domingo, 4 de julio de 2010

CULTURA DEL AQUELARRE


Conozco Benamahoma, precioso pueblo de la sierra de Cádiz, lleno de cuestas, casitas encaladas con acogedoras chimeneas y unos magníficos desayunos de pan de pueblo con manteca de lomo, con su zurrapa, como debe de ser. Allí, en ese enclave de paz y belleza, un alcalde de esos al que el apelativo de cateto le viene al pelo, de esos mindundis de partido que quieren ser más zapateristas que Zapatero, ha tenido la ocurrencia de, en la noche de San Juan, organizar una especie de aquelarre en la plaza de toros del pueblo, con hogueras incluidas y la contratación, a expensas de los dineros de los contribuyentes, de una bruja, no sabemos si la famosa bruja Lola de la tele, para realizar un “rito de purificación” del citado coso taurino, lugar testigo de aquellas muertes que, en uno y otro bando de nuestra terrible Guerra Civil, asolaron el suelo de España.
El esperpento se realizó al amparo de la no menos delirante ley de la Memoria Histórica, ahora más que nunca memoria histérica, aunque el mismo Movimiento para la Recuperación de la Memoria Histórica lo haya criticado.
Joaquín Ramón Gómez, que así se llama el alumbrado alcalde de la pedanía, también ha sido criticado por los vecinos de la localidad y por sus propios compañeros del partido solcialista, todo lo cual ha motivado, al fin un rasgo de coherencia en todo este despropósito, su dimisión que ha sido aceptada por la alcaldesa de Grazalema, también del PSOE, municipio al que está adscrita la pedanía de Benamahoma.
La intención, al parecer, era purificar la plaza de toros de los malos espíritus que, presuntamente, quedaron por allí desde los tristes sucesos de la guerra. No deja de ser curioso que un ayuntamiento gobernado por el PSOE, pues suponemos que un acto así debe de ser votado en un pleno municipal y no obra de un solo individuo, realice una celebración de carácter tan espiritual cuando es un partido tan abiertamente laicista, claro que a lo mejor las únicas celebraciones que molestan a los socialistas son las católicas y no estas pantomimas chirigoteras de presuntas purificaciones de espíritus, conjuros de brujas y aquelarres paganos del solsticio de verano.
Más le hubiera valido al alcalde emplear sus energías y el dinero de los contribuyentes en promocionar verdaderas iniciativas culturales en el bello marco de su precioso pueblo, como potenciar sus fiestas de moros y cristianos, que llevan al pueblo la algarabía de la pólvora, el colorido de las banderitas de colores, la alegría de las casetas, y, por cierto, la concurridísima procesión de San Antonio Abad, llevado en andas por costaleros, patrón de la localidad, así como fiestas taurinas en el “maldito” coso, aunque quizás, a tan espiritual alcalde, ni le guste la procesión del Santo, ni las luchas entre los fanáticos católicos y los tolerantes moros, ni los festejos taurinos en su acogedora y encalada plaza de toros.


Javier Compás

No hay comentarios:

Publicar un comentario