lunes, 18 de diciembre de 2023

 

En los años 40 Berlanga comulgaba con los valores de heroísmo y sacrificio hasta la muerte que eran la tónica entre los jóvenes falangistas de la época. En 1961, dirigió la película "Plácido", considerada una de sus obras maestras del cine.


Publicado en primicia en el digital Sevilla info (15/12/2020), recogido en febrero de 2021 por Gaceta de la Fund. José Antonio (núm. 341).





Berlanga, Plácido, España...

Por José María Ramírez Asencio, en el boletín de La Razón de la Proa del 17 de diciembre de 2023. 



De entre las magníficas películas que ha dado el cine español a lo largo de su historia, me quedo con un buen puñado de ellas que para mí son irrepetibles: La tía Tula de Miguel PicazoSurcos del gran José Antonio Nieves CondeHistorias de la radio del no menos grande José Luis Sáenz de HerediaLa vida en un hilo o La torre de los siete jorobados del genial Edgar NevilleAtraco a las tres del magnífico José María ForquéCalle Mayor o Muerte de un ciclista de Juan Antonio Bardem, son algunas de ellas, pero, si me dan a elegir una, solo una, me quedaría siempre con Placido, de Luis García Berlanga y con un guion perfecto donde llevaba la batuta un genial Rafael Azcona.

Porque Placido, aparte de ser, a mi juicio, la mejor película ambientada en esa quinta estación del año que es la Navidad, es un retrato fiel, no como se ha querido tendenciosamente interpretar años después de la España franquista, sino de España y los españoles, con sus miserias, sus egoísmos, pero también su ternura y su humanidad.

Y qué mejor para retratar a los españoles que, como bien supo entender Valle Inclánel esperpento (como le dice Max Estrella a don Latino de Híspalis en Luces de Bohemia: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. […] Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas»), cuyo más aventajado discípulo, si bien en lo cinematográfico, es Berlanga.


Pues no otra cosa, como otras de las obras maestras de Berlanga (El verdugoBienvenido Mr. Marschall...), es PlacidoUn esperpento que refleja la realidad de manera deformada y grotesca, y da como resultado una situación absurda.


La campaña de caridad navideña patrocinada por una empresa de ollas a presión (Cocinex), que consiste en que los pudientes inviten a cenar a su mesa a un pobre (alitas de pollo para ellos, pechuga para los ricos), tomando como referencia la que el Régimen había puesto en marcha ese mismo año 61 bajo el eslogan Siente un pobre a su mesa, que era el título original del guion de Berlanga y Azcona, y que la censura les obligaría a cambiar, le sirve al autor para mostrarnos como éramos, como somos, los españoles.

La escena de la cabalgata organizada por unas burguesas ociosas de una ciudad provinciana de aquella España, que anuncia el Siente un pobre a su mesa, con ese Gabino Quintanilla (un excelso José Luis López Vázquez) diciéndole «¡qué horror, disimule, ofrézcale los huesos!» al figurante que se queja, subido a lomos del motocarro que pasea una estrella navideña y que Placido perderá si no paga una letra antes del final del día, de que el pavo que escenifican comer un pobre y él se ha acabado, es una de las más memorables del cine español, en una película repleta de escenas para el recuerdo.




Como aquella otra en que un pobre enferma y la familia que lo ha acogido en Nochebuena tiene que buscar un médico. El más cercano es un dentista, que también está cenando con su pobre particular a pesar de lo cual acude a ver al enfermo, que se está muriendo. Sale a la luz que el pobre no estaba casado por la Iglesia, sino que vivía en pecado con una mujer que está cenando con otra de las familias adineradas. Un grupo de gente, llevados por Placido en su motocarro, van a buscarla e intentan casarlos de todas las maneras posibles (incluso moviendo el cura la cabeza del pobre enfermo agarrándola por detrás para que consienta en casarse a pesar de que él no quiere, escena que, al parecer, tampoco gustó a los censores). Finalmente, el cura los casa y el pobre se muere. La escena culmina con uno de los miembros de la burguesa familia afirmando: «este pobre nos ha arruinado la cena navideña, cómo se le ocurre morirse justamente ahora cuando estaba comiendo bien por primera vez»… Tantas y tantas situaciones y diálogos prodigiosos.

A pesar de las muchas alusiones que hizo Berlanga muchos años después a la censura franquista (como aquella en que le dijo a un censor: “usted debería firmar también el guion”, eran tantas las aportaciones del clérigo. O aquella otra anécdota en la que otro censor, un cura, y siempre según palabras del imaginativo Berlanga, respondió a sus protestas por los recortes en una de sus películas: «pues que sepa usted que soy un cura muy moderno, he sido el primero en ponerme reloj de pulsera en España» …-), la verdad es que Placido incorpora una crítica social feroz contra la burguesía provinciana y las clases pudientes del país.

Al final, el pobre desgraciado que es Placido, después de esa Nochebuena que es casi una romería, un recorrido doloroso pero tierno y lleno de humor por el paisaje y el paisanaje español, terminará perdiendo su motocarro a pesar de todos sus esfuerzos.





Así que, a pesar de ciertos recortes y recomendaciones como los apuntados, parece que la permisividad con las películas de Berlanga fue más amplia en aquellos años de lo que algunos se empeñan en aseverar. Esos mismos que obvian y hasta justifican que, en esta época negra en que vivimos, se silencien perfiles de Twiter y bloqueen páginas de Facebook de personas o medios de comunicación que, simplemente, ejercen su libertad de expresión, solo porque este ejercicio vaya en contra de la corrección política o del gobierno del momento.

Quizá también tenga algo que ver que el maestro Berlanga, todo un genio iconoclasta, años antes de estrenar Placido había visto publicado un texto titulado Fragmentos de una primavera, que fue galardonado con el Premio Luis Fuster del SEU de Valencia, y que fue reproducido en el periódico Hoja de Campaña de la División Azul, nº 61 del 21 de marzo de 1943.



                   Berlanga es el segundo por la izquierda

Algunos fragmentos de este relato autobiográfico nos indican cual era el sentir, los ideales que le guiaban en esa época, por mucho que el genio Berlanga posteriormente, proclamándose anarquista (anárquico y libertino quizá le vendría mejor a su carácter), intentara justificar su afiliación a Falange y al SEU, y también su marcha a luchar contra el comunismo en tierras rusas con la División Azul con diversos argumentos, que fue modificando o alternando con el tiempo (solidaridad con un grupo de jóvenes amigos suyos, militantes falangistas; o bien deseo de impresionar a una chica de la que estaba enamorado; su afán juvenil de aventura, otras veces; o, por último, su deseo de proteger a su padre, que fue detenido en Ceuta como diputado electo que fue del Frente Popular, aunque, sin embargo, nunca fue represaliado). Esta justificación fue la que más utilizó Berlanga en los últimos tiempos.


…Alguien ha dado la voz de alto. Se detiene poco a poco la columna, y al borde del camino van surgiendo hogueras alrededor de las cuales se improvisan animados grupos. Uno de ellos lo formamos nosotros —«los bohemios» nos bautizaron en el campamento—, camisa azul con cisne blanco bajo el verde uniforme alemán. Junto al fuego, quizá un poco simbólico en esta fecha, 12 de octubre, hemos encendido las pipas y Carlos como de costumbre, ha iniciado una conversación intrascendente, saturada de chistes y alusiones…”

Julio ha empapado de sangre esta retrasada primavera. Todavía queda nieve para grabar iniciales en su blanca superficie, pero ya han surgido rosas que han de dulcificar la sepultura. Cerramos los ojos a esta angustia que nos invade, porque ya no está con nosotros el mejor compañero. Sobre un carro, un carro de ruedas destartaladas y ejes que chirriaban, a contraluz con la estepa iluminada eternamente, llevamos ayer su cadáver a Motorowo, y en un jardín, la cabeza hacia España, lo enterramos (…) Con él se fueron las medallas religiosas, el cisne blanco en la camisa azul, y aquella rosa de los Alpes que una estudiante alemana le regalara. Nos dejó, sin embargo, una antología de la buena muerte y una postura arrogante ante lo irremediable…

Se desangran, sí, los cadáveres de los falangistas, pero esa sangre entra en las venas de los que quedamos, para rejuvenecer nuestro ímpetu (…) Tengo su diario entre mis manos. Es de tapas azules y sus páginas están llenas de una letra apretada y ágil. Todas sus confidencias están trasplantadas —y aquí con más pureza— a la blanca amistad del papel. Por todas partes, alusiones a su entrega eterna a la Falange. Se dictaba a sí mismo la violencia y la fe en la revolucionaria tarea. Leo

«¡Que día más terrible aquel en que ninguna mano extendida nos señale el mejor camino hacia la muerte! Si en la constelación falangista no se esperasen refuerzos, ¿Cómo íbamos a justificar nuestra presencia en este campamento terrestre?».

«Se nos quiere llevar a la molicie ofreciéndonos como cebo y consuelo el fácil recuerdo de lo pasado. Y no: no se hacen revoluciones fundando un museo de añoranzas, sino buscando con el punto de mira el cuerpo enemigo».

«Las consignas no deben perderse entre las páginas tibias de revistas que nadie lee. Las consignas han de clavarse a gritos en las paredes enemigas».

Al terminar de leer me fijo en la última página, donde, a lápiz, pero con gruesos caracteres, había escrito: ¡Arriba España!



Este inflamado texto de Berlanga sigue claramente la estela del Eugenio o proclamación de la primavera de Rafael García Serrano. Como la sigue un soneto publicado en la revista falangista, del SEU, titulada Acción (la misma donde se pudo leer por vez primera Fragmentos de una primavera), donde lo publicó con un nombre también revelador: Soneto de la pistola y cuyos dos primeros versos rezaban así:

«Contigo inauguramos en la esquina un mirador dulcísimo a la muerte…»

El soneto, a tenor de estos dos primeros versos, debía ser una exaltación de la acción política sin rechazar, si fuera necesario, el recurso a la violencia, en línea con la «suprema dialéctica de los puños y las pistolas» de la que alguna vez hablara José Antonio Primo de Rivera, aunque luego matizara y explicara esta frase. Estos versos, en fin, permiten deducir que el joven Berlanga comulgaba con los valores de heroísmo y sacrificio hasta la muerte que eran la tónica entre los jóvenes falangistas de la época.

Berlanga eludía recordar su afiliación a Falange y al SEU, e incluso intentaba relativizarlas, como por ejemplo hace en una de sus muchas biografías, cuando le contesta al biógrafo al respecto:

«Me echaron del SEU porque yo me ponía en los desfiles una camiseta de manga larga debajo de la remangada camisa azul, para miserabilizar la marcialidad y todas esas cosas».

Pero, en cualquier caso, a ese mismo biógrafo, en el transcurso de la conversación, le dice también que en su juventud detestaba a gente como Azaña Gil Robles y que:

«Ecambio me gustaba la personalidad de Prieto y esa otra personalidad acompañada de un aura de violencia, de romanticismo, de José Antonio Primo de Rivera…»

En fin, como tantos otros, el gran Berlanga fue evolucionando, modificando su posición ideológica, quizá por convicción, quizá por acomodarse a los tiempos, quien sabe. Pero es clara su posición de aquellos años, la proclaman sus hechos y sus escritos. Quizá también sus películas… Y es que no es difícil rastrear y encontrar debajo del esperpento y el absurdo de Plácido la presencia del joseantoniano ideal de justicia social.

El año próximo celebraremos el centenario del nacimiento del genio por antonomasia del cine español y Placido debería emitirse todas las Nochebuenas para recordar cómo somos. Al final de esta sublime película, como colofón y resumen de todo lo visto, se oye un villancico: «Madre, en la puerta hay un niño y gritando está de frío, ande dile que entre y así se calentará, porque en esta tierra no hay caridad…ni nunca la habrá». La censura parece ser cambió por “esta tierra” la palabra España…

La España que somos.


sábado, 25 de noviembre de 2023

 


domingo, 8 de octubre de 2023

El marco. HUGHES.

 

El marco

8 DE OCTUBRE DE 2023

Mientras enseñaba, como buen mayordomo global, la Alhambra a los presidentes extranjeros, que sí tienen derecho a imaginar una España anterior a la II República, Pedro Sánchez mentó por fin la amnistía y añadió luego la coletilla tranquilizadora: «Vamos a trabajar por cuatro años más de avances y convivencia en el marco de la Constitución». 

Esto se repite mucho. Cada vez que sale un socialista a hablar sobre cualquier cosa añade la fórmula: todo se hará «en el marco de la Constitución». Con esto se pretende tranquilizar al personal. Hasta que el Constitucional hable, que hablará, esta expresión debe servir de garantía.

Sin embargo, de tanto repetirse, la frase está acabando por tomar vida propia, por significar algo, por deparar un entendimiento concreto de la propia Constitución que no sería tanto norma suprema como marco, moldura o, como dice la RAE, «pieza donde se encaja una puerta, una ventana», apareciendo ya, por tanto, el «encaje», el famoso encaje. La Constitución, por consiguiente, que diría Felipe, es marco de acoplamiento, lugar donde encajar cosas y no tanto vértice de la pirámide legal o base del derecho

Del mismo modo que lo importante en un cuadro es la pintura y no el marco, este entendimiento de la Constitución nos hace pensar en ella como en algo secundario. El marco puede ser límite, pero también cerco meramente decorativo, cornucopia. Y así, con ese soniquete socialista inconfundible, con esa propaganda machacona, van colando la amnistía y además una idea de la Constitución, no tanto como un debe-ser sino como un dentro-de, un marco-de. Es una holgura. ¿Y no se dilatan los marcos cuando hace calor en verano? ¿No crujen y se ensanchan?

Que todo se haga en el marco de la Constitución significa que a todo se le buscará el encuadre constitucional, que la foto final se hará en dicho escenario, entre molduras y pan de oro setentayochista, expandido a base de calor, pues cualquier otro exigiría cambios estructurales para los que no hay mayoría.

El encargado de llevar y traer el marco, como los viejos retratistas fotográficos llevaban el decorado donde encajar la cara del bañista, será el Constitucional, que para eso está. Para enmarcar.

sábado, 23 de septiembre de 2023

 

Una causa internacional

22 DE SEPTIEMBRE DE 2023



                                        HUGHES

"Lo han conseguido. A fuerza de información y telediarios ya nos estamos aficionando al fútbol femenino. Y no está tan mal. Es más, está muy bien. Por supuesto, no tiene nada que ver con el fútbol, es otra cosa. Es el espectáculo de ver una discusión inacabable en la que ya no sabemos bien qué quieren las futbolistas.

Quizás en Australia lo sepan porque los futbolistas de allí, hombres y mujeres, se han solidarizado. «Es el momento del cambio». ¿Qué saben en Australia de la Federación? ¿Sabrán quién fue Pablo Porta o Rubi, Rubito, Rubete? «This is an international cause«, ha dicho Xabi Alonso, que fue entrenado por Mourinho y Guardiola pero se va pareciendo más al último.

Pudimos leer comunicados de las Alexias, las Jennis, las Atheneas, porque ya nadie se llama María Dolores y cuando pensábamos que con una seleccionadora la cosa pararía, nos equivocamos. Hay dos teorías para discutir con una mujer, se dice, y ninguna de las dos funciona. Las jugadoras han depuesto a Rubiales y al seleccionador, al último y al penúltimo, pero no tienen bastante y en su lucha recibirán el apoyo del gobierno, que no contento con los jueces ahora también quita y pone entrenadores. «En cada español hay un seleccionador», se dijo siempre. Pues hasta eso se queda el gobierno. Es curioso: quiere convertirnos en una federación, pero ya vemos cómo tratan a las federaciones…

Con nuestra mente poco adaptativa nos cuesta entenderlo. Flotan en ella, como pecios, viejos códigos, pesadas costumbres, leyes y cosas «antiguas», que diría Iceta.  Los mismos periodistas que defendían los estamentos del fútbol (y no mezclar política y deporte) ahora levantan su puño. El gran feminista Ferreras, Multislip Ferreras, lo ha tenido que explicar: «Es un asunto de dignidad humana».

Al parecer quieren lo que en otras situaciones se llamaría una purga y hacer valer el consentimiento de las jugadoras en las decisiones. Esto es, en viejos términos futbolísticos, actuar como Los Galácticos. Como si todas fueran Messi y pudieran poner al Tata Martino.

No entendemos bien que son un equipo revolucionario, con una misión: «el cambio estructural». Suena un poco marxista esto, y la superestructura, que es la ideología dominante, se diría que ya la dominan, pues cuentan con el viento a favor de la propaganda y funcionan como una especie de reality feminista, un Operación Triunfo de la emancipación, unas Rigobertas Bandinis del muslo, no de la teta.

La liberación de la mujer, en este caso la liberación futbolística, empieza a dejar la incómoda sospecha de que el patriarcado tenía sus razones. Pero el fútbol femenino ha resultado ser muy divertido y aun podría serlo más. Por él podríamos llegar al gran enfrentamiento. Al momento en que, por lo que sea, por algún lance de la actualidad, el feminismo se enfrente al antimadridismo, lo que sería como ver a Godzilla luchando con King Kong. Con Vinicius ya vimos al antimadridismo topar con el antirracismo. Y hubo división de opiniones"

HEDILLA CONTADO POR HEDILLA (Luis Sánchez-Moliní. Diario de Sevilla. 23/09/2023).

 


HEDILLA CONTADO POR HEDILLA

[Luis Sánchez- Moliní. 

Diario de Sevilla. 23/09/2023]


"Todo hombre vive en un diálogo perpetuo con su padre, un diálogo que va mucho más allá de la muerte y que ni mucho menos es siempre placentero. Algo de esa conversación inacabada hay en el libro Manuel Hedilla, el falangista que le dijo no a Franco, escrito por Miguel Hedilla de Rojas, vástago del que fue durante apenas dos días el segundo jefe nacional de FE de las JONS antes de su unificación (manu militari) con el resto de partidos que componían el bloque nacional. En la España de Franco, Hedilla fue para muchos falangistas un símbolo de autenticidad y honradez, de oposición a un régimen que nunca sintieron como propio, pese a que le prestaron sus símbolos como acompañamiento coreográfico. La negativa de Hedilla a aceptar un altísimo cargo en la nueva estructura de poder creada por el dictador y su cuñadísimo, Ramón Serrano Súñer, le valió dos condenas de pena de muerte (ambas conmutadas) y unos amarguísimos años de prisión en Las Palmas de Gran Canaria y de destierro en Palma de Mallorca. No fue el único. Más de mil de sus camaradas sufrieron la represión del nuevo régimen por oponerse a la unificación y la tergiversación de sus ideales, un problema del que ya había advertido el propio José Antonio poco antes de morir fusilado en la cárcel de Alicante.




El libro de Miguel Hedilla de Rojas, editado por Almuzara y que se presentó en Sevilla el pasado jueves en la librería Verbo, nos muestra no solo al Hedilla heroico y mártir, al hombre que sufrió las más duras privaciones por defender unas ideas que, acertadas o no, siempre fueron bienintencionadas y profundamente comprometidas con los más desfavorecidos. Además, nos descubre al hombre en zapatillas, en la intimidad familiar, con sus amigos (Narciso Perales, Patricio González de Canales, Pancho Cossío...), mujer e hijos. También la cara más siniestra de su historia. La de las traiciones que sufrió. Es un libro con filias y fobias, como no podía ser menos en una biografía apasionada que podemos considerar, como decíamos antes, la continuación de esa larga conversación que muchos tenemos con el espectro del padre."



jueves, 21 de septiembre de 2023

¿SOMOS TODAVÍA UNA NACIÓN? Rafael Sánchez Saus (Diario de Sevilla, 14/9/2023)

 


Leo en el actualísimo España. La evolución de la identidad nacional, de Juan Pablo Fusi, publicado en el 2000, que Ortega citó en cierta ocasión, en Berlín, un dictus del historiador alemán Eduard Meyer, escrito en 1910, según el cual “la idea de nacionalidad es el más sutil y complicado producto que la evolución histórica puede engendrar”. El gran Nicolás Gómez Dávila, en uno de sus geniales aforismos, ya nos advirtió que el saber histórico, como el filológico, es a menudo “como si averiguáramos qué dice un scholar inglés de lo que opina un Gelehrte alemán sobre lo que un humanista italiano pensaba de la referencia que hace un comentarista latino a lo que dictaminaba un erudito alejandrino sobre un trágico ateniense”.



La Historia, ya lo ven, no está dispuesta a prescindir de la verdadera memoria, no así las masas que a menudo la hacen o la echan a rodar, según la ventolera que las agite. A pesar de las dificultades para aquilatar el concepto de nación, lo cierto es que haberlas haylas, y entre ellas, según el acuerdo prácticamente unánime de los estudiosos, sobresalen tres por la prontitud con que tomaron conciencia de ello y crearon estados que, a su vez, dieron forma a esas ideas y sentimientos: España, Francia e Inglaterra, expuestas en orden de posible antigüedad, aunque esea este tema de fácil resbalón.

Los acontecimientos que tan compungidos nos tienen en estas semanas no serían comprensibles si no vinieran precedidos de una larga crisis de la nación española, de consecuencias ya hoy no por previsibles menos preocupantes. La dificultad de definición no ha impedido el relativo acuerdo sobre las condiciones previas que hacen posible una nación, que resultan ser cinco:  nombre colectivo, mito de ascendencia común, historia y cultura compartidas, conciencia de solidaridad y asociación con un territorio. ¿Las reúne todavía España o han sido también transferidas, como tantas competencias, a las autonomías? Las naciones no son entes abstractos sino productos de la historia y, como tales, objeto de construcción o destrucción. Para la reflexión de cada uno quede cómo una nación que hace todavía treinta o cuarenta años gozaba de buena salud ha podido ser empujada a la situación que hoy vivimos. Asombra la falta de pulso nacional, la casi inverosímil apatía con que se aceptan los enjuagues más indecentes sobre el futuro de España. ¿Somos todavía una nación?

lunes, 21 de agosto de 2023

LA RECONQUISTA CRISTIANA EN ESPAÑA INSPIRÓ 'BRAVEHEART'

Sir James Douglas y sus caballeros decidieron ayudar al Rey Alfonso XI de Castilla y luchar junto con las tropas cristianas para tomar el Castillo de la Estrella de Teba.


(Mel Gibson; protagonista de "Braveheart" y defensor de la película "Sonidos de libertad"

​La Villa de Teba (Málaga), hermanada con Melrose (Escocia), recuerda y conmemora cada año este hecho con sus fiestas más internacionales: las Jornadas Escocesas Douglas' Days.



(Alfonso XI de Castilla)

Información oficial del Ayuntamiento de Teba

https://www.douglasdaysteba.com/nuestrahistoria


miércoles, 2 de agosto de 2023

Las Navas de Tolosa, una hazaña épica que cambió el rumbo de nuestra historia (Manuel Martín en Ideal 25-07-2023)

 

Se cumplen 811 años del punto de inflexión en la Reconquista de la península ibérica


La ola de calor me hace reflexionar sobre lo que tuvieron que pasar los caballeros ataviados con gruesas telas y cotas de malla aquel 16 de julio de 1212 en el que se libró la batalla de Las Navas de Tolosa, una de las más importantes de nuestra historia. A sus valerosos protagonistas les debemos nuestra manera de ser, tal y como la conocemos, o por ejemplo que nuestras mujeres no lleven burka, prenda que tan criticada fue en el último mundial de fútbol y que también tiene que ser muy incómoda de llevar con estos 40 y tantos grados. 

Las Navas de Tolosa es un episodio al que, por desgracia, no se le da el peso histórico que tiene, puede que por desconocimiento o por la falta de orgullo que tenemos de nuestro pasado. Como ya se ha dicho en otras ocasiones, si otros países contaran con este tipo de hazañas épicas, la visión avanzada de nuestros antepasados en cuestiones tácticas, negociadoras o de reconocimiento de derechos y mestizaje, estarían todo el día jactándose de todo ello delante del mundo entero, algo que nuestra ‘humildad’ (o intereses creados) al parecer nos impide. 



Vamos a situarnos en primer lugar en el espacio. Esta batalla se libró cerca del actual municipio de Santa Elena, en la provincia de Jaén, cerca del límite con la provincia de Ciudad Real. 

Aquel lunes de 1212 un compacto ejército conducido por los reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra se enfrentó a los guerreros andalusíes y norteafricanos, agrupados bajo el estandarte del califa almohade Abu Abd Allah Muhammad al-Nasir. 

Los almohades surgieron en el actual Marruecos en el siglo XII. Muhammad ibn Túmart fundó un movimiento religioso fundamentalista con el apoyo de un grupo de bereberes que proclamaron una yihad contra los infieles. Eran conocidos por su estricta defensa de la moral y de la pureza islámica que se hizo a mediados del siglo XII con el control de Al-Ándalus. 

Por su carácter radical, puesto que seguían al pie de la letra las tradiciones musulmanas, chocaron con el pensamiento de los almorávides, quienes tenían una visión mucho más libre del Corán.  

En poco más de treinta años, los almohades lograron forjar un poderoso imperio que se extendía desde Santarém, en el actual Portugal, hasta Trípoli en la actual Libia, incluyendo todo el norte de África y la mitad sur de la península ibérica. Su intención era invadir Europa.

Los almohades amenazaban Castilla y todo el centro. Ya se habían acercado peligrosamente a Toledo, por lo que los monarcas de los distintos reinos decidieron ponerse de acuerdo en un alarde de negociación de alto nivel y aliarse frente al enemigo común.



Alfonso VIII escribió al resto de reyes de la península, haciéndoles ver que el momento histórico era crucial. Fue, sin duda, un momento de fuerte solidaridad hispánica. El escenario era el de reyes enemistados por inquinas familiares. En mi opinión, contaban con un arma secreta: la fe que une y hace superar rivalidades crónicas. 

Esta gran batalla campal, en la que participaron unos 60.000 musulmanes y 27.000 cristianos, no estuvo exenta de dificultades, pero estos valientes supieron superar todo tipo de adversidades. Primero, quedaron rodeados por las montañas al cortar los almohades su acceso al valle. Supieron buscar una solución y cuentan las crónicas castellanas que fue un pastor local quien reveló a las tropas la existencia de un paso alternativo. Me imagino el calor del centro-sur peninsular, el hambre, la superioridad en número y la cruenta contienda… 

En un principio, trataron de envolver a las fuerzas cristianas para deshacer su formación y aniquilarlas. Estuvieron cerca de lograrlo, pero consiguieron superar ese momento crítico reforzando sus flancos y compensando su diferencia en número con ingenio y pundonor. Importante fue el papel de aragoneses en el ala izquierda y de castellanos y navarros en el derecho. La imagen que no tendría precio en una superproducción cinematográfica sería la de tres reyes luchando a lomos de sus caballos ante una infantería enardecida al ver a sus líderes en primera línea de batalla, tal y como ha comentado el mismísimo Arturo Pérez-Reverte. 

Finalmente, un ataque conjunto consiguió romper las líneas almohades, desmoralizadas por haber rozado la victoria sin resultado. Decisiva la actuación del señor de Vizcaya Diego López de Haro, así como el Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, consejero de Alfonso VIII, de origen navarro y defensor de una España cristiana unida. 

Desde estas mismas líneas critiqué a TV3 por la desafortunada parodia de la Virgen del Rocío. Pienso que la televisión pública catalana no hará ningún documental sobre la participación en la batalla de las Navas de Tolosa de soldados de los clanes nobiliarios más prestigiosos de Cataluña. Hay parte de la historia que algunos quieren silenciar, pero la verdad es demasiado tozuda. 

Le pese a quien le pese, este episodio fue un punto de inflexión en la Reconquista de la península. Supuso un antes y un después, puesto que a partir de entonces se inició la decadencia de la ocupación musulmana hasta su derrocamiento en 1492. Y creo que una fecha así no puede pasar desapercibida, porque toda nuestra historia habría sido muy distinta. Si no recordamos, no sabemos quiénes somos ni hacia dónde caminamos.