lunes, 31 de enero de 2011

EL PESO DEL PESIMISMO

Acompañado por Fernando García de Cortázar, Rafael Núñez presenta El peso del pesimismo, sobre el mito del fracaso de España .
El doctor en Historia y columnista de EL IMPARCIAL Rafael Núñez Florencio ha impartido este miércoles una conferencia en el Centro Cultural del Círculo de Lectores de Madrid, donde ha presentado su libro "El peso del pesimismo", acompañado por Fernando García de Cortázar.
EL IMPARCIAL / Fotos: Manuel Engo
26-01-2011

Como actitud personal ante la vida, el pesimismo aparece en casi todas las comunidades humanas. Pero como gesto cultural o moda intelectual, ha estado en unas etapas más en boga que en otras. Hay movimientos, como el Barroco, que no pueden entenderse sin esa visión negativa del universo. El pesimismo contemporáneo cuenta con una ilustre nómina de propagandistas, de Schopenhauer a Cioran, pasando por Spengler o Heidegger. En España, el lastre de las actitudes pesimistas ha condicionado el siglo XX, del 98 al desencanto.

En el marco español esa semilla hipercrítica, que raya en ocasiones en el nihilismo, fructifica en efecto con especial vigor. Estaba el terreno abonado para ello. La característica hispana será que ese talante reprobatorio se dirigirá contra el propio país, su cultura, su historia y sus habitantes hasta conformar un negativismo exacerbado. No es, como se dice a veces, consecuencia del 98. Basta fijarse como había arraigado desde mucho antes como verdad incontrovertible la noción de decadencia. En 1854 el Cánovas historiador presentaba la decadencia española como asunto colosal, sin parangón en la historia universal. No era extraño por tanto, sino congruente con ello, que el Cánovas gobernante considerara que los españoles simplemente eran... “los que no podían ser otra cosa”.

Es cierto que la pérdida de Cuba y sobre todo la humillante derrota ante los Estados Unidos intensificará esa falta de autoestima colectiva, pero a menudo se asimila impropiamente como “literatura del desastre” planteamientos que son anteriores. Baste consignar en este sentido el dato de que “Los males de la patria”, de Lucas Mallada, una obra que pasa por ser clave del regeneracionismo, aparece en 1890. Pero en todo caso es incuestionable que en las primeras décadas del siglo XX, se extiende como una epidemia intelectual la lamentación, el fatalismo y hasta un cierto masoquismo nacional (que puede representar muy bien la figura de Joaquín Costa).

De este modo, la nación “sin pulso” (Silvela), agonizante (Maragall), absurda (Ganivet), sumida en el marasmo (Unamuno), tristísima (Azorín), cainita (Machado) y mezquina (Baroja), llega a la sima de su declive. Ortega recogerá el testigo y diagnosticará contundentemente en España invertebrada “que de 1580 hasta el día cuanto en España acontece es decadencia y desintegración”.

Si la historia de España entera es, como afirma el filósofo, la historia de una decadencia interminable, todos los acontecimientos terminan ahormados a ese diagnóstico, que acaba siendo una profecía que se autocumple. En cierto sentido no era necesario esforzarse mucho para sostener esta percepción de las cosas: la nueva aventura colonial de España, esta vez en suelo africano, se salda con una serie de reveses que, en consonancia con la predisposición descrita, se viven como una sucesión de “desastres”, del Barranco del Lobo a Annual. Así las cosas, al español consciente que todavía se resistía a suicidarse, sólo le quedaba la mueca siniestra de la burla implacable. “España es una deformación grotesca de la civilización europea” dice Valle-Inclán en Luces de Bohemia. Aquí sólo cabe el esperpento: reír para no llorar.

España pobre, seca, árida, desolada: hasta en el análisis del medio físico se cargan las tintas y se derrama una sensibilidad plañidera. En contraste con el locus amoenus de la cultura clásica y de nuestros vecinos transpirenaicos -agua, árboles, cultivos, frescura, verdor- aquí sólo hay planicies polvorientas, montañas ásperas, calor infernal o frío extremo. Cielo inclemente y tierra avara son las coordenadas en las que se dibuja la indigencia del campesino español. Castilla en escombros titula su análisis Julio Senador. Con razón aquí no hay tradición de pintura de paisaje: el español nunca ha creído que merezca la pena nada de lo que le rodea. Y cuando al fin, siguiendo la estela de Haes y Beruete, los lienzos reflejan la realidad española, el resultado es la España sombría de Zuloaga o el país sórdido de Gutiérrez-Solana.

Al fin y al cabo, ése es también el espacio quijotesco. Se mantiene y acentúa así una tradición, cuyo punto de partida es la novela cervantina reinterpretada ahora en clave nacional: el hidalgo es España entera, que ha perdido la razón y que se destroza inútilmente luchando contra molinos y gigantes en un mundo cada vez más ajeno a sus cuitas e ideales. La interpretación se hace tan recurrente que se convierte en un tópico que luego repetirán incansablemente los visitantes extranjeros. Don Quijote sustituye a Carmen como representación del “alma española”, desde Dos Passos a Kazantzakis.

En este contexto la guerra civil se presenta para muchos observadores extranjeros -y no pocos españoles lo terminarán asumiendo así- como la tragedia a la que está abocado un pueblo como éste, brutal, primitivo, fanático. Cela, por ejemplo, hará de estos mimbres la materia de algunas de sus obras más reconocidas (San Camilo 1936, Pascual Duarte). Sin llegar a esos extremos, el propio Azaña en La velada en Benicarló había inaugurado el análisis de la guerra civil como un inmenso fracaso colectivo. Por esa senda caminarán luego muchos, tanto dentro del país (Laín Entralgo) como en el exilio (el Max Aub del Laberinto mágico).

La noción de fracaso, con todo lo que ello implica, vendrá a la postre a sustituir al antes omnipresente concepto de decadencia. Se impone una vez más una interpretación esencialista, según la cual los reveses de España no son casuales, sino el resultado de un mal profundo, llámesele como se le quiera llamar. Así, María Zambrano dirá que “inteligencia” y España son términos antitéticos. Otros se fijarán en el “fondo atávico” del español para dictaminar que éste es un pueblo nacido para la muerte, que hace de la sangre derramada su “fiesta nacional”: es la resurrección de la España negra, con Franco ahora como nuevo Torquemada y el nacionalcatolicismo como nueva Inquisición. Así al menos se lamentan los poetas: tierra anegada en sangre (Miguel Hernández), las “llagas de España” (Rafael Alberti), España madrastra (Cernuda), país del rencor (León Felipe), vieja y seca España (José Hierro).

En teoría, la consecución de un régimen democrático vendría a poner punto final a tal estado de cosas. En el terreno que aquí se considera, el paradigma de la normalidad sustituye a las nociones de inferioridad, fracaso y excepcionalidad. No hay que olvidar empero que en el ámbito ideológico las cosas no son tan lineales y sencillas. Es sintomático que el estado de ánimo más característico de la transición a la democracia no fuera la euforia, ni siquiera la satisfacción por los logros alcanzados, sino el llamado “desencanto”. Y es que no se pueden dar muchos pasos en una determinada dirección y luego intentar dar la vuelta, como si nada hubiera pasado. En conjunto, puede decirse que los españoles sólo aceptaron sin ambages un balance favorable de la transición cuando ésta adquirió categorías de modélica en la estimación foránea. Aun así, el rasgo más destacado de nuestros días es la enésima revisión (negativa) de ese tránsito en términos de olvido, traición y vergonzoso “pacto de silencio”.

Pese a que se ha llegado a una innegable equiparación con nuestros vecinos europeos en todos los aspectos, la historiografía española sigue recurriendo insistentemente a los términos de postración, amargura y desengaño como estigmas que acompañan nuestra trayectoria reciente. Una de las obras históricas más aclamadas y citadas en los últimos tiempos, consagrada al estudio del nacionalismo español del XIX, lleva el revelador título de Mater dolorosa. En la más reciente historia general de España, en el volumen dedicado al liberalismo, Josep Fontana ofrecía como síntesis del período esta demoledora sentencia: “Todo cuanto existe en España es contrario a la existencia de la libertad”. Bajo el título de “La España de los desengañados”, Ricardo García Cárcel -un historiador no precisamente pesimista en sus tomas de posición habituales-, hacía un repaso de la historia hispana de los últimos siglos, concluyendo que el desengaño es la médula espinal de nuestro devenir, desde Saavedra Fajardo, pasando por Jovellanos, siguiendo por Larra, continuando con el 98 y culminando con la guerra civil.

El valor de la cita estriba en que proviene, como las anteriores, de reputados historiadores de hoy mismo, no de trasnochados regeneracionistas del siglo anterior. Hoy mismo, en efecto, siguen publicándose artículos, comentarios y análisis de la misma índole. A veces, basta sólo con citar el título: “¿Otro 98?” (Andrés Ibáñez), “Otra vez dolor de España” (Manuel Ramírez), España, historia de un fracaso (Fernando de Orbaneja). En este último libro se citan elogiosamente unos fragmentos de El corazón helado, novela de gran éxito de Almudena Grandes: “Este país está mal hecho y hay que volver a hacerlo entero, de arriba abajo”. Y, más adelante: “Este país no ha hecho más que degenerar..., no es un país civilizado”. Y es que, como dice agudamente el antes citado Ibáñez, en nuestro idioma no existe un adjetivo para decir que algo tiene éxito (“exitoso” es palabra rara y bastante forzada), y las palabras positivas (ilusionarse, soñar, progresar) se prestan con facilidad a la burla o el desdén.


A muchos españoles les sigue pasando que sólo se encuentran cómodos cuando despotrican de “este país”, cuyo mero nombre les repele más que a Drácula las ristras de ajos. Aquí no se juzga la pertinencia de tales actitudes, sino que se constata su existencia como factor fundamental que determina percepciones y actitudes. Una determinada visión de la realidad termina también siendo un elemento real con el que hay que contar. La percepción de los hechos se convierte a su vez en hecho insoslayable. La crítica desesperanzada no es sólo una valoración, es un ingrediente con peso específico que configura la circunstancia histórica. Y, en definitiva, todo ello tiene un precio. Como en su día escribió Julián Marías, el pesimismo sobre España en su conjunto, la inveterada interpretación de nuestra historia como un rosario de errores, lleva al desaliento, propicia las impresiones de fracaso, inferioridad y desorden. De ahí, en última instancia, se nutre la desconfianza en el porvenir.

Desde el siglo XVII, el pesimismo ha sido más determinante que las posiciones contrarias en la cultura española. Sea por el substrato católico -valle de lágrimas-, la trayectoria histórica -el temprano esplendor-, nuestra excentricidad respecto al núcleo europeo o por otras causas (o todas ellas juntas), los efectos han sido -y siguen siendo- una concepción doliente de la vida, una desengañada visión del mundo y una negativa consideración de nuestra convivencia.

sábado, 29 de enero de 2011

EMBAJADORES EN EL INFIERNO

LOS TESOROS DE LA CRIPTA (ABCD Artes y Letras, 29-1-11)


El 2 de abril de 1954 atracaba en el puerto de Barcelona, entre arrebatadas muestras de alborozo, el «Semíramis», un buque procedente de Odessa en el que viajaban 229 combatientes de la División Azul, supervivientes de más de once años de crudelísimo cautiverio en los campos de trabajo soviéticos. La repatriación de estos supervivientes del gulag fue glosada por Torcuato Luca de Tena en una serie de vibrantes crónicas publicadas en ABC, que serían la semilla de un libro magistral, Embajador en el infierno, publicado al año siguiente (y galardonado con el Premio Nacional de Literatura), en el que Luca de Tena narraba la estremecedora peripecia de aquellos sufridos soldados, sin duda alguna el episodio más heroico de nuestra historia militar reciente, al hilo de los recuerdos del capitán Teodoro Palacios, apresado por el Ejército Rojo en la batalla de Krasny Bor, en febrero de 1943, la más sangrienta de todas las operaciones militares en las que participó la División Azul. El enorme éxito de Embajador en el infierno animó a Torcuato Luca de Tena a probar su adaptación cinematográfica.

Algunas variantes se incorporaron al guión de la película, comenzando por el propio título, que con su plural abarcador trataba de reconocer la abnegación callada de tantos divisionarios que resistieron el trato bestial que les dispensaron sus carceleros y también los cantos de sirena que les prometían un alivio en su cautiverio a cambio de la deslealtad. Para la dirección se pensó primeramente en José Luis Sáenz de Heredia, que declinó la oferta, tal vez por evitar convertirse en diana de un fuego cruzado entre falangistas (que pretendían que las alusiones a la Falange fueran omnipresentes en la película) y oficialistas (que exigían que se redujesen al máximo, para que el tono anticomunista de la historia fuese más provechoso al Régimen, que por aquellas fechas acababa de ser reconocido por la ONU y respaldado por la visita de Eisenhower a España). Así fue como se contrató a José María Forqué (1923-1995), que a la sazón acababa de codirigir con José Antonio Nieves Conde La legión del silencio y que ya contaba con cuatro largometrajes en su ejecutoria, aunque ninguno de ellos hubiese gozado de excesivo aplauso.

Con Embajadores en el infierno, sin embargo, Forqué se convertiría en uno de los directores más cotizados de la época; y su prestigio se afirmaría después con obras como el poderoso drama social Amanecer en Puerta Oscura (1957), premiado en Berlín, los policiales De espaldas a la puerta (1959) o Accidente 703 (1962) y, sobre todo, con las comedias Maribel y la extraña familia (1960) o Atraco a las tres (1962). Y es que Forqué era un cineasta de una intuición y limpidez narrativas fuera de lo común, con un sentido de la puesta en escena adelantado a su tiempo; y con un dominio virtuoso del cine coral.

Cúspides de emoción

Embajadores en el infierno se beneficia de un plantel de actores soberbio (con especial mención al apuesto Antonio Vilar, que encarna al capitán Adrados, y al atormentado Luis Peña, que interpreta al traidor Alvar, un trasunto de César Ástor, comunista y desertor de la División Azul), y de unos decorados asombrosos de Ramiro Gómez, que reconstruyó con gran verosimilitud los barracones y alambradas de los campos de trabajo soviéticos en Burguete (Navarra). Pero si por algo destaca Embajadores en el infierno es por la temperatura dramática, que logra mantener sin desfallecimiento hasta su desenlace, con cúspides de emoción en secuencias como aquella del comienzo en que el capitán Adrados, viendo que sus soldados flaquean cuando sus captores los interrogan sobre sus creencias religiosas, se proclama «católico, apostólico, romano», o aquella otra en que pronuncia un alegato de defensa ante el remedo de tribunal que lo acusa de sedición. El tramo último de la película, desde que los divisionarios embarcan en el «Semíramis» hasta que son recibidos en el puerto de Barcelona (aquí Forqué intercala imágenes del NODO), y muy especialmente cuando escuchan por radio los mensajes de sus familiares, resulta conmovedor y catártico, más allá de afinidades o discrepancias ideológicas. Forqué recuerda que, en el día del estreno, «al llegar al final, se hizo un gran silencio; y la sala se llenó de pañuelos porque la gente lloraba. Parecía aquello un campo nevado». Nevado como la estepa rusa; pero más hospitalario y benefactor.

Embajadores en el infierno fue examinada con lupa por las autoridades franquistas, que al parecer llegaron a incluso a prohibir su estreno preventivamente. Forqué cuenta que, para su dictamen definitivo, acudieron a una proyección José Luis Arrese, ministro Secretario General del Movimiento, Agustín Muñoz Grandes, general al mando de la División Azul y a la sazón ministro del Ejército, y Gabriel Arias-Salgado, ministro de Información, que unos años antes había mantenido agrias fricciones con Torcuato Luca de Tena; y que, al final de la misma, uno de los tres rezongó: «La cabronada es que la película es muy buena». Tenía más razón que un santo; la cabronada es que, medio siglo más tarde, siga sin reconocerse (por razones antípodas, pero igualmente cerriles) tal evidencia.

Juan Manuel de Prada

embajadores en el infierno. José María Forqué. Protagonizada por Antonio Vilar y Rubén rojo. España, 1956

EXPOSICIÓN SOBRE TORRENTE BALLESTER EN LA BIBLIOTECA NACIONAL


La Biblioteca Nacional explora las múltiples facetas del proteico escritor y poliédrico personaje en el colofón del centenario del Autor de 'Los gozos y las sombras'

MIGUEL LORENCI / MADRID
Día 27/01/2011


"Soy un escritor anticuado, y toda mi fuerza me viene de este hecho". Así se definía Gonzalo Torrente Ballester (Ferrol, 1910- Salamanca, 1999) cuya intensa vida y extensa obra se repasa en la muestra 'Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester' que acoge la Biblioteca Nacional como colofón del centenario del nacimiento del escritor y académico gallego. Premio Príncipe de Asturias en 1982 y Cervantes en 1985, decía Torrente que el autor de 'El Quijote', como él, "fue en su tiempo un autor arcaizante". "Esto no supone naturalmente comparación alguna, pero sí un discipulaje cada vez más consciente y voluntario".
Cervantes fue, en efecto, uno de los ejes de la proteica vida de Torrente Ballester, personaje de muchos perfiles que trata de desentrañar esta muestra que la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y la infanta Elena, inauguraban el mismo día que se cumplían doce años del fallecimiento del autor de 'Los gozos y las sombras' o 'La saga-fuga de J.B'. Ha sido organizada por la Sociedad Estatal de Acción Cultural y la Fundación Gonzalo Torrente Ballester (FGTB), con la colaboración del Instituto Cervantes.
Además del narrador y el dramaturgo, la muestra se ocupa a través de infinidad de documentos, fotos, publicaciones y objetos del Torrente fotógrafo, del profesor, del periodista y el crítico teatral, del cinéfilo, del padre preocupado por su extensa prole, de su proximidad y alejamiento al franquismo, de de su interés por las artes plásticas y la música o por las nuevas tecnologías.
Correo electrónico
No en vano, fue Torrente Ballester el primer académico en abrir una cuenta de correo electrónico en 1993, mucho antes de la eclosión de internet. Fue también un pionero en el uso de la informática y se puede ver en la muestra su primer portátil, un armatoste, junto a las máquinas de escribir a las que sustituyó.
También están sus cámaras fotográficas, sus grabadoras y magnetófonos y parte de su colección de maquetas de barcos y de más de 300 teteras que dan prueba de su amor por la milenaria infusión y de su carácter filobritánico. "Era un hombre muy culto, curioso, inquieto y con un gran afán documental, además de un gran escritor que se permitía todas las licencias fantásticas posibles" explica Miguel Fernández-Cid, comisario de la muestra junto a Carmen Becerra.
La exposición propone un exhaustivo recorrido por la trayectoria vital y literaria del escritor a través de más de 200 piezas -muchas de ellas inéditas- entre manuscritos, libros, artículos de prensa, cartas, fotografías, cuadros, dibujos y diversos documentos y objetos que nos acercan a su iconografía personal. Sus bastones, sus gruesas gafas de miope, sus plumas, sus mecanoscritos o sus notas nos aproximan al perfil humano de un cascarrabias de enorme inteligencia y talento literario, consagrado como uno de los puntales de la literatura en español del siglo XX.
Comisariada por y la exposición arranca con el retrato de Torrente que Damián Flores pintó con motivo de la concesión del Premio Cervantes. "La literatura se aposentó en mis entrañas como un virus contra el que no caben defensas ni se ha inventado aún la vacuna. Me poseyó y me posee con esa entereza de algunos amores y algunas mujeres, no me ha soltado jamás, no me ha dejado libre, pero me ha exigido serlo ante el resto de las cosas reales" se lee antes de iniciar un recorrido por la totalidad de las primeras ediciones de sus libros y sus manuscritos de todas las épocas, casi todos corregidos a mano por el escritor.
Para posteriores exposiciones se han preparado facsímiles, tras iniciarse el proceso de digitalización de los archivos (en papel y sonoros) de la FGTB. Como avance, en la exposición de la BN puede escucharse la conferencia 'El Quijote por un hombre moderno' que el escritor pronunció en la Universidad de Carleton de Ottawa en 1969 y que preparó y grabó en un magnetófono.
Itinerante
'Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester' se verá este año y el próximo en los centros del Instituto Cervantes de las ciudades con las que el escritor o su obra tuvieron especial relación, igual que el año pasado recaló en las ciudades españolas en las que vivió el escritor o con las que mantuvo una especial vinculación, esto es, Ferrol, Salamanca, Santiago de Compostela, Logroño o Pontevedra.

Llevan al cine las aventuras del teniente divisionario Arturo Andrade


LA DIVISIÓN AZUL AL CINE

Gerardo Herrero -ganador de un Óscar por El secreto de sus ojos- producirá y dirigirá la adaptación al cine de la novela de Ignacio del Valle (en la fotografía) El tiempo de los emperadores extraños. Juan Diego Botto será Arturo Andrade, y Carmelo Gómez, el sargento Espinosa. Se empezará a rodar en febrero en Lituania.

http://blogs.elpais.com/version-muy-original/2011/01/botto.html

Por su parte, Empereurs des ténèbres, editorial Phébus, la edición francesa de El tiempo de los emperadores extraños, se encuentra entre las novelas finalistas del premio Violette Noir del Festival de novela negra de Toulouse. Se concede a la mejor novela negra extranjera publicada en Francia.

Los medios de comunicación franceses están prestando una gran atención a esta novela que se desarrolla en el seno de la División Española de Voluntarios o División Azul:

http://www.lemonde.fr/livres/article/2010/06/17/empereurs-des-tenebres-d-ignacio-del-valle_1374187_3260.html

http://www.franceculture.com/emission-jeux-d-epreuves-emission-du-samedi-17-juilllet-2010-2010-07-17.html

http://www.liberation.fr/culture/06012141-sous-les-couvertures-alex-ross-ignacio-del-valle-susanna-rowson

http://www.telerama.fr/livres/empereurs-des-tenebres,57327.php

+ info sobre el autor en:

http://www.ignaciodelvalle.es
http://ignaciodelvalle.blogspot
http://twitter.com/ignaciodevalle
http://www.myspace.com/ignaciodelvalle

martes, 25 de enero de 2011

Reedición de Alvaro Cunqueiro




La cocina cristiana de Occidente

Cunqueiro, Álvaro

GASTRONOMÍA (NF). Historia
Junio 1981



SINOPSIS

«Aquí van sin orden ni concierto», advierte Cunqueiro en su Introducción a este libro, «mis saberes del arte culinario, y de vinos, y también mis invenciones (…). Lo que yo quise dar, poniendo gusto en la pluma mía, es un mural de la Cocina Cristiana Occidental, y, en él, ante los platos y los vasos, los hombres que supieron crear, supieron apreciar, y en llegando al punto de perfección de receta, decir sí y sanseacabó… El gozo de imaginar a un duque de Berru en una galería comiendo una liebre que nunca comió, o a un santo bretón vendimiando el "muscadet", que nunca vendimió, o al conde-duque de Olivares probando el gazpacho yendo hacia Doñana con el fatuo Felipe IV, o a unos canónigos tarraconenses en una merendola de popets...

Estos textos fueron escritos en muy diversas épocas; hay trozos que lo fueron en días mozos, y otros en la cincuentena. Pero en todos ellos encantará el lector entusiasmo, es decir, una abierta alegría por que le haya sido concedida al hombre la cocina, el hallazgo de las ilustres recetas. Mi amigo don Pedro Mourlane Michelena solía decir que "sin vino no hay cocina, pero sin cocina no hay salvación, ni este mundo ni en el otro".

DE LA GRAN COCINA
...
Pero aún faltaba el gran capítulo: la comida con que Néstor Luján nos obsequió al poeta Joan Perucho, a Martí Farreras y a mí.

Néstor se fue de víspera al restaurante "Milán" a tratar del asunto. Entró a cocinas y exigió. En sitio aquel, con un maître de gran calidad, en el que no hay que esforzarse nada para convencer de que una comida es un asunto importante, y de que un fracaso coquinario equivale a un fallo en el meollo mismo de la civilización cristiana de occidental, que descansa en cuatro o cinco cosas, que participan tanto de la institución como de la silogística. Puestos a tabla, debutamos con un aperitivo. Un champaña Laurent Perrier, cuvée Grand Siécle, del dominio de Tours-sur-Marne, cerca de Reims, con unas pastas secas. Había que poner en forma la boca. El champán tenía la palidez del sol matinal de mediados de otoño, y las burbujas ascendían desde el fondo de la copa a la velocidad de la Asunción de Nuestra Señora en la pintura clásica. Comenzamos la comida propia con una crema de langosta que hubiese complacido en Caen, a aquellos catadores de demoiselles, y pasamos con la parsimonia que conviene a un foie-gras de rara suavidad, aromático, casi espumoso. Luján sacó de sus reservas un Château d'Yquem, 1953, Luz-Saluces, embotellado en el castillo, y obsequio del señor marqués de Saluces, que es el jefe de una de las más puras estirpes de Francia. Con su dulzor, con su calor, con su amplia arquitectura, se explica uno que le gustase al señor Montaigne, que era de allí al lado, y a su amigo La Boëtie. Tengo la seguridad de que si hago ahora mismo una nueva lectura de los "Ensayos" -que tanta compañía me llevan hecho a lo largo de la vida-, notaría aquí y allá la claridad irrefutable de ese precioso Château d'Yquem.

¿Y después? Pues una poularde cocinada con un Saint Emilion. ¡Oh, Paraíso! Y el vino que bebimos entonces, previo examen de conciencia, fue nada menos que un Château Ausone. ¡El vino de Décimo Magno Ausonio, de aquel hombre pacífico y cordial, el primero de los poetas latinos de las Galias, que tantas veces se demoró en la contemplación de las viñas bordelesas cuando se ponían elégíacas como él y daban sus hojas oro y púrpura al viento de octubre!

Todo lo que añadiese a esto, en postres y licores, no estaría a su altura. Pero no puedo menos de señalar que bebimos una copita de aguardiente de frambuesa de Estrasburgo, embotellado por Dolfi, y del que hay, en el mundo, escasas botellas. Una caricia.

Y así fueron las cosas".

Alvaro Cunqueiro.


Difícilmente encontrará el lector curioso más anécdotas entretenidas y lectura más amena y sugerente que esta Cocina Cristiana de Occidente. Pocas veces un libro ha podido aunar tanta erudición, tanto humor y tanto gozo. Descubrimos a través de su páginas que la cultura y la historia del Occidente cristiano es cocina : la austeridad y la prohibición engendran transgresiones, y reyes, guerreros, obispos y poblaciones enteras, desde hace veinte siglos, no han hecho sino desobedecer sistemáticamente las leyes de la templanza y esmerarse en la satisfacción y sofisticación de sus gustos.

lunes, 24 de enero de 2011

Y EN SEVILLA CONSTRUYEN SETAS


Aquellos comunistas soñadores y sus locas, locas, arquitecturas.

Taschen recopila la arquitectura de los últimos años de la URSS.
ELMUNDO.es Madrid

Hubo una vez un país llamado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuyo proyecto social estaba basada en una serie de postulados idealistas (igualdad, progeso, racionalismo) que inspiró a algunos de los mejores arquitectos de la primera mitad del siglo XX. Suena bien, ¿verdad? En la realidad, casi todo les fue mal a los habitantes de ese país desde el principio. Y sus arquitectos se quedaron sin la inspiración socio-política de los buenos tiempos. Pero les quedó el aire quijotesco durante décadas y décadas. Y, por eso, en los años 70, hubo un insólito florecer de la arquitectura.

Pobres arquitectos soviéticos, construyendo castillos en el aire hasta los últimos años 80. Su obra ha sido rescatada ahora por el fotógrafo francés Frédéric Chaubin que busca 'la cuarta edad' de la arquitectura soviética en un libro editado por Taschen llamado 'Cosmic Communist Constructions Photographed'. El fotógrafo ha seleccionado 90 edificios situados en 14 ex repúblicas soviéticas, muestras de ese inesperado renacer.

No había una 'escuela'. No había una tendencia. Las construcciones solo representan el caos de una época impulsada por un sistema en decadencia. Toda la diversidad arquitectónica refleja el final de la Unión Soviética. Un mosaico de estilos que refleja la ideología de la época desde la obsesión por el cosmos hasta el renacimiento de la propia identidad.

La muerte de Lorca, revisada


EFE - ALFREDO VALENZUELA / SEVILLA Las investigaciones sobre la muerte de Federico García Lorca y el lugar de su enterramiento efectuadas por el periodista Eduardo Molina Fajardo, falangista granadino y admirador incondicional del poeta, han vuelto editarse casi 30 años después, con su título original, "Los últimos días de García Lorca".

Los familiares de Molina Fajardo (1914-1979) han permitido la reedición porque tras su publicación en 1983 se convirtió "en un libro de referencia de muy difícil acceso" y ante la infructuosa búsqueda de la fosa donde fueron enterrados sus restos en el Parque García Lorca de Alfacar (Granada), "lugar que había quedado descartado ya en este libro".

Según ha dicho a Efe David González Romero, editor de Almuzara, sello que ha vuelto a publicar la obra, se trata de "una de las investigaciones de campo más importantes y más influyentes que se han hecho en torno al caso Lorca, sólo comparable al de Agustín Penón, aunque éste último estuvo perdido muchos años y ha sido publicado recientemente."
Las investigaciones de Molina Fajardo "siguen siendo incontestables en muchísimos aspectos por su serie de 48 entrevistas y testimonios recabados, por su enorme aporte documental y por su profunda honestidad", según el editor.

Como hombre del movimiento y falangista, con Molina Fajardo hablaron "por primera vez muchas personas implicadas o con conocimiento del caso que habían mantenido un duro y pertinaz silencio", entre ellos Ramón Ruiz Alonso, el capitán Nestares, o un posible testigo de su enterramiento, el falangista Pedro Cuesta Hernández, entre muchos otros.

Molina Fajardo, un enamorado de Lorca que llegó a publicar poemas suyos en momentos nada propicios en los periódicos que dirigió, "estableció una guía minuciosa de investigación que no pudo culminar pero que, por suerte, han seguido muchos y ha dado frutos que podemos rastrear en las obras de Ian Gibson o Gabriel Pozo, los cuales siempre han elogiado el trabajo recogido en este libro."

La crítica fácil al libro, la de que fuera fruto de la investigación de un falangista, acreditado periodista de la prensa del movimiento en Granada, queda fuera de lugar pues el tiempo le ha dado la razón en numerosos aspectos.

González Romero recordó que "siempre se dijo que Molina Fajardo intentaba por todos los medios exculpar a Falange del crimen, pero hoy Gabriel Pozo reconoce que el exceso de celo de la familia Rosales, cabeza de Falange en Granada, por protegerlo y salvarlo pudo ser uno de los motivos que enconaron las circunstancias para que asesinaran a Lorca."

"Además, el libro de Molina Fajardo hace una apuesta clara y analítica por dirimir responsabilidades; hoy es un hecho reconocido que la presión de un sector de la derecha granadina, perteneciente a la CEDA, fue la que movió todos los resortes para que Lorca resultase fusilado", añadió.

domingo, 23 de enero de 2011

LOS PROSISTAS DE LA FALANGE


elcultural.es, 23 Enero 2011


Francisco UMBRAL Publicado el 19/03/2000

La paz franquista trajo unos cuantos poetas oficiales y muchos buenos prosistas. Los prosistas de la Falange, como alguna vez los he resumido, son burguesía, alta burguesía y aristocracia que, bajo el beneficio de la guerra, continúan su bohemia cultural o sus numerosas carreras. Eugenio Montes, Sánchez-Mazas, García Serrano, Agustín de Foxá, González-Ruano, Dionisio Ridruejo (más conocido como poeta, aunque peor), Mourlane Michelena, Agustín de Foxá, Jacinto Miquelarena, etc.

¿De dónde sale esta generación de señoritos que hizo la guerra o no la hizo, que tienen todos, o casi, mucha cultura y que se acogen a la glosa del trirreme romano para no meterse en harina franquista? Son algo así como un 27 de la prosa, por la cantidad y por la exigencia. También lo son porque su género común es el artículo literario -tan cercano al poema- y parecen desdeñar los géneros largos. El magisterio común lo tienen, vivo, en Eugenio D'Ors, aunque se le ha asignado a Ortega, que convenía más. Esto es uno de tantos escándalos literarios, pues están tan cerca de D'Ors que a veces conmueven. Uno diría que son una generación de burgueses liberales que ganaron una guerra dictatorial porque se habían apuntado a ella, sin saber a lo que se apuntaban, y que luego aparecen abrumados por la Victoria, una victoria militar que les arroja al confín de la literatura fascista. No era eso lo que querían, salvo Serrano Suñer y algún otro, como Areílza (poco escritor), de modo que se aprecian en todos ellos como unas adumbraciones que explican su silencio literario y su escasez de libros.

Esbozo aquí esta generación -interesantísima-, y luego estudiaré aisladamente a algunos de ellos, los mejores o los que a mí más me han llegado. Los del 27 entraron en Europa por el vanguardismo. Estos entran por el fascismo, pero también son muy europeos.

Se desentienden algo del imaginario franquista. Utilizan el Imperio para pasar a otros Imperios. Montes era galaico y urgente, Sánchez-Mazas era germánico y católico. García Serrano era navarrico y soldado, Foxá era decadente y cínico, quizá el más escritor, Víctor de la Serna era noble y compañón, César era dandy, monárquico e indiferente, Mourlane era enciclopédico y cafetero. Miquelarena era señorito e ingenioso. Etc.

Luego están los poetas de la Falange, que eran menos e influyeron menos: Rosales, Panero, Vivanco, el citado Ridruejo. Rosales es un poetón casi genial, Vivanco es apretado, certero y poco. Ridruejo hace sonetos de piedra a la piedra. Todos los Paneros fueron buenos poetas. A Leopoldo, el padre, casi le vi morir. Pero vino de pronto el ventarrón de la poesía social, el galernazo “comunista”, ahora en verso, Blas de Otero, José Hierro, etc., y la juventud empezó a escribir así, una poesía prosaica y sin maneras, pero que imaginaban devastadora para el Sistema.

El Sistema les dejaba pasar e incluso les patrocinaba, pues la poesía es un enredo que no hace daño a nadie y desahoga las conciencias. De modo que aquellos poetas -generación del 36 se decían- no tuvieron espacio histórico que ocupar.

Pero de la poesía social hablaremos más adelante. Los prosistas de la Falange, pese a ser cortos de obra y discretos de presencia, tuvieron estrella y estela entre el gran público, o al menos entre el público universitario, casi siempre pastoreados por don Eugenio, del que luego abjurarían algunos, como Ridruejo:

-Hoy me produce ternura.

Sánchez Mazas escribe en una embajada hispanoamericana su novela Rosa Kruger, bella, rica, numerosa y desgobernada. Les leía un capítulo cada noche a los refugiados de la Embajada. Montes se avecinda en Italia como corresponsal lírico de la Roma de Mussolini, García Serrano escribe buenas novelas y vive en unos perpetuos sanfermines patrióticos, que es lo suyo. Foxá sale en las novelas de Malaparte, viaja y vive, escribe Madrid de Corte a checa, una novela que es como un apunte del Ruedo Ibérico, de derechas, pero llena de calidad y de calidades e incluso de calidez.
César González-Ruano nunca hizo otra cosa que esteticismo de un lado o de otro, porque no se tomaba en serio nada, salvo la literatura. Le dedicaré capítulo aparte, ya que es el que más he tratado de esa generación.

Antes de la guerra, habían andado todos muy mezclados con el 27, como digo, porque eran casi lo mismo, y Montes también hacía greguerías:

“Los árboles nos contemplan con las manos en los bolsillos”.

Tenían todos la obsesión de Europa, no sé si como un hierro fascista o como un hierro realmente europeísta, al igual que el 27, pero equivocaron el camino y cayeron en el nacionalismo de Hitler. ¿Por qué la Historia se reparte sus hombres y los gasta? Razones familiares, culturales, personales, misteriosas. ¿Por qué son fascistas La Rochelle, Montherlant, Paul Claudel?

Nunca sabremos si el fascista nace o se hace. En todo caso, Dios nunca abandona a los buenos fascistas, como hubiera dicho Tierno Galván, y esta generación está partida en dos, cosa que no suele decirse, porque son otro 27 y las meras razones geográficas, a veces, hubieran situado a un hombre del otro lado. Resulta que amaban la misma Historia. Uno está por culpar a los mentores ideológicos -D'Ors, Serrano Suñer, Primo de Rivera- del fracaso histórico y literario de ese otro 27 que llamo “los prosistas de la Falange”, y donde también hay poetas. Los que se han dicho.

sábado, 22 de enero de 2011

CENSURA CULTURAL TAMBIÉN EN FRANCIA

No sólo en España se censuran homenajes literarios, también en la laicista y liberal República de Francia, se veta el homenaje a uno de sus más grandes novelistas.
Todo un ministro de Cultura del gobierno derechista de Sarkozy cede ante la presión del lobby judío y retira del programa oficial del Estado el homenaje a uno los escritores galos más reconocidos, innovador y modernizador de la escritura francesa y mundial.
De nuevo, se esgrimen motivos ideológicos y políticos para censurar a un escritor. ¿Qué haríamos en España con la memoria de Quevedo y su odio a judíos y moros, qué haríamos con Alberti y sus loas a Stalin, a sus juergas en el Madrid de las checas, que le censuró Miguel Hernández?.
Si Céline, en vez de mostrarse antisemita, hubiese hecho mofa de, por ejemplo, la religión católica, del Papa y de los cristianos, no sólo no sería censurado, sino que probablemente sería celebrado como un progresista luchador de la libertad?, así le va a Europa.
Por cierto, Miltus Hindus, gran admirador y estudioso de su obra, era norteamericano...y judío.


A. C. Ademán

Francia retira los actos de homenaje a Céline por su antisemitismo.

El gobierno francés ha decidido retirar los actos de homenaje previstos para este año con motivo del 50º aniversario de la muerte del escritor Louis-Ferdinand Céline (1894-1961), debido a las presiones de grupos judíos.

Serge Klarsfeld, presidente de la asociación de hijos de Judíos deportados de Francia (FFDJF), y un famoso cazador de nazis, ha mostrado esta semana su indignación al conocer los actos de homenaje previstos en homenaje a Céline, autor de textos antisemitas.

"Después de mucho reflexionar y sin actuar bajo la influencia de la emoción, hemos decidido no incluir los actos de homenaje a Celine", ha declarado el ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, este viernes.

El listado de celebraciones nacionales, que contiene decenas de personalidades y eventos, es publicado anualmente por el Ministerio de Cultura y elaborado por un comité presidido por el historiador Jean Favier.

"Esto no es un rechazo contra Jean Favier y el resto de miembros del comité que elaboran el listado, pero si un punto de inflexión (...) Asumo la responsabilidad," ha manifestado Mitterrand.

Celine es autor de 'Voyage au bout de la nuit' ('Viaje al fin de la noche') y 'Mort á crédit' ('Muerte a crédito'). También escribió folletos de carácter antisemita.

"Es un alivio", ha manifestado Klarsfeld después de la decisión del ministro. "Quiero felicitar a Frederic Mitterrand, por tener la valentía de solucionar esta metedura de pata".

Henri Godard, gran especialista en Céline, que había redactado la reseña sobre el escritor en la selección para 2011, admitía "las objeciones" a homenajear a "un hombre de un antisemitismo virulento". Sin embargo, Godard recordaba también que se trata de uno de los más importantes escritores franceses de la primera mitad del siglo XX.

"Es un inmenso escritor francés, el más traducido y difundido en el mundo después de Proust. Está en la pléyade, muy leído en bolsillo. Aparte de eso, es un auténtico cabrón", resumía.

jueves, 20 de enero de 2011

Biografía de Sánchez Mazas


Una excelente biografía de Rafael Sánchez Mazas lo reivindica como figura clave de la cultura vasca contemporánea.

JON JUARISTI
Día 09/01/2011


COMO inesperado regalo de Año Nuevo, me llega la biografía de Rafael Sánchez Mazas que acaba de publicar una editorial de Bilbao, Muelle de Uribitarte, bajo los auspicios de la Fundación Bilbao 700-III Millenium. Este Rafael Sánchez Mazas. El espejo de la memoriaes obra de Alfonso Carlos Saiz Valdivielso, historiador del periodismo vasco, crítico taurino y biógrafo avezado (autor de una clásica biografía de Indalecio Prieto). La de Sánchez Mazas se incluye en una colección de Bilbaínos Recuperados que cuenta ya, por lo que veo, con una abultada nómina: desde Aranaz Castellanos, que fue un estupendo costumbrista crítico, forzado a dar salida a sus libros en editoriales madrileñas, hasta el gran escultor Quintín de Torre, pasando por el pintor Adolfo Guiard o el poeta Juan Larrea. Son precisamente los nombres excluidos del canon de la cultura vasca por un nacionalismo cegato, y es un buen síntoma que la Bilbao del tercer milenio los reivindique y recupere.
Con todo, la condición de bilbaíno irrecuperable no me parece tan penosa. Bilbao ha cumplido en los tiempos modernos una función semejante a aquella que tuvo en el imaginario medieval la mítica isla de Escandia, una matriz de pueblos que se desparramaron por el continente creando reinos desde Rumanía a Toledo. No se sabe el porcentaje exacto de humanidad con ancestros bilbaínos, pero debe de ser elevadísimo. Vargas Llosa nos recordó, por ejemplo, que la feminista y revolucionaria francoperuana Flora Tristán tenía raíces en el Bochito. Los bilbaínos dan mucho juego cuando se vuelven turcos.
Sánchez Mazas fue un bilbaíno nacido en Madrid, como para ilustrar el famoso axioma de que los bilbaínos nacen donde les da la gana. Tal desliz no habría bastado para negarle el padrón étnico, pero tuvo la debilidad de hacerse falangista, con el carnet número cuatro. Más camisa vieja, imposible. Como observó Andrés Trapiello, ganó la guerra pero perdió la paz. Estas cosas marcan. Si te apuntaste a Falange en 1933, pongamos por caso, ello quiere decir que toda tu vida anterior no fue sino una propedéutica al fascismo y la posterior queda igualmente vista para sentencia, porque la crítica de izquierdas aborrece la ambigüedad. Yo probé un poco de este jarabe de palo en una polémica con el difunto Ernest Lluch, que me acusó de fascista retrospectivo porque sostuve que La vida nueva de Pedrito de Andía, de Rafael Sánchez Mazas, era una de las novelas más hermosas del siglo XX español. Sigo pensando lo mismo.
Saiz Valdivielso ha escrito una biografía excelente, con un impresionante repertorio gráfico. Ilustra la portada del libro el retrato que hizo de Sánchez Mazas y de Pedro Mourlane Michelena, vestidos ambos a la moda romántica, el pintor bilbaíno Aurelio Arteta. Un vestigio de la ciudad literaria de los años de la Gran Guerra, en la que los maurrasianos de la Escuela Romana del Pirineo, nacionalistas vascos como Jesús de Sarría y Alejandro de la Sota y socialistas como Arteta y Julián Zugazagoitia se movían en los mismos círculos y colaboraban en las mismas publicaciones surgidas al rebufo del noucentismecatalán y del vorticismo inglés. Así fue, aunque no guste a algunos que se recupere ese episodio de la historia cultural vasca.

martes, 18 de enero de 2011

Presentación de "La Playa de los Alemanes"

Sevilla, 18 de Enero de 2011

Con una sala llena de público se presentó anoche la novela de Javier Compás La Playa de los Alemanes en el incomparable marco de la Fundación Valentín de Madariaga.


Rosa y Esperanza García Perea de la editorial Jirones de Azul, organizaron y presentaron el acto. La presentación del autor y su obra corrió a cargo, realizando una muy brillante intervención, del escritor, traductor y editor, Antonio Rivero Taravillo.
Entre el numeroso público asistente se encontraban relevantes personajes de la cultura sevillana como los escritores Fernando Iwasaki y Aquilino Duque, así como representantes de diversos sectores de la sociedad hispalense.


Al final de las intervenciones Javier Compás firmó numerosos ejemplares de su libro a todos los presentes que se acercaron para ello.


Tras el acto de presentación, todos los asistentes pudieron compartir unos momentos de distendida charla en el claustro del edificio, degustando los magníficos vinos de Bodegas Beronia.

miércoles, 12 de enero de 2011

Novedad editorial de Plataforma 2003

Aquí hubo una Guerra. Otra Memoria histórica. Otra Antología

Antología de más de un millar de textos, referidos al proceso histórico y político que arranca de 1936 y del que se puede deducir tanto la razón (¿de donde venimos?) como las características de dicha herencia española.
Se trata en buena parte , de textos poco conocidos, olvidados o escondidos (algunos de ellos rigurosamente inéditos como la memoria sobre el diario Arriba o el testimonio de Carlos Arias sobre su encuentro con el General Gutiérrez Mellado). Los textos suponen la cita de medio millar de personas datadas y están documentados con la máxima precisión en más de mil notas de pie de página.
Los textos, producto de una larga, paciente y heterogénea colección, están enlazados por reflexiones y memorias personales, en un discurso lineal y autobiográfico, de modo que, como se dice en la dedicatoria, el conjunto da cuenta del proceso mental de quien, siendo un joven joseantoniano en la inmediata posguerra, es hoy, por ley del tiempo, un anciano que contempla el curso ideológico de su vida y de la sociedad en que vive, revisando las palabras que le afectaron en cada tiempo.
En este marco y con aquella visión personal, Aquí hubo una guerra comprende cuatro observaciones principales: La Guerra, La Falange, El Franquismo y la Transición.
La idea dominante es la necesidad de objetivar aquellos análisis sobre la base de que los tratamientos del pasado, y en suma de la herencia española, son parciales o tendenciosos en la medida de que no se parta, en cada caso, del hecho fundamental de que aquí hubo una guerra.
La Guerra es la explicación que no se puede postergar, y menos aún olvidar, si se quieren entender cabalmente, por encima de los apasionamientos, todas su consecuencias en cuanto fenómeno de instalación histórica en la que estamos desde 1939, sin solución de continuidad, a pesar del cambio de las formas políticas.
Tal tesis, tan paradójica a primera vista, se documenta con testimonios de autoridad, preferentemente universitaria, que son soporte y argumento de la Antología.
(Texto tomado de la Explicación, pág. 9)

340 páginas. Encuadernación: rústica con solapas. Portada a todo color
Pedidos a : pedidos@plataforma2003.org ; Tlf.: 91 535 42 45 y fax: 91 536 24 34.
PVP: 36 €

domingo, 9 de enero de 2011

Una Ciudad Literaria

Día 09/01/2011 - 08.40h
Los lectores tenemos manías difíciles de explicar. Prefiero leer a escritores en español antes que a los de otras lenguas, aunque si son de mi edad (entre cuarenta y cincuenta) los leo también aunque sean birmanos. Y cuando leo en castellano le doy prioridad a los autores hispanoamericanos, a no ser que se trate de escritores españoles que quiero y admiro. Por otro lado, casi siempre leo por trabajo (reseñas, prólogos, encargos) y me reservo para las noches y los viajes las lecturas por placer, dejando para las horas muertas los compromisos ineludibles. Sin embargo, a medida que transcurren los años crece cada vez más el número de libros de escritores sevillanos o residentes en Sevilla, que antes me obligaba a leer para estar simplemente al día y que hoy disfruto porque me conciernen como habitantes de una ciudad literaria.
Doy por sentado que todos conocemos a José María Vaz de Soto, Salvador Compán, Julio Manuel de la Rosa, Juan Eslava Galán, Hipólito G. Navarro, Aquilino Duque, Antonio Rodríguez Almodóvar, Diego Carrasco, Juan Ramón Zaragoza, Antonio Álamo, Eliacer Cansino, Fito de Cózar, José María Conget, Juan Bonilla o Eduardo Jordá, escritores con una trayectoria larga y contrastada, para concentrarme en los narradores que comenzaron a publicar a partir del año 2000. Pienso, más bien, en Luis Manuel Ruiz, Eva Díaz Pérez, Enrique Baltanás, Isaac Rosa, Francisco Pérez Gandul, Nerea Riesco, Paco Robles, Juan Carlos Palma, Carmen Camacho, José Luis Rodríguez del Corral, Braulio Ortiz Poole, Javier Mije, Juan Antonio Maesso, José Carlos Carmona, Manuel Gregorio González, Iñigo Ybarra, José Antonio Francés, Jesús Cotta, Soledad Galán, Javier González, Alejandro Luque, Andrés González Barba, Sara Mesa, Antonio Rivero Taravillo, Laura Rosal y Andrés Pérez Domínguez, entre otros que he venido leyendo durante los últimos diez años. Y los he citado sin ningún orden y sin consignar fechas de nacimiento, porque sólo me interesaba dejar claro que en Sevilla existe una comunidad de escritores, que sin duda es más numerosa porque mi enumeración no es exhaustiva.
Por otro lado, durante los últimos años han surgido en Sevilla nuevas editoriales como Metropolisiana, El Mono Azul, Isla de Siltolá, Los Papeles del Sitio, El Olivo Azul, Paréntesis, Point de Lunettes, Cangrejo Pistolero, Jirones de Azul, RD o Ultramarina Cartonera, que le han dado visibilidad a nuevos poetas y narradores; por no hablar del programa de Jesús Vigorra en Canal Sur o del maravilloso trabajo de Lucía Cobos y Nuria Lupiáñez al frente de Edere Comunicación, una empresa que ha puesto a Sevilla en el mapa de las movidas literarias de España.
Y sin embargo, Sevilla se está quedando sin librerías, las páginas de cultura desaparecen de los periódicos y la literatura ha dejado de interesar en nuestra ciudad. Quizá los escritores sevillanos deberíamos zurrarnos más a menudo, porque las trifulcas literarias dan mucho juego. O hacernos ateneístas en mogollón, tomar el poder en la primera asamblea y decretar que sólo puedan ser Reyes Magos los mecenas de la cultura.

viernes, 7 de enero de 2011

Presentación de La Playa de los Alemanes



El próximo lunes 17 de enero a las 20:30 en la Fundación Madariaga, la editorial Jirones de Azul presentará la novela de Javier Compás, La Playa de los Alemanes.
Intervendrán en el acto el escritor Antonio Rivero Taravillo, así como las editoras Esperanza y Rosa García Perea, y el propio autor.
Al termino del acto se servirá una copa de vino español cortesía de Bodegas Beronia (D. O. C. Rioja)



miércoles, 5 de enero de 2011


RAFAEL GARCÍA SERRANO

Juan Van Halen.-

(La Gaceta. 19-7-2010)

Le caí bien y desde aquel momento se notó. Ya entonces supe que la entrevista la salva el entrevistado y la cobra el entrevistador.Rafael García Serrano estaba siempre en guardia, como si mantuviese la alerta del parapeto. Tenía una mirada interrogante, muy viva. Era culto, acogedor y sin dobleces. Atesoraba una coherencia vital que inquietaba a los acomodaticios y una sinceridad que molestaba a los mentirosos. Ya entonces su reino no era de este mundo y no quiero pensar cómo se sentiría ahora en esta España de pinochos zigzagueantes. A lo mejor la muerte le vino a su tiempo y además para bien, evitándole disgustos, aunque él no se hubiese acoquinado.Rafael producía una cierta incomodidad en ciertas personas que él conocía de antiguo, desde antes del diluvio, pero nunca sintió la necesidad de complacer a los complacientes. No tuvo que descargar su conciencia –Descargo de conciencia tituló Laín el libro en el que entonó su mea culpa político– pidiendo perdón a quienes nunca piden perdón. No había por qué. Jamás calló aunque por ello recibiera papirotazos y sinsabores; de los primeros se defendió con su bien afilada pluma; supo recibir los segundos con indulgencia que no dañaba su entereza. Era un idealista sin complejos, como el del soneto de Ángel María Pascual, su amigo. Como buen navarro, le encantaba la fiesta de los toros –es delicioso su libro de relatos Los toros de Iberia– y nunca apostó por los cabestros.Luego le seguí como articulista acerado de prosa impecable. Era un tiempo de grandes articulistas, algunos de ellos raptados ya por la muerte, otros ninguneados por el olvido, y no pocos, vivos y muertos, tiznados por la envidia, que es el vicio nacional. Rafael García Serrano tenía a veces asperezas de legionario y su estilo literario no admitía tributos a la ñoñería; escribía “a trancas y barrancas y echando el carro por el pedregal” como aconsejaba Azorín, escritor con el que no podrían encontrársele afinidades apreciables. Parecía escribir cabalgando, como Garcilaso.Lo primero que leí de Rafael fue Eugenio o la proclamación de la primavera, una novelita –el diminutivo atiende sólo a su extensión– militante, ilusionada, sin concesiones a la melancolía. La novela de los diecinueve y veinte años. Dice que Eugenio, su amigo y protagonista de la narración, es “el muerto que yo hubiera querido ser”. Afortunadamente no lo fue, aunque estuvo a un paso de serlo; recibió una herida de guerra y convaleciente en un hospital avanzó en la construcción de su Eugenio, la historia de un muchacho que nada tiene que ver con el ideal que parece desear Marina Geli, consejera de Salud de Cataluña.La novela más conocida de Rafael es La fiel infantería, luego llevada al cine, y con numerosas ediciones. Recibió el Premio Nacional de Literatura, lo que no la libró de ser retirada de las librerías por la censura. Así se movían quienes se empeñaban en ser más papistas que el Papa. La fiel infantería y Madrid, de Corte a checa, de Foxá, son las dos grandes novelas de la Guerra Civil desde la perspectiva de los nacionales. Foxá es otro personaje políticamente incorrecto. Se ejerce sobre él una persecución post mórtem por los sucesores ideológicos de quienes fueron a su casa para darle matarile en las tapias de la Casa de Campo y le dejaron en paz cuando enseñó su pasaporte diplomático y su nombramiento de cónsul de la República en Bombay. Un miliciano se dirigió a sus colegas: “Vámonos, casi nos cargamos a un indio”. Tal cual.Rafael García Serrano publicó una obra muy interesante en el mimo de las palabras, Diccionario para un macuto, que debería haberle abierto las puertas de la Real Academia, aunque esa venerable institución no ha cambiado demasiado desde que se meó en sus tapias el joven Alberti. A veces, como el lago Ness, es más conocida por sus monstruos que por sus bellezas. Pienso en Galdós, derrotado en su primer intento de ingresar en la Academia por un señor Commelerán, que en nombre y fama literaria no ha resultado inmortal, pero que ganó aquella votación.Como novelista brilla en las descripciones, en el andamiaje de las situaciones y en el retrato de sus personajes. Plaza del Castillo, Los ojos perdidos, Cuando los dioses nacían en Extremadura, entre otras, son grandes novelas.Recuerdo a Rafael en su salsa de gran conversador; hablamos mucho. Aprendí de él y conocí su generoso apoyo a los jóvenes que queríamos abrirnos camino al olor de las linotipias como él lo había hecho de muchacho al olor de la pólvora.

LOS FIGURONES MAGOS

Francisco Robles

(ABC de Sevilla, 4-1-11)

El humo del tabaco mata y el humo del incienso atonta. Si el Gobierno ha prohibido el primero en toda España, en la muy aduladora ciudad de la ojana no hay nadie que sea capaz de regular el segundo. El incienso, que debería destinarse para crear esas volutas barrocas que anteceden a las Imágenes con mayúscula cuando salen a la calle, se repartirá a granel durante estos días en el centro y en los barrios. Porque no hay collación o barriada que se libre de una cabalgata de reyes magos, o de un cartero real precedido de los guerreros de las galaxias, o de un heraldo que anuncia lo que todo el mundo sabe que va a ocurrir. En este punto y hora uno no tiene más remedio que hacerse la pregunta del millón de caramelos que se tirarán y que en muchos casos se quedarán pegados al suelo: ¿por qué hay tantos reyes magos en Sevilla?
La erótica del poder se ha trasladado de la política a la ficción, de la poltrona al trono, del coche oficial a la carroza. El figurón hispalense necesita revestirse de lo que sea para ser alguien en la ciudad. Por eso se multiplican las cabalgatas hasta el hartazgo. No hay distrito municipal, asociación de vecinos, hermandad o cofradía, tertulia cofradiera o peña futbolera que no monte algún sarao relacionado con el hondo y bellísimo misterio de la Epifanía. Y los políticos, los primeros. Mucho laicismo de boquilla, pero estos progres de guardarropía se desviven por ponerse las barbas de Melchor o por teñirse de Baltasar.
Tocamos aquí la segunda causa de la proliferación de cabalgatas por los barrios: el clientelismo político. La cabalgata de barrio es carne de demagogia. La financia el mismo concejal que sale de rey mago. Se apuntan los dirigentes vecinales que quieren hacer carrerita política a la sombra del partido. Y se lanzan soflamas en el ambigú que sirve para ponerse púos de botellines de mangazo tras la mascarada: «Nosotros organizamos cabalgatas para el pueblo, para que todos los niños puedan salir en una carroza, que ya está bien de que sólo puedan hacerlo los fachas del centro…» ¿O es que alguien piensa que la política sevillana es de alto vuelo?
Con tanta cabalgata ambulante, con tanto heraldo y tanto cartero, lo difícil en esta ciudad del incienso y la ojana, del figuroneo y el disfraz, es no haber salido nunca a la calle con una barba postiza o con la cara pasada por el betún de Judea. Tan es así, que más de uno habrá sentido la tentación de encargar una tarjeta de visita con el subtítulo de rigor: «Nunca ha salido de rey mago o similar». Porque de rey mago no se sale. Es el más hermoso oficio que se pueda ejercer en la intimidad del hogar. Y el premio no tiene nada que ver con la adulación ni con el oropel, sino con los ojos de ese niño que en la mañana de la Epifanía nos devuelve al territorio inmaculado de la infancia.
NUEVA ACTUALIZACIÓN DE"GACETA DISIDENTE". --

NOVEDADEDITORIAL: PROCESO A JOSÉ ANTONIO, FALANGE COMO SERVICIO, ESPAÑA COMO DESTINO,VV.AA.--

NOVEDAD EDITORIAL: DE CADA CUATRO CAYERON TRES, PERSECUCIÓN Y MUERTEDE LA FALANGE FUNDACIONAL, DE CRISTÓBAL CÓRDOBA--

GRANADA, 2 DE ENERO DE 2011, PRESENTACIÓN DEL LIBRO: SUEÑO QUE SOY PIEDRA,DE GUILLERMO ROCAFORT--

+ info en http://gacetadisidente.blogspot.com/

LA FUNDACIÓN BANCO SANTANDER MUESTRA UN AGUSTÍN DE FOXÁ DESCONOCIDO Y SIN PREJUICIOS
Entrevista a Jordi Amat en Canal Fundación Banco Santander
http://www.youtube.com/watch?v=BLFU6qHil1s
—Teatro, papeles personales y artículos dan una luz distinta de uno de los autores españoles más atípicos del siglo XX. Andrés Trapiello y Luis Alberto de Cuenca revelarán aspectos desconocidos del personaje en la presentación del volumen al público—

para leer + http://www.fundacionbancosantander.com/media/docs/Notaprensa%20Foxá.pdf

lunes, 3 de enero de 2011

NUEVO LIBRO DE PACO ROBLES

El escritor y periodista Francisco Robles nos deleita con estas crónicas "rancias" desde la Gran Manzana, impresiones de sus viajes a Nueva York. Robles nos deleito con sus palabras a todos los asistentes al homenaje literario que la Asociación Cultural Ademán organizó recientemente en Sevilla.


Un rancio en Nueva York

Autor: Francisco Robles

Editorial: Jirones de Azul

Año: 2010

Género: Narrativa

ISBN: 978-84-92868-31-5



La muy noble, leal, invicta, heroica y mariana ciudad duerme la siesta.

En Nueva York es la generosa y cóncava mañana, que diría Borges. El rancio se prometió a sí mismo que volvería como la oscura golondrina que se empeña en regresar al lugar de la vida. Y lo hizo. Al año siguiente se plantó otra vez en la roca madre de Manhattan para demorarse en el gozo de la relectura: una ciudad se lee con los pies, no se olvide jamás este aserto. Hoy, al tercer año, el rancio resucita las impresiones de aquellos dos viajes para que todo quede en la nada de este libro. Lorca escribió “Poeta en Nueva York”. Uno, que es mucho más humilde, le ha colocado el artículo para no arrogarse la categoría, para quedarse en la soledad del individuo: “Un rancio en Nueva York”.

Sobre el autor:

Francisco Robles (Sevilla, 1963) es licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Española y Literatura en excedencia. Su primer libro fue Tontos de capirote, retratos irónicos sobre los personajes que pululan alrededor de la Semana Santa de Sevilla. Posteriormente haría algo parecido con sus novelas Las ferias de las vanidades y Monipodio. Cuando no toca la ironía le gusta concentrarse en los poetas para divulgar su obra, de ahí sus dos ensayos y antologías de dos paisanos suyos: Cernuda para jóvenes y Poesía eres tú: Bécquer, el poeta y su leyenda. En 2006 publicó Historia de Sevilla junto a Álvaro Pastor Torres, fruto de una serie de televisión homónima. También es autor de la compilación Semana Santa. Una antología literaria, así como Mester de Progresía (2006), Hijos de la Logse (2008), Trío de capilla (2008) Juan Ramón y el Flamenco (2009) o Sevilla, ciudad eterna.

En la actualidad es articulista de ABC de Sevilla, colaborador de Canal 10 en “Noche 10” y “Curri y compañía” y en Onda Cero con “Herrera en la Onda”. Director de la revista Pasión en Sevilla y del Aula de Cultura de ABC de Sevilla. Está casado y tiene, por orden de aparición, dos hijos y un perro.

La guerre d’Espagne – L’histoire face à la confusion mémorielle


La guerre d’Espagne, qui divisa si profondément l’opinion publique à la veille de la Deuxième Guerre mondiale, n’a jamais cessé de hanter la mémoire collective et de nourrir les interprétations les plus diverses. Au lendemain de la dictature franquiste, pendant les mémorables années de la « Transition démocratique », les historiens purent s’adonner librement aux recherches du domaine de leur connaissance. Un certain consensus émergea lentement sur les principales conclusions à tirer des événements. Mais très vite, l’accord fragile vola en éclats, victime des coups de boutoir de politiciens, de journalistes et de pseudo-historiens inconscients.

Voilà déjà plus de dix ans que les controverses violentes sont de retour. La guerre civile espagnole est à nouveau un lieu privilégié d’affrontements partisans et de manipulations idéologiques ; elle est un véritable enjeu culturel pour les hommes politiques de la Péninsule.

Paradoxalement, il est redevenu pressant de faire le point de façon sereine, rigoureuse et désintéressée, par-delà les thèses irréconciliables, partielles et réductrices. Le professeur Stanley Payne est de ceux qui se consacrent à rétablir les vérités les plus outrageusement bafouées. Historien prestigieux, reconnu internationalement comme l’un des meilleurs, sinon le plus grand, dans sa spécialité, il répond de manière dépassionnée et systématique aux questions les plus polémiques. Son livre est d’autant plus indispensable que le grand public français n’a jamais disposé jusqu’ici d’un semblable ouvrage de synthèse.