miércoles, 26 de septiembre de 2012

12 de Octubre. Día de la Hispanidad


Un nutrido grupo de españoles vienen sacrificando su tiempo y su esfuerzo por llevar a la calle dignamente la celebración del Día de Nuestra Patria. Superándose cada año, integrando a todos los sevillanos que sientan a España como la Patria común de todos, el empeño heredado por tantas generaciones que nos legaron un país grande y orgulloso que ha cubierto de páginas de gloria la historia de la humanidad.
Todos debemos acudir a los actos programados para ese día, populares, familiares, entrañables, con el único objeto de celebrar juntos el orgullo de ser españoles y, en estos momentos de incertidumbre, reafirmar nuestra españolidad y la integración de todos los pueblos que formamos este gran país. Allí estará Ademán y allí esperamos veros a todos.

 Nuestra Asociación va a colaborar humana y activamente con los actos conmemorativos del 12-Octubre en Sevilla.
 A ninguno se nos escapa la importancia de la defensa de la Unidad de España especialmente en estos años de continuo desafío independentista.
 Por eso nos dirigimos a ti para animarte a participar con tu asistencia a estos actos (cuya información detallada te haremos llegar) y para pedir que hagas una aportación económica en nuestra cuenta en Bankinter.
 El detalle es el Siguiente:

Asociación Cultural ADEMÁN:

0128-0713-81-0500002124

Muchas gracias por tu compromiso.

martes, 25 de septiembre de 2012

Son catalanes, y no les avergüenza su españolidad


Romualdo Maestre.

El nacionalismo separatista quiere hacer incompatible ambas realidades

Casi cuarenta años de silencio. De trágala con el movimiento más carca y reaccionario que aparecerá en los libros de nuestra reciente Historia. De envenenamiento continuo sobre leyendas inventadas, cocinadas a beneficio propio, cogidas con alfiler, sin ninguna base científica ni rigor histórico. De inventarse un enemigo allí donde no lo hay (nos roban, nos expolian, nos pisan…) para tapar sus vergüenzas, al 3 por ciento de comisión o de asalto a mano armada al Palau de la Música. Casi cuarenta años de chantaje a los dos grandes partidos nacionales sin mayorías absolutas, PP o PSOE, acudiendo al calor del poder central para demostrarle a su pueblo cautivo que sin ellos no conseguirían nada. De pulso continuo al Estado de Derecho pasándose por el arc de Berà todas las sentencias donde ponían en solfa la igualdad de derechos de sus administrados (léase oposiciones en la función pública, enseñanza en castellano o multas por rotular en español). De ambigüedad calculada, de tira y afloja, de lloro continuo y grito falso, de ahora toca tensar la cuerda o sacar las huestes a la calle para pedir la independencia. De falacias como que fuera de España Cataluña sería la Suiza europea, cuando ellos han despilfarrado y saqueado en las arcas públicas como todos. Casi cuarenta años dando la imagen de centristas moderados, de emprendedores responsables, de buenos gestores que apoyaban la iniciativa privada y el saber hacer catalán. Y miren por donde, vienen los tiempos difíciles, y los descubrimos. Ya no hay minorías en Madrid a las que chantajear, ni dinero para mantener el tinglado de embajadas de risa en el extranjero, ni paniaguados culturetas que viven a costa de los presupuestos. Ahora se trata de elegir: hospitales o cursos de inmersión lingüística; asilos o asociaciones de defensa de lo cateto-identitario; atender a los ciudadanos o al círculo de militantes, amigotes y parientes que han chupado de vuestros pechos pseudo románticos.
Y lo peor es que a este teatrillo de lo absurdo, del nacionalismo más retrógrado, se ha unido una izquierda que ha tragado el anzuelo. La misma que presumía de internacionalista, la que consideraba que los derechos de los trabajadores estaban por encima de sus fronteras naturales, ha dado un giro radical para mirarse el ombligo y convencerse a sí mismos que el suyo es muy diferente del del resto de los españoles, ya sean estos andaluces, murcianos o canarios. Qué lastima de socialismo taimado y cuatribarrado.
Contra esto, no vale luchar con las mismas armas del nacionalismo. Su odio a España hay que devolvérselo con infinito amor a Cataluña. Buscan esa finta, que nos pongamos a su misma altura, para engañarnos, para hacer creer a los suyos: “Lo veis, ya os lo avisamos, están contra nosotros”. Nada puede favorecer más al secesionismo que campañas a favor de que saquemos el dinero de sus cajas de ahorro o no consumamos cava por Navidades. Eso podrá asustar a su clase empresarial, como todas muy preocupada por las ventas, pero da alas al radicalismo. Tampoco es aconsejable la rabieta de “que se vayan”. No es la solución del problema sino el principio del fin. Que se vayan los que han mentido y engañado a su pueblo creando una falsa esperanza que nunca se podrá llevar a cabo. No se concibe a España sin Cataluña ni viceversa.
El próximo 12 de octubre, día de la Hispanidad, puede ser una oportunidad. Un grupo de jóvenes catalanes que se sienten españoles, sin un euro, sin apoyo de los partidos políticos, sin más medios que las redes sociales, quieren manifestarse a las 12 en la Plaza de Cataluña de Barcelona para decir alto y claro que no todos los catalanes son iguales. Que hay una inmensa mayoría, hasta ahora silenciosa y callada, que no traga con el nacionalismo segregador. Que prefieren vivir dentro de una comunidad, España, que ha jugado un papel determinante en Occidente, a la que pertenecen por derecho propio porque así lo decidieron hace más de 500 años. La misma que los ha encumbrado, ayudado y socorrido cuando ha hecho falta. Ellos se sienten tan catalanes como españoles y piden nuestra ayuda. Quieren que los apoyemos, que no les demos la espalda para que puedan celebrar su contra manifestación. No sabemos qué repercusión tendrá. Si irán mil, dos mil o cuarenta mil. Eso es lo de menos. Lo único importante es que no se sientan traicionados ni abandonados por defender unos colores en un territorio hostil que los ha condenado y estigmatizado cuando menos como fachas. El 12 de octubre puede ser una oportunidad única para poner un punto y aparte en estos casi cuarenta años de dictablanda -pero totalitarismo al fin y al cabo-, nacionalista.

Comenzamos temporada con nuevo acto literario


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carrillo ante el Juez Supremo

Por su interés reproducimos el siguiente artículo de César Vidal sobre el último genocida comunista del siglo XX

 

Pequeño saquete de maldades

De esa manera calificó Felipe González a Santiago Carrillo en aquellos años de la Transición tan idealizados, y que con sus polvos nos trajeron los lodos en que ahora estamos enfangados. Felipe González, por supuesto, menospreciaba al adversario y, en especial, mostraba su resentimiento consustancial hacia alguien que le podía haber causado un daño enorme.
Pol Pot
 Carrillo procedía del PSOE, donde había entrado bajo los auspicios de su padre, Wenceslao, un socialista histórico, y de Largo Caballero, el Lenin español. Sin embargo, el joven Santiago se percató desde muy pronto de que aquel PSOE no iría muy lejos en el camino de la revolución proletaria. En 1934, el retrato que aparecía, lustroso y revelador, en el despacho de Carrillo no era otro que el de Stalin, el hombre que modelaría su vida. Cuando, en octubre de ese año, el PSOE, apoyado en los nacionalistas catalanes, se alzó en armas contra el Gobierno de la República, Carrillo se hallaba entre los golpistas, pero no dio –según contaron sus compañeros de filas– muestras de valor físico. Incluso alguno se atrevió a acusarlo de haber sufrido descomposición intestinal. Fuera como fuese, Carrillo corrió a esconderse, pero acabó dando con sus huesos, brevemente, en la cárcel. Salió con la victoria del Frente Popular, y a esas alturas ya era un submarino del PCE que procedió a unificar las juventudes socialistas y comunistas bajo el control de Moscú.
Stalin
 De su paso por la guerra, su camarada Líster diría que "nunca asomó la gaita por un frente". Era cierto, pero no fue la suya la labor típica del emboscado. Por el contrario, convertido en el equivalente al ministro del Interior de la Junta de Madrid, llevó a cabo las matanzas de Paracuellos. El tema es discutido aún por algún apologista de la izquierda, pero hace años que Dimitrov y Stepanov zanjaron la cuestión atribuyendo directamente a Carrillo el mérito de las matanzas masivas en la retaguardia. Tampoco él lo ocultó durante años. Carlos Semprún refirió al autor de estas líneas cómo Carrillo reconocía en privado que los asesinatos en masa se habían debido a sus órdenes, aunque lo hacía sin jactancia, explicando que la guerra era así.
Kim Jong-Il
 Cuando concluyó el conflicto, Carrillo formaba parte de los comunistas fanatizados aún creían en que Stalin descendería como deus ex machinapara arrebatar el triunfo militar a Franco. Con el despiste de no comprender lo sucedido y el ansia de ajustar las cuentas a todos, escribió una carta memorable a su padre, uno de los alzados contra Negrín en el golpe de estado de Casado, carta en la que renegaba de su condición de hijo y afirmaba que, de estar en su mano, lo mataría. Su progenitor le envió una respuesta que haría llorar a las piedras, disculpando a Carrillo y atribuyendo el episodio a Stalin. Los comunistas se habían batido como nadie contra Franco, pero, a la sazón, no pasaban de ser un montón de juguetes rotos, niños de la guerra incluidos. Stalin colocó a Pasionaria al frente del PCE, más por su servilismo que por su inexistente talento; a un desengañado Díaz se lo quitó de en medio en un episodio que nunca se supo si era suicidio o asesinato, y comenzó a buscar a alguien totalmente desprovisto de escrúpulos para encabezar el PCE futuro.
Gadafi
 A Carrillo le tocó la lotería del dictador georgiano simplemente porque reunía todas las cualidades: amoralidad, ausencia de afectos naturales, sumisión absoluta a Moscú, disposición a derramar sangre si así se le ordenaba... Décadas después, tras un programa de televisión en que participamos ambos, Jorge Semprún me diría que Carrillo era el único superviviente de aquella generación y que se iría con sus secretos a la tumba. No se equivocó. A cambio de ser el que tuviera las riendas del poder, Carrillo firmó un pacto absolutamente fáustico con Stalin en el que la sangre la pusieron otros.
Hermanos Castro
 Antes de acabar la guerra mundial, Carrillo desencadenó la estúpida operación de conquista del valle de Arán pensando que podría lograr en España lo que el PCI había conseguido en Italia o el PCF pretendía conseguir en Francia. Pero Carrillo no era Togliatti y las hazañas se limitaron a fusilar a unos pocos párrocos indefensos y a llamar a la sublevación armada a unas poblaciones hartas de guerra. El fracaso, a la staliniana, tenía que contar con responsables que cargaran con él como adecuados Cirineos. Así fue. Carrillo ordenó el asesinato de los presuntos culpables del desastre a manos de sus propios camaradas. Repetiría esa conducta una y otra vez, infamando a camaradas entregados como Quiñones o Comorera simplemente para que quedara claro que él no se equivocaba y que si los resultados no eran los esperados se debía a los traidores infiltrados. Y, sin embargo, ¿quién sabe? Carrillo y sus seguidores cercanos eran tan obtusos que, quizá, en lugar de chivos expiatorios de la ambición, las víctimas sólo fueron las paganas de la roma mentalidad de los comunistas. Así, nunca se sabrá si Grimau cayó en manos de la policía franquista porque Carrillo deseaba deshacerse de él o simplemente porque el PCE no daba más de sí.
Fidel Castro y Ceaucescu
 La invasión de Checoslovaquia por los tanques soviéticos enfrentó a Carrillo por vez primera con unas bases que no veían bien cómo legitimar una acción así simplemente porque derivara de las órdenes de Moscú. Apoyándose en Claudín, antiguo compañero de la guerra, y Semprún, el intelectual del PCE por eso de que, al menos, sabía idiomas, Carrillo adelantó las líneas maestras de una cierta renovación ideológica –no mucha– dentro del PCE. Semejante paso no significaba ni que fuera más flexible ni que tuviera intención de ceder el poder. En una secuencia extraordinaria de ¡Viva la clase media!, un José Luis Garci actor ponía de manifiesto cómo todos los activistas del PCE en España eran, a fin de cuentas, cuatro y el de la vietnamita, y la famosa huelga general pacífica que derribaría a Franco no pasaba de ser un delirio basado en el desconocimiento de la España que se pensaba redimir. Eran como los testigos de Jehová a la espera del fin del mundo, sólo que ellos esperaban que el paraíso vendría por la acción de unas masas entregadas al fútbol y a la televisión.
Reunión de disidentes camboyanos
 En un intento de cambiar el rumbo porque era obvio que Franco se iba a morir en la cama, Claudín y Semprún realizaron un nuevo análisis marxista de lo que sucedía. Carrillo hizo que los expulsaran del PCE tras una tormentosa reunión celebrada –y grabada– en el este de Europa, y en la que tuvieron que escuchar cómo Pasionaria, que sabía leer y escribir lo justito, los calificaba, a ellos, cabezas pensantes del partido, de "cabezas de chorlito". En adelante, Carrillo –retratado magníficamente en laAutobiografía de Federico Sánchez de Semprún– se dedicó a esperar el "hecho biológico" de la muerte de Franco mientras disfrutaba de la sofisticada hospitalidad de dictadores como Ceausescu e intentaba que los prosoviéticos como Ignacio Gallego o Julio Anguita –al que con muy mala baba calificó de "compañero de viaje"– no le estropearan el festín.
Manifestación libre contraria al comunismo en Vietnam
 De regreso a España, soñó –nunca mejor dicho– con llegar a un "pacto histórico" con Suárez que le permitiera convertir al PCE en la fuerza hegemónica de la izquierda. Pero la España de los setenta no era la Italia de los cuarenta. Estados Unidos decidió que la izquierda fetén no podía ser un PCE que propalaba un eurocomunismo cocinado en las zahúrdas del KGB y, a través de Alemania, se dedicó a financiar al PSOE de un joven abogado sevillano que respondía al nombre clandestino de Isidoro.
Disidente comunista Soltzsenitzin
 En su intento por lograr lo imposible y además por someter el PCE a su control stalinista, Carrillo sólo consiguió soliviantar a unos militantes del interior que, más allá del mito, encontraron totalmente insoportables a los comunistas regresados. En los años siguientes, aquellos comunistas se pasarían en masa al PSOE y al nacionalismo catalán –en ocasiones, a ambos–, buscando una iglesia más sólida y caritativa que la comunista.
 
Las derrotas electorales –la testarudez de los hechos que decía Lenin– obligaron a Carrillo a abandonar la Secretaría General de un PCE ya destruido –¡gracias de parte de todos los demócratas, Santiago!– mucho antes de que se desplomara el Muro de Berlín. Amagó con regresar al PSOE, insistió en que era comunista hasta la muerte y, por encima de todo, sufrió la conversión en espectro sin haber muerto. Ese fantasma, solo o en compañía de personajes emblemáticos de la izquierda como Leire Pajín, siguió apareciendo como quejumbroso contertulio de radios y engañador en memorias que, en la época de ZP, apoyó desde el pacto con los terroristas hasta la ley de memoria histórica, seguramente soñando con ganar de una vez las mil y una batallas que perdió a lo largo de su dilatada vida.
Paracuellos
  Al final, como señaló Solzhenitsyn en las páginas de conclusión dePabellón de cáncer, desapareció de la Historia. Por desgracia, como también señaló el disidente ruso, lo hizo después de haber causado la desgracia de millares de personas.

martes, 18 de septiembre de 2012

Ignacio Agustí o la fuerza de la españolidad de la mejor literatura catalana



Literatura española

‘La ceniza fue árbol’, el esfuerzo narrativo de Ignacio Agustí

La historia de la familia Ríus
Luís Martínez González
 
En términos literarios, se llama “novela-río” a aquella obra o conjunto de obras que narran la vida de una familia a lo largo de un periodo extenso de tiempo. El concepto procede del francés –”roman-fleuve”- y es precisamente en la literatura gala donde hallamos dos de sus más ilustres y extensos ejemplos: la ‘Comedia humana’ de Honoré de Balzac y ‘Los Rougon-Macquart’ de Émile Zola. En ambos casos, se trata de sagas muy largas pero no es necesario que ello sea así. Incluso hay novelas individuales que pueden inscribirse en este género.
Ignacio Agustí sitúa la obra en Barcelona. En la foto, Parque Güell de esa ciudad.
Ignacio Agustí situa la obra en Barcelona. En la foto, el Parque Güell de esa ciudad
Normalmente, además, este tipo de narraciones suelen encontrarse emparentadas con la novela histórica, pues, al tiempo que se cuentan las vicisitudes familiares, suele incidirse en los acontecimientos históricos que les sirven de marco e influyen en ellas.
En la literatura española, una buena muestra de novela-río que, además, constituye un gran esfuerzo narrativo es ‘La ceniza fue árbol’, del catalán Ignacio Agustí (Lliçá de Vall, Barcelona, 1913-1974), compendio de cinco relatos que cuentan la vida de la familia Ríus y, al tiempo, el desarrollo industrial de la Barcelona del siglo XIX y principios del XX. Abogado y periodista, Agustí se inició en la literatura en lengua catalana. De hecho, antes de la Guerra Civil ya había publicado una obra considerable que incluía teatro (‘L’Esfondrada’), poesía (‘El veler’) y novela (‘Bienaventurats els lladres’). Sería tras la contienda cuando comenzaría a escribir en castellano. Su primera obra en este idioma fue ‘Los surcos’, una suerte de narración poemática publicada en 1942.

Vendría después la primera entrega de ‘La ceniza fue árbol’: su título es ‘Mariona Rebull’ y se ambienta en la Barcelona de mediados del XIX. Narra los orígenes de la familia Ríus: Joaquín pretende prosperar socialmente y, para lograrlo, se casa con Mariona. Pero el matrimonio resulta desgraciado, ya que él se centra en los negocios y ella, insatisfecha, cae en brazos de Ernesto Villar, un play boy de medio pelo. Al tiempo, asistimos al desarrollo de la Revolución Industrial en la ya pujante ciudad catalana, con sus conflictos sociales, y a la vida de las clases más favorecidas (algo que aporta un ingrediente costumbrista a la obra).
Ignacio Agustí narra el atentado del Teatro del Liceo
Ignacio Agustí narra en la obra el famoso atentado del Teatro del Liceo (en la foto)
La segunda novela de la saga fue ‘El viudo Ríus’, que continúa la vida familiar y muestra las primeras huelgas textiles, el triunfo político de Solidaritat Catalana y desemboca en la Semana trágica de 1909. Con ‘Desiderio’, el foco central pasa al hijo del matrimonio Ríus, heredero de sus negocios, y la cuarta entrega, ‘Diecinueve de julio’, nos presenta el estallido de la sublevación de 1936 en Barcelona. Finalmente, la última novela de la saga, titulada ‘Guerra Civil’, se centra en el conflicto bélico y sus consecuencias.
Recorremos, así, a través de esta familia de la alta burguesía catalana todo un siglo de historia de la Ciudad Condal. Por ello, podemos considerar a ‘La ceniza fue árbol’ un excelente fresco histórico narrado con objetividad. En este sentido, es preciso señalar que Agustí es un novelista clásico, que se inscribe en los cánones del Realismo tradicional (narrador omnisciente, orden cronológico, caracterización física y moral de los personajes, etc). No obstante, su estilo revela al poeta que también era, ya que la prosa muestra tonos líricos, una abundante y acertada adjetivación e incluso algunas imágenes vanguardistas. Constituye, en suma, ‘La ceniza fue árbol’ un muy estimable esfuerzo narrativo y, sin duda, la mejor creación del escritor catalán, hoy injustamente olvidado. En los años setenta, sin embargo, las dos primeras novelas de la serie fueron llevadas a la televisión con el título de ‘La saga de los Ríus’ y dirección de Pedro Amalio López, un trabajo aceptable pero lógicamente incompleto.
Fuente: Biografías y Vidas.
Fotos: Guillaume Cattiaux y Draxus.

martes, 11 de septiembre de 2012

¿Qué es ser comunista?

Por su interés reproducimos este artículo de Ussía para La Razón que recoge el espíritu reivindicador de este blog.

¿Qué es ser comunista?

Alfonso USSÍA Domingo, 9 de septiembre de 2012









   Foto: Google
La Derecha española, democrática, libre y progresista, tiene que dejarse de complejos. Esa debilidad es la que anima a crecer el sectarismo de determinada Izquierda, nada democrática por cierto. ¿Es democrática la ignorante «seño» comunista que impide un homenaje a Agustín de Foxá? No lo puede ser.
El objetivo del comunismo nunca fue la libertad y la democracia, sino el poder. La libertad, en la España del último tramo republicano, en la URSS, en los países del Telón de Acero, en Cuba, en Corea del Norte, en donde hayan padecido la experiencia del comunismo, jamás existió. ¿Bienestar a cambio de libertad? Tampoco. El comunismo, económicamente, ha sido una ruina. Prisión y ruina. El bien supremo del ser humano, después de la vida, es el de la libertad. Hay que dejarse de complejos. Una buena parte de estos ignorantes que exteriorizan su memez y su incultura amparados en una norma prescindible, militan en el comunismo o el socialismo sectario porque se sienten enfadados con la vida. Sólo ellos son capaces de borrar el nombre de un héroe del siglo XIX español de una calle de Sevilla para sustituirlo por el de una actriz secundaria y de reparto cuyo único mérito ha sido liderar al sector más politizado del cine hacia el desprecio general.
Resulta penoso el sistemático silencio de la Derecha ante las humillaciones de una Izquierda alzada que somete su reacción. Un comunista no puede hablar de democracia. Un comunista no puede dar lecciones de libertad. Un comunista no tiene ningún fundamento para usar la imagen del progreso. Están ahí, estancados en su derrota y en su rencor. Pero son maestros en la manipulación y la propaganda, eso que tan rematadamente mal hacen los políticos de la Derecha. La Ley de la Memoria Histórica no contempla a Paracuellos del Jarama, por poner el ejemplo más sangriento de nuestra Guerra Civil. Y setenta años más tarde, prohíben un homenaje a un gran escritor que no mató a nadie. A Santiago Carrillo, el actual ministro de Educación, le hizo «Doctor Honoris Causa» dos años atrás. Y la reacción de la Derecha democrática fue respetuosa y tolerante.
La colaboración de Rafael Alberti en la tortura de presos en la checa de Bellas Artes ha pasado desapercibida. El Sistema no permite que un poeta comunista haya sido, además de prodigioso poeta, una mala persona. ¿Se figuran a José María Pemán, o al reconvertido Ortega y Gasset disfrutando del dolor de unos prisioneros republicanos? Son maestros en borrar las sombras de los suyos y los nubarrones de la Historia. La Guerra Civil fue una clamorosa reunión de canalladas, en un bando y en otro. Pero sólo se recuerdan y condenan las del lado de los vencedores. El victimismo de la derrota vende muy bien.
Agustín de Foxá era de derechas, como Dionisio Ridruejo, Eugenio Montes, Luis Rosales, Pedro Laín, Leopoldo Panero, Rafael Duyos, José María Pemán, José Luís López Aranguren, Rafael García Serrano y Ernesto Giménez Caballero. Escribieron y no mataron. No aceptarlos por su condición de «fascistas» desde el comunismo y el socialismo resentido, produce estupor y vergüenza ajena. Póngase fin, ya es hora, al complejo de inferioridad y al silencio. Ningún comunista puede dar lecciones de libertad, vida y democracia a nadie.

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* Ildefonso María Ciriaco Ussía Muñoz-Seca, más conocido como Alfonso Ussía es un periodista, columnista y escritor español. (1948 - ....)

lunes, 10 de septiembre de 2012

Encuentro de Literatura Fantástica



Durante los días 5 y 6 de Octubre (2012) se celebrará en la biblioteca pública de Dos Hermanas (Sevilla) un encuentro sobre Literatura fantástica, donde la editorial Jirones de Azul tendrá presencia con el escritor José Carlos Blandino, a propósito de su novela Lilith.

Si necesita más información o contactar con el autor para una posible entrevista, puede ponerse en contacto con nosotros.

Editorial Jirones de Azul
Tigris 36 1º
Sevilla 41020

Teléfono: 954286120 629817136

sábado, 8 de septiembre de 2012

La movida sigue menguando


BONEZZI, IN MEMORIAM
                                                                                                                      A. Brea

Me pide mi amigo Javier Compás que dedique unas líneas en La Clave Cultural a la prematura desaparición del prolífico compositor  Bernardo Bonezzi. Petición que me pone en un pequeño brete, puesto que Bonezzi jamás ha formado parte de mi particular Olimpo musical, contrariamente a lo que el presidente de la asociación que promueve este blog haya podido suponer por causa de un breve panegírico fúnebre que publiqué en una red social, a las pocas horas del anuncio de la defunción del conocido músico. En realidad, si algo me condujo a ello fue la conmoción producida por la muerte de una popular figura de mi generación, la nacida en los años sesenta del pasado siglo, que ha dejado de ser joven para adentrarse en las tranquilas aguas de la madurez.
A diferencia de otros artistas de su época, recientemente desaparecidos, como Enrique Urquijo o Antonio Vega, la falta de carisma y dotes vocales de Bonezzi le impidieron hacer grandes aportaciones a la historia del Pop hispano. Con una notable excepción, la simpática Groenlandia, canción imprescindible en innumerables fiestas, que lanzara hace más de treinta años al frente de su grupo Los Zombies, coincidente en nombre con una de las mejores bandas del beat británico de los Sesenta. Precisamente fue la nostalgia de los Sesenta, mezclada con la provocación post-punk y una cierta reivindicación gay, una de las características de aquella Movida -versión española de la New Wave anglosajona- en la que Bernardo Bonezzi participó activamente, antes de aprovechar sus indiscutibles habilidades musicales para desarrollar una notable carrera como autor de bandas sonoras de películas y series de televisión.
Como colofón a su trayectoria vital, la coincidencia de su muerte con la de Carlos Larrañaga, protagonista de Farmacia de Guardia, el serial televisivo más popular entre aquellos a los que Bonezzi prestó su música, fue un curioso guiño del destino que reforzó, de forma recíproca, el impacto mediático de dos noticias que nos recordaron, tristemente, la fugacidad de nuestra propia existencia.

jueves, 6 de septiembre de 2012

El deseo como adicción

El deseo como adicción

Almudena Sánchez -
15/06/2012
"Deseo" de Liam O'Flaherty. Un conjunto de relatos que rescatan al escritor Irlandes: un libro que alcanza a hacernos comprender que los humanos no somos propietarios de la naturaleza.
Sucede al leer a Liam O'Flaherty que, con una frase tan sencilla como "Vio la formidable magnitud del mundo que se extendía tras la ventana" alcanza a hacernos comprender que los humanos no somos propietarios de la naturaleza, que su belleza no nos pertenece. Tan solo está ahí, resplandenciente tras los cristales. Nos reconocemos en ella, la divisamos de lejos aunque no podamos capturarla. En ocasiones nos atraviesa un rayo de luz, nos empapan sus gotas de lluvia o se extingue el eco de nuestra voz al fondo de un acantilado. Esta, quizá, sea la definición que más se ajusta a este libro de relatos: la terrible capacidad de O'Flaherty para hacernos dar cuenta de lo pequeños que somos ante la inmensidad del paisaje. Apenas seres minúsculos, caminando a través de "arboledas con muchos pájaros" o "por jardines floridos y valles remotos, hasta las cimas de las montañas en el extremo del cielo, y aún más arriba, hasta encontrarse ante el ojo de Dios."
Liam O'Flaherty es un escritor irlandés muy poco conocido fuera de Irlanda y recientemente traducido al español. Un magnífico trabajo el de Nórdica Libros al publicar este Deseo y extraer así al autor de su ámbito local para darlo a conocer en España (como también hizo Libros del Asteroide con su novela El Delator) e, imaginamos, un arduo proceso de traducción el de Antonio Rivero Taravillo (que se ocupó de ambos libros) y que ha tenido que enfrentar los originales en gaélico. O'Flaherty (agosto de 1896 - septiembre de 1984) era un hombre de ideas fijas: hablaba el gaélico y escribía casi todas sus obras en gaélico. Seguramente, por éste y otros motivos, no se le conoce más allá de sus fronteras a pesar de estar considerado por críticos y expertos como uno de los mejores escritores del siglo XX y una de las voces más personales de la cultura irlandesa.
Además de toda la carga sensorial que contiene Deseo -las imágenes se suceden unas a otras como en un álbum de fotos, la mezcla de olores recrea perfumes, evoca recuerdos y una mezcla de sabor a mar y tierra envuelve por completo cada una de sus páginas - Liam O'Flaherty da unidad a sus cuentos a través de un hilo conductor común: el deseo. Esa es la hebra que le sirve para que cada uno de sus relatos esté relacionado y para crear un particular tira y afloja que encierra al lector, sumiéndolo en un estado permanente de tensión que se resuelve con el fracaso (la no consecución del deseo) o con el logro del deseo (y su esperado estallido de felicidad). ¿Qué nos llena más que alcanzar algo que hemos deseado, que hemos imaginado, que hemos soñado? Bien, esa es la propuesta -nada fácil- a la que se enfrenta este convulso escritor irlandés.
Un bebé que gatea por primera vez hacia un rayo de sol; una escena entre el gato y el ratón que ansía cazar; entre el sediento y la botella de cerveza; la relación que se crea entre una vaca y su ternero, son claros ejemplos de ese deseo a flor de piel que nace del estadio primero que forma nuestra naturaleza humana, el más primitivo de nuestros instintos animales. Un deseo que late y que no deja dormir por las noches, más salvaje que civilizado, de una lógica puramente irracional y que poco o nada tiene que ver con el pensamiento y sí con una pulsión interior extraña y, la mayoría de veces, poco reconocible. Se trata de un material frágil y transparente o como lo describe O'Flaherty: "la superfície del mar desgarrándose en las profundidades."
Aunque el tema requiere de su complejidad por ser casi una cuestión filosófica, las narraciones de O'Flaherty son sencillas, sin disquisiciones retóricas ni digresiones ensayísticas o notas a pie de página. A este escritor irlandés tan sólo le hace falta un paisaje y unos personajes o actores -se basta con animales o fenómenos naturales como las olas del mar- y ante todo el deseo que flota en el aire como un material radioactivo a punto de explotar. Como afirma él mismo en una de sus páginas "cualquier cosa dura más que el hombre" y el deseo es sin duda una de esas cosas.
El deseo como adicción

Enlaces de interés

Deseo

Deseo

  • Editorial: Nórdica Libros
  • Autor: Liam O´Flaherty
  • Año de edición: 03/2012
  • Número de páginas: 192
  • Comprar el libro: 
  •  http://www.elcorteingles.es/tienda/libros/browse/productDetailCultural.jsp?productId=A5916579&categoryId=999.535&isProduct=true&trail=&trailSize=1&navAction=jump&navCount=0&brandId=