lunes, 19 de julio de 2010

General Fuentes "Puedo dar fe de la conversación de Moscardó con su hijo"


Día 19/07/2010
El general de Brigada retirado Federico Fuentes Gómez de Salazar, de 92 años, es uno de los pocos testigos vivos del «asedio del Alcázar» y ex combatiende de la División Azul. No oculta la emoción por el acto de hoy: «Estoy encantado porque el Museo no podía estar en mejor sitio, y para el Alcázar es un honor por representar al Ejército español».
Tenía 17 años cuando los avatares de la Guerra Civil le llevaron al Alcázar, donde se presentó voluntario para luchar por su bando, el de su familia, el de varias generaciones de militares, «y yo, claro, quería ser militar, era mi vocación». Poco podía imaginar aquel jovenzuelo enjuto y fibroso que el día que entró en el recinto militar iba a ser el primero de un encierro de 72 días, los que transcurrieron hasta que fuera liberada la fortaleza y con ella los cientos de personas entre civiles y militares que resistieron los casi dos meses y medio de tiroteos y bombardeos.
Y al mando del Alcázar sitiado, el coronel Moscardó. De la famosa conversación con su hijo, que han puesto en duda historiadores como Paul Preston, dice: «Yo oí hablar a Moscardó, de modo que puedo dar fe de esa conversación» en la que el coronel mandó a su hijo a la muerte. A lo largo de la entrevista, al general se le humedecen los ojos al hablar de aquellos tristes hechos: «una guerra civil es lo peor que puede existir». Federico entró de los últimos en el baluarte cuando ya casi se adivinaba el silbar de las balas. «Los bombardeos venían de dos frentes, y nos tiraban desde el mismo Zocodover». De paisano, con solo una pistola, era de los pocos que salían a las calles internándose en campo enemigo para volver con algo de comida. El hambre llevó a los asediados a comerse algún caballo o algún mulo.
Recuerda con tristeza la muerte de uno de sus compañeros mientras le trasladaba en camilla a los sótanos, donde estaba el botiquín, cuando fue herido. «Yo no fui un héroe sino un voluntario que me apuntaba a todo. ¿Valiente?… pues sí, y es que tenía 18 años, lo mejor de mi vida. Pero tengo un recuerdo agridulce por haber cumplido con un deber de patriota y triste por lo que ocurrió en uno y otro bando. También ellos me daban pena».

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