domingo, 21 de marzo de 2010

La Camisa de Hedilla


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Fernando Sánchez Dragó puede ser un autor literario que guste o no, como todos, lo que indudablemente no parece ser es una persona convencional, tremendamente mediático, levanta pasiones a favor y rechazos viscerales. Lo que no se puede poner en duda es su amplía cultura, su educada disensión y una inconformista postura contra los convencionalismos diseñados en cada momento por el poder de turno, o sea, el arquetipo de enfant terrible, de, en definitiva lo políticamente incorrecto.
Desde esa educación tolerante y dialogante con el antagonista intelectual y desde su respeto a las ideas ajenas, no creo que su foto con una camisa azul falangista sea un mero gesto irrespetuoso para con los cientos de jóvenes que, precisamente llevando esa camisa, cayeron abatidos por las balas regando con su sangre los campos de España.
No es baladí que declare Sánchez Dragó que tal camisa perteneciera a Manuel Hedilla, segundo Jefe Nacional de Falange Española, sucesor del mismísimo José Antonio y condenado a muerte por Franco por oponerse al golpe de mano del General para unificar Falange con los Tradicionalistas y convertirse en Caudillo único de la España llamada nacional, pena que, a la postre, sería conmutada por cárcel primero y destierro después.
Ya es provocador aparecer de tal guisa en un medio público como El Mundo y más provocador aún reivindicar una Falange opuesta al franquismo, esa camisa con el yugo y las flechas es un grito, un tiro azul mahón al centro del alma de una sociedad adormecida por el discurso oficial que nos dice que hacer, que pensar, que leer y que nos reescribe la Historia a su antojo y al acomodo de los intereses partidistas.
Desde Ademán reivindicamos la libertad de decir, de sentir y de proclamar el credo que cada cual crea el mejor para construir una sociedad mejor y más justa, desde la tolerancia, el dialogo y, por qué no, desde la provocación disidente, civilizada e inteligente.

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