martes, 30 de noviembre de 2010

Agustín de Foxá sin clichés


Un volumen recopila artículos, cartas y teatro del autor de la novela más reverenciada por el bando franquista

TEREIXA CONSTENLA - Madrid - 16/11/2010
Agustín de Foxá se cruzó en la calle con Luis Buñuel. El cineasta le invitó a la proyección de La edad de oro. Foxá declinó la propuesta, ya tenía planes. Iba al teatro de la Comedia a la puesta de largo de un nuevo partido al que acabaría regalando versos para un himno llamado Cara al Sol.
Agustín de Foxá se cruzó en la calle con Luis Buñuel. El cineasta le invitó a la proyección de La edad de oro. Foxá declinó la propuesta, ya tenía planes. Iba al teatro de la Comedia a la puesta de largo de un nuevo partido al que acabaría regalando versos para un himno llamado Cara al Sol. El filólogo Jordi Amat recuerda el encuentro en el libro Agustín de Foxá. Nostalgia, intimidad y aristocracia, editado por la Fundación Banco Santander, con la intención de ofrecer, según Javier Aguado, director de la colección Obra Fundamental, "una nueva mirada de Foxá al margen de clichés".
El volumen recopila el material más desconocido de Agustín de Foxá (Madrid, 1906-1959): la obra de teatro Cui-Ping-Sing, cartas escritas entre 1936 y 1951, un centenar de páginas de su dietario de guerra y varios artículos publicados en Abc, incluidos los de su visita al frente de Leningrado en 1942, acompañado por el escritor Curzio Malaparte. "Foxá es conocido por una novela que no explica todo Foxá. Y es más conocido a veces por sus anécdotas que por su labor", señala Amat, que lo considera un autor "desubicado" y un hombre "desterrado" por el progreso. "Es muy difícil pasar de una época a otra. Yo creo que he estado enfermo de los nervios por el pecado de haber ido de niño en coche de caballos y de diplomático en avión supersónico", confiesa el autor de Madrid, de corte a checa, esa novela que no explica el todo Foxá y que sin ella no se le entiende. Finalizó su escritura en septiembre de 1937. Para entonces era un inspector de la Falange que se movía en terreno nacional, al que había llegado tras espiar para el bando franquista desde la legación diplomática de Bucarest adonde le había destinado la República al comienzo de la Guerra Civil. En el 39 era un escritor más famoso que en el 36. Madrid, de corte a checa fue la novela que necesitaban los suyos. "Su éxito en la zona y en el exterior fue inmediato, apoteósico. Pero el propio Foxá debió de sospechar que la obra no era todo lo buena que dijeron, ya que contravenía la primera norma de un novelista moderno: no se puede leer si no es con entusiasmo y no se puede escribir si no es con escepticismo. Foxá la escribió con entusiasmo. Es lógico que hoy se lea con escepticismo", sostiene Andrés Trapiello, en su ensayo Las armas y las letras.
Fue la novela natural de un aristócrata monárquico que se había muerto de miedo en el Madrid rojo. "El día 21 de julio estuve a punto de ser fusilado. Eran las cuatro de la tarde cuando oí gritos y blasfemias y empezaron a golpear la puerta con las culatas. Di orden al ama que abriera y entraron ocho facinerosos que me apuntaron", escribe a su hermano, en una carta incluida en el volumen presentado ayer.
Madrid, de corte a checa fue la obra cumbre de un autor que una tarde de 1933 se despidió de sus coqueteos con literatos que exploraban formas nuevas (García Lorca, Alberti...) y abrazó decididamente el credo que le acercaba a un mundo perdido. "José Antonio mejoró mi espíritu. Lo maduró y me salvó del peligro de las tertulias derrotistas y sovietizantes", afirmó. Foxá, recuerda Luis Alberto de Cuenca, que prologó una antología de poemas en 2005 para Renacimiento, echaba de menos el aroma del antiguo régimen: "Pensaba que la Revolución Francesa lo había echado todo a perder, era un reaccionario en el sentido clásico".

lunes, 29 de noviembre de 2010

Ayala impone 22.000 euros de fianza a Medrano por el caso Foxá


ABC de Sevilla 29/11/2010
El Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla ha dictado auto de apertura de juicio oral y ha impuesto como medida cautelar el pago de una fianza de 22. 000 euros a la concejal de Participación Ciudadana del Ayuntamiento, Josefa Medrano (IU), para quien la Fiscalía solicita siete años de inhabilitación para empleo o cargo público por impedir la celebración de un homenaje en octubre de 2009 al escritor Agustín de Foxá en el centro cívico Tejar del Mellizo de la capital hispalense.
En el auto de apertura de juicio oral, dictado el pasado día 23 de noviembre y al que ha tenido acceso Europa Press, la juez Mercedes Alaya argumenta que, "atendidas las penas solicitadas en los escritos presentados, así como, en su caso, la cuantía en que se cifran las responsabilidades civiles, es procedente adoptar las medidas cautelares interesadas por el Ministerio Fiscal y las acusaciones particulares" que ejercen las asociaciones Fernando III y Ademán.
En este sentido, la juez declara abierto juicio oral contra Josefa Medrano por un delito relativo al ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas y por un delito de prevaricación, al tiempo que acuerda, como medida cautelar, que se requiera a la acusada a fin de que preste fianza por importe de 22. 000 euros "para garantizar las responsabilidades civiles y costas, y si no las hiciera efectivas en término de una audiencia se embarguen bienes de su propiedad suficientes" para cubrir dichas responsabilidades, "o en su caso se acredite su insolvencia total o parcial".
Conviene recordar que la Fiscalía de Sevilla ha solicitado siete años de inhabilitación para empleo o cargo público por un presunto delito de prevaricación para la concejal de Participación Ciudadana, Josefa Medrano (IU), ya que la concejal acordó denegar el espacio solicitado por las asociaciones Fernando III y Ademán "de forma arbitraria, sin motivar, teniendo conocimiento de la legalidad de la autorización ya concedida --dada previamente por la directora del centro cívico--, y dada la ideología ligada a la Falange y al franquismo del escritor".
En este sentido, relata que la asociación cultural Fernando III solicitó por escrito el día 14 de septiembre de 2009 una sala en el Tejar del Mellizo para un homenaje a Foxá a desarrollar el 6 de octubre, una solicitud que fue autorizada el 23 de septiembre por la directora del centro cívico, Cristina Paloma Torrego, al entender que "la entidad solicitante era una asociación cultural y debidamente inscrita". No obstante lo cual, la concejal imputada "acordó, de forma arbitraria, sin motivar y teniendo conocimiento de la legalidad de la autorización ya concedida", denegar el espacio solicitado, "dando instrucciones" al jefe de Servicio de Participación Ciudadana "para que comunicara" a Cristina Paloma Torrego la denegación, "y para que ésta a su vez se lo comunicara a la asociación Fernando III, manifestándole que cualquier reclamación al respecto debería hacerse a través de la Delegación Provincial de Participación Ciudadana".
Al hilo de ello, asevera el fiscal que, "siguiendo las instrucciones de la inculpada", el 6 de octubre se denegó el uso de la sala, "que se encontraba a las 20, 00 horas del referido día cerrada y vacía", por lo que los organizadores "decidieron celebrar el homenaje en el patio", añadiendo que este acto "tenía carácter literario, como constaba en los escritos de invitación al acto, e intervinieron los escritores Aquilino Duque y Antonio Rivero Taravillo". "El acto fue consentido por los encargados municipales presentes en el centro cívico, desarrollándose sin incidencia alguna", concluye la Fiscalía.
Petición de cárcel
De su lado, las acusaciones particulares que ejercen las asociaciones Fernando III y Ademán han solicitado hasta dos años de prisión y once de inhabilitación para la concejal de Participación Ciudadana, pues entienden que ha incurrido en un delito de prevaricación y en otro contra el ejercicio de los derechos fundamentales y las libertades públicas, ya que la imputada basó su decisión "en motivos políticos e ideológicos, porque el poeta Agustín de Foxá estuvo relacionado con la Falange".
Así, la asociación cultural Fernando III, representada por el letrado Angel Bordas, solicita para Medrano la inhabilitación especial para empleo o cargo público por ocho años por un delito de prevaricación; dos años de cárcel, multa de 24 meses e inhabilitación por tres años por el delito contra el ejercicio de los derechos fundamentales y las libertades públicas, así como el pago de una indemnización de 3. 000 euros por los daños morales ocasionados a la asociación. Por su parte, el abogado de la asociación Ademán, José Manuel Sánchez del Aguila, solicita para la concejal la inhabilitación por siete años por un delito de prevaricación, así como 20 meses de prisión, 18 meses de multa a razón de 50 euros diarios e inhabilitación durante dos años por el delito contra el ejercicio de los derechos fundamentales y las libertades públicas, además de una indemnización de 300 euros por los perjuicios sufridos.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "REQUETÉS. De las trincheras al olvido"


El próximo viernes 3 de Diciembre, a las 19:30, se presentará el libro “Requetés. De las trincheras al olvido” en el hotel NH Viapol, C/ Balbino Marrón nº 9 de Sevilla.

En el acto de presentación intervendrán, D. Domingo Fal-Conde Macías (Consejero Nacional de C.T.C), D. Luis Hernando de Larramendi Martínez (Vicepresidente de la Fundación Ignacio Larramendi), D. Sixto de la Calle Jiménez (ex-combatiente del Tercio Virgen de la Merced) y D. José Herrera Sánchez (ex-combatiente del Tercio Virgen de los Reyes).
El libro viene a llenar un hueco importante, ya que a pesar de la amplia bibliografía existente sobre la Guerra Civil española, quizás faltaba un texto como éste donde se documenta ampliamente la participación de los tradicionalistas en el conflicto que algunos consideran como la 4ª Guerra Carlista.
Cerca de 1.000 páginas de gran formato, con un gran repertorio fotográfico y testimonios de soldados que vivieron la guerra encuadrados en los tercios del Requeté.
Editado por la editorial La Esfera de Los Libros y con el trabajo de Pablo Larraz y Víctor Sierra-Sesúmaga, con prólogo de Stanley G. Payne y epílogo de Hugh Thomas.
Un testimonio, quizás, de los que más perdieron con la victoria.

domingo, 28 de noviembre de 2010

EXPOSICIÓN DE PINTURAS DE PEPE CALA.


El próximo viernes 3 de Diciembre se inaugura, a las 20ºº, una exposición pictórica de José Cala Fontquernie, Pepe Cala para la historia de los personajes sevillanos (ver la entrada en este blog sobre El último maldito).

Será en el espacio cultural La Caja Habitada, en la calle Crédito, nº 20, junto al teatro Alameda.

La exposición permanecerá abierta hasta el 6 de Enero de 2011, con un horario de apertura de 18ºº a 21ºº horas, de lunes a viernes.

Ana María Matute, Premio Cervantes.


La escritora Ana María Matute ha sido galardonada con el Premio Cervantes 2010. La autora es, tras María Zambrano y Dulce María Loynaz, la tercera mujer en ganar el máximo galardon de las letras hispanas.

Matute es miembro de la Real Academia Española, autora de casi una veintena de novelas y otros tantos relatos y cuentos. Tiene, entre otros muchos, el Premio Nacional de Literatura y el Nacional de las Letras Españolas.

Ana María Matute nació el 26 de julio de 1926 en Barcelona y se crió en el seno de una familia adinerada y conservadora que influyó en la obra y la ideología de la autora.

En 1954, ganó el Premio Planeta por Pequeño Teatro y se confirmó en el mundo literario. A partir de entonces, se ha dedicado por entero a la escritura, influida, entre otras cosas, por su experiencia durante la Guerra Civil, que estalló cuando era niña.

LA PUERTA DE LA LUNA

La escritora catalana cumple 85 años en activo y publica La Puerta de la Luna (Destino), una recopilación de todos los cuentos de su carrera en los que afloran, entre otras cosas, su lucha contra la injusticia, y es que no se muestra "nada orgullosa de pertenecer a la especie humana".

En una entrevista concedida a Europa Press en su casa de Barcelona con motivo del lanzamiento de su última novela, Matute habló de su infancia --"la recuerdo mejor que lo que hice hace cuatro días"--, de su obsesión por el tiempo y de los malos recuerdos de la Guerra Civil y la posguerra, algo que marcó profundamente su obra: "Fue una tragedia inmensa para todos los españoles".

"Los lápices de colores me chiflan", confiesa la escritora, que debido a su "mala salud de hierro" --ha entrado 11 veces en quirófano-- ha tenido que renunciar a otra de sus grandes pasiones: la carpintería.

Su obra Luciérnagas (1949) quedó finalista del Premio Nadal.

"El peor censor acabas siendo tú", ha confesado Matute, a quien en los 70, antes de la muerte de Franco, ya le "daba igual todo" y escribía sin demasiados miramientos.

Defensora a ultranza de los niños, critica que en la literatura española el niño haya sido tratado como "un ser inferior", y todavía le "molesta" escuchar eso de que un niño es "un proyecto de hombre". La escritora ha lamentado no haber tenido nietos, sobre todo por el placer que le daría leerles sus cuentos.

EL PLACER DE ESCRIBIR

"Para mí la vida y la literatura es lo mismo", ha confesado la novelista, que odia releerse por si se lleva algún "disgusto", ha dicho. Matute ve el mundo "a través de los ojos de la escritora", porque, según ha comentado, "puede surgir un libro de la cosa más inesperada".

De lo que no puede prescindir es del placer de escribir, y es que, aunque en 2008 dijo que Paraíso inhabitado sería su última novela, ya tiene entre manos la próxima, de la que no ha querido desvelar nada. La escribirá como suele hacer, en su máquina electrónica y por las mañanas. De la tarde no le gusta "ni el nombre", lo único, la siesta. "Un premio no hace a un escritor, hace lectores", ha indicado la autora.

El Premio Cervantes, creado en 1975 por el Ministerio de Cultura pretende rendir anualmente testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico.

lunes, 22 de noviembre de 2010

XXXIII FERIA DEL LIBRO ANTIGUO Y DE OCASIÓN DE SEVILLA


22-Noviembre-2010
La Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla va camino de su edición XXV, que no es poco, veintitrés años de feria la ha consolidado como una de las más importantes de España. No es extraño en una ciudad donde dicen que hay más librerías de viejo que de las nuevas ediciones.
El tipo del gran bigote del cartel de este año es el escritor norteamericano Samuel Langhorne Clemens, conocido por su seudónimo, Mark Twain, famoso autor de Las Aventuras de Tom Sawyer y de Las Aventuras de Huckleberry Finn, del cual se cumple este año el centenario de su muerte.
Mi librero de viejo de cabecera, Luis, cierra esta semana su chiringuito en el famoso mercadillo de El Jueves para ponerse bajo techo en una de las casetas de la feria. Allí también está, fiel a su cita anual con nuestra ciudad, la valenciana librería Al Tossal, que tiene a bien cada año enviarme un catálogo de sus fondos, librito azul fabricado de manera más bien artesanal que ya de por si tiene su encanto, en realidad me recuerda a los libritos que nos daban los padres salesianos con las canciones del colegio. De Triana la librería Don Cecilio, quien no conozca su local habitual no debe perderselo, en la calle Castilla, frente a la parroquia de la O, un amplio bajo comercial donde perderse entre pasillos llenos de libros, tebeos, discos de vinilo, etc.
Normalmente lo más interesante de las casetas está en las estanterías interiores, aunque algunas de ellas, como la leonesa El Camino de Santiago, exponen al alcance del público que pasa interesantes obras, principalmente de temática sobre la IIª República y la Guerra Civil española, temas muy demandados entre los buscadores de joyas editoriales del pasado.
No faltan nunca las colecciones Austral, los libritos de aquella colección RTVE y otras clásicas de antaño. Junto a ellas podemos encontrar desde una edición con cubiertas de terciopelo de la obra de uno de esos bohemios malditos de principios del siglo XX, Alejandro Sawa, una primera edición del Diccionario para un macuto de Rafael García Serrano, y hasta aquellas crónicas de guerra de El Tebib Arrumi, de nombre Víctor Ruiz Albéniz, abuelo del actual alcalde de Madrid.
Hasta el ocho de Diciembre se puede visitar la Feria en la Plaza Nueva de Sevilla, para comprar o por el simple placer de trastear entre los libros, quién sabe qué sorpresa nos puede deparar el entretenimiento.
A.C. Ademán

domingo, 21 de noviembre de 2010

Foxá, por Ignacio Ruiz Quintano









Ignacio Ruiz Quintano // Agustín de Foxá

Vuelve Foxá a las andadas, ahora con una recopilación de cosas suyas perdidas y halladas entre la alfalfa de la cultura oficial, con la que, por fortuna, nada tiene que ver el Foxá que nos importa, que es el que decía Umbral:

-Yo aprendí a hacer artículos en usted, don José María (Pemán), si es que he aprendido, y en otros escritores del ABC, desde los monárquicos a los falangistas, que todos escribían muy bien: Foxá, Sánchez Mazas, Montes, Mourlane, D?Ors, Ruano y todo eso.

Vienen casi a afearle a Foxá que lo mejor suyo apenas diera para una novela y mucho periodismo. ¿Y cuál fue el sueño de todos los muchachos del nuevo periodismo americano? «El periodismo -en resumen de Tom Wolfe- era el motel donde pasar la noche camino del destino: la Gran Novela.»

La gran novela de Foxá es la gran novela del Madrid que va de la Monarquía a la guerra pasando por la República: Madrid de Corte a checa. La infancia, el tiempo, el amor y la muerte son sus temas. La muerte de Agustín en los brazos de su madre, diría luego Ruano, es como un místico y mítico nacimiento: le envidio su destino final: desnacer en los brazos donde se ha nacido: Dios da premios así.

-Y pensar que, después que yo me muera, / aún surgirán mañanas luminosas; / que, bajo un cielo azul, la primavera, / indiferente a mi mansión postrera, / florecerá en la seda de las rosas.

El retrato supremo de Foxá lo hace su amigo Malaparte: «Es falangista del mismo modo que un español es comunista o anarquista, esto es, al modo católico.»

-La Falange es una hija adulterina de Carlos Marx e Isabel la Católica -le dice un día Foxá a Juan Ignacio Luca de Tena.

Otro día, comiendo con Luca de Tena y con Sánchez Mazas, cuando se habla de los peligros del comunismo para el mundo libre, Foxá, «con gran enfado de Sánchez Mazas», confiesa que lo que menos le perdona al comunismo es que le haya impulsado a hacerse falangista. Y pensar que, después que yo me muera...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

EL ÚLTIMO MALDITO, PEPE CALA


Por Antonio Rivero
Juan Manuel de Prada, que tantas páginas memorables ha ido dejando sobre autores “desgarrados y excéntricos”, como él los llama, debería ocuparse de este último especimen contemporáneo de aquella caterva literaria, tan lucida. Así, a las estampas de Pedro Luis de Gálvez o Buscarini, u otros no sólo fijados en su novela Las máscaras del héroe, sino también en las puntuales (ay, hasta que cesaron) entregas en la revista Clarín, luego recogidas en libro, debería sumar la de este extraño vate y peculiar pellejo.
José Cala Fontquernie es el nombre completo del poeta más pertinazmente inédito del parnaso sevillano. Ha de tener una edad que ya supera con creces la cincuentena, pero él, tan frágil y de cristal, con sus ojos vivísimos tras de sus gafas, tan frecuentador de actos literarios en los que se codea con despistados escritores en ciernes, parece más joven sin duda. El rasgo más sobresaliente de su cabeza era la raya que, en medio, peinaba esa planchada cabellera que se iba haciendo rala. Ahora su cabello va cortado al cepillo, y una barba hirsuta le da algún espesor al flaco rostro.
Id a cualquier convocatoria poética y allí estará Pepe Cala, siempre con su máquina de fotografiar con la que inmortaliza las lecturas, las poses y comparecencias públicas de los otros, ya que no las suyas. Dije que los resultados de su trato con la musa permanecen sin publicar, y los organizadores de una u otra velada, jornadas, lecturas, se han acostumbrado tanto a su figura omnipresente que no se detienen a cruzar con él más que las palabras estrictamente necesarias, saludos que saben se repetirán en el próximo acto al que Pepe Cala, sin duda, asistirá también. ¿Ignoran que escribe, o prefieren ignorarlo para que no les recite sus versos?
El álbum fotográfico de Cala debe de contar con centenares —¿millares?— de retratos de poetas célebres y oscuros, de imágenes de todos los salones de Sevilla susceptibles de ser utilizados para una lectura, de momentos que ya los protagonistas han olvidado. Tal archivo documental bien valdría no sólo para una historia de la poesía sevillana en el último cuarto, o más, del siglo XX. También sería de provecho para el más amplio horizonte de la lírica nacional, pues es un hecho objetivo —el de su omnipresente cámara— que no hay bardo o vate, poeta o poetastro, que habiendo bajado al Sur y la capital del Betis no haya sido inmortalizado por Pepe Cala.
Pero esta vasta obra gráfica suya no nos debería hacer olvidar su poesía, de la que se tienen noticias pero no ejemplos. ¿Quién ha leído los versos de este hombre? Muy pocos, sin duda; y quienes lo han hecho no creo que tengan inconveniente en reconocer que los pocos frutos conocidos del poeta son, en caprichosa mezcolanza, buenos y malos. Éstos no deberían hacer sombra a aquéllos, y me atrevo a pronosticar que una antología exigente de los versos de Cala redundaría en un hermoso libro, perfectamente publicable. Lo que al protagonista de esta estampa le pierde no es lo que de más ganga pueda haber en su poesía, sino más bien él mismo, el personaje: un tipo torvo y gris, y como tantos muy dignos poetas, con menos magnetismo personal que una brújula descacharrada.
Cala está poblado de fantasmas y tribus enteras de contradicciones que campan a sus anchas por su menudo cuerpo. Franquista y creyente en el tarot, escurialense y pitonísico, mantiene con Sevilla la misma relación de amor y odio que Cernuda, y su Arcadia es un Jerez de la Frontera que ha encarnado como nadie Francisco Bejarano. Cenceño como pocos, inteligente, afilado, la suya es una estampa digna de la bohemia de principios de siglo. No podría uno ridiculizarlo aunque quisiera. Cierta imagen romántica quiere que un poeta sea más el personaje que su obra. Esto es lo que ha mitificado a muchos. Si un poeta es alguien que no vive en paz consigo mismo, Cala lo es, y de los grandes.

martes, 16 de noviembre de 2010

La casa encendida, por Francisco Robles


Porque todo es igual y tú lo sabes, has vuelto al territorio donde confluyen la juventud y la ilusión, el asombro que te hacía abrir los ojos de par en par porque no querías perder ni una gota del mundo, porque estabas obsesionado con esa extraña luz de la belleza, porque tus ojos no se cansaban de mirar el prodigio del arte ni de descifrar los misterios de la poesía, como si eso fuera posible. Porque todo es igual y tú lo sabes, ese verso de Luis Rosales ha regresado a tu casa encendida con el libro que alguien te ha enviado como se manda un cesto donde las cerezas se encadenan, y de Rosales vas a Lorca, y de Lorca a la tragedia que algunos están empeñados en resucitar como si la muerte valiera la pena de ser resucitada.
Como bien dijo Petón en un homenaje a estos dos poetas en el que tuviste el privilegio de participar, Rosales tuvo que llevar sobre sus hombros la cruz de la insidia y de la calumnia por haber defendido a Lorca, su amigo. En España los buitres tienen dos alas, siempre dos alas, y cuando no vuelan por la diestra lo hacen por la siniestra. Y a Rosales lo prendieron las dos astas del astifino toro que no deja de derrotar por un pitón y por el otro. Rosales, ese poeta que te ha guiado por las galerías del alma, que te ha moldeado el oído con la música que brotan de sus versos en cuanto las sílabas florecen en tus labios mudos. Sí, Rosales, que siempre llevó a Lorca consigo, como si le hubiera alquilado su casa encendida a Federico mientras él se conformaba con vivir al raso del insulto y la infamia.
Como en el poema de Rosales, has sentido los pasos de la Historia antes de entrar en tu casa, los odios acumulados que regresan para descoser las heridas que la Transición logró cauterizar. Y no es eso, no es eso… No podemos consentir que los muertos sean los títeres que cuatro vivos manejan para conservar el poder que se les va de las manos. Porque Lorca no es de nadie, ni siquiera de sus viuditos apócrifos que viven de los despojos que nada tienen que ver con su obra luminosa.
Hoy has regresado a la casa encendida, como si Rosales estuviera a tu lado para enseñarte lo mejor de Federico, para recitarte al oído aquel verso que le escuchaste en La clave, sí, cuando la televisión pública se hacía para promover la cultura y no para entontecer a la gente en esta Andalucía de los nuevos caciques. Hoy has vuelto a estremecerte con aquel verso en la voz sutil y ceceante de Rosales, con aquel mar de Poeta en Nueva York que recordó, ¡de pronto!, los nombres de todos sus ahogados. Y has regresado a tu casa, la casa encendida donde leíste los sonetos del amor oscuro, publicados por Blanco y Negro: «Que lo que no me des y no te pida / será para la muerte, que no deja / ni sombra por la carne estremecida».
Vuelve la voz de tu padre, que no ha muerto como bien señala Borges en su soneto sobre la lluvia, para decirte que vayas al quiosco. Y tú, que sigues siendo el niño que te sostiene por dentro, le enseñas este artículo para agradecerle que no inoculara el odio en tus entrañas, como si la palabra pudiera traspasar el río que os separa, como si aquella casa aún estuviera encendida, porque todo es igual y tú lo sabes.

Berlanga o el esperpento piadoso por Ignacio Camacho


EL tiempo había agrandado su leyenda con la corona de bruma que aura a los genios, y más que un hombre había empezado a ser un concepto, un adjetivo, una categoría. Lo berlanguiano es un modo de entender desde el humor y una cierta compasión orgullosa ciertos rasgos de la identidad española, a medias entre el ridículo, el casticismo, la exageración y la parodia. Es el esperpento contemporáneo, el espejo satírico de la gran histrionada nacional, la deformación de ese trazo grotesco y agrandado que nos convierte en sujetos de un quijotismo burlón y estrafalario. Lo berlanguiano una cicatriz de la psicología colectiva que cruza el rostro de un país marcado por los demonios de su historia, a los que siempre termina asomándose con la bizarría de los viejos hidalgos trasnochados que ya asoman en la picaresca del Siglo de Oro. Lo berlanguiano es la antípoda de la posmodernidad, una caricatura de la vieja España esencialista y atrabiliaria que permanece emboscada detrás de los esfuerzos por ponerse al día; un retrato más tierno que ácido, más jocoso que vitriólico, más indulgente que canalla, de esa eterna pasión tan nuestra por la desmesura, el exceso y la extravagancia.
Berlanga era nuestro Fellini, otro tipo que también logró derivar su apellido en una cualidad. Hay un hilo conceptual que va de Quevedo a Cela pasando por Goya, por Larra, por Galdós, por Solana y por Valle; una visión cáustica, ennegrecida, grotesca y mordaz de lo español que en Berlanga se remansa con un toque compasivo, humanitario, piadoso y una pizca de orgullo identitario exento de remordimientos y empapado de una cierta cordialidad complaciente y divertida. Los retratos berlanguianos son más dulces que crueles porque nacen de una visión tolerante de nuestros defectos congénitos. El alcalde de Villar del Río, el marqués de Leguineche, el verdugo pequeñoburgués o los milicianos de «La vaquilla» son personajes de una íntima familiaridad dibujados con más condescendencia que amargura. Alrededor de ellos gira un mundo chocante, fallero y estrambótico pintado con brocha de pelo gordo para endulzar por contraste su humanidad casi conmovedora de perdedores históricos y crepusculares. Así era, en el fondo, su propio autor: un hombre poliédrico, contradictorio, torrencial, un genio espontáneo cuyo carácter sublimaba mediante el humor la tragedia de un siglo marcado —también en su propia biografía familiar y personal— por la violencia, la discordia y el desencuentro. Berlanga es pura españolidad: exuberancia, paradoja, contraste, plétora y disparate. Farsa, sainete, burla autocrítica contra un destino trágico. Y un toque de aristotélica piedad para escapar a través de la risa del túnel de nuestros largos despropósitos.

Berlanga In Memoriam por Fernando Iwasaki


Me enteré del fallecimiento de Luis García Berlanga a bordo del AVE, a través de un sms de mi hija Paula. ¡Ay, Luis! Con las ganas que tenían mis hijas de volver a verte. Hay un antes y un después en mi idea del cine español gracias a Berlanga, pues cuando llegué a Sevilla en 1985 vi «La Vaquilla» y quedé absolutamente deslumbrado. Ni «Mujeres al borde de un ataque de nervios» (1988) de Almodóvar ni «Amanece que no es poco» (1989) de José Luis Cuerda habrían existido sin «Bienvenido, mister Marshall» (1953), «El Verdugo» (1963) y «La escopeta nacional» (1977), tres obras maestras del genio de Berlanga.
En 1991 dirigí un curso sobre la obra de Mario Vargas Llosa en la Menéndez Pelayo y pasamos una semana maravillosa disfrutando del buen humor de Luis. Un año más tarde repetí la experiencia en El Escorial y volví a invitar a Luis, quien fascinó a todo el mundo explicando por qué los cabeceros de bronce eran mejores que los de madera para atar y amordazar a las señoras («Los pañuelos de seda se rompen cuando los cabeceros son de madera», decía con naturalidad).
Tengo unos recuerdos impagables y maravillosos de Luis, hablando acerca de sus películas y de sus trucos para evitar la censura franquista, como incluir figurantes vestidos de curas y monjas en las escenas más comprometidas, de modo que los censores o respetaban la escena tal cual o quitaban a los personajes religiosos y dejaban el resto del plano tal como quería Luis.
A fines de 1994 Luis me llamó para pedirme que lo acompañara a comprar una colección de fanzines eróticos editados por un exquisito pornógrafo de Triana. Recuerdo que ya de regreso hacia el centro y mientras cruzábamos el puente, Luis se reía de la cantidad de tiendas de objetos religiosos que rodeaban la casa del pornógrafo y evocó a los comisarios del franquismo: «¡Esos cabrones me habrían obligado a cambiar los comercios de artículos religiosos por panaderías, mercerías y tiendas de ultramarinos!». Ahí mismo decidí llevar a Luis a ver escaparates de corseterías por Cuna, Francos y Alvarez Quintero. Ante aquel esplendor de bragas, encajes y sujetadores, Luis no resistió la tentación de preguntarle a una dependienta:
- ¿Cuáles son las medias de nylon más fuertes?
- Aquí tiene estas que nunca se le hacen carreras.
- Yo lo que quiero es amarrar a una señora.
Nunca olvidaré la expresión demudada de la dependienta cuando respondió roja como un tomate: «Mejor llévese estas otras».
Todos vamos a echar de menos a Luis García Berlanga, un espíritu libre que supo enfrentarse con inteligencia y buen humor a los mojigatos del franquismo primero y a los mojigatos de la corrección política después. Probablemente en nuestros días una película como «La vaquilla» sería impensable, pues no faltaría el mindundi que diría que es una falta de respeto al ejército republicano.
La mejor manera de recordar a Luis será viendo sus películas o amarrando a una señora.

(Dibujo de Fernando Vicente)

lunes, 15 de noviembre de 2010

Kaputt


Curzio Malaparte
Galaxia Gutemberg

Kaputt, de Curzio Malaparte, fruto de su experiencia como corresponsal en el frente del Este en 1941, es uno de los más estremecedores relatos sobre la guerra que se han escrito nunca. Una obra maestra que recuperamos en su versión íntegra y en una nueva traducción.
Traducción de David Paradela. Malaparte destripa la guerra desde dentro, nos golpea con la imagen de una Europa desgarrada, enfrentada a sus demonios. En los paisajes de Finlandia, Rusia, Polonia o Rumanía, su voz encarna el asombro y la indignación, teñidas de inteligente ironía, de un hombre que fue testigo de historias tremendas: oficiales alemanes que engañan a los prisioneros rusos para fusilar a los que saben leer, un prostíbulo rumano donde las jóvenes judías son reemplazadas y fusiladas cada veinte días, un cónsul italiano desesperado por abrir las puertas de un tren donde se asfixian mujeres y niños… y sus encuentros, también estremecedores, con personajes como Frank, el virrey alemán en Polonia, en cuya mesa Malaparte se juega la vida dando su opinión sobre Hitler y sobre la guerra. También habla del diplomático y escritor español Agustín de Foxá.

Después del Reich. Crimen y castigo en la posguerra alemana.


Giles Mac Donogh.
Galaxia Gutemberg.

El 7 de mayo de 1945, con la caída del Tercer Reich, se ponía fin oficialmente a la Segunda Guerra Mundial. Pero para la población civil alemana, el sufrimiento no terminaba ahí. En tanto culpable, Alemania debía ser castigada.

Traducción de José Luis Gil Aristu. Más de tres millones de alemanes murieron innecesariamente tras el anuncio del final de la guerra. Un millón de soldados murió antes de poder regresar a sus hogares. Dos millones de civiles fueron víctimas de enfermedades, frío, hambre, suicidios o asesinatos. En los Sudetes, 250.000 alemanes fueron masacrados por sus compatriotas checos, y hechos similares tuvieron lugar en Polonia, Silesia y el este de Prusia. A los aliados no les tembló el pulso a la hora de aplicar los mismos métodos de represión nazis.

Después del Reich pone al descubierto las verdades incómodas de las decisiones políticas que ampararon el horror de una posguerra cruel y vengativa, y desvela por vez primera los testimonios de un período funesto en el que ni aliados ni alemanes han querido ahondar.