
Escritor, presidente de la A. C. Ademán, Sumiller.
Entrevista de Félix J. Machuca. ABC 20-12-2010
Con Vargas Llosa
—Llevo asumiéndolos bastante tiempo. Y siempre es ingrato moverse en una situación liberal, abierto a todo, a criticarlo todo y a poner bien, aunque sea políticamente incorrecto, al que haya que poner bien.
—Se lo digo porque estoy convencido de que algunos, que no leen mucho e interpretan sesgadamente, intentarán crucificarlo…
—Un libro que en la portada tiene la cruz gamada puede ser que defienda o ataque lo que representa ese símbolo. Últimamente es usual criticar lo que representa esa cruz. Para descubrir lo que pasa en mi libro con esa bandera habrá que leerlo.
—Dejemos el tema y vayamos a su novela. ¿Realidad, ficción, fifty fifty, literatura al fin y al cabo?
—Literatura al fin y al cabo, con sustrato de realidad, pasajes históricos reales pero con una poderosa aportación fantástica creada por mi calenturienta mente.
—Pero siempre ha existido ese runrún de nazis escondidos en la costa y en la sierra andaluza, tras la caída de Hitler. ¿Ud bucea históricamente en aquellas peripecias?
—Algunas noticias tengo de ellos. Pero de escondidos nada. Vivían a cara descubierta, habían sido aliados durante la guerra civil y España fue pro eje hasta la mitad de la segunda Guerra mundial, cuando le empezó ir mal a Alemania.
—No se ocultaban pero tampoco lo pregonaban…
—Si es así. León Degrelle fue reclamado por el gobierno belga para ser juzgado y por una cosa o por otra nunca fue entregado a los aliados. Se quedó aquí, en Constantina.
—Es capaz de adelantarme un título periodístico sobre aquellos nazis en Andalucía más real que literario…
—La costa andaluza fue un refugio de antiguos nazis tras la segunda guerra mundial.
—Por cierto, usted sigue siendo miembro y ahora presidente del grupo cultural «Ademán», últimamente empeñado en la loable tarea de derribar ciertos mitos guerracivilistas entre los escritores literarios de la época. ¿Se entiende ese deseo o no?
—El que haya asistido a nuestros actos culturales de este año y ha escuchado lo que allí se ha dicho, no tendrá la menor duda de que, efectivamente, tenemos ese espíritu: el de superar antiguas rencillas culturales por motivos políticos y normalizar el mundo literario en España.
—¿Están ustedes agradecidos a la intolerancia absoluta de IU municipal que boicoteó un homenaje literario a Foxá y os proyectó, en cambio, como asociación cultural?
—No. Yo hubiera preferido que se hubiera tratado a «Ademán» con todos sus derechos de asociación cultural y, por tanto, de libre acceso a un centro cívico, antes de que se nos amordazara por sectarismo político.
—Los Tribunales también han hablado contra aquella arbitraria decisión y han condenado a la señora Medrano a pagar una seria fianza…
—«Ademán» jamás juzgará la decisión de un juez. Pero qué duda cabe que un político que se dice al servicio de los ciudadanos debe velar por los derechos cívicos y jamás cercenarlos
—Creo haberle oído al señor Torrijos que esa decisión jurídica le parece desproporcionada y no propia de estos tiempos…
—Lo que no es propio de estos tiempos es censurar actos culturales.
—Pero IU entiende que sus apuestas culturales son actuales y progresistas.
—La base de la posición de IU para prohibir el acto de homenaje a Foxá fue por motivos ideológicos. Y yo creo que por motivos ideológicos no se debería prohibir ningún acto cultural, salvo que exaltara el odio y la violencia, cosa que sí hacen grupos extremistas de ideas aberchales invitados a actuar en Sevilla.
—¿Le parece que olvidemos el asunto? Por qué no me indica un buen vino para brindar por su novela…
—(Risas) Para que no se enfade nadie y ya que estamos en Andalucía, un buen Tio Pepe frío sería aconsejable.
—¿Y otro para brindar por la buena literatura?
—El que más me gusta para leer es un buen amontillado
—Y, por favor, con este no se corte: recomiéndenos uno muy español para brindar por la libertad y contra las falsas alarmas…
—Lo voy a sorprender con un vino muy español: un cava catalán. Es el que mejor cuadra a estas fechas.