martes, 19 de julio de 2011

18 reflexiones de Julio. Por Romualdo Maestre (ABC de Sevilla, 18-7-11)

Una. Los nacidos en el tardofranquismo de los años 60 recibimos más lecciones de amor a España que de rencor. Dos. Nos enseñaron, de forma muy superficial, el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, pero también que había socialistas como Indalecio Prieto que amaban con todo su corazón a España porque no le gustaba. Tres. En aquella época ya empezaban a diluirse los blancos y los negros en una serie matizada de grises, donde ni todos eran facinerosos sedientos de sangre ni por el contrario angelitos de la caridad con fines humanistas (que cada uno arrime su bando al ascua que más le convenga). Cuatro. La Guerra Civil, por tanto, para mi generación, acabó en tablas, los perdedores fueron todos los españoles enfrentados en una lucha fratricida y los vencedores los que querían olvidar a toda costa las barbaridades cometidas en las dos mitades.Cinco. El desarrollismo económico propiciaba el cultivo de forma espontánea de la desmemoria histórica. Los españoles estaban más preocupados por las primeras televisiones a color o por el nuevo modelo de simca mil, que por los últimos análisis de la batalla del Ebro. Seis. La transición democrática fue el principio del punto y final, el entierro por tiempo indefinido del hacha de guerra, el perdón definitivo entre dos enemigos irreconciliables. Ya no se haría bandera de los desmanes del contrario. Siete. Nadie se opuso a que los familiares desenterraran a sus muertos de las cunetas para darles la digna sepultura que consideraran oportuna. Ocho. Por mucho esfuerzo que se quiso hacer de pasar capítulo, los hechos seguían estando muy cerca y la pasión difícil de olvidar. El cine y la literatura se encargaron de explotar este filón. Nueve. Desafortunadamente, la izquierda vio esto como una oportunidad para reescribir la historia. Lo hizo de forma sectaria. Contando medias verdades y callando lo que le interesaba. Diez. Era lo mismo que había hecho el régimen anterior pero con una propaganda más sibilina. Once. Lo más curioso es que esto tuvo más predicamento en los nietos que en los mismos protagonistas supervivientes. Doce. Enseguida el PSOE de Zapatero lo explotó como ariete contra la derecha, creía que podía ser una buena estrategia para que no se hablara de otros temas más cruciales, como la crisis. Trece. El PP no ha entrado al trapo con el tema. Están en otra onda. Catorce. El hartazgo de los buenos buenísmos de los republicanos y los malos malísimos del bando nacional, puede crear justo el efecto contrario. Quince. Empieza a darse un caldo de cultivo muy apropiado para una extrema derecha. Dieciséis. Ésta no perjudica al centro sino que roba votos por la izquierda, entre las capas más desfavorecidas. Diecisiete. Si tienen alguna duda, que miren a Europa. Dieciocho. Constato que a nuestros hijos, los bisnietos por fin de la Guerra Civil, les importa ésta lo mismo que a nosotros las contiendas carlistas, una higa.


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