Su nombre era Juan Yagüe, pero él lo llamaba «Juanito» en los días en que se llevaban bien y no lo había desterrado a San Lorenzo o Burgos, y «Yagüe», cuando estaban de malas y a encontronazos que, por lo que se ve, era la mayoría de las veces. «Se enfrentaba a Franco cuando nadie se atrevía y lo hacía a lo legionario, vamos, con mucha pelea y a gritos. Su relación fue muy tormentosa». Luis E. Togores, secretario académico del Instituto CEU de Estudios históricos, revisa la figura del general en la biografía «Yagüe» (La esfera de los libros) después de haberse acercado a otros militares como Millán Astray y Muñoz Grandes.
El hombre y el general
Una semblanza que ha reconstruido, sin rehuir ningún punto, a través de las 20.000 cartas, diarios privados, informes confidenciales, planos, fotografías y hojas de servicio que todavía conserva en el archivo privado de la familia del militar. «Durante las batallas era muy duro con los hombres y consigo mismo. Fue el mejor militar táctico de la Guerra Civil española, que era el que combate en la batalla, y no es porque lo diga yo, así lo consideraban los alemanes. Según se desprende de la correspondencia que he consultado, atendió a las peticiones que recibía de muchos republicanos y nacionales que le pedían ayuda.
Él contestaba casi siempre y les ayudaba cuando podía. Un aspecto olvidado es que predicó la reconciliación nacional en unos momentos en los que francamente no debía resultar fácil», comenta Togores. El nombre de Yagüe está vinculado con el paso de sus columnas por Badajoz, una batalla y unos hechos que dejaron detrás de él una leyenda que todavía arrastra: «Es uno de los hitos de la represión nacional. Por supuesto existió, pero las cifras aproximadas son entre 1.500 y 2.000 personas.
¿El papel de Yagüe? Fue secundario. Cuando tomó Badajoz es cierto que represalió a los milicianos a los que sorprendió con armas. Pero acabó ahí. Al día siguiente salió hacia Madrid. Los fusilamientos a los que se alude se producen a continuación, cuando él no estaba. No fue cometida por militares, sino por guardias civiles y falangistas que se habían librado de la muerte por poco y que deseaban vengar a los compañeros que había matado el Frente Popular. Querían pasarles factura por eso».
El papel de Yagüe en Asturias y en la sublevación del 18 de julio fue clave, como su participación en la batalla del Ebro. Pero si hay algo legendario, son sus desavenencias con Franco: «Discutieron por las operaciones. Por ejemplo, Yagüe decía que había que pasar del Alcázar de Toledo y entrar en Madrid. Que en la capital había que entrar por lo que es hoy Plaza de Castilla y no por la universitaria y predijo que le atacarían en el Ebro, como sucedió, algo que no creía Franco. De hecho fue él quien resistió el ataque hasta que recibió los refuerzos».
El capítulo de las conspiraciones es tan interesante como los sucesos anteriores: «Yagüe quería entrar en la Segunda Guerra Mundial con Alemania. Gracias a Dios no entramos. Creía que el Eje ganaría. Para eso se alió con los seguidores de Don Juan y con los nazis para derrocar a Franco y poner otra persona al frente de España. No salió porque los alemanes no se decidieron y al final pesó más España. A nadie le gustaba la idea de ser una especie de colonia de Alemania».
-Una polémica entre generales
¿Fue Franco un buen estratega? ¿Quiénes eran mejores generales? ¿Los nacionales o los republicanos? Luis Togores parece que circunscribe su opinión a los hechos más que a cualquier ideología. «Son buenos los que ganan la guerra, creo yo. Dicen que Vicente Rojo era el mejor militar del conflicto, pero la verdad es que no ganó ninguna batalla. Siempre tuvo la iniciativa, sin embargo, después venía el fracaso y la derrota. ¿Dónde está su inteligencia militar entonces? Un oficial debe ceñirse a los recursos que tiene. Los nacionales, en este caso, cruzaron con 18.000 hombres y sobre la marcha formaron otro ejército de un millón. La República fue incapaz de eso».
TÍTULO: «Yagüe»
AUTOR: Luis E. Togores
EDITORIAL: La esfera de los libros
PRECIO: 23,50 euros
El hombre y el general
Una semblanza que ha reconstruido, sin rehuir ningún punto, a través de las 20.000 cartas, diarios privados, informes confidenciales, planos, fotografías y hojas de servicio que todavía conserva en el archivo privado de la familia del militar. «Durante las batallas era muy duro con los hombres y consigo mismo. Fue el mejor militar táctico de la Guerra Civil española, que era el que combate en la batalla, y no es porque lo diga yo, así lo consideraban los alemanes. Según se desprende de la correspondencia que he consultado, atendió a las peticiones que recibía de muchos republicanos y nacionales que le pedían ayuda.
Él contestaba casi siempre y les ayudaba cuando podía. Un aspecto olvidado es que predicó la reconciliación nacional en unos momentos en los que francamente no debía resultar fácil», comenta Togores. El nombre de Yagüe está vinculado con el paso de sus columnas por Badajoz, una batalla y unos hechos que dejaron detrás de él una leyenda que todavía arrastra: «Es uno de los hitos de la represión nacional. Por supuesto existió, pero las cifras aproximadas son entre 1.500 y 2.000 personas.
¿El papel de Yagüe? Fue secundario. Cuando tomó Badajoz es cierto que represalió a los milicianos a los que sorprendió con armas. Pero acabó ahí. Al día siguiente salió hacia Madrid. Los fusilamientos a los que se alude se producen a continuación, cuando él no estaba. No fue cometida por militares, sino por guardias civiles y falangistas que se habían librado de la muerte por poco y que deseaban vengar a los compañeros que había matado el Frente Popular. Querían pasarles factura por eso».
El papel de Yagüe en Asturias y en la sublevación del 18 de julio fue clave, como su participación en la batalla del Ebro. Pero si hay algo legendario, son sus desavenencias con Franco: «Discutieron por las operaciones. Por ejemplo, Yagüe decía que había que pasar del Alcázar de Toledo y entrar en Madrid. Que en la capital había que entrar por lo que es hoy Plaza de Castilla y no por la universitaria y predijo que le atacarían en el Ebro, como sucedió, algo que no creía Franco. De hecho fue él quien resistió el ataque hasta que recibió los refuerzos».
El capítulo de las conspiraciones es tan interesante como los sucesos anteriores: «Yagüe quería entrar en la Segunda Guerra Mundial con Alemania. Gracias a Dios no entramos. Creía que el Eje ganaría. Para eso se alió con los seguidores de Don Juan y con los nazis para derrocar a Franco y poner otra persona al frente de España. No salió porque los alemanes no se decidieron y al final pesó más España. A nadie le gustaba la idea de ser una especie de colonia de Alemania».
-Una polémica entre generales
¿Fue Franco un buen estratega? ¿Quiénes eran mejores generales? ¿Los nacionales o los republicanos? Luis Togores parece que circunscribe su opinión a los hechos más que a cualquier ideología. «Son buenos los que ganan la guerra, creo yo. Dicen que Vicente Rojo era el mejor militar del conflicto, pero la verdad es que no ganó ninguna batalla. Siempre tuvo la iniciativa, sin embargo, después venía el fracaso y la derrota. ¿Dónde está su inteligencia militar entonces? Un oficial debe ceñirse a los recursos que tiene. Los nacionales, en este caso, cruzaron con 18.000 hombres y sobre la marcha formaron otro ejército de un millón. La República fue incapaz de eso».
TÍTULO: «Yagüe»
AUTOR: Luis E. Togores
EDITORIAL: La esfera de los libros
PRECIO: 23,50 euros
Gran libro de Togores
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