viernes, 14 de diciembre de 2012

Eduardo López Pascual escribe sobre 'Surcos'


Radiografía de un tiempo



(Eduardo López Pascual -*-)

Hace unos días  vi una película rodada justo sesenta y un años atrás. en 1951, lo cito solo para que tengamos en cuenta la fecha en que se hizo,  pleno régimen franquista, pero cuando todavía subsistía una referencia falangista, netamente falangista, comprometida con esa “revolución pendiente” que es verdad que tiene una crítica irónica, pero que sinceramente estuvo presente en la conciencia y en la emoción de muchos falangistas. La película se llama Surcos, y fue escrita por un director falangista -Jose Antonio Nieves Conde-, y escrita por autores falangistas como Gonzalo Torrente Ballester y Eugenio Montes, que desde la crudeza de sus imágenes, de la compleja situación de la sociedad de aquellos años, con las verdades de la España de los años cincuenta – pobreza, emigración, carencias no ocultadas-, - nos ofrece una muestra auténtica de un magnífico cine, que nos da un testimonio valiente y audaz de las condiciones reales de los españoles.


             Habría que decir entonces, que Surcos, desmonta – desde aquel mismo decenio, casi recién salido de la IIª Guerra Mundial y un aislamiento internacional, la idea de un desierto cultural y artístico o la de un encogimiento absoluto de sumisión intelectual al poder político. Lo había, claro, como ahora también se dice de artistas y escritores de vivir a costa de lo políticamente correcto; entonces también lo había, pero evidentemente quien conoce en serio la historia de esos años sabe perfectamente que hubo quienes desde su independencia, personal y artística, crearían obras de indudable calidad.  El cine nos da ejemplos irreversibles porque “Surcos” no es una obra aislada y casual, sino producto de una sensibilidad presente. Recodemos, a efectos de resumen, películas como Rojo y Negro, de Carlos Arévalo, Balarrasa, también de Nieves Conde, Bien venido Mister Marshall, de García Berlanga, Historias de la Radio de Sáez de Heredia, todos falangistas, entre otras y otros que podemos enumerar sin caer en el aplauso irracional, pero que demuestra palpablemente como la Falange, se quiera reconocer o no-, mantuvo una actitud muy comprometida con la preocupación de justicia social y la vocación cultural y artística.
                    Alguien habría dicho, con cierto retintín, como se pudo hacer una película como Surcos, o anteriormente Rojo y negro, - por ejemplo-, pero esto no deja de ser más que una pose hecha para desacreditar a una opción ideológica, pero la historia es como es y no como la pretenden manipular; lo cierto es que incluso en esos tiempos tan controvertidos, y difíciles, es verdad-, la Falange dio autores y obras de magnífico nivel de calidad y prestigio desde una convicción que desafió normas y reglamentos. Quizá no desearían que así fuera, más sus nombres y sus títulos están ahí, de forma que para mí, el  repaso a una cinta como Surcos, en los comentarios de catedráticos, escritores y sociólogos que pudimos escuchar, me han reconfortado porque al fin, la verdad se abre camino, la calidad prevaleces sobre la manipulación y hoy, a través de ese programa de televisión, se reconoce una verdadera obra cinematográfica, hecha por falangistas, de lo que uno se siente orgulloso. Las secuencias del campesino en la fragua, el emigrante ante las puertas del cuartel, la perversión de la chica del pueblo, prueban una vez más, que se hizo un buen cine, un magnífico cine, digan lo que digan.

(*) Eduardo López Pascual es escritor y profesor de Literatura


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