domingo, 26 de mayo de 2013

Salamanca

Manuel Martín Ferrand
XLSemanal. ABC


El café Novelty (Plaza Mayor, 2. Salamanca) es, como tantos otros en España, algo más que un café. Se trata de un lugar de encuentro y convivencia. Fue fundado en 1905. En sus veladores, Dionisio Ridruejo fundó en 1936 Radio Nacional de España y por sus salones pasaron todos los intelectuales de su tiempo. Aquí mantenía su tertulia salmantina Miguel de Unamuno, a quien solía acompañar José Ortega y Gasset, Antonio Tovar, Pedro Laín Entralgo y tantos otros que la desmemoria nacional ha dejado en el olvido. Después de la Guerra Civil, el café tuvo que cambiar de nombre para convertirse, en aras de la "ortodoxia", en Café Nacional. Pasados los años sesenta, volvió a ser Novelty y fue lugar acostumbrado por Francisco Umbral y, sobre todo, por Miguel Delibes. El hecho gastronómico del Novelty lo protagoniza Agustín de Foxá. Foxá es otro nombre postergado entre nosotros, pero fue - además de diplomático - uno de los grandes escritores de su tiempo. Su novela Madrid, de corte a checa es una de las más notables entre los millares que se han escrito sobre la guerra que todavía seguimos sufriendo. Foxá escribió en el Novelty (1938) toda la novela y, en pleno furor creativo, apenas salía del local. Como contó después en sus artículos de periódico se alimentaba  con pepitos de ternera que, con amor, le preparaban los propietarios del café que hoy vuelve a ser el ombligo de la Plaza Mayor más hermosa del mundo. Foxá era un gastrónomo  fino y frecuentador de los restaurantes de toda Europa, por los que transitó en su trabajo para Exteriores. En 1956 La Real Academia Española lo eligió académico, pero no llegó a pronunciar su discurso de ingreso. Quizá no tuvo el soporte de los pepitos del Novelty. 

sábado, 25 de mayo de 2013

Libro sobre Antonio Tovar


Con la colaboración de la Asociación Cultural Ademán se presentará en el Ateneo de Madrid el libro de José Andrés Álvaro, El filólogo que encontró el idioma de la Paz, sobre el intelectual falangista Antonio Tovar. La presentación del autor correrá a cargo de Juan Ramón Sánchez Carballido, presidente de la Asociación Gallos de Marzo.

Presentación de Los Muros de Cataluña

El pasado jueves 23 de Mayo se presentó el libro del escritor y periodista catalán, Javier Montilla, Los Muros de Cataluña, en la librería Beta de la sevillana calle Sierpes, eligiéndose para esta ocasión el escenario del antiguo teatro donde hoy radica la librería  en un espectacular escenario que no se vio coronado por la presencia de mucho público a pesar de que la presentación corrió a cargo del director de ABC de Sevilla, Alvaro Ybarra. Tras las palabras del gerente de la librería y del presentador, tomó la palabra el autor del libro, Javier Montilla, quien relato de primera mano el clima de acoso a lo español que se vive en Cataluña, incluso él mismo ha recibido amenazas de muerte, acoso en su domicilio y el silencio de los medios de comunicación paniaguados del separatismo catalán. Montilla relató atinadamente, como a través de la manipulación de los medios, principalmente de la hipertrofiada TV3, y de la educación en los colegios públicos dominados por los partidos catalanistas con la complicidad del PSC y la inoperancia del PP, se ha creado un clima de marginación a todo lo que ellos tildan de lo español. 
Citando textos claramente racistas de diversos autores catalanes, entre ellos el ex presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, demostró la manipulación de las clases dirigentes catalanas encaminadas a crear su particular reino de taifa a mayor gloria de sus cuentas particulares. El acto se cerró con un animado debate, donde el autor, respondiendo a una pregunta del público, también declaró que la Corona ha mirado muchas veces hacia otro lado en esta deriva separatista.

A. C. Ademán

viernes, 24 de mayo de 2013

La Filmoteca de Navarra recuerda a Rafael García Serrano


novelista pamplonés

La Filmoteca de Navarra recuerda a Rafael García Serrano con un nuevo ciclo

EFE - Miércoles, 8 de Mayo de 2013
Vista de la sala de proyecciones de la Filmoteca de Navarra.
Vista de la sala de proyecciones de la Filmoteca de Navarra. (Javier Bergasa)
Vista:
 
La Filmoteca Navarra ha organizado, coincidiendo con el 25 aniversario de su fallecimiento, un ciclo de sesiones dedicadas a recordar la participación del escritor navarro Rafael García Serrano (Pamplona, 1917 - Madrid, 1988) en el mundo cinematográfico.
PAMPLONA. Aunque él se consideraba fundamentalmente escritor, y vivía sobre todo de su actividad periodística, escribió más de veinte guiones para el cine y televisión, dirigió un largometraje (Los ojos perdidos, 1967) y participó en otros filmes como adaptador de diálogos, según recuerda la Filmoteca.
En este sentido destaca como especialmente intensa su colaboración con José Luis Dibildos (en su faceta de guionista y productor), José María Sánchez Silva (como co-guionista) y con directores como Pedro Lazaga y Rafael Gil.
Su novela "La paz dura quince días" fue llevada al cine con el título de otra de sus obras, "La fiel infantería", que se hizo muy famosa por la paradójica situación de haber obtenido en 1943 el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera, siendo a las dos semanas retirada de las librerías por censura eclesiástica.
En casi todas sus novelas y en la mayor parte de sus guiones, está presente la guerra civil, siendo los protagonistas los soldados del bando vencedor.
Rafael García Serrano fue falangista convencido hasta el final de sus días y así lo plasmó en sus escritos, según apunta la Filmoteca, que precisa que, sin embargo, su sarcasmo, ironía y ácido lenguaje, le coloca entre uno de los más relevantes novelistas de la etapa franquista.
Así lo manifiesta Gonzalo Torrente Ballester en una entrevista a TVE en el año 1985 que se puede ver mañana en la Filmoteca, ya que el ciclo comenzará con una presentación audiovisual de la filmografía de García Serrano, en la cual se van a introducir fragmentos de programas de TVE en los cuales participó.
De esta forma se podrá ver y escuchar al novelista pamplonés en un programa que se le dedicó en mayo de 1973, en el que las cámaras entran en su domicilio de Madrid, visitando su biblioteca, su lugar de trabajo y su familia. Además se recuperan algunos comentarios sobre un par de películas suyas programadas en "La noche del cine español", en la que también interviene Rafael García Serrano.
Tras la presentación del ciclo, se proyectará el documental Sucede en San Fermín (Francisco Centol, 1957) escrito por García Serrano para NO-DO.
La sesión de mañana jueves, será a las 20.00 horas, con entrada libre. Las sesiones se prolongarán hasta el 27 de junio, durante todos los jueves de mayo y junio.
El jueves 16 de mayo se podrá ver "La patrulla" (P. Lazaga, 1954); el 23 de mayo "La fiel infantería" (P. Lazaga, 1959); el 30 de mayo "Los económicamente débiles" (P. Lazaga, 1960); el 6 de junio "Tú y yo somos tres" (Rafael Gil, 1962); el 13 de junio "¿Por qué morir en Madrid?" (E. Manzanos, 1966); el 20 de junio "Los ojos perdidos" (R. Gª Serrano, 1967) y el 27 de junio "A la legión le gustan las mujeres (y a las mujeres les gusta la legión)" (Rafael Gil, 1976).

La historia del líder anarquista Melchor Rodríguez, "el Ángel Rojo"

Teatro

'La entrega de Madrid', la historia del líder anarquista Melchor Rodríguez, "el Ángel Rojo"

  • Melchor Rodríguez salvó a miles de personas durante la Guerra Civil
  • Y fue el último alcalde de Madrid, entregando la ciudad a los Nacionales
  • Su bisnieto le ha dedicado una obra de teatro que se estrena en Madrid

SINOPSIS
1939. El grito de “NO PASARÁN” se desvanece en Madrid, el ejército fascista va a entrar finalmente en la capital de la República. En medio de una ciudad que se desangra, Melchor Rodríguez, el último alcalde de la capital, intenta defender que “se puede morir por las ideas, nunca matar por ellas”. Es la vida de un personaje histórico muy poco conocido, “el Ángel Rojo”, un líder anarquista que se dedica a salvar vidas, independientemente de la ideología, mientras unos y otros luchan por aniquilarse.  Un hombre que lucha por sus ideales aunque tenga que pagar un alto precio por ello: el amor, la familia o su propia vida.
JESÚS JIMÉNEZJESÚS JIMÉNEZ 04.04.2013Melchor Rodríguez ("El Ángel Rojo") es una de las figuras más fascinantes de la Guerra Civil Española. Un líder anarquista que se dedicó a salvar vidas durante la Guerra, independientemente de si eran Nacionales, socialistas, comunistas o anarquistas, y al que muchos comparan con el famoso Oskar Schindler. Como Delegado General de prisiones de la Segunda Republica salvó a más de 16.000 presos y como último alcalde de Madrid fue el encargado de rendir la ciudad a los Nacionales. Sin embargo, su figura ha sido casi olvidada a excepción del interesante libro El ángel rojo (Almuzara), de Alfonso Domingo. Ahora su bisnieto, el escritor, guionista y director, Rubén Buren, estrena una obra de teatro sobre él: La entrega de Madrid (Sala Mirador), un proyecto que ya fue Premio Lope de Vega en 2010.

"La obra -asegura Rubén- cuenta los tres últimos días antes de que mi bisabuelo, Melchor Rodríguez, entregará la ciudad a los nacionales. En ese momento pudo huir, como hicieron todos sus jefes los responsables políticos de Madrid, pero prefirió quedarse para proteger a gente en su casa (de todas las ideologías) y para que la entrega de la ciudad fuera lo menos sangrienta posible. Para mantener la poca dignidad que pudo en la derrota. Su premio fue una condena a muerte que luego le fue conmutada por 20 años y un día, aunque sólo cumpliría cinco años. Fue una de las muchas veces que pasó por la cárcel. Estuvo en presidio, por sus ideas, en 22 ocasiones en todos los periodos: monarquía, dictadura, república y franquismo".

"Y eso -puntualiza Rubén- que salvó a personajes de todos los bandos, muchos de ellos tan conocidos como Agustín Muñoz Grandes, Martín Artajo, Serrano Suñer (cuñado de Franco), El Doctor Mariano Gómez Ulla, los cuatro hermanos Luca de Tena, el futbolista Ricardo Zamora, el locutor Bobby Deglané o los falangistas Rafael Sánchez Mazas o Raimundo Fernández-Cuesta".
"La entrega de Madrid está basada en hechos reales -continúa Rubén- aunque con algunas situaciones y personajes inventados. Pero casi todo me lo contó mi abuela Amapola, la hija de Melchor, a la que he convertido en otro de los protagonistas de la obra. Me costó sonsacarla porque como todos los que vivieron esa época prefería no hablar de ella. También he hablado con Alfonso Domingo, que es como el biógrafo de mi bisabuelo".
"En la casa que usaba Melchor (y que es el escenario de la obra), había unos treinta o cuarenta refugiados permanentemente, de toda procedencia política -asegura Rubén-. Además mi abuelo recogía a gente mal fusilada de las cunetas y muchas noches llegaban más personas que querían ayuda para huir a Francia o para refugiarse en alguna embajada. Incluso tenía otros pisos en los que refugió a varias monjas. E incluso acogió al jefe de su taller (era un chapista) porque tenía cinco empleados y los comunistas querían matarlo por burgués, explotador  y capitalista".

"Morir por las ideas, nunca matar por ellas"

Antolín Romero, presentador del programa de TVE 'Aquí hay trabajo', es el encargado de interpretar a Melchor Rodríguez: "Mientras todos se mataban en la calles y la gente se volvía loca, haciendo todo lo posible por sobrevivir, este hombre mantuvo la cordura. Para él lo más importante eran las vidas de la gente, sin importar su ideología. Ha pasado a la historia por una frase: "Morir por las ideas, nunca matar por ellas".
"Pudo salvar  a unos 16 mil presos directamente -asegura Rubén-. En una ocasión se jugó la vida para salvar a  mil quinientos presos de la cárcel de Alcalá. Después de un bombardeo de los Nacionales en el que murieron muchas personas, incluso niños, la gente se armó con lo que pilló, hoces, cuchillos... y se dirigió en masa a la cárcel para matar a los presos nacionales. Y los funcionarios estaban dispuestos a dejarlos pasar. Pero él se enfrentó a todos con una pistola descargada y consiguió parar a una masa enfurecida.  También fue el responsable de acabar con los fusilamientos de Paracuellos del Jarama".
"El -continúa Rubén- aseguró una vez que "Salvar a los presos era mi deber, ya siempre me ví reflejado en cada uno de ellos. Y de hecho él fue encarcelado en numerosas ocasiones... Y cada vez que salía de la cárcel volviá a la lucha.  Incluso salvó a más de uno de los que le habían encarcelado. Por cierto, que otro de sus logros fue, con la ayuda de la Cruz Roja, conseguir un rancho decente para los presos, cuando era Delegado de Prisiones".

El último alcalde republicano

"En la obra lo que se ve es la vida de 11 personajes de distintos bandos e ideologías, encerrados en una casa y esperando el fin de la Guerra -asegura Antolín-. Cómo los fascistas se preparan para cuando lleguen los suyos y el temor de los comunistas desesperados por huir. Pero también se ve el punto de vista de otros personajes, como una señora mayor que no pertenece a ningún bando y a la que un momento dado le preguntan que quién quiere que gane la guerra, a lo que contesta: "Los que me dejen volver a mi pueblo". Ese es el punto de la gente normal que sólo desea que acabe la guerra".

"A pesar de que Rubén simpatice con los anarquistas la obra no es ningún panfleto -asegura Antolín-. Se ve que Melchor es un tipo normal, que duda, que comete errores, y que tenía que haberse ido de Madrid, o al menos haber dejado que se fuera su hija. En la obra, los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos. Hay un momento en el que un compañero le pregunta a Melchor: ¿Crees que lo hemos hecho bien? y el contesta: "En una guerra, ¿alguien lo hace bien?".
Patricia López interpreta a Amapola, la hija de Melchor, en cuyos recuerdos se basa la obra: "Mi personaje permanece con su padre a pesar de todas las dificultades. Incluso la mujer de Melchor se fue a vivir a otra casa más segura, pero ella se quedó con su padre porque le quería, aunque no compartiese su ideología. Ella no está de un lado ni de otro, solo con su padre. Es un personaje muy humano que solo quiere ayudar a los refugiados de la casa, sean del bando que sean. En una escena su madre regresa a casa para intentar convencerla de que huyan pero ella tiene muy claro que su padre es su mundo".
"Antes de conocer a Rubén, yo no tenia ni idea de lo que era el anarquismo -confiesa Patricia- y cambió mi visión. Yo pensaba que eran cuatro tíos gritando y y alborotando y me sorprendió descubrir lo que supuso el movimiento anarquista. Y una de las cosas más emocionantes fue poder hablar con Amapola por teléfono, antes de que falleciese el año pasado, ¡fue una sensación increíble!. Estoy muy emocionada y con ganas de contarle al público esta obra y rescatar un trozo de historia que pocos conocen".

"Lo más difícil fue meternos en una situación de guerra"

Patricia confiesa que, para ella, lo más difícil fue: "Meterme en una situación de guerra, porque no puedo hacerme a la idea de estar encerrada en una casa (como en la obra) y que fuera la gente se esté matando. Ni de lejos llegas a imaginártelo, a no ser que lo hayas vivido. En la obra llevan ya tres años de guerra y para los personajes ver a la gente muriendo en las calles es algo tan normal como para nosotros tomarnos un café actualmente".
"Melchor -continúa Patricia- estuvo a punto de morir un montón de veces (sufrió varios atentados a lo largo de su vida). Y me imagino a la Amapola real con la angustia de no saber si cada vez que le metían en la cárcel iba a ser la última vez que lo veía. De no saber si jamás volvería. Esos sentimientos han sido lo más difícil de expresar, de ahí viene la relación de Amapola con su padre y con el resto de personajes de la casa. De verdad que esta historia ha sido un auténtico descubrimiento para mí".
"En la obra -asegura Antolín- la relación de Melchor con su hija es de muchísimo amor. Se adoran pero, de alguna forma, él la manipula, como hacen muchos padres con sus hijos, y la convence para que se quede en Madrid a pesar de saber que corre peligro. A la vez, todos los refugiados de la casa, sean del bando que sean, le admiran, aunque no comulguen con sus ideas. Y es que es un hombre que se pelea con todo el mundo, incluidos los de su bando, para salvar vidas. Y al final algunos de los que ha salvado le traicionan, no todo el mundo es tan íntegro, ni tienen su idealismo".

Un personaje olvidado por la historia

"Si fuera la guerra civil americana se habrían hecho 40 películas sobre Melchor -asegura Antolín-. Pero aquí, los de derechas no querían reconocer la labor de una figura anarquista, a la que llegaron a condenar a muerte. Las personas a las que salvó le estaban agradecidas, el bando no. Y durante la transición, se habló de comunistas pero no de anarquistas. El movimiento libertario tenía más fuerza antes de la Guerra Civil, después los rusos mandaron dinero a los Comunistas y estos crecieron mientras los anarquistas casi desaparecían".
"En la obra -asegura Rubén- intentamos no ser endogámicos y no trabajar con estereotipos. Una memoria fuerte es una memoria autocrítica. Eso sí, los malos fueron los de Franco. En el otro bando hubo buenos y malos, los malos fueron los que se llenaban las manos de sangre y los buenos los que intentaron tener cordura y salvar vidas. Melchor fue uno de los buenos, trabajando para los presos hasta el final de su vida, esta vez para los suyos, que estaban dentro de las cárceles del régimen franquista".
"Mucha gente siguió agradeciendo a mi bisabuelo que hubiera salvado a sus familiares hasta su muerte, en 1972 -confiesa Rubén-.  Y un dato bonito, es el único español que, dentro del régimen franquista, fue enterrado con la bandera anarquista. Y durante su entierro se leyó el himno anarquista A las barricadas. Es el único que tuvo ese privilegio. También se rezó un Padre Nuestro, lo que significa que se reunieron las dos Españas".

El director Rubén Buren junto a los actores de la obra. Luis Cabrera Maganto

Alonso subraya que Caballero Bonald, Rosales, Alberti, Zambrano y Ayala conforman un quinteto "irrepetible"

A Luis Rosales, Rafael Alberti, María Zambrano y Francisco Ayala se une el martes 23 de abril, 'Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor', José Manuel Caballero Bonald, que recibe el que posiblemente sea el galardón más importante de su amplia trayectoria, como es el Premio Cervantes 2012.

SEVILLA, 23 (EUROPA PRESS)

Se une así su "virtuosismo multidisciplinar" a la "poesía de lo cotidiano" de Rosales, al "vanguardismo comprometido" de Alberti, a la "razón poética" de María Zambrano y a la "lucidez crítica" de Ayala para componer una biblioteca "exquisita" dentro de las Letras españolas y universales.
Así, y en una entrada en su blog titulada 'Caballero Bonald y el quinteto andaluz de las Letras españolas', recogida por Europa Press, Alonso destaca que el poeta gaditano es un autor capaz de cultivar la novela, la poesía, el ensayo, los artículos o la investigación flamenca "con la misma pasión que desarrolla una militancia cívica ajena al sectarismo y reconfortante por su compromiso".
Subraya, además, que "orgulloso de Andalucía, su obra respira la tierra a la que pertenece por nacimiento y experiencia vital", toda vez que resalta que "cuidada de estilo y léxico", dicha obra "ha sabido atrapar a miles de lectores, entre los que me encuentro, y trasladar tanto sus recuerdos de niñez y adolescencia como la vida social y política de España desde la dictadura".
"Andalucía se siente orgullosa de contar con él, y al calor que está recibiendo en estos días de numerosos andaluces, la Junta de Andalucía se ha querido sumar reconociéndolo como 'Autor del Año' para lo que ha programado un conjunto de acciones entre las que destaca la publicación de la antología poética 'Vivo allá donde estuve'", recuerda el consejero.
De este modo, Alonso anima a "aprovechar" esta circunstancia "para volver a redescubrir su obra y animarnos, por ejemplo, en este ''Día Mundial del Libro', a leer su última creación titulada 'Entreguerras', una autobiografía en verso donde aúna sus memorias con la influencia de los autores que han marcado su existencia".
"Esta es mi recomendación personal en un día tan especial para los que nos consideramos amantes de la lectura", destaca el consejero, al tiempo que anima a los lectores "a recomendar aquel libro que le inspiró el alma o aquella obra que transformó sus percepciones". .
Por último, Alonso comparte una reflexión de la directora general de la Unesco, Irina Bokova, que afirma: "La bibliodiversidad es nuestra riqueza común. Hace del libro mucho más que un objeto puramente material, a saber, la más bella invención del ser humano para el intercambio de ideas más allá de las fronteras del espacio y el tiempo".

EN SU MUERTE. Semblanza de Alfredo Landa por Manuel Ortega

La Tramoya







Landa, interpretando a "El americano" en "El río que nos lleva".


Llevaba tiempo fastidiado y en los últimos años se susurraba su nombre en algunos círculos. "Está muy mal", susurraban algunos. "No reconoce a nadie", apostillaba otros. Y las breves palabras acababan siempre con un silencio que nadie se atrevía a romper. Porque Alfredo Landa era mucho Alfredo Landa y querían creer que, en realidad, eran meros rumores, que ese huracán de la Esparta de Cristo, como escribió Ángel María Pascual, saldría adelante contra todo y contra todos.

Y es que sus cabreos eran épicos, no envidiaban a los de sus interpretaciones y hacían gala de aquella coplilla: "De los estudiantes navarros, jódete patrón, saca pan y vino, chorizo y jamón". Que se lo pregunten si no a José Luis Garci. Algunas moscas sibilinas intentaban quitarle mérito. El landismo y tal. Ya ven. Como si aquellas películas, exageradas, sí, no reflejasen una realidad de la época: que al macho ibérico de la época le deslumbraban las suecas con la apertura turística del régimen de Francisco Franco.

Nunca renegó de aquella etapa. Asumió lo del dicho: a lo hecho, pecho. Pero no dudó en reinventarse. Pudo hacerlo porque tenía madera para ello, y ahí demostró el gran actor que era. Aquel al que José María Forqué descubrió en la Casa de Campo y le colocó en el primer papel de su vida en el cine en Atraco a las tres. Era hijo de guardia civil, y el Cuerpo, más entonces, marcaba. Tampoco eso ayudaba, en ciertos ambientes, a emprender la carrera del artisteo. Ni por una parte ni por la otra.

Era, también, un icono. Consiguió casi lo imposible: conectar, de una u otra forma, con la gran mayoría del público. Desde los españoles de clase media de los sesenta que seguían sus vicisitudes por Benidorm y Torremolinos a los que acabaron viéndole como un abuelo gruñón, cachondo y sentimental. Entre medias quedaron los que se rieron con el comando del brigada Castro en La vaquilla de Luis García Berlanga (con moraleja incluida: no más guerras entre hermanos) o siguieron las vicisitudes del locutor Ceferino Reyes con una Concha Cuetos que luego sería aupada como la farmaceútica de España gracias a Farmacia de guardia en Tristeza de amor.

Fue, tal vez, su mejor etapa, la de los últimos treinta años. Y si cada cual tiene sus favoritos, el que esto escribe se quedaría con El americano de El río que nos lleva, esa sensacional adaptación de la novela sobre los gancheros de José Luis Sampedro que llevó a la gran pantalla Antonio del Real. Aunque cómo olvidar al Blas Otamendi de Historia de un beso y su declaración de amor a Ana Fernández o el Germán Areta, expolicía y detective, de El crack. Y es que él sí que lo fue. 
Extraído de El Semanal Digital

miércoles, 22 de mayo de 2013

LA PALABRA DE PEPE LUIS

En la hora final del gran torero Pepe Luis Vázquez, reproducimos el artículo de Aquilino Duque publicado en ABC de Sevilla.
D.E.P., Maestro.

Aquilino Duque: «El analfabetismo de los políticos ayudó a que se leyera a Foxá»
Aquilino Duque, foto de Raúl Doblado

En una entrevista concedida al diario ABC el 15 de agosto de 1990, al cumplirse el medio siglo de su alternativa, el torero Pepe Luis Vázquez decía lo siguiente: «Queda en la televisión el recuerdo de las imágenes, pero no es la única manera de recordar, ni la definitiva… Para mí lo mejor es lo que queda en el pensamiento. Lo que no se borra; la fiabilidad de lo que uno mismo recuerda.» En otro orden de cosas, al evocar las veces que iba a La Punta del Diamante a tomar café con Chicuelo, abundaba el torero de San Bernardo: «Es que de las conversaciones queda el rescoldo, que es lo más bonito.»
En un mundo como el de hoy, sometido al imperio de la imagen, no deja de ser alentador este homenaje al pensamiento y a la memoria por parte del oficiante de un arte eminentemente visual y efímero, que al fin y al cabo debe a la fotografía y al cine una semblanza de perennidad.
Hay hombres parcos en palabras que dan lecciones de buen decir al escritor más pintado. En todos los ánimos está la respuesta de Juan Belmonte a Valle Inclán, y yo no estoy ahora mismo haciendo otra cosa que glosar unas breves palabras de Pepe Luis Vázquez a un periodista que lo entrevistaba.
El rescoldo que queda de las conversaciones, el recuerdo que queda de una buena faena, no se explican sin una filosofía de la vida, una filosofía que hunde sus raíces en la tierra de una cultura agraria. Por eso, hablar del toreo de Pepe Luis Vázquez, un hombre que sabe lo que conforta un rescoldo y lo que revive un recuerdo, es hablar de toda una cultura agraria, de una cultura de la tierra de la que ese toreo fue una manifestación. Ya sé que decir «cultura agraria» es redundancia, pues cultura es lo mismo que cultivo, y solemos llamar culto al hombre cultivado.
Por eso, el concepto de cultura es indisociable del concepto de naturaleza, y de naturaleza viene naturalidad, una naturalidad que el hombre de campo debe a su i dea cíclica del tiempo, a esa rotación de las cuatro estaciones, a ese eterno retorno de las faenas agrícolas. La elegancia ignorándose en la naturaleza. Ese verso lapidario con el que Gerardo Diego resumía el toreo de Pepe Luis podría aplicarse al estilo con que muchos labradores andaluces se plantan ante su tierra. Pero es que hay otra cosa en la naturaleza, y es que la naturaleza no engaña, la naturaleza no hace trampa, la naturaleza es de fiar. Solemquis dicet falsumau de at?, pregunta Virgilio en sus Geórgicas. ¿Quién se atreve a poner al sol por embustero? Y alguien que predicaba el retorno a la tierra, la vuelta al campo, solía decir: «La tierra no miente.» La tierra puede ser rica o pobre, avara o generosa, pero lo cierto es que no da más que lo que promete. Y una de las cosas que da nuestra tierra española es la fiesta brava; de ahí que nadie que la ignore puede hablar con autoridad de cultura ni de cultivo. A esa cultura de la tierra es nada menos el sol el que l e pone su broche de oro.
Alguna vez he dicho que es la economía lo que mejor ilustra el arte y el estilo de Pepe Luis. Nada en él fue nunca excesivo, y en él fue el arte de torear una ciencia exacta. Los que tuvimos la suerte de verlo en la plaza, tanto en sus tardes de gloria como en sus tardes de abulia, vemos en nuestro pensamiento la gracia sobria con que resolvía las ecuaciones de la lidia. Esa economía suya que, vuelvo a decir, era también economía de su persona o, dicho de otro modo, instinto de conservación, es la misma economía que luego hemos encontrado en sus palabras. «Se torea como se es», decía Belmonte. Habría que añadir: «Se habla como se torea.» Acaso el tópico que más daño nos hace a los andaluces sea el de presentarnos, y a los sevillanos muy en particular, como chistosos y dicharacheros. No niego que haya demasiados andaluces de este tipo, de esos que dan vergüenza ajena, pero es que hay un estilo andaluz campero de hombre que para saber la hora sólo tiene que mirar la posición de las estrellas. Ese hombre es hombre de pocas palabras, pero todas son de oro, y hay en sus ademanes una elegancia natural que no se aprende ni se enseña en ningún pal acio. En su poema coral Los toros, hace Agustín de Foxá decir al torero: 

¿No me has visto al sembrar hacer el gesto del pase natural, con la semilla? ¿Y en el lento ondular de los trigales no estaba mi cintura entre verónicas?

Esa naturalidad de movimientos que sólo da el campo andaluz, se corresponde con una manera de expresarse. Por eso era la palabra, la palabra viva de Pepe Luis lo que, a los cincuenta años de su alternativa, seguía dándonos una idea cabal de lo que era su toreo. Y esa palabra fue, con la claridad de pensamiento, la última facultad que conservó cuando ya había perdido todas las demás, incluidas la vista y el oído. A un amigo que lo visitaba, José Utrera Molina, le dijo: «Ya solo veo por dentro». ¡Qué no verá ahora que ha cerrado los ojos para siempre! 
Aquilino Duque

lunes, 20 de mayo de 2013

Aquilino Duque, el disidente

CULTURA | Homenaje al escritor en su 80 cumpleaños
El escritor Aquilino Duque, fotografiado en su domicilio en Sevilla. | Esther LobatoEl escritor Aquilino Duque, fotografiado en su domicilio en Sevilla. | Esther Lobato
  • Discípulos de Duque ensalzan los valores de su obra y su coherencia vital
  • 'Por ir casi siempre a la contra, renunció al papel central que merece'
  • 'Con su oído privilegiado, puede acercarse a cualquiera de las bellas artes'
El poeta, ensayista, narrador y traductor Aquilino Duque ha recibido un homenaje, al cumplir su 80 cumpleaños, con el que poetas y escritores que se reconocen discípulos suyos intentan acercarlo al público, del que tal vez le haya alejado su fama de disidente con el sistema político ahora predominante.
Traductor de Camoens y Mandelstam, amigo de Rafael Alberti, a quien siempre ha considerado un prodigio poético y del que nunca se dejó separar por posicionamientos políticos diametralmente opuestos, Duque ha contado para este homenaje con el respaldo de la Casa de los Poetas y de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, y de la editorial Pre-Textos.
Además de con un simposio sobre su obra poética, narrativa y ensayística, el homenaje ha consistido en paseos por la ciudad de Sevilla siguiendo algunos de sus poemas, y en la colocación de un azulejo con versos suyos en los Jardines del Valle.

'Casi siempre a la contra'

El poeta Juan Lamillar ha dicho del autor que "por el meritorio empeño de defender unas ideas, casi siempre a la contra, ha tenido que renunciar al papel central que por su obra literaria le corresponde en el panorama español y a todo lo que ese papel conlleva: premios institucionales, estudios sobre su obra, páginas en los manuales...".
Según Lamillar, "disidente de las diversas disidencias oficiales, aparece como un solitario, un escritor marginal" aunque lo es "culto, políglota, cosmopolita" y posee "claridad de ideas y calidad de página, con rigor en los datos y amenidad en las anécdotas".
"La característica que cruza toda su obra es la poesía, y todo poeta verdadero, por más que se le agrupe en generaciones o camarillas, sigue siendo un solitario", ha concluido Lamillar.

'Un poeta que no pertenece a su generación

Luis Alberto de Cuenca, que ha analizado la poesía de Duque, ha dicho que se trata de un poeta "que no pertenece a su generación" por ser "una poesía libre, desvinculada, postmodernista, y marcada por la nostalgia, el cultivo elegíaco de la infancia y el cosmopolitismo, con una evidente confluencia con Foxá".
"Con su oído privilegiado, Aquilino Duque puede acercarse a cualquiera de las bellas artes, maneja las estrofas clásicas y populares, maneja la rima sin retórica, con la naturalidad que le es propia, y siendo un poeta andaluz por los cuatro costados convierte ese apego al terruño en un lenguaje universal", según De Cuenca.
"Su poesía es contenida, no torrencial, porque su concepto poético es de obligatoriedad, de necesidad, no de escribir por escribir; y es un mérito que toda su obra poética esté en un volumen que no supera las quinientas páginas", ha agregado de Cuenca.

Polipolemista

El poeta Enrique García-Máiquez, que ha analizado la ensayística del homenajeado, lo ha calificado de "ensayista de raza" y de "polipolemista" por "la diversidad de sus intereses y de objetos de estudio; todo nace de un mismo venero, su poesía, lo queda claro en el primer párrafo que escribe".
García-Maíquez ha dicho que "resulta muy fácil, en toda su ensayística, encontrar el nexo con ese conservacionismo conservador que le caracteriza; el suyo es un pensamiento coherente y sistemático, aunque aparezca tan variado y multitemático".
También en declaraciones a Efe, José Julio Cabanillas, que ha intervenido en la mesa que ha abordado la novelística de Aquilino Duque, ha asegurado que es de esa estirpe de narradores que "tienen la capacidad de nombrar el mundo, como hizo Adán en el Edén".
La obra narrativa de Duque se caracteriza, según Cabanillas, "por el afán de contar; ha construido una enorme comedia humana con cientos de personajes, muchos de los cuales quedan como gentes de paso en meandros argumentales; y también por el afán de conseguir un lugar que una la hermosura, la belleza y la verdad de las cosas antes de que se hayan roto".


Artículo publicado en la edición de Andalucía de El Mundo.

viernes, 17 de mayo de 2013

Los muros de Cataluña. Presentación en Sevilla.


800Books y la librería Beta se complacen en invitarle a la presentación del libro
Los muros de Cataluña
Javier Montilla
Presentará el acto
Álvaro Ybarra
director de ABC Sevilla
Jueves, 23 de mayo
19:30 horas
Librería Beta
C/ Sierpes, 25. SEVILLA


lunes, 13 de mayo de 2013

Uno por libre. Aquilino Duque visto por José Antonio Gómez Marín


    


 

13 de mayo de 2013 


Le han hecho un homenaje cumplido a Aquilino Duque entre varias instituciones de Sevilla, un homenaje merecido a quien muy probablemente es el escritor señero que la ciudad tiene en esta generación. He seguido a Aquilino desde que, hace mucho, mi maestro Maravall me recomendara vivamente un texto suyo que iba a salir en la Revista de Occidente, o quizá desde poco antes, cuando Eladio Cabañero me regalara una antología en la que asomaba un poema hermoso que Aquilino considera un “pecado de juventud”, y después no he dejado de leer sus ensayos y, sobre todo, sus novelas, esa memoria viva e insobornable de la vida española ilustrada con el eco cuidadoso de la europea que él –en Austria, en Italia, en Inglaterra…– tuvo ocasión de conocer de cerca sin intérpretes ni mediaciones. Pocos espíritus he conocido tan independientes, tan cimarrones –mi abuelo decía “trescarajistas”—como el de Aquilino Duque, un liberal-conservador, así como entreverado de Valera y Alcalá Galiano, indiferente a la crítica, cosmopolita discreto y narrador implacable en el que no es difícil percibir, sin embargo, un franco sentimiento compasivo. Se puede ser hombre de bien sin ser demócrata y a Aquilino, una cierta pulsión aristocrática le permite, yo diría que lo impulsa a proclamarlo, como quien no quiere la cosa, no me cabe duda de que desde la más clara conciencia. ¿Quién, excluidos los cafres y los paniaguados nostálgicos, osa decir hoy públicamente que, bien mirado, el franquismo dejaba al menos una salida y que esta partitocracia no pasa de ser, como diría Valle, “un albur o un barato”? Desde posiciones muy distintas, a muchos no nos queda otro remedio que respetar esa insolencia que más que irritar debería contribuir a una autocrítica en línea con el orteguiano “No es esto, no es esto”.
Aquilino vive en el campo, enterrados en libros y rodeado de frutales, como antes ha vivido en las Europas de la postguerra, fiel a su obsesiva vocación debeladora, a su intenso gusto por la memoria, esa guía irrenunciable, que el maneja como un entomólogo, clavando el alfiler de su ironía en la cabeza de nuestra malconocida mariposa. Firme, intransigente incluso, áspero cuando se tercia (que se tercia), fino siempre desde su medida diplomacia, solícito o despectivo, según, memorioso siempre. Y libre. Tiene derecho a replicar, como Camus a Simone de Beauvoir, “si la Verdad es de derechas, yo soy de derechas”. ¿Y qué, a ver?


Artículo publicado en la edición de Sevilla de El Mundo.

La Sevilla de Aquilino Duque. Por Antonio Burgos


 
Cuando conocí a Aquilino Duque, yo estudiaba todavía Bachillerato y él acababa de llegar de Cambridge, donde creo que fue únicamente para poder retratarse con un bombín y un paraguas, como un inglés. El encuentro fue en los altos del Club La Rábida, en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de la calle Alfonso XII, donde había nacido la revista "Aljibe", con él, Juan Collantes, Antonio Gala, Ángel Medina, Fernando Quiñones, Serafín Pro... Allí leyó aquella tarde fragmentos de una novela que nunca publicó, aunque ganó con ella el premio Ciudad de Sevilla: "Las torres de San Cayetano". Luego nos citamos en el saloncito de Los Corales donde Belmonte y El Gallo hacían tertulia. Le llevé para que me lo firmara su primer libro, "La calle de la Luna". Y me dio dos consejos que nunca he olvidado: que Sevilla es una deliciosa flor carnívora con la que hay que tener mucho cuidado, porque te devora en cuanto te descuidas; y que para sentir Sevilla hay que leer "Ocnos", el libro de Cernuda cuya primera edición él había encontrado en un baratillo londinense. Tuve en cuenta lo de la floristería carnívora y leí inmediatamente "Ocnos" en la edición de Ínsula, en aquellos tiempos en que decías "Cernuda" y la gente en Sevilla creía que te referías a Neruda con errata. Aquí no conocían a Cernuda más que Aquilino, Higinio Capote, Joaquín Romero Murube (que le escribió su responso difícil en ABC) y el académico Carlos García Fernández, que formó parte del grupo Mediodía y se carteaba con él. He evocado aquellos años y aquel Aquilino cuando he visto con alegría (y una cierta preocupación que al final diré) que uno de los poemas de "La Calle de la Luna" (1958), "Colegiala del Valle" ha sido colocado como homenaje en el que fue jardín del colegio. Como tantos otros poemas de "La Calle de la Luna", me sé de memoria ese soneto, y lo transcribo sin la errata de "curva" por "cuna" del ceramista: "Va entornando la cuna del tranvía/tus ojos soñolientos, colegiala". (En aquel tiempo, los tranvías entornaban los ojos de las enamoriscantes niñas del Valle y todo, y no como ahora, que no entornan absolutamente nada cuando pasan por la Avenida con la esquila del Muñidor de la Mortaja.) Soneto sentimental y precioso, que remata así: "Salta al jardín de las desilusiones,/colegiala sin flores ni ciudades,/a jugar a la comba con tus trenzas". 

Entre consulados del más allá , guías apasionadas de Doñana, monos azules y ruedas de fuego, el insobornable Aquilino Duque, que es como su España, Uno, Grande y Libre, ha escrito más que El Tostado. Mas si se hubiera quedado en poeta de un solo libro, con esa "Calle de la Luna" hubiera ya sido digno de toda recordación, cerámica o no. Ese libro es una guía sentimental de Sevilla y tiene poemas antológicos. Que lo digan a mí, que los incluí en mi antología de poesía popular "Rapsodia Española". Hablamos de Juan Sierra como poeta excelso de la Semana Santa, de la flor carnívora, pero anda que Aquilino... En ese libro primerizo viene el poema impresionante del Cachorro: "Esta noche, Manuel, tú sobre el puente". Y el soneto a la Esperanza de Triana: "Arriba la Esperanza trianera, viva la plata y viva la alegría". El de la Macarena: "Ni azahares ni luna te pondría". El de la Amargura, "Vengo del río allá, de la otra orilla,/ para verte llorando en tus varales". Y más Sevilla, con "Las huertas de Gelves": "La marisma es un ruedo sin fronteras;/es la plaza de toros donde Fernando el Gallo/le cortas las orejas al toro de San Lucas". Y el Patio de la Montería del último rey moro. Y los seises: "¿Qué voz os congregaba,/pájaros al Altísimo?". Y soleares del mejor corte: "Reloj de arena tu cuerpo,/te abrazaré la cintura/para que no pase el tiempo". Y el final rotundo: "Tienen los andaluces por patria el universo". El universo de Sevilla es la patria de Aquilino Duque. 

Ojalá el alcalde no lea "La Calle de la Luna". Porque con lo que le gusta una cerámica de zapata y zapatazo, puede poner Sevilla entera alicatada con azulejos de versos de Aquilino.


Antonio Burgos.


Publicado en ABC de Sevilla.

jueves, 9 de mayo de 2013

Homenaje al escritor Aquilino Duque

El pasado martes 7 se celebró la primera jornada del merecido homenaje al escritor sevillano Aquilino Duque. El primer acto del homenaje fue escenificado en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, con la sala de actos llena de público, en el magnífico marco de la Casa de los Pinelo, de la calle Abades de Sevilla, la directora de la Academia, Enriqueta Vila, dio la bienvenida a los presentes y tuvo unas breves palabras para el homenajeado para, a continuación, tras las breves intervenciones de los directores de la Fundación de Cultura Andaluza y de la Casa de los Poetas, dar la palabra a los tres ponentes que dictarían sendas conferencias sobre la obra novelistica de Duque. El primero en intervenir fue el poeta y profesor de literatura Jacobo Cortines, quién se fijó en la nueva entrega de las memorias del escritor, La Invención de la Pólvora, que edita Renacimiento y estará en breve a la venta. Original fue la intervención de José Julio Cabanillas, quien remarcó algunas características personales de la prosa del autor homenajeado. Por último, José Alberich realizó un repaso de la obra prosistica del autor, cerrando el acto el homenajeado con, una vez más, un discurso brillante y de inteligente humor.
La segunda parte del homenaje se trasladó a La Carbonería, local de histórica tradición cultural en la hostelería sevillana, donde Alicia Serna interpretó diversos palos flamencos con letras de Aquilino Duque, fue acompañada a la guitarra por el tocador Juan Jesús Bermúdez.
Al día siguiente el Alcalde de Sevilla, descubrió una placa en honor de Aquilino Duque en los sevillanos Jardines del Valle. Por la tarde, las veladas literarias se trasladan a la Casa de los Poetas, en el Casino de la Exposición, para tratar la obra ensayística y la poesía de Aquilino Duque.
La Asociación Cultural Ademán ha estado presenta en estos actos, celebrando el reconocimiento de la ciudad a tan insigne intelectual, que, no ha dejado de recordar en sus entrevistas de estos días, su labor junto a la Asociación como el sonado acto literario de homenaje al escritor Agustín de Foxa.
A. C. Ademán.