(Aquilino Duque. Fotografía de Raúl Doblado para ABC)
Traductor, narrador, poeta y ensayista, Aquilino Duque (Sevilla, 1931) ha construido una brillante carrera literaria que le ha reconocido laReal Academia Sevillana de Buenas Letras, que dirige Enriqueta Vila, y a la que homenajeará la Casa de los Poetas. También se descubrirá un azulejo con su nombre en los Jardines del Valle.
El autor sevillano, enfrentado desde siempre a la dictadura de la corrección política, que le ha obsequiado con un estruendoso silencio oficial durante las últimas décadas, asegura en una entrevista con ABC que «tengo que agradecer al analfabetismo de nuestros políticos que, por ejemplo, se leyera a Foxá, tras ser prohibido un homenaje en Sevilla por una delegada municipal y estoy dispuesto a ser testigo de "descargo" por el favor tan extraordinario que me hizo».
Duque reconoce que «no soy de templar gaitas, siempre digo lo que pienso, aunque no sea simpático al orden cultural establecido». Y añade, satisfecho: «Gracias a Dios no necesité de la literatura para vivir».
Aunque declara sentirse un «hombre de suerte», Aquilino Duque recuerda que algunos libros suyos tardaron en publicarse más de diez años en España. «Con Franco sufrí censura, como tantos otros, pero después escribí, por ejemplo, un poema dedicado a Miguel Hernández en el 50 aniversario de su muerte, que las editoriales no se atrevían a publicar».
El autor sevillano, que ha utilizado la ironía y el sarcasmo como dos armas literarias en todos sus escritos, se declara «reaccionario», en tanto defiende «valores tradicionales, considerados arcaicos». Y añade: «Lo que sí me molesta es que me llamen conservador porque no soy partidario de conservar nada de lo que hay ahora. La modernidad, como decía Octavio Paz, no es progreso sino retroceso, y no hay nada más que leer las cartas de Manuel Rojas Marcos sobre Cambó y Cataluña de hace un siglo para darse cuenta».
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