sábado, 31 de marzo de 2012

En la izquierda no hay machismo

                    
                      Blanca Alcantara (PSOE)                 Diego Valderas (IU)


La columna de Loma
 
A L coordinador general de IU y candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, Diego Valderas, tras el acto de cierre de campaña electoral de las elecciones autonómicas andaluzas, le pillaron un comentario sobre el actual cargo político de una mujer a la que identificaba como «la de las tetas gordas».

En realidad, y al margen de la muy conocida hipocresía que marca los cauces del discurso políticamente correcto, las palabras de Valderas no dejan de resultar una metedura de pata (o de boca) sin mayor trascendencia; un tipo de comentario que se le puede escapar a cualquier hombre en una conversación privada, por más que quede feo cuando procede de un candidato a presidente.
Debe de ser por eso, y también porque Valderas es probado prohombre comunista y progresista, por lo que su desliz verbal ha tenido un limitado recorrido mediático, tratándose al final como una simple anécdota electoral, incluso simpática. Y es que no están las cosas como para criticar y censurar a quien se ha convertido en dueño de las llaves del futuro Gobierno andaluz de progreso.

Pero ¿qué habría sucedido en la hipótesis de que la calificación mamaria hubiese procedido de la boquita de un candidato a presidente no progresista, por ejemplo del PP? Pues pocas dudas caben de que en este caso se habría producido una automática campaña de encendidas denuncias de protesta y rechazo hacia el bocazas por los múltiples colectivos feministas y progresistas, que habrían protagonizado el contenido de la jornada de reflexión. No habría que esperar al final del escrutinio para haber sabido que el político en cuestión sería castigado duramente en las urnas. Y es en esta (no hipotética, sino real y comprobada) diferencia de trato hacia unos y otros, donde se demuestra que las «espontáneas» campañas de acoso y derribo que se ponen en funcionamiento según cada caso, están perfectamente orquestadas y organizadas por quienes manejan los hilos del cotarro.

Lo que a su vez explica el extraño fenómeno de que lo mismo que a unos les mata electoralmente, a otros les engorda.

Miguel Ángel Loma







viernes, 30 de marzo de 2012

Lágrimas en la lluvia

Este domingo, día 1 de abril, Lágrimas en la lluvia reanuda su emisión con un programa sobre la GUERRA CIVIL, pues no en vano, el día 1 de abril de 1939 se publicaba en Burgos el último parte de guerra. Y para ilustrar el tema de nuestra Guerra Civil, podremos ver la película Posición avanzada, drama bélico dirigido en 1965 por el director español Pedro Lazaga. En el reparto coral de Posición avanzada podemos destacar los nombres de Manolo Zarzo, Antonio Ferrandis, Manuel Tejada o Ángela Bravo.
En esta ocasión, nuestros presentadores, Juan Manuel de Prada y María Cárcaba, contarán con la compañía de los siguientes invitados:
-- Gonzalo Santonja, Catedrático de literatura Española en la Universidad Complutense y Director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Premio Castilla y León de las Letras y Premio Nacional de Ensayo, es un profundo conocedor de la actuación de los intelectuales durante la Segunda República, la Guerra Civil, el exilio y el primer franquismo, como ha probado en títulos como De un ayer no tan lejano o Los signos de la noche.  Es también editor de Todo en el aire, una antología insólita de poesía sin enemigo publicada durante la Guerra Civil.
-- Alfonso Bullón de Mendoza, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo y Director del Instituto CEU de Estudios Históricos. Académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, de la Academia Portuguesa da Historia y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, dirige la revista de estudios históricos "Aportes". Entre sus obras destacaremos La primera guerra carlista, Auge y ocaso de don Carlos, El Alcázar de Toledo (en colaboración con Luis Togores) o José Calvo Sotelo, de cuyas obras completas ha sido editor.
-- Miguel Ayuso, miembro del Cuerpo Jurídico Militar, Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Udine. Presidente de la Unión Internacional de Juristas Católicos y del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, dirige la redacción de la revista "Verbo" y coordina el Seminario de Derecho Natural y Filosofía del Derecho de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Es, además, autor de veinte libros, entre ellos La constitución cristiana de los Estados, La política, oficio del alma o El Estado en su laberinto.
-- Ángel David Martín Rubio, Sacerdote. Licenciado en Historia en la Universidad de Extremadura y en Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, ha sido profesor en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, donde obtuvo el Doctorado. Actualmente es Canónigo Archivero de la Catedral de Coria y Profesor de Historia de la Iglesia y Teología en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas y en el Seminario de Cáceres. Entre sus obras merecen destacarse Paz, Piedad, Perdón... y Verdad: La represión en la guerra civil o Salvar la memoria: una reflexión sobre las víctimas de la Guerra Civil.
 
Tras una semana de ausencia, confiamos en que los espectadores de Lágrimas en la lluvia acudan todos al reencuentro con nuestro programa, que se empeña cada semana en ofrecernos unos contenidos de verdadero interés y una película apta para ver todos juntos en la tarde de domingo. La entrega de este día primero de abril y Domingo de Ramos, sin duda, no les defraudará.
Ya saben, en INTERECONOMÍA TV, el domingo a partir de las cuatro de la tarde.

domingo, 25 de marzo de 2012

Mercedes Fórmica

Cuando de nuevo llegue Abril, cuando rompa de nuevo la primavera en el Sur donde la vio nacer, se cumplirán diez años de la muerte de Mercedes Fórmica Corsi, su larga y fructífera vida, nació en Cádiz en 1916, aunque se mudó a Sevilla con tan sólo siete años, como narra en el volumen La Infancia de su trilogía autobiográfica, merecería mayor atención de la que se le presta en todos los ámbitos donde destacó, desde su labor pionera en pos de los derechos sociales de la mujer hasta su obra literaria. Decía Pilar Primo de Rivera que su hermano José Antonio un “movimiento limpio de contornos, sin compromisos anteriores, ofreciendo además de un pensamiento nuevo, una ética para las conductas. A la ilusión de este movimiento se unieron no sólo valores jóvenes de lo más florido con que contaba España, sino también la juventud y la Universidad, donde después se constituyó el Sindicato Español Universitario (S.E.U.)”, entre esos jóvenes idealistas de la primera hora se encontraba Mercedes Fórmica, una de las escasísimas mujeres que estudiaba en la Universidad española en los años treinta del pasado siglo, de hecho era la única alumna de la Facultad de Derecho de Sevilla, donde ingresó en 1931, terminó los estudios en Madrid, ya en 1948, encontrándose posteriormente con la imposibilidad de acceder a la carrera diplomática o a la abogacía del Estado por ser mujer.

Mercedes había escuchado las palabras de aquel abogado joven y brillante que hablaba en el mitín de la Comedia, por la radio, desde entonces estuvo en la primera afiliación del SEU, aparece en la foto de la constitución del mismo en Valladolid, participó en el Primer Consejo Nacional que tuvo lugar el 11 de Abril de 1934, fue elegida delegada de Derecho y, luego, designada por José Antonio delegada nacional del SEU femenino y, como tal, miembro de la Junta Política de la Falange. Junto a ella, las pocas camaradas que entonces se adhirieron al nuevo y juvenil proyecto, Clotilde Salazar, Justina Rodriguez de Viguri, primera delegada del S.E.U., que se tuvo que inscribir al principio como Justino, ya que en un primer momento no se admitían mujeres, y que posteriormente fue jefe de la primera Escuela de Mandos de la Sección Femenina de Málaga, organizaciones ambas, S.E.U. y Sección Femenina, estrechamente vinculadas desde los primeros tiempos. Organización, la Sección Femenina, como nos cuenta Luis Suárez en su gran obra Crónica de la Sección Femenina y su tiempo, “que pretendió llevar a la realidad social una doctrina acerca de la dignificación de la mujer, pero no sólo de la mujer en cuanto ser humano igual en derechos al varón, sino en cuanto que es portadora de valores específicamente “femeninos”, en la vida moderna”. Así, es la misma Mercedes Fórmica quien nos habla de la actitud no precisamente machista, en aquella época donde la izquierda vetaba el voto de la mujer, del mismo José Antonio: “Sobre el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer a la mujer en casa, poco menos que con la «pata quebrada», debo decir que no es cierto. Forma parte del proceso de «interpretación» a que fue sometido su pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva, desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con una carrera, en el mundo del trabajo”.

Mercedes Fórmica se casó con el sevillano Eduardo Llosent y Marañón, al que citamos en un artículo anterior por su amistad con Miguel Hernández y la ayuda que le prestó a éste para facilitarle, primero refugio en el Alcázar sevillano junto al poeta Joaquín Romero Murube y, posteriormente, la frustrada huida por Portugal del poeta de Orihuela. Llosent era editor en Sevilla de revistas como la importante Mediodía, tan  importante en el contexto de la Generación del 27, posteriormente, tras la guerra, fue nombrado director del Museo de Arte Moderno, trasladándose ambos a Madrid.

En 1940 aparece el primer número de la revista Escorial dirigida por Dionisio Ridruejo y donde aparecerían escritos de, entre otros, Ramón Menéndez Pidal, Eugenio Montes, el poeta sevillano Adriano del Valle, Luis Felipe Vivanco, Pedro Laín Entralgo y muchos otros de esa nómina que desmiente el pretendido “páramo cultural” en el que muchos han querido convertir la posguerra española. En Escorial publicará Fórmica su primera novela, Bodoque, donde muestra la influencia que tuvo en ella la separación de sus padres que, al final, le llevará a promover una de las reformas más importantes que se han dado en la historia de España a favor de los derechos de la mujer, lo que ha sido silenciado por el “feminismo oficial”.

Publicó posteriormente la novela Monte Sancha, finalista del premio Ciudad de Barcelona y La ciudad perdida, obra que sería adaptada al cine. Ya en 1972 publica otra novela, La hija de don Juan de Austria, con la que ganó el premio Fastenrath de la Real Academia.

En estos momentos donde tan de actualidad está la llamada “violencia de género” recordemos que Mercedes Fórmica fue pionera en la lucha por los derechos de las mujeres maltratadas, que inspiró una de las reformas legales más importantes del siglo XX para la mujer y la repercusión internacional de su artículo El domicilio conyugal.

Javier Compás

viernes, 23 de marzo de 2012

Antonio Tovar, un euskaltzale de Valladolid

Como anticipo de la novedad editorial que pronto estará en las librerías -Antonio Tovar, el filólogo que encontró el camino de la paz- de J.A. Alvaro Ocáriz, rescatamos este interesante artículo del autor publicado en la web vascongada Euskonews.

Antonio Tovar, un euskaltzale de Valladolid

José Andrés ÁLVARO OCARIZ, Filólogo, investigador y lingüista

Se cumple este año el centenario del nacimiento de este vallisoletano universal que amó nuestra cultura y nuestra lengua.
Es difícil resumir la vida de alguien como don Antonio Tovar en unas breves líneas. Cuando yo era estudiante recuerdo que me hablaron de Tovar como quien le dio trabajo a un Luis Michelena que había sido condenado a muerte, que impulsó los estudios de vasco en Salamanca y que escribió varios libros, algunos de los cuales leí.
Han pasado bastantes años desde entonces, casi veinte, y al llegar al centenario de su nacimiento, una entidad cultural de Gipuzkoa con la que tengo el placer de colaborar, el Ateneo Guipuzcoano, me encargó que preparase una conferencia para conmemorar tal evento. Consulté hemerotecas. Hablé a través del correo electrónico con una sobrina y dos hijos suyos y he ido descubriendo a alguien que, como indicaba en el título de este artículo, era todo un maestro.
Antonio Tovar
Antonio Tovar.
Fotografía: Cedida por la familia de Antonio Tovar
Un maestro es una persona que sabe más que sus alumnos y que quiere, o debería querer, que sus alumnos y discípulos llegaran a disfrutar de su conocimiento como disfruta un buen maestro cuando descubre nuevos aspectos de la realidad y no los guarda para sí mismo, sino que está deseando ponerlos en conocimiento de los demás, compartirlos.
Y así era Tovar. Y así lo recuerdan quienes estuvieron cerca de él en vida y siguen llevándolo cerca de sus corazones. Su sobrina, Paloma Arnáiz Tovar, me decía:
Lo que más le definía, para mí, es que era enormemente modesto (nunca alardeaba de lo que sabía) más bien escuchaba lo que le contabas tú. Recuerdo su despacho lleno de papeles en el que pasaba horas y horas. Sus méritos los conocíamos por lo que nos decía mi madre, nunca porque él aparentase nada. Lo cual, con los años, he visto que es enormemente meritorio y poco habitual.
Cuando falleció, fueron muchas las muestras de dolor y voy a seleccionar tres de ellas. Dos del mundo de la política y una perteneciente a un compañero de trabajo en la Real Academia. La primera es del entonces ministro de Cultura, Javier Solana, quien lo definía así:
Tovar era un intelectual de primera magnitud, un investigador espléndido de la filología, un gran maestro y, sobre todo, un hombre de bien.
Ramón Serrano Suñer, quien fue ministro de Interior, de Gobernación y de Asuntos Exteriores de los primeros gobiernos de Franco dijo:
Tovar era ante todo una gran persona, pero también un sabio en su especialidad, gramático y lingüista. Al igual que Dionisio Ridruejo fue colaborador mío y siempre les cito a los dos entre los más distinguidos y queridos de aquel grupo donde trabajábamos con ilusión, esperanza y desesperanza. Su pérdida es para mí un gran dolor. De él destacaría, además de su saber, su extraordinaria modestia, su sencillez, su bondad y su lealtad de amigo por encima de circunstancias y aventuras políticas.
Rafael Lapesa, compañero suyo en la Real Academia, expresó:
Antonio Tovar era uno de los lingüistas más sabedores que ha tenido España.
Su conocimiento de lenguas era extraordinario, dominaba las lenguas clásicas, conocía las lenguas indoeuropeas y el vasco y era uno de los pocos españoles que, después de nuestros misioneros, había trabajado directamente sobre lenguas indígenas americanas. Aparte de esto, era un humanista ejemplar que dejó una excelente Vida de Sócrates, entre otras obras. El impulso que dio a los estudios humanísticos, sobre todo de humanidades clásicas, en la Universidad de Salamanca y en los años 40 y 50, fue decisivo para la formación de una brillante escuela de latinistas y helenistas españoles. En la Real Academia será insustituible por la variedad y profundidad de su saber. Era, además, un nobilísimo ejemplar de humanidad, impulsivo, generoso e infatigable en el trabajo y amigo cordial.
Intelectual de primera magnitud, bueno, leal, modesto, sencillo, generoso, sabio, humanista, infatigable en el trabajo y todo un maestro. Así era el hombre que escribió más de 400 libros (algunos en colaboración con su mujer, Consuelo Larrucea, que no solo fue esposa y madre sino que, también, quedó pronto contagiada por el espíritu de trabajo de su marido y fue compañera de vida y de trabajo), que conocía más de cincuenta lenguas de las que dominaba unas doce, que fue nombrado doctor «honoris causa» por cuatro universidades (Munich, Buenos Aires, Sevilla y Dublín), que recibió diversas condecoraciones y premios en su vida; la Gran Cruz de la Orden de Cisneros, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, el Premio Goethe por “su labor de acercamiento entre los pueblos, su aproximación de la cultura de la Grecia clásica y sus investigaciones lingüísticas en una gama de lenguas célticas, sudamericanas, latín y griego, y por su defensa de la libertad de investigación y de cátedra en su país, prefiriendo el exilio a la adaptación”. Y el I Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Comunicación por su extraordinaria aportación, reconocida internacionalmente, a la lingüística, la historia de la lengua y a la historia de las ideas.
Así era don Antonio Tovar, un vallisoletano hijo de Antonio Tovar Núñez, y doña Anselma Llorente Llorente. Este matrimonio tuvo cuatro hijos: Antonio, José, María y Rosa. Su padre trabajaba como notario en diversos lugares del Estado, entre ellos en Elorrio, donde el joven Antonio se familiarizó con el euskera.
Koldo Mitxelena, Pedro Saiz, Antonio Tovar Llorente, Luis Villasante, Marcelino Oreja
De izquierda a derecha: Koldo Mitxelena, Pedro Saiz, Antonio Tovar Llorente, Luis Villasante, Marcelino Oreja. 4 de diciembre de 1981.
Fotografía: Cedida por la familia de Antonio Tovar
Licenciado en Derecho y en Historia y doctor en Filosofía y Letras, tras ser presidente de la Federación Universitaria Escolar, sindicato izquierdista de estudiantes, se afilió a Falange tal vez movido por la idea de la revolución y cambio social que propugnaba. Fue nombrado primer director de Radio Nacional, Director General de Enseñanza Técnica y Profesional y Subsecretario de Prensa y Propaganda. Acompañó a Serrano Suñer en sus viajes por Alemania e Italia y formó parte del séquito de Franco en su entrevista con Hitler en Hendaya.
En 1941 abandonó los cargos políticos, aprobó las oposiciones y obtuvo la cátedra de Lengua y Literatura latina de la Universidad de Salamanca, de la que fue rector durante cinco años.
Allí puso en marcha la Cátedra Manuel de Larramendi, dio trabajo a un joven Luis Michelena y escribió en 1950 su obra titulada “La lengua vasca”.
Tovar dijo en una ocasión:
Mi curiosidad por las lenguas ya me había inclinado hacia el vascuence, el gran misterio, pero fue por los tiempos en que, en plena guerra civil, trabajé en Burgos, cuando hube de comenzar a plantearme de veras una cuestión que como todas las importantes, tenía sus implicaciones políticas (...). En la revisión de nuestra historia reciente a que nos entregábamos algunos cuando la guerra civil iba tocando a su fin, el tema de la pluralidad de lenguas entraba también, y los que por educación no éramos centralistas, sentíamos la inquietud del destino de lenguas que representan una tradición y una cultura propias, como el catalán, o algo aborigen y no conquistado todavía por el latín de los romanos, como el vasco. Desde que comencé en 1938 en Burgos comprándome una gramática de Zamarripa y un diccionario de Azcue, he aprendido algo de vascuence, y he podido completar así el conocimiento de las lenguas peninsulares (...).
Nunca dueño de ningún resorte de mando en esta delicada cuestión, el problema para mí no ha salido de la esfera teórica, pero siempre con el afán de llevarlo a un terreno de pura verdad, ya que he creído que el estudio objetivo y sin partidismo puede hacer luz que suprima toda coacción en esfera social tan íntima como es la de la lengua. Había que quitar de un lado el “veneno” que falseaba la Historia, y de otro, había que reconocer la legitimidad, el arraigo y los derechos de la lengua allí donde está, en su casa; más en su casa que ninguna otra. El mejor trato de esa preocupación no son los artículos y libros que he podido dedicar a temas de la lengua vasca, sino el haber contribuido, yo creo, a colocar los estudios vascos en España en un terreno de normalidad (...).
Cuando por los días del fin de la guerra civil uno se acercaba a la lengua vasca, había que romper de un lado con el supuesto, confesado o no, del asimilismo centralista; por el otro, con esta desfiguración de la realidad. Los viejos maestros vieron en mi curiosidad de principiante la posibilidad de una esperanza, y don Julio de Urquijo, que consideraba imposible reanudar la publicación de su prestigiosa “Revista Internacional de Estudios Vascos”, apoyó los no fáciles comienzos del “Boletín de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País”, y con su beneplácito se comenzó este periódico en los días inciertos de 1945.
También fui yo de los animadores a otro proyecto que sirvió para reanudar en España los estudios vascos: el homenaje a don Julio de Urquijo e Ybarra, iniciado en los últimos años de la vida de este patricio. También cuando tuve alguna influencia en la educación pública —de 1951 a 1956—, conseguí del entonces ministro la creación de una cátedra de vascuence en una Universidad. Con una modestísima dotación comenzó a funcionar en Salamanca una Cátedra Larramendi, en memoria del jesuita guipuzcoano que imprimiera en las prensas salmantinas su “Impossible vencido”, la primera gramática de la lengua vasca. Publicamos varios trabajos de especialistas españoles y extranjeros, se dieron conferencias, y durante meses yo tenía cada curso la satisfacción de atraer a las clases a estudiantes diversos, entre ellos vascos que hablaban su lengua, pero que desconocían la historia, literatura, dialectos, y los descubrían gozosos, mientras me ayudaban a leer textos. Aunque para mí el vascuence es un problema histórico, un enigma que da luz sobre la oscuridad de los orígenes de España y de todo el occidente de Europa, no dejo de ver que también es un problema de futuro. Pues la pervivencia de la lengua vasca es también la de un trozo de tradición, de mi tradición propia de español total. Tradición por este lado más profunda y misteriosa que la que tenemos en la lengua de Cervantes, que continúa en forma moderna la de la lengua de Virgilio, una lengua que hace dos mil años era aquí ajena.
Antonio Tovar junto a Caro Baroja
Antonio Tovar junto a Caro Baroja.
Fotografía: Cedida por la familia de Antonio Tovar
En 1956 decidió dimitir de su cargo e ir a trabajar a la Universidad de Tucumán, en Argentina, donde investigó sobre las lenguas precolombinas editando el libro titulado «Catálogo de las lenguas de América del Sur», obra que él calificaba como la Guía telefónica de las lenguas americanas. De esta época es también “El euskera y sus parientes”.
De Argentina viaja a los Estados Unidos, donde trabaja en la Universidad de Illinois, ocupando la cátedra de lenguas clásicas entre 1963 y 1965. En este último año ganó la cátedra de latín en la Universidad de Madrid, lo que le permitió volver a España.
A poco de llegar se encontró con la revuelta estudiantil que culminó con la manifestación encabezada por Tierno Galván, Aranguren, García Calvo y Montero Díaz.
Cuando se produjo la expulsión de la Universidad de éstos (los tres primeros definitivamente y Montero Díaz temporalmente) dimitió en solidaridad y volvió a los Estados Unidos, hasta 1967, cuando fue llamado para ocupar la cátedra de Lingüística Comparada en la Universidad de Tubinga (Alemania Federal), en la que impartió clases hasta 1979.
Mientras se encuentra en Alemania es elegido miembro de la Real Academia. Su candidatura fue presentada por Laín Entralgo, Gómez Moreno y Sánchez Cantón. Ocuparía el sillón «J». El 31 de marzo de 1968 ingresó en dicha institución con un discurso sobre el tema «Latín de Hispania: aspectos léxicos de la romanización».
En diciembre de 1976, la Universidad Complutense solicita contratar a Tovar y ocupó la cátedra de Filología Clásica hasta su jubilación en 1981. Al año siguiente recibiría la Medalla de Oro de Filología de dicha Universidad.
Su compromiso con la paz y la libertad le hace firmar un escrito en diciembre del 70 para pedir la liberación del cónsul alemán en San Sebastián, que había sido secuestrado por ETA.
De la década de los 80 es su “Mitología e ideología de la lengua vasca”.
En mayo del 81, forma parte de una coordinadora que pone en marcha una campaña por la libertad, la democracia y la constitución, con debates sobre el proceso de los golpistas y el compromiso con la libertad. En noviembre de ese mismo año se convoca una manifestación en Madrid por la paz, el desarme y la libertad. El manifiesto de dicha manifestación está encabezado por Tovar. En octubre del 83 firma el manifiesto contra el asesinato del capitán Alberto Martín Barrios a manos de la organización terrorista ETA.
El 14 de diciembre de 1985 falleció en el Hospital Clínico de Madrid, donde había ingresado diez días antes para ser intervenido de un cáncer de próstata. El viernes 13 entró en coma y el sábado, a primeras horas de la madrugada, un derrame cerebral le produjo la muerte. Federico Sopeña, con quien compartió las sesiones del Consejo Nacional de la Música y, lo más importante, una amistad a lo largo de toda la vida, ofició el miércoles 18 de diciembre una misa de réquiem por su alma en el madrileño Monasterio de la Encarnación.
Fue una manera de decir adiós a un hombre que, sobre su labor docente, había dejado dicho:
Me divierto dando clase. Satisfago plenamente mi vocación.
La posibilidad de intervenir directamente en las vidas de otros hombres, dirigiéndolas y orientándolas hacia lo que nos parece mejor, la ilusión de dirigir a nuestros compatriotas y gobernar el suelo en que hemos nacido, es una tentación fuerte.
Las ilusiones docentes estaban indisolublemente ligadas a enseñar lo que he aprendido a las nuevas generaciones de mis compatriotas, o de gentes de nuestra lengua.
Fue una manera de decir adiós a un hombre que dejó una profunda huella por su cercanía, su laboriosidad, su compromiso, su generosidad, su humildad, su bondad. A un hombre que fue, en definitiva, todo un maestro.

jueves, 22 de marzo de 2012

La princesa y el falangista

Elizabeth Asquith
Jose Antonio


Una curiosa conexión entre José Antonio Primo de Rivera y Proust






La princesa y el falangista
AMADEU FABREGAT
Más que arrojar lodo sobre la II República, el franquismo impuso la ley del silencio acerca de ese período, aunque tampoco faltaron panfletos para calumniar a políticos como Juan Negrín o Manuel Azaña. Con todo, paradójicamente, uno de los personajes más adulterados por la dictadura fue precisamente uno de los suyos, José Antonio Primo de Rivera, convertido en estampita del santoral del régimen, una imagen ñoña bastante alejada de la realidad. José Antonio y Franco nunca se tragaron. Primo de Rivera conspiraba contra la República desde mucho antes que el general se pusiera al tajo del golpismo, y la inquina que le tenía a Franco derivaba en buena parte de la reticencia de don Francisco (cobardía, según el falangista) a levantarse en armas.

Esa antipatía mutua añade un morbo especial a la cínica beatificación de Primo de Rivera, convertido por el régimen en el Ausente, como en una obra de Beckett. El José Antonio que nos mostró el franquismo tenía algo de inmaterial. Su imagen y la del Caudillo presidían todos los ámbitos colectivos de nuestra infancia, desde las escuelas nacionales hasta los cafés. Viéndolos así, tan juntitos siempre, ¿cómo íbamos a pensar que se trataba de dos tipos tan distintos y que encima se detestaban?

Aunque los cromos del régimen siempre lo pintaron casto y puro, José Antonio era tan atractivo como mujeriego. Espero que admitir la belleza de un fascista, según los cánones de la época, un Sigfrido latino, no conlleve la pena de lapidación. En su novela «Riña de gatos», Eduardo Mendoza ficciona la relación de Primo con su gran amor, la heredera del duque de Luna, que terminó casándose con otro. Otra de sus pretendidas, la hija de los duques del Infantado, acabó metiéndose a monja, con proceso de beatificación abierto hace una década. Hubo muchas más, pero el romance más insólito lo mantuvo con la princesa Bibesco, «née» Elizabeth Asquith, hija de un primer ministro inglés, diez años mayor que el falangista. La relación de José Antonio con la británica ilustra la curiosa teoría de los «seis grados de separación», según la cual dos individuos de cualquier parte del planeta están interconectados por un máximo de seis intermediarios. Esta teoría se popularizó en los años sesenta y adquiere ahora mayor verosimilitud con la invasión de las redes sociales.
Marcel Proust
Dos personajes tan distintos como el líder de la Falange y Marcel Proust permanecen en la historia conectados a través de un grado de separación, aunque el francés falleció cuando Primo de Rivera cumplía diecinueve años. La amante inglesa de José Antonio era esposa del príncipe rumano Antoine Bibesco, amigo de Proust, cuya correspondencia con el escritor acabaría convertida en libro. El adúltero romance entre José Antonio y la princesa había sido retratado ya en algunos textos, pero José María Zavala añade nuevos datos en su reciente biografía del líder falangista asesinado en Alicante. El marido de Elisabeth sirvió a Marcel Proust de modelo para uno de sus personajes, Robert de Saint-Loup, que en la novela es un aristócrata guapo y bisexual. Antoine no se libró de alguna que otra maledicencia, por su familiaridad con el escritor homosexual, aunque parece que lo suyo eran las señoras, pero nunca se sabe.

Antoine Bibesco fue embajador de Rumanía en España durante la presidencia de Azaña. En sus memorias, don Manuel describe a la embajadora como una «loca que habla a gritos y acumula impertinencias». Pero al final debió de surgir entre ellos una amistad de alta comedia: la bella y la bestia, una aristócrata extravagante y muy leída y un brillante y feísimo intelectual. Cuando Azaña es encarcelado en Barcelona, ella intervendrá por la vía diplomática a favor de su liberación. Martín Otín descubrió en el archivo de la princesa una carta de José Antonio redactada en inglés desde la prisión alicantina. Elisabeth intentó mediar ante los gobiernos de Londres y París para salvarle, inútilmente, porque Franco nunca llegó a emplearse a fondo en ninguna negociación. Una década más tarde, la Bibesco dedicaría a José Antonio su última novela, «The Romantic».

El franquismo convirtió la II República en el paradigma de todos los males y la opinión dominante en los primeros años de la democracia ensalzó aquel período como el no va más. Menos mal que con la libertad llegaron también los libros, de los hispanistas anglosajones o de los ensayistas de casa, para entender más ponderadamente las luces y las sombras de aquellos apasionantes años treinta.

lunes, 19 de marzo de 2012

Sectarismo y memoria andaluza

Como adelanto a un próximo homenaje literario a Manuel Barrios que pretende realizar ADEMAN, extraemos de Diario Crítico este acertado análisis y homenaje a la figura de Manuel Barrios.

Sectarismo y memoria andaluza

Benito Fernández 28/02/2012
 

El pasado 23 de febrero, durante la presentación del libro "Escalones de cera" en la Fundación Cruzcampo, su autor José Luis Garrido Bustamante comentó en una pequeña reunión de amigos que habría que resucitar la "narraluza", esa interesante nueva narrativa andaluza que, en los años 70 y 80 del pasado siglo, surgió como por arte de magia agrupando a firmas como Ortiz de Lanzagorta, Manuel Ferrán, Antonio Burgos, los hermanos De las Cuevas, José María Requena, Manuel Barrios, Vaz de Soto, Alfonso Grosso, Asenjo Sedano, Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Aquilino Duque, Julio Manuel de la Rosa, Manuel Salado, Eduardo Mendicutti y algunos más y que supuso un nuevo renacimiento de una cultura que se había anclado en la Generaciones del 98 y el 27. Propuso que habría que darle un homenaje a Manolo Barrios, el periodista y novelista gaditano que, a sus 87 años, se encontraba bastante deteriorado físicamente viviendo en una residencia de ancianos y cuyo legado estaba condenado a la desaparición. Un día después lei en este mismo digital el anuncio de su fallecimiento. Con él desaparece un andaluz libre e independiente nacido en San Fernando, cuna de las libertades constitucionales. El autor de novelas como "El crimen", "La espuela", "Epitafio para un señorito", "Cartas del pueblo andaluz" o "Vida, pasión y muerte en Río Quemado", de algunas obras de teatro, de cerca de medio centenar de libros históricos y miles de artículos, finalista de premios como el Nadal o el Planeta, ganador del Ciudad de Barcelona o el Ateneo de Sevilla se ha marchado casi en silencio ante la indiferencia de la mayoría de sus conciudadanos a los que dedicó toda su vida y por los que luchó en la época más dura del régimen franquista. Si a ello unimos su sólido conocimiento del mundo flamenco "Ese difícil mundo del flamenco" y ""Gitanos, moriscos y cate flamenco"), se podría calificar a Manuel Barrios como un andaluz universal de los pies a la cabeza y un autor de esa generación de la llamada nueva narrativa andaluza, que supo compaginar su trabajo periodístico con una aportación inusitada de ensayos sobre la Andalucía que despertó tras el 28 de febrero de 1980.

Su independencia le hizo granjearse el apodo de "facha" por los nuevos señoritos de Andalucía. Esos que se jactan de defensores de la cultura, mientras esa cultura alabe sus decisiones, y que marginan a todos aquellos que disienten de la falsa progresía. Barrios, que nunca militó en partido alguno, combatió el franquismo tanto desde la literatura como desde su profesión periodística, ya sea en su ápoca de jefe de Programación de Radio Nacional de España, de redactor-jefe de Radio Sevilla (donde obtuvo la Antena de Oro y cuatro Premios Ondas) o desde sus columnas en ABC de Sevilla o en La Razón. Es cierto que en su última época atacó sin piedad las corrupciones de los distintos gobiernos socialistas andaluces utilizando a veces calificativos y formas que le granjearon algunas querellas que provocaron su inhabilitación y su ruina. Pero no lo es menos que su obra merece no sólo el respeto, sino la admiración de unas generaciones que apenas conocen su legado y que si han oído hablar de él a los prebostes de la cultura oficial, es para denígralo como escritor de ultraderecha. Habló quien pudo.

Es ese el sambenito con el que los nuevos señoritos del cortijo andaluz, que llevan más de treinta años campando a sus anchas por esta bendita tierra tachan a todos aquellos artistas que no se pliegan a sus deseos. No es que no les den las famosas subvenciones de la Junta, que tampoco, es que fuerzan incluso a los editores a que rechacen sus obras so pena de ser marginados por la todopoderosa Administración pública. Ese es el nuevo sectarismo imperante. Un artista sólo es bueno si es de izquierdas; sólo merece la Medalla de Andalucía si ha firmado manifiestos y libelos en defensa de los intereses de los que mandan. Así nos va. Alguien, este 28 de febrero de 21012, Día de Andalucía, debería tener los arrestos suficientes para recordar en sus discursos en el Teatro de la Maestranza, a personas que, como Manuel Barrios, pusieron su vida al servicio de Andalucía sin que los gobernantes de su tierra le reconocieran mérito alguno. Sé que no lo va a hacer el presidente Griñán, sectario donde los haya, y que pronto todos olvidaremos la figura de Manolo Barrios. Pero sirva este artículo "in memoriam" para que su vida y su obra continúen vivos en la mente de todos los andaluces de pro. Es una triste pena su fallecimiento el pasado 24 de febrero. La vida tenía que haberle concedido un mes más para que se pudiera ir de Sevilla con la alegría de contemplar cómo por fin las sagradas y democráticas urnas ponían fin y le daban el "requiem" a treinta años de "señoritismo andaluz".

 http://www.diariocritico.com/opinion-analisis/benito-fernandez/408244

Marbella ‘Habla curso rimado’ para acercar la poesía a los estudiantes

Cultura pone en marcha una nueva edición del ciclo ‘Hablar curso rimado’ para acercar la poesía a los estudiantes
Escrito por Ayuntamiento de Marbella   


Jose María Hinojosa
Jose Antonio Muñoz Rojas


La concejala de Cultura y Enseñanza, Carmen Díaz, ha presentado esta mañana una nueva edición del ciclo ‘Hablar curso rimado’, que contará con la coordinación del catedrático de Literatura Española de la Universidad de Málaga, Antonio Gómez Yebra, con el objetivo de acercar la poesía a los estudiantes del municipio.
El ciclo dará comienzo mañana miércoles, 14 de marzo, en el Teatro Ciudad de Marbella, a las 12.00 horas, con una lectura de poemas de Luis Rosales, que contará, como poeta invitado, con la colaboración del escritor Antonio Aguilar, que es Doctor en Filología Hispánica y Catedrático de Lengua y Literatura.
Luis Rosales
La siguiente jornada se celebrará el 18 de abril, en el mismo espacio y a la misma hora, con poemas de Vicente Aleixandre; mientras que las dos últimas citas, a falta de concretar la fecha, serán sobre poemas de José Antonio Muñoz Rojas y José María Hinojosa.

Al igual que en la edición anterior, en la que participaron más de 1.600 alumnos, se realiza la presentación inicial de la figura de cada uno de los poetas y, a continuación, los jóvenes tienen la oportunidad de leer en público fragmentos de sus obras más representativas.

sábado, 17 de marzo de 2012

Un novelista en el 'Colegio de los Poetas'

Manuel Halcón fue alumno de San Luis Gonzaga entre los años 1910 y 1917.
Bernardo Rodríguez Caparrini doctor Por La Universidad De Cádiz.






Clase de Instrucción Primaria (curso 1910-11). Manuel Halcón es el quinto por la izquierda, sentado.

El escritor y periodista sevillano Manuel Halcón Villalón-Daoiz (1900-1989) es autor, entre otras, de las novelas El hombre que espera (1922, Premio Ateneo de Sevilla), Recuerdos de Fernando Villalón (biografía novelada, 1941), Aventuras de Juan Lucas (1944), La gran borrachera (1953), Monólogo de una mujer fría (1960, Premio Nacional de Literatura) y Manuela (1970). Socio fundador de la revista poética Mediodía en 1926, durante la Guerra Civil dirigió el diario FE (órgano de la Falange sevillana) y la revista de divulgación cultural Vértice. Fue subdirector de ABC de Madrid (obtuvo el Premio Mariano de Cavia en 1940) y director de las revistas Semana y Moneda y Crédito. En 1962 ingresó en la Real Academia Española con el discurso "Sobre el prestigio del campo andaluz". Su última obra, Cuentos del buen ánimo, se publicó en 1979.


Manuel Halcón, hijo del marqués de San Gil, tenía 9 años cuando ingresó en septiembre de 1910 como interno en el afamado colegio de los jesuitas de El Puerto de Santa María. Su hermano mayor, Fernando, había cursado estudios allí de 1905 a 1907, como también lo hiciera -entre 1890 y 1896- el poeta Fernando Villalón, primo suyo. La infancia de Manuel fue un "llanto de ilusiones": era de los pocos alumnos que no recibía los domingos en el internado la visita de su madre, fallecida a los tres meses de nacer el niño. Halcón no llegaría a obtener el grado de bachiller, cuya duración -con arreglo al plan Bugallal- era entonces de seis años. En su expediente académico se refleja que cuando sale del colegio al terminar el curso 1916-17, solo había aprobado -con la nota mínima- 13 de las 23 asignaturas de las que se había matriculado, no presentándose a las restantes. Sobre su etapa escolar diría el propio Halcón en 1961: "Tan indisciplinado y desaplicado era que nada esperaban de mí mis profesores y compañeros. Era, además, un niño enclenque".


Tres rectores tuvo el colegio de San Luis Gonzaga siendo Manuel Halcón alumno: los padres Rodolfo Velasco, Raimundo Zamarripa y Martín Mendoza. Fue el asturiano P. Velasco (1868-1940; rector de 1909 a 1915) -a quien Halcón consideraba "la representación humana del equilibrio" - el que le dejó mayor huella. Entre los jesuitas que ocuparon los cargos de padre espiritual o de prefecto se encontraban Manuel Abreu, Francisco Lirola, Salustiano Legórburu, Mariano Ayala o Francisco Javier Maruri. Con afecto recordará Halcón años más tarde a otro miembro de la comunidad jesuita, el hermano enfermero Francisco Javier Aizpuru (1876-1952): "Yo siempre le tuve como un ser distinto, a quien los carceleros le dejaban abrir las rejas para sacar a los niños débiles a tomar el aire".


Como le había sucedido al Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez dos décadas antes, la vocación literaria de Manuel Halcón aflora en el colegio. Le produce una emoción "más intensa aún que los versos" la novela de Pedro A. de Alarcón El final de Norma (1855), que el padre Alberto Risco les leía por capítulos en la clase de Literatura. Imparte Latín de 1º y de 2º el peruano padre Gustavo Salaverry, descrito por Halcón en Los Dueñas (1956) -su novela más autobiográfica- como "terror de los alumnos". En el curso 1915-16 tiene como profesor de Física (asignatura de 5º año) al veterano padre Plácido Hurtado, el mismo que con un telescopio descubre las rabonas en las dunas del entonces estudiante de 3º de bachillerato Rafael Alberti, según ha narrado el poeta portuense en La arboleda perdida.


El colegio de San Luis tiene en la época de Manuel Halcón una media de 215 alumnos, mayoritariamente internos. En la emotiva crónica de guerra 'El amigo enemigo' (1936) evocará Halcón a algunos de ellos: la campana que tocaba Francisco de Paula Oliva Mack, las "consignas" que llevaba José Mª Rojas Lobo, las declamaciones de Jesús Pabón Suárez de Urbina y las travesuras de Juan A. Estrada Moreno. El futuro historiador y académico de la Historia sevillano Jesús Pabón (1902-1976) es coprotagonista del relato 'Los dos macferlanes' (1949), en el que Halcón cuenta cómo Pabón y él mismo, únicos portadores de unos abrigos desfasados, tuvieron que defenderse de las crueles burlas y agresiones de sus compañeros. Así nació una amistad profunda y duradera entre ambos. De la vida en el colegio de El Puerto está sacado también el argumento de 'El pecado insepulto' (1959), narración que tiene como protagonistas a los condiscípulos de Halcón en la clase de Física del P. Hurtado, entre ellos a "tres P señeras" que destacarían más tarde: el mencionado Jesús Pabón y los jerezanos Joaquín Mª Peñuela de la Cobiella (jesuita y profesor de asiriología) y Julián Pemartín Sanjuán (escritor y poeta falangista; director del Instituto Nacional del Libro de 1941 a 1966). Dos alumnos externos que inician el primer año de bachillerato con Halcón son José Luis Poullet Martínez y Antonio de la Torre González, que después se dedicarán profesionalmente al magisterio.


El 31 de mayo de 1921, Manuel Halcón contrajo matrimonio en Sevilla con Rosa Borrero Carrasco. En el viaje de novios, camino de Cádiz, hicieron una visita al colegio de San Luis. Así la recordaría Halcón en 1961 para La Estafeta Literaria: "Pedí permiso para pasearme por la huerta, por aquel sendero bajo las pimientas por donde otras veces paseaban las hermanas de los alumnos. Por mirarlas, más de una vez fui castigado. Y ahora llevaba una mujer cogida por el talle. Me pareció que recogía algo que estaba allí sujeto en el aire y que me estaba esperando. Después no he vuelto más".

lunes, 12 de marzo de 2012

EL POETA MALDITO DE SEVILLA

  Por su interés reproducimos esta entrevista al gran poeta sevillano Pepe Cala en Diario de Sevilla
Los invisibles

"En Sevilla la paz hizo más estragos que en otras ciudades los bombardeos"

Fue bibliotecario del instituto San Isidoro un cuarto de siglo. Los demás destinos fueron más breves: seis meses hijo del gobernador de Huelva, un año profesor de Política.
Pepe Cala, en el interior de la restaurada Norte Andaluza, en la Alameda de Hércules.
ES artista, como su bisabuela Mary Banfield, enterrada en el cementerio de los ingleses de Sevilla. Pepe Cala (Sevilla, 1946) es un españolista que adora el catalán. Va en las listas de Falange. Un falangista que hace arte underground.

-¿Cómo llegan los Fontquernie a Sevilla?

-Mi madre, barcelonesa, tenía una prima hermana en Sevilla, Pepita Dupont. Vino a verla y conoce a mi padre, que en la guerra voló en los Junkers y los Saboya de la fuerza de italianos y alemanes.

-¿Qué tiene de catalán?

-Me considero un catalán nacido en Sevilla. Los barceloneses, como los bilbaínos, nacemos donde queremos. Lo que pasa es que Cataluña está ahora envenenada por las malas hierbas que estamos abonando.

-¿A Griñán le pusieron José Antonio por Primo de Rivera?

-Supongo. Estaba de moda. Pero ya lo dice él: "Llamadme Pepe".

-Como usted, Pepe Cala.

-Mi abuelo paterno era de Jerez. Graciliano Cala de la Barrera. Durante catorce años, entre las dos guerras mundiales, trabajó con los vinos en el puerto de Le Havre. Tenía una casa en Sevilla, en la calle Jesús del Gran Poder, con comedor de invierno y comedor de verano.

-¿Y la familia materna?

-Mi abuelo, Mauricio Fontquernie Vila, fue fundador del Barça y se dedicaba a los tejidos. Mi abuelita Cecilia, su mujer, tenía una tienda de antigüedades en París.

-¿Siempre ha vivido en Sevilla?

-Mi padre fue seis meses gobernador civil de Huelva y entre 1957 y 1962 vivimos allí.

-¿Cómo es la Sevilla a la que vuelve ese año?

-Llegamos en verano. Salía con mi madre a la cafetería Riviera, que la llevaba un catalán. Todavía Sevilla era Sevilla, no se había iniciado el proceso de destrucción. Aquí la guerra duró muy poco, pero la paz hizo más estragos que los bombardeos en otras ciudades. Me refiero a los especuladores, la ignorancia, la incultura. A tantos edificios regionalistas demolidos. Entonces era una Sevilla amable, provinciana, pacífica.

-¿No volvió a salir?

-He vivido temporadas en Jerez, en la casa de tres tías-abuelas solteras hermanas de mi abuelo Graciliano. Fui al colegio allí.

-¿Qué estudió?

-Derecho, como mi padre, pero yo no ejercí. Era la época de los grandes maestros. Pelsmaeker, Lojendio, Cossío. Olivencia traía a clase el Código de Comercio de Mussolini. Él y Navarrete se casaron con alemanas.

-¿Era cantera de políticos?

-La gente de izquierdas, los progres, iban a Filosofía. Derecho era de derechas, salvo el reducto de Derecho del Trabajo, donde veías a Felipe González mariposeando con su traje de pana. Parecía un cantante, como Camilo Sesto.

-¿Por qué no fue abogado?

-Saqué en propiedad la plaza de profesor titular de Política en Alcalá de Guadaíra. Sólo estuve un curso, porque Adolfo Suárez, el mismo que legalizó un Sábado Santo al Partido Comunista, nos dejó tirados a los suyos. A nosotros y a la Sección Femenina.

-¿Aquí se pasó de la Sección Femenina a la Sección Feminista?

-Aquellas mujeres hicieron una obra gigantesca en una España irredenta,en las zonas rurales. No se les ha reconocido; al contrario, han sido objeto de infamias y calumnias, pero ante Dios y ante la historia no hay héroes anónimos.

-¿Qué artistas le influyen?

-Desde las cuevas de Altamira hasta el grupo de Cuenca.

-¿Habla catalán?

-En Sevilla, conmigo mismo. Mi madre siempre me habló en catalán, que ha convivido perfectamente con la lengua española. Ahora es cuando no conviven y se prohíbe la lengua común.

-¿Le gusta la nova cançó?

-Vi un concierto de Ovidi Montllor en Derecho. Me gustaba mucho Sisa. Lo vi cantar en Celeste, una sala del Barrio Gótico de Barcelona.

-Ha sido bibliotecario del instituto San Isidoro...

-Desde 1981 hasta 2004.

-¿Qué libros le han marcado?

-Eso es muy reduccionista.

-¿García Márquez?

-¡No!

-¿Saramago?

-¡No!

-¿Alguno que sí?

-Tantísimos. Son incontables. Me reconozco en El árbol de la ciencia de Pío Baroja. Un vasco tan español, ¿verdad?.

-Como Unamuno...

-Precisamente por eso. Son españoles porque son vascos.

-¿Igual los demás somos menos españoles?

-Los sevillanos, por ejemplo, son muy nacionalistas. La Sevilla ciudad es más nacionalista que los vascos o los catalanes. Son muy ombliguistas, muy suyos. Sevilla es una de las ciudades más incultas de España. No lo digo yo, lo decía don Antonio Machado: desprecia cuanto ignora. Aquí la gente no ha ido más allá del Rocío y Matalascañas. Los emigrantes, porque no tenían más remedio.

-¿Su Sevilla ideal?

-Heliópolis. Íbamos en verano. Pasábamos el invierno en San Lorenzo y el verano en Heliópolis. En ese tiempo, la gente veraneaba en Nervión, en Castilleja de la Cuesta. No había esos disparates exóticos. Veraneaban en Heliópolis. Con la playa de María Trifulca, un lugar non sancto. Yo ni fui ni me asomé.

viernes, 9 de marzo de 2012

NUEVO PROGRAMA DE RADIO DE JAVIER COMPÁS

Studio3Radio es una nueva cadena de radio a través de la red http://studiotresradio.blogspot.com/
emitida desde Sevilla para todo el mundo, con la intención de hacer una radio de calidad, con buena música, recuperando los viejos tiempos y avanzando en los nuevos.

LETRAS Y VINILOS, un programa cultural con tiempo para la entrevista y la buena música. Una más que buena oferta que nos propone su director y presentador Javier Compás. Comienza el próximo Jueves 15 a las 19 h. Se redifundirá el Martes a las 12 h. Studio3radio.

COMUNICADO DE LA FAMILIA DE MANUEL BARRIOS

En nombre de mi familia y en el mío propio quiero testimoniar nuestro más sincero agradecimiento por las numerosas muestras de condolencia que hemos recibido con motivo del reciente fallecimiento de mi padre, el escritor Manuel Barrios. Como siempre, también en sus últimos días estuvo luchando hasta el final, en este caso contra su EPOC, apenas ya sin pulmones, puro corazón, hasta que no pudo más. En su agenda tenía una buena lista de amigos y colegas, a quienes traté de localizar el pasado viernes, 24 de febrero, para comunicarles la triste noticia. Siento no haberlo logrado en todos los casos. Hacía tiempo que mi padre no trataba con muchos de ellos, de modo que las direcciones y teléfonos habían cambiado; pero él no los había olvidado. A su familia nos conforta comprobar que también la mayoría de ellos ha seguido manteniendo vivos su recuerdo y su amistad.
En el tanatorio pudimos estrechar la mano y dar un abrazo a algunos de esos amigos, escritores, periodistas y flamencos, que se acercaron a darle el último adiós: Antonio Burgos, Jesús Heredia, Ángel Vela, Paco Reyero, Andrés Muriel... Ningún político lo acompañó. Mi padre siempre supo escoger a quienes merecía la pena tener cerca. Siempre evitó la Andalucía de la pandereta ideológica y de los muchos señoritismos y servilismos. Siempre apostó por el valor de una cultura andaluza que, desde las entrañas genuinas de lo popular, rescatase a nuestra tierra de su atraso secular. Poco que ver con la charanga de la cultura oficial. Mucho con una Andalucía más honda y callada, que hoy llora con nosotros. Y que en algunos de sus bien nacidos ha alcanzado a darle voz a ese dolor, por lo que sus familiares les manifestamos nuestra profunda gratitud
A Nicolás Salas, Antonio Burgos, Francisco Robles, Paco Reyero, José Luis Montoya, Eva Díaz, Andrés Muriel, Enrique Montiel, Francisco Giménez-Alemán, Alberto García Reyes, Abelardo Linares, Rafael de Cózar, Pedro Tabernero, Luis García Gil, José Luis Garrido Bustamante, Emilio Jiménez Díaz, Aquilino Duque, Víctor Márquez Reviriego, Lucas Haurie, Juan Luis Franco, Benito Fernández, Joaquín Arbide, así como a Francisco Jiménez Ortega (“F.E.A.”, Centro Cívico Alcosa), a la Asociación Cultural Ademán, Antonio Cruz, de la Fundación Antonio Mairena, Julio Pérez “Vito” y tantos otros, muchos anónimos, que han dejado mensajes de pésame en el contestador telefónico.
Manuel Barrios Casares

martes, 6 de marzo de 2012

ACTO EN EL ATENEO DE SEVILLA

El Excmo. Ateneo de Sevilla, la Academia Andaluza de la Historia y Ciencias Heroicas Ortiz de Zúñiga y Abec Editores, con motivo de la publicación del libro

ÓRDENES Y CORPORACIONES NOBILIARIAS EN SEVILLA
de Fernando de Artacho

tienen el placer de invitarle a la mesa redonda-debate que con el título

“Órdenes nobiliarias. Pasado, presente y futuro”

En la misma intervendrán, además del autor y presidente de la Academia, los académicos:

D. Miguel Cruz Giráldez, adjunto a la Presidencia del Ateneo; D. Adolfo Salazar Mir, de la Orden de Malta; D. Juan Cartaya Baños, de la Orden del Santo Sepulcro; D. Luis de la Vega Blanco, de la Real Hermandad de Caballeros de San Fernando; y D. José Gámez Martín, de la Orden Constantiniana y Director de Publicaciones de Abec editores.

Viernes, 9 de marzo de 2012 C/ Orfila, 7

20’30 horas Sevilla

www.ateneodesevilla.es

Entidad de Utilidad Pública