sábado, 11 de febrero de 2012

HOMENAJE PARA ALVARO CUNQUEIRO

Mágica fue la velada promovida por la Asociación Cultural ADEMÁN como homenaje a Alvaro Cunqueiro en en centenario de su nacimiento.
El magnífico texto leído por Aquilino Duque "ENTRE LA OLLA DEL CALDO Y LA SANTA COMPAÑA", puede disfrutarse en su blog http://vinamarina.blogspot.com/
No menos magnificiente fue la intervención de Antonio Rivero.


A las intervenciones literarias de los presentes, se unieron otras como el memorable texto que remitió Francisco Díaz desde Asturias.

"Aunque no podré estar en tan grata ocasión, no quiero dejar pasar la ocasión de participar de algún modo de ese privilegio. Mando dos letras de las que dispones libremente por si procede una tandilla de lecturas a modo de aperitivo de la selecta tertulia que  tendrás.

               Conozco la obra de Cunqueiro a medias, pero de un modo más cercano quizá que alguno de los presentes. Alcanzando por casualidad a conocidos comunes. No me resulta lejano, por ejemplo, el debate entre José María Castroviejo, Evaristo Casariego (un enorme carlista asturiano con el que me han sacado alguna vez inmericido parecido) y Cunqueiro sobre el lugar del mundo donde mejor se comía. La manzana de tan suculenta discordia quizá sólo podría entregarla hoy el cronista Gracía-Noriega.
Cierto que esos debates no se entienden del todo si el postre no es una tarta de Mondoñedo, inspirada según "O rei das tartas", a medias entre el rosetón de su catedral, y el trasero de su señora. Perderse esas ocasiones es como no haber estado en un pub de Oxford con Lewis, Tolkien y Chesterton; una pena reparable en parte leyendo con los ojos cerrados, en parte soñando con los ojos abiertos.
Su obra literaria es más ejemplar que su persona, un tanto valleinclanesca y poco sometida a las convenciones sociales y a las obligaciones civiles. Estafar al embajador de Francia por propaganda no publicada, no era delito en él, si no venganza por alguna querella del tiempo de los templarios. Igual que escaparse con un coche oficial a por mujeres y empanada no son cosas que entendiera Juan Aparicio. Quizá G-C sí.
Viví un par de años en Galicia, región que visito a menudo, anualmente a costa de la Armada, y me he perdido muchos domingos en las fragas encantadas de Mondoñedo y otro lares, buscando torreones desfondados y mosteiros en los que el cucho de las cabras estaba coronado por arquerías gotícas milagrosamente intactas. Entonces uno comprende que puede aparecer Merlín por el lado norte en el que el carballo tiene musgo, o ver en un gallo colorido la reencarnación de un caballero portugués un tanto rijoso. He podido escuchar en a ponte do pasatempo la voz del Mariscal Pardo de Cela luego de que le decapitaran. Estoy seguro de que queda algún tesoro en la cova do Rei Cintolo.
Las mujeres gallegas tienen en su tono de voz una capacidad de seducción diferente a las rudas castellanas. La explicación no es idiomática. D. Álvaro la sabría; es la ascendencia de una sirena que vino a la costa de Galicia embarazada de Roldán, aunque se acuerden sólo los escudos de los Mauriño.
Yo correspondí a tan mágica y hermosa ciudad, con un esconxuro decepcionante, aunque para alivio del entonces obispo Gea-Escolano. Al parecer los visitantes veían el fantasma de otro obispo por el museo de la catedral. Cual si fuera un híbrido de Holmes y Dragó, me permití preguntar e ir donde se veía. Al parecer, en un espejo. De modo que dictaminé canónicamente, que fantasmas, vampiros y similares no gustan de los espejos, mientras que los reflejos de luces sí. Una pena de la que estoy arrepentido.

Por cierto, un librero chiflado de Mondoñedo, hombre con cierta cultura, partidario de los derechos al trono de Aragón o de España de un Trastamara del s. XX, me explicó cunqueirianamente que Colón era en realidad Pedro Madruga, reconvertido para ocultar sus piraterías. Luego de reparar en las anclas de los Sotomayor, en las parroquias de Pontevedra y en los nombres con que bautizaba el marino, que sabía mejor el gallego que el italiano, me lo creo todo. Pero sin non e vero, e ben trovato.
 El Concello de Lugo me dió un 2º premio, no es gran cosa, dado que el 1º ¡quedó desierto!, cunqueirano por un cuento titulado "non hay bruxas en Lugo" con una figurita de Cunqueiro de Sargadelos. Tanto quien me dió el bonito obsequio como un hijo del escritor, no sé si era notario o del BNGá, y tampoco sé qué será peor, estaban convencido de que era un avanzado del nacionalismo regional. Hasta tal punto que me dió pena decirles que en el pasillo de Grado, durante el sitio de Oviedo, el alférez provisional Cunqueiro tenía según todos los testigos "las botas más brillantes de la Falange". No hizo mucha guerra, le protegían Jesús Suevos y un saquito que tenía junto al escapulario, que disculpaba diciendo "cousas de las meigas de Avadín".

  Pues eso, que las meigas de Avadín os protejan, y que siente bien la cena, que es junto con un chupito de aguardiente al acabar, mejor homenaje que un soneto, en sentido cunqueiriano".

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