domingo, 22 de enero de 2017

"SILENCIO" de Ignacio Ruiz-Quintano en ABC el 19 de enero de 2017

La película «Silencio», de Scorsese, es asombrosa y también podría verse como una metáfora de nuestra Santa Transición

La película «Silencio», de Scorsese, es, como todas las suyas, asombrosa, y, si no, tratemos de imaginar esa historia en manos de Trueba y, en vez de Andrew Garfield, Luis Tosar.
Es el caso de unos jesuitas portugueses en misión por el Japón heroico y xenófobo (aquí sí) del XVII, donde son obligados, so pena de martirio, a apostatar: sólo han de poner su pie descalzo sobre una imagen de Cristo en el suelo, y todo les será dado.
Podría ser una metáfora de nuestra Santa Transición, cuando, en aras del consenso, veías a unos poner el pinrel sobre la estampa de Franco, y a los otros, sobre la estampa de Stalin, los dos contendientes de la Guerra Civil. Es una imagen que se te queda, y fue una cosa tan general que yo creo que la moda de ir en chanclas por Madrid viene de entonces.
–Mi padre, hoy, no podría rodar «Plácido». El productor le exigiría a Mario Casas y más ternura –dijo ayer el hijo de Berlanga.
Ternura… e igualdad, el tótem de nuestro tiempo.
La igualdad es una ideología falsa y, por tanto, objeto de promoción política. Es la igualdad totémica de Bárcenas y Pujol o de Rita Maestre y los de la librería Blanquerna. Un Pujol no va a la cárcel «porque tiene familia». Los de la librería Blanquerna van a la cárcel porque lo suyo «entraña intolerancia hacia la ideología catalanista». ¿Cómo discutirle al Supremo la superioridad moral del catalanismo ante el cristianismo?
El cristianismo puede ser odioso (ahí está Rita), pero el catalanismo, dicho por José Antonio Primo de Rivera, no pasa de ser un sentimentalismo orteguiano.
«Odio», tiene dicho Roger Scruton, es un equivalente a la «bruja» en el Salem del XVII (mismas fechas, ay, del «Silencio» de Scorsese):
–En todas las causas a las que se adscriben los optimistas sin escrúpulos se tiende a acusar a los oponentes de promover el «odio» y de esgrimir el «discurso del odio», aunque en realidad estos adversarios sean el objetivo del odio y no sus promotores.


sábado, 14 de enero de 2017

LO QUE ESCONDÍAN SUS OJOS (Por RAFAEL ZARAGOZA PELAYO Grupo de Estudios Historia Actual de la Universidad de Cádiz en ABC publicado el 13 de Enero de 2017))


 

En España, por fortuna, hace tiempo que hemos recuperado la libertad, pero la verdad histórica sigue ausente. A partir de los años 60, los perdedores de la Guerra Civil ganaron la guerra de la propaganda.

(Rafael Zaragoza)

La miniserie que Telecinco ha emitido recientemente, «Lo que escondían sus ojos», ha enrabietado a los habituales antifranquistas retrospectivos. Sin ir más lejos, Cristina Almeida declaraba hace poco en «la Secta» que no se puede tolerar que se emita una serie que idealiza a Serrano Súñer (mano derecha de Franco del 38 al 42), así como a la vida social y cultural de aquellos años 40.
Sin entrar en la hemiplejía moral de ésos que al mismo tiempo elogian la legión de películas que ensalzan al totalitario Frente Popular, llama la atención su ignorancia sobre los años 40, concebidos sólo como una época de militares y curas, y sin vida cultural. No es así.
La serie narraba los amores prohibidos entre Serrano Súñer y la marquesa de Llanzol, con la que tiene una hija secreta, la muy estilosa e inteligente Carmen Díez de Rivera, la llamada musa de la Transición. Carmen se enamora sin saberlo del hijo de Serrano, su hermanastro, hasta que es advertida y se marcha de misionera. Como amiga del Rey y Suárez, a su regreso, influye en la legalización del PC. Con el tiempo se afilia al PSOE. Muere muy joven, a los 57.
Pero no pretendo centrarme en la miniserie, sino responder a los falsos tópicos que como reacción a su emisión se han repetido sobre la política germanófila del régimen y la supuesta aridez cultural de los años 40.
Hay que recordar que el brillante Ramón Serrano Súñer encabezó a un solvente equipo de intelectuales y políticos falangistas que, ante la presión alemana, consiguió dar largas a la entrada de España en la Guerra Mundial. Sólo tras el ataque de Hitler a Rusia, y quizás para compensar esa negativa, enviaron allí a los voluntarios de la División Azul. Algunos de estos falangistas, en el transcurso de pocos años, se opondrían a Franco.
Cabe señalar que el primer falangismo fue un movimiento nuevo, vivido con tanto romanticismo como la izquierda vivió su utopía. En aquellos años no se conocía en qué iba a desembocar el fascismo, cosa que se sabía ya del comunismo, en vigor desde 1917 en Rusia. No entramos en lo que luego sería la violencia falangista, surgida como reacción a la revolucionaria, en especial de las JJ. SS. Desde luego, la Falange fue un movimiento antidemocrático, pero tal como lo fue la izquierda socialista y comunista. Como se ha visto recientemente en los documentos de ABC, el único intento de derrocar al caudillo con fines democráticos que hubo fue el de Don Juan.
Pero volvamos a los aspectos culturales de esa época, falsamente limitados al exilio. Es verdad que el estado franquista arrasó la disidencia. Pero la creatividad empezó a germinar desde muy pronto, eso sí, en medio de grandes dificultades. Ya en el año 40 se publica la revista «Escorial», dirigida por Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo, que supuso un esfuerzo por reanudar la convivencia.
La propia Falange reunió a una gran pléyade de intelectuales, como Ridruejo, Sánchez Mazas (padre de los S. Ferlosio), A. de Foxá, Michelena, Miquelarena, José María Alfaro (los anteriores redactaron el «Cara al sol» junto a José Antonio), Tovar, Vivanco, L. Rosales, Torrente Ballester, Samuel Ros, Víctor de la Serna, G. Serrano, A. Cunqueiro, Edgar Neville, etc. El propio José Antonio presidió la tertulia «La Ballena Alegre», y se rodeó de su famosa corte literaria. Según Trapiello, fue amigo de Federico García Lorca, para disgusto de Ian Gibson.
El supuesto «páramo cultural» español de antes del 55 fue rebatido muy especialmente por Julián Marías (nada sospechoso de franquismo) en el año 76, en su artículo «La vegetación del páramo», donde se da cuenta de la frondosidad cultural de aquella España. Julián Marías demuestra que los grandes autores del 98, y de las generaciones siguientes, comienzan muy pronto a escribir: Menéndez Pidal, Azorín, Pío Baroja, Ortega y Gasset, Zubiri, Morente, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, V. Aleixandre, Mihura y Marañón.
Sin entrar en otros terrenos artísticos o científicos, también muy productivos, Marías menciona un nuevo brote de poesía tras la Guerra Civil, como Celaya, L. Panero, Rosales, Buosoño, Ridruejo y Blas de Otero. También en esos años escriben nada menos que Cela, I. Agustí, C. Laforet, Gironella, M. Delibes, Aldecoa, José Luis Sampedro, Buero Vallejo, Laín Entralgo, Menéndez Pelayo, F. Chueca, Díez del Corral, J. A. Maravall, Lapesa, Díaz Plaja, y el propio Julián Marías. Yo añadiría nombres como los de M. Machado, J. M. Pemán, E. D´Ors, J. Camba y el mejor prosista catalán del siglo XX, Josep Plá.
En Cádiz también tuvimos la revista «Platero», de F. Quiñones, y «Postismo», de Carlos Edmundo de Ory. ¿Hay un panorama cultural remotamente parecido a esto en la actualidad?


En España, por fortuna, hace tiempo que hemos recuperado la libertad, pero la verdad histórica sigue ausente. A partir de los años 60, los perdedores de la Guerra Civil ganaron la guerra de la propaganda e hicieron desaparecer a muchos de estos autores de los medios de comunicación y de los manuales, al margen de su calidad literaria. En otras palabras, se fue sustituyendo el relato franquista por otra «verdad histórica» igual de deformada y tendenciosa. Y desgraciadamente, en ésas seguimos.

domingo, 1 de enero de 2017

Presentación del libro La vida por José Antonio, del profesor e historiador Francisco Torres

La Sala Cultural La Revuelta de Sevilla, acogió la noche del pasado jueves 29 de Diciembre, la presentación del nuevo libro del catedrático de Historia, Francisco Torres, La vida por José Antonio. Entre la represión y el olvido.
El Club de Debate Melchor de Jovellanos, dentro de sus habituales actividades culturales en la citada sala La Revuelta, invitó al profesor Torres a disertar sobre su nueva obra, cuyo lanzamiento coincide con el 80 aniversario del fusilamiento del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. Para la organización de este acto, se contó también con la ayuda de la Asociación Cultural Ademán y la Asociación Cultural Fernando III.

La Revuelta se llenó para escuchar al murciano Francisco Torres que, apoyado por imágenes sacadas de su libro, algunas exclusivas, cedidas para la obra, habló sobre las circunstancias que rodearon es estallido de la Guerra Civil el 18 de Julio de 1936 en la provincia de Alicante, en cuya prisión se encontraban detenidos los hermanos Primo de Rivera, Miguel y el mismo José Antonio, junto con otros numerosos falangistas. En su relato, tan ameno como las páginas de su libro, Torres también habló de la militancia falangista en la provincia alicantina, los planes realizados para colaborar en el Alzamiento y liberar a su Jefe, José Antonio y el martirio de más de doscientos falangistas asesinados en la retaguardia del bando republicano en la zona.
La exposición del profesor Francisco Torres, fue seguida por el público con un absoluto silencio y, a veces, con palpable emoción, dados los casos expuestos por el autor del libro, de muertes de, en muchos casos, personas muy jóvenes, asesinadas por sus ideas políticas, en este sentido, Torres hizo hincapié en algunos artículos de la actual Ley de Memoria Histórica, cuya letra ampararía el recuerdo y la reparación de estas muertes, pero cuyo espíritu solo se ocupa del bando republicano, obviando (“Entre la represión y el olvido”) los numerosos asesinatos cometidos en chekas, “paseos” y sacas de centros de detención, sin garantías procesales ningunas.


Francisco Torres, especialista en la Historia de España del siglo XX, ha publicado libros de éxito, siempre con rigurosos estudios basados en documentos históricos cuando no en fuentes directas y protagonistas de la misma Historia. Así, entre los más recientes, están sus Soldados de Hierro. Los soldados voluntarios de la División Azul (Editorial Actas, 2014) o El último José Antonio (2013), este último, narración pormenorizada y ampliamente documentada, sobre el encarcelamiento y muerte de José Antonio, publicado por Editorial Barbarroja, la misma que edita el libro presentado.