Día 28/07/2010 - 07.07h
¿Qué ha hecho Sevilla para merecer esto? No nos referimos a las calores caniculares, palabra que no viene de cani aunque lo parezca por las indumentarias que lucen en estas fechas. Estas calores han permitido que Sevilla aparezca en los informativos de televisión nacionales, con corresponsales de guerra apostados delante de un termómetro que marca los 43 grados, una temperatura que dentro de cincuenta años será la propia de Madrid, cuando el cambio climático nos convierta en una sucursal del desierto de Arizona. Cuando preguntamos qué ha hecho Sevilla para merecer esto nos estamos refiriendo al sectarismo rancio que practican los que van de progresistas por la vida, vulgo concejales.
Ayer se representó la enésima secuencia de esta ópera bufa. La edil Josefa Medrano no tuvo empacho alguno a la hora de soltarle a la juez Alaya el embuste más gordo que se recuerda desde los tiempos del Bizco Pardal: que no sabía que Agustín de Foxá era un poeta, un escritor, un dramaturgo. No se rasguen las ligeras vestiduras veraniegas todavía, por favor. Porque la señora Medrano no es una inculta, sino otra cosa más grave aún. El pudor que nos acompaña nos impide decírselo a la cara. El mismo pudor que ella desprecia a la hora de tildar de fascista a quien no comulga con sus trasnochadas ideas, como si el comunismo fuera sinónimo de democracia.
Para saber que Foxá era escritor no hace falta estudiar Filología Hispánica, ni leer en los ratos libres, ni hojear los suplementos culturales de los periódicos. Basta con teclear ese nombre en Google para que aparezca el oficio del conde de Foxá. Queda demostrado que además de sectaria y totalitaria, de censora con todas las letras de tan horrenda palabra, la señora Medrano es una persona que no dice la verdad. Por eso está ante la misma juez que lleva el caso Mercasevilla o el culebrón interminable que protagoniza el ditero del Fontanal, Donmanuel para sus antiguos idólatras. Ése y no otro es el nivel al que ha descendido este Ayuntamiento que refleja perfectamente lo que ocurre en una ciudad narcotizada que permite estos comportamientos al siberiano modo.
Sevilla será dentro de cincuenta o sesenta años algo parecido al desierto de Arizona si se produce el cambio climático que pronostican los nuevos gurús de la ciencia políticamente correcta. Ahora somos, a pesar de las calores que nos aplatanan y nos afligen, algo parecido a la Siberia soviética aunque aquellos fríos no nos acompañen ni con el aire acondicionado a toda pastilla. Causa pereza escribir, a estas alturas de la historia, de un movimiento político fracasado y periclitado. Pero no hay más remedio que hacerlo mientras haya una concejal que anteponga su discurso caduco a eso que a ella no le importa: la verdad.
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