viernes, 16 de abril de 2010

Recuerdan el apoyo de Romero Murube a Miguel Hernández


ABC, Viernes , 16-04-10
Las asociaciones culturales Ademán y Fernando III pudieron ayer celebrar, sin problemas, el acto «Miguel Hernández y los poetas sevillanos», después del desagradable recuerdo del pasado mes de octubre, cuando el Ayuntamiento vetó a estas mismas instituciones la organización de un homenaje a Agustín de Foxá por cuestiones ideológicas.
Bajo la vigilancia de algunas patrullas de la Policía Nacional, que en la parte exterior del edificio, la Fundación Valentín de Madariaga albergó este homenaje a Miguel Hernández en el que participaron el escritor Aquilino Duque y el jefe de la sección de Edición de ABC de Sevilla, Romualdo Maestre.
Tras una intervención inicial de Javier Compás, de la Asociación Cultural Ademán, tomó la palabra Maestre, quien hizo un certero retrato sobre la amistad que mantuvo el creador de «Nanas de la cebolla» con algunos poetas sevillanos que estaban en las antípodas de su pensamiento político -pertenecían a la Falange-, pero que, sin embargo, intentaron ayudarlo cuando el bando republicano perdió la Guerra Civil. En ese sentido, el periodista resaltó el papel desempeñado por Joaquín Romero Murube o Eduardo Llosent: «Miguel Hernández tuvo un enfrentamiento con Alberti porque no estaba de acuerdo en cómo se gastaba el dinero en la retaguardia, además Alberti quería ser el único poeta de la revolución. Ni éste ni Neruda lo incluyeron en la lista de la embajada de Chile, algo que le hubiera salvado». Por eso, Maestre quiso recordar el esfuerzo de intelectuales falangistas como Sánchez Mazas, Laín Entralgo, Romero Murube, Llosent o José María Cossío, entre otros, para salvar la vida del poeta.
Por su parte, el escritor Aquilino Duque, glosó la figura del autor de «El rayo que no cesa» a través de la lectura de varios de sus poemas, como la «Égloga a Garcilaso de la Vega». Durante su intervención, recordó el relato que le contó Romero Murube sobre cómo Miguel Hernández llegó a un Alcázar de Sevilla en donde Franco celebraba el triunfo al final de la guerra. También narró la forma en que diferentes intelectuales falangistas trataron de ayudarlo para que saliera de España, aunque el poeta fue hecho prisionero cuando quiso volver a Orihuela para ver a su esposa y conocer a su hijo.

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