La ópera prima de Javier Compás atrapa desde sus diversos escenarios narrativos. El filón de los nazis en Cádiz da aún de síDijo el inolvidable Beni de Cádiz que la provincia que le vio nacer es la más internacional del globo. Así lo justificó: al norte limita con España, al sur con Marruecos, al oeste con los Estados Unidos (la base aeronaval de Rota es la más extensa e importante fuera del territorio norteamericano) y al este con Inglaterra (vía Gibraltar).Pero el artista, el mismo que respondía a la pregunta de si le gustaba el whisky que tenía Escocia en el estómago, olvidó que su querida Cádiz está plagada de alemanes. Entre San Fernando y Sotogrande los hay viviendo, veraneando, trabajando. Bastantes se dedican al espionaje. El Estrecho de Gibraltar siempre les subyugó. Ansían controlar la llave mundial del tráfico naval, nexos entre Europa y África en una España siempre aliada.La presencia germana en Cádiz tiene leyendas y realidades. El eje Madrid-Berlín de Franco- Hitler casi invadió Gibraltar tas la guerra fratricida. El almirante Wilhem Cannaris, jefe del Abwher (inteligencia nazi) planeó el ataque desde la terraza del Hotel Reina Cristina algecireño. Franco no dio luz verde al plan desaconsejado por sus generales más influyentes. Desconoció el gallego que sobornaron a sus asesores más inmediatos talentosos espías británicos. Llámese servir a la patria y jurar banderas.Otras leyendas confluyen en la playa de los Alemanes. Sita en Zahara de los Atunes, congregó el selecto exilio nazi cuyas casas, según un piloto de helicópteros en los setenta, dibujaban una cruz gamada desde el cielo. Al lado construyeron un lujoso hotel (Atlanterra, hoy bajo las excelencias de Sol Meliá), donde hacían cónclaves para recordar el III Reich.En ese lugar mágico, magnífico sin levante, se cuece la primera novela de Javier Compás. Playa de los Alemanes (Jirones de Azul) es una trama narrativa que bascula sobre los hijos de un aviador falangista afincado en Sevilla como abogado y el de un nazi refugiado en Madrid.Un extraño accidente, ideado por un cazanazis en la playa que oculta Odessa (organización que ayudó a los nazis a exiliarse tras la II Guerra Mundial), en 1973 desata unas historias donde la realidad acaricia la ficción y al revés. Lo retazos autobiográficos del autor son evidentes, al igual que los guiños descriptivos que se incluyen en la novela sobre caldos, licores y buena mesa de nota. Compás es tributario de su licenciatura en Historia y experto catador. La vena gourmet sobresale sutilmente.El foco del relato pivota sobre recuperar herederos de nazis en la España del siglo XXI y el maletín que Himmler ‘perdió’ en Barcelona. Ahí portaba claves para encontrar el Santo Grial, fuente de poder y conocimiento. Los nazis patearon el mundo tras ese objetivo. Los españoles, siglos atrás, intentaron localizar en El Dorado la eterna juventud. Excelsos empeños.La ópera prima de Javier Compás atrapa desde sus diversos escenarios narrativos. Recita en su volumen nombres reales relativamente maquillados con algunos de sus actos. El filón de los nazis en Cádiz da aún de sí. La alianza hispano-germana sigue vigente. Un ejemplo: en Chiclana hay un centro de espionaje electrónico conjunto. Los lugareños lo conocen como ‘chalé de las antenas’.Merkel y Zapatero se tutean. Antes, González y Kohl. Al sur bautizamos una playa homenajeando a nuestros amigos europeos. Compás atrapa el lugar para nominar una incursión narrativa absolutamente recomendable. Es imperioso bañarse en sus páginas.
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