Entre 1936 y 1939 en España hubo una guerra civil, una guerra en la que se combatía por implantar sobre el mismo territorio modelos de estado y sociedad antagónicos e incompatibles. Una guerra que además no surgía de la nada, sino que se había ido incubando en los cinco turbulentos años de la Segunda República y, muy especialmente, a partir del fracasado golpe de estado socialista de octubre de 1934. Durante varios años los discursos de algunos líderes políticos habían hecho hincapié en la necesidad de la victoria, y no de la concordia, de la imposición de sus ideologías, y no del diálogo. Cuando en julio de 1936 se llegó finalmente a la confrontación armada el nivel de movilización política de la sociedad española era alto, y muchos fueron a la guerra con entusiasmo, con el deseo de acabar de una vez con una situación de enfrentamiento endémico y conseguir imponer sus criterios sobre el odiado enemigo.
La guerra civil fue, por tanto, una guerra cruel, una guerra donde en ocasiones se buscaba no sólo la derrota sino también el exterminio del adversario, y por ello nos hallamos ante un conflicto donde las víctimas de la represión fueron tantas o más que las caídas en los combates.
Alfonso Bullón de Mendoza
Luis E. Togores (coords.)
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