Literatura Luys Santamarina con el poemario “La urdidumbre del tiempo”. Antón es profesor de literatura y ayer presentó su obra en el Ateneo de Sevilla después de haberlo hecho en Cieza (Murcia), lugar donde se dió a conocer el fallo del jurado.
El Premio Internacional de Literatura Luys Santamarina alcanza en 2013 su XVIII edición impulsada por la Asociación “Pueblo y Arte” que preside el escritor Eduardo López Pascual. Como novedad, este año se ha sumado la Asociación Cultural ADEMÁN a la difusión de este premio y ayer se presentó en Sevilla con la asistencia de su presidente, Javier Compás, y el Vicepresidente del Ateneo de Sevilla, el profesor Miguel Cruz.
La obra ha sido editada por Ediciones Vitrubio.



(En la foto, José María Antón –izqda- y Eduardo L. Pascual –derecha-).

lunes, 21 de octubre de 2013

XVIII Premio Internacional de Poesía Luys Santamarina

Jueves 24 de octubre.

Presentación del libro 

'La Urdimbre del Tiempo',

 obra ganadora del 

XVIII Premio Internacional de Poesía
 Luys Santamarina

del autor  

José Mª Antón Morla.
 


Organizado por la  

Asociación Cultural Ademán  

y Editado por  

Editorial Vitrubio



Con asistencia de  

Eduardo López Pascual,

 Presidente del Jurado, y
Presidente de la 

Asociación Cultural Pueblo y Arte de Cieza.



Jueves 24 de octubre

19.00 horas
Salón de Actos del Ateneo

sábado, 19 de octubre de 2013

Presentación de La Lluvia de Antonio Rivero Taravillo

En el café cultural La Mercería, en apacible tarde de otoño, sin apenas nubes sobre las malnacidas setas de la Encarnación, cayó el jueves 17 de octubre, un chaparrón, un aguacero de buena literatura. Editada por la sevillana editorial Renacimiento en su colección de poesía Calle del Aire, se presentó la obra más reciente del escritor y traductor, Antonio Rivero Taravillo. Bellas palabras las pronunciadas por el también poeta sevillano Juan Lamillar presentado obra y autor, seguidas por el agradecimiento a los presentes que abarrotaban el local, la mayoría de pie al no quedar sitio libre, unas palabras sobre su obra y la lectura de algunos poemas de la misma. Rivero se pasó un buen rato, terminada la presentación, dedicando libros a los que hasta él se acercaron.
A. C. Ademán

miércoles, 16 de octubre de 2013

EL VALOR DE LA CALLE por @jfelixmachuca

EL VALOR DE LA CALLE

Miedo hay que tener a descubrirte con miedo a la libertad. La calle hay que defenderla

 

También las calles las está perdiendo la clase media. En esta guerra sin tiros pero con seis millones de bajas, aumento de las clases enriquecidas, tragedias familiares, dramas universitarios y matrimonios rotos por el catalizador canalla de una crisis que huele a estafa, las clases medias siguen perdiendo la guerra. Y cada día el parte de bajas aumenta. Ahora estamos perdiendo las calles. Poco a poco. A paso de costalero guapo. Llevando el barco sobre los pies y moviéndose al compás de la marcha que toca la corrección política. Soleá dame la mano. Dame la mano que es mucha la soledad de esta clase social que lo está perdiendo todo: el trabajo, la dignidad, el sustento, ¿el futuro?, no, eso está lejísimo, está perdiendo el presente. Y con el presente está perdiendo las calles, el ágora, el foro donde se encuentra la ciudadanía para presentar un libro, para homenajear a las víctimas caídas por la España constitucional en el Afganistán vasco de la capucha, el hacha y la víbora. En esta guerra también estamos perdiendo las calles. Os lo digo con la verdad y la desnudez del que nunca comió del pesebre y que, orgullosamente, en esta curva ya pronunciada de mi vida, puede decir, de la mano del Beni, que en mi hambre mando yo. Hasta que mande el hambre más que yo. Y entonces engrosaremos la lista de caídos. Todo es posible en la guerra. 


La semana pasada y la anterior, según el parte de guerra, perdimos dos nuevas posiciones estratégicas. Una en una librería donde se negaron a presentar un libro sobre José Antonio. El miedo es el termómetro del fascismo, del toro que se vuelve buey de carretón. Esta España, a pesar de lo que tan hermosamente cantara Hernández, se ha vuelto un pueblo de bueyes. El toro, esa negra espuma de la tarde, se ha dormido. Y con Hernández hay que hacer sonar las latas y brillar las picas para que despierte. Alza, toro de España, levántate, despierta…, escribía el alma dolida de un Hernández patriota. Una librería se negó a dar cobijo a un escritor que había escrito sobre José Antonio. Y lo hicieron por miedo. Cuando miedo hay que tener a descubrirte con miedo a negar la libertad de expresión. Si yo tuviera un martillo, como aquella canción de Trini López que bailamos en nuestra perdida juventud, remachaba las puntillas que consagran las cuadernas constitucionales de las libertades para que, por ninguna rendija, entrara el miedo a la libertad. La clase media perdió aquel día una colina estratégica. Y el sábado, en la Pescadería, perdió toda la caja del pescao. Nos robaron el pescao de manera humillante. 

Alza, toro de España, levántate, despierta. Tanto nos ha dormido el opio de la equidistancia, la morfina del panfilismo político que, el Día Nacional, un grupo de personas fue agredido salvajemente por una partida de jabalíes montunos que asaltaron la calle que nos pertenece. Esa calle llamada libertad. Libertad de reunión, de expresión y de manifestación. Los agredidos portaban banderas constitucionales. Y proclamaban el derecho inalienable de disfrutar del Día de todos los españoles reivindicando el Peñón. Yo no quiero del Peñón ni las chocolatinas «After Eight». ¿Soportar en este traje mal hilvanado por los nacionalismos soberanistas que aún es España a cuatro llanitos creyéndose el culo de la reina Isabel II? Tequieiyá. Pero estaban en su absoluto derecho de reivindicar el Peñón como otros salen a la calle con banderas republicanas a reivindicar la República y nadie les asalta, ni les canea, ni arroja brutalmente botellas de cervezas a las mujeres. Simplemente porque están en su derecho de hacerlo. Pero parece que las calles solo son de quienes se la roban a la libertad. E intimidan a los medrosos, a los pusilánimes. La calle no puede perderla la libertad a manos del infestas bacterias que afloran con la crisis. La calle es nuestro toro. Y ese toro, para finalizar con Hernández, es una clase media que busca las tablas porque no se despertó como despierta un toro, cuando se le acomete con traiciones lobunas… 

publicado en ABC de Sevilla el 16 de Octubre de 2013

martes, 15 de octubre de 2013

Rafael G. Serrano. La pluma afilada.

LA PLUMA MÁS AFILADA
Verano de sol y de toros, en un pueblo dorado de un mundo que murió
Pascual Tamburri Bariain
Rafael García Serrano es uno de los autores malditos pero inevitables de la prosa española del siglo XX. Vanguardista y castigado por sus ideas, muchos le deben mucho.

PLUMA AFILADA Y OLVIDADA
Rafael García Serrano. Las vacas de Olite (y otros asuntos de toros). Toros de Iberia (6 historias de toros). Homo Legens, Madrid, 2012. 206 pp. 20,00 €.
UN NUEVO GÉNERO
VV.AA. Antología del microrrelato español (1906-2011). El cuarto género narrativo. Edición de Irene Andrés-Suárez. Cátedra Letras Hispánicas, Madrid, 2012. 528 pp. 13,20 €.
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Si la hiperbrevedad y la narratividad son rasgos definitivos del ´cuarto género narrativo´, o sea el microrrelato, es innegable que su creador más leído en Italia fue Giovanni Guareschi y en la generación siguiente lo ha sido en España Rafael García Serrano. Pero así como podemos discutir con los eruditos sobre qué es y no es un microrrelato, es difícil negar que la crítica literaria ha sido en Europa Occidental bastante más que sectaria durante los últimos 70 años; lo que hizo del autor de Don Camillo un autor de éxito entre los lectores y un paria para la cultura oficial. Y andando en tiempo lo mismo habría de pasar –aquí tenemos la prueba- con el autor de Eugenio: considerando el estilo y los rasgos de Rafael García Serrano, cómo la estimable antología de Cátedra, una iniciativa seguramente necesaria que reúne a setenta y tres escritores fundamentalmente del siglo XX, excluye precisamente a todo su entorno intelectual, cultural, periodístico, humano y, oh, político. No porque le falte calidad, hiperbrevedad o narratividad, sino porque es de temer que para los gustos de este tiempo de crisis y decadencia a él y a sus amigos les faltasen otras cosas.

Ignorado quizá por el público académico y el público editor, valga el oxímoron, Rafael García Serrano enamoró al público lector –en prensa, en ficción y en todo tipo de prosa- desde que era poco más que un adolescente. Pocos como él en su siglo han contado historias, más breves y brevísimas que largas, y lo han hecho tocando todos los palos de la narrativa, desde lo puramente onírico hasta lo político, desde lo folklórico hasta lo futurista. Siempre con un gusto por la historia y con otro, no menor y casi nunca disimulado, por el humor. Relato menor o microrrelato, lo cierto es que contar la prosa de aquel siglo sin su presencia es un desafío que roza lo improbable.

Lo que hace Homo Legens es recuperar para el lector de la generación de los nietos, castigado por el silencio, el olvido y la mentira, dos piezas importantes si no centrales de la prosa del navarro. Por un lado, Las vacas de Olite nos lleva a los recuerdos festivos de García Serrano en la ciudad del castillo, en casa y compañía de Juan José Ochoa. Olite, que lleva unos cuantos años regodeándose en la invención de memorias y desmemorias de una Edad Media ideal a gusto de horteras, iletrados y maestros locales, fue protagonista para García Serrano y fue patria de Ochoa, y las dos cosas las ha olvidado y las ignora. Pocas ciudades habrán merecido tanto amor adolescente como el que García Serrano demostró por Olite hasta el último día y la última línea; y pocos amores tan ignorados, despreciados y maltratados por los ediles y los ilustres locales que han negado hasta hoy, y para vergüenza de ellos que no de él, hasta una calle al escritor pamplonés. Menos mal que existen los libros, para poder hacer memoria y en su momento enderezarla, porque como tuviésemos que confiar a la lealtad de los olitejos la memoria de Rafael García Serrano mal iríamos.

García Serrano, marcado por la experiencia de la Vieja Guardia y de la Guerra Civil, enamorado de Olite siendo adolescente y de Italia siendo joven (qué mejor combinación por lo demás), nunca dejó de escribir, pero pese a su erudición y su amenidad Los toros de Ibera recibieron el mismo castigo en vida y póstumo que toda la obra del navarro: la marginación y el intento de olvido que sólo por su simpatía ha podido vencer y remontar poco a poco. Lo de menos son los toros, aunque aquí sean lo más. El que se acerque a estas páginas se va a divertir, se va a entretener, va a aprender y antes que nada va a aprender a escribir. Por lo demás, todos los que hemos leído a Rafael García Serrano, desde el Eugenio a Quinto Centenario y desde Jerarquía y el Arriba España a El Alcázar no sólo sabemos que merece éste y cualquier homenaje que se le quiera dar, es que además fue en vida y sigue siendo hoy un maestro de ese uso breve, afilado, incisivo, hiriente y extremadamente eficaz de la pluma al que otros han dado en llamar, oh sorpresa, microrrelato.

Lo que más bien tenemos que preguntarnos es qué hemos hecho con nuestra literatura en particular y con nuestra cultura en general como para que en una antología del microrrelato español contemporáneo en lengua castellana estén Alfonso Sastre, Espido Freire, Pablo Antoñana y José Bergamín, alegremente, y el olvido sea el único testimonio de Luys de Santamarina, Rafael Sánchez Mazas, Ernesto Giménez Caballero, Dionisio Ridruejo, Ángel María Pascual, Agustín de Foxá, Fernando Vizcaíno Casas o Rafael García Serrano. Todos ellos precursores del microrrelato, narradores brillantes, personajes innovadores y plumas afiladas cada uno a su manera, y sin embargo segregados de la versión oficiosamente correcta de la cultura española. Algo nos ha pasado, si sus obras no se reeditan por las editoriales más pomposas, si no se les elige para las antologías pese a haber sido y seguir siendo de los más leídos y de calidad más contrastada. Algo nos ha pasado, y tiene que pasar, hasta que esas "dos Españas" que sobreviven avinagradas en la literatura y por culpa de los críticos, los docentes y, ay, los malos escritores de hoy, desaparezcan y dejen paso a una sola España con una sola literatura, con o sin este nuevo género pero indudablemente con Rafael García Serrano.


 
 
 
 
http://www.elsemanaldigital.com/verano-de-sol-y-de-toros-en-un-pueblo-dorado-de-un-mundo-que-murio-131060.htm