Pues no, no me refiero a García Lorca, sino a otro poeta andaluz, asesinado en Málaga por milicianos republicanos en 1936, precisamente diez días después del granadino. Ahora que la tan cacareada “Memoria Histórica” y el afán de la Junta de Andalucía, se empeñan en remover la tierra buscando huesos, quiero recordar a este poeta olvidado.
Recientes acontecimientos culturales han dado un resquicio al autor al que me refiero, su obra aparece en la exposición de la Generación del 27 que estos días se puede visitar en la sala Santa Inés de Sevilla. También se ha mencionado su nombre entre esa vanguardia literaria que, al calor de las múltiples conmemoraciones de este 2010, centenarios de los nacimientos de Miguel Hernández y Luís Rosales, se están organizando.
José María Hinojosa Lasarte, poeta y hombre de campo, que vio la luz en el malagueño pueblo de Campillo en 1904. Curiosamente comparte nombre y apellido con El Tempranillo, famoso bandolero del siglo XIX que galopó por las sierras andaluzas.
De familia acomodada, defendió sus convicciones políticas durante la IIª República española, llegando a ser Secretario de la Federación Provincial de Sindicatos Agrícolas de Málaga, desde donde abogó por la libertad de trabajo para los agricultores malagueños en contra de un decreto promulgado por el socialista Largo Caballero que abocaba a los trabajadores de los pueblos de tierras más pobres a no poder trabajar en otras localidades más fértiles.
Su dedicación política acabó por hacerle abandonar su faceta poética tras haber sido uno de los escritores más vanguardistas de su época.
Hinojosa conoció y trató a Lorca, a Dalí, a Rafael Alberti, entre otros. Como poeta, fue el autor de la primera obra surrealista que se escribió en España, La Flor de Californía, de 1928. Fue en los primeros años veinte, mientras estudiaba en la universidad de Granada, cuando consolida su amistad con Lorca. Colaboró en la edición de la revista “Litoral” con Emilio Prados y Manuel Altolaguirre y, junto con el mismo Altolaguirre y José María Souviron, dirigió la revista de breve existencia “Ambos”, donde se publicarían, entre otros, dibujos de Picasso y textos de Lorca, Jean Cocteau y Gómez de la Serna.
Salvador Dalí ilustró su primera obra, Poemas del Campo, donde dibujó un retrato del autor. Primera obra de apariencia sencilla y popular, desde donde evolucionó a escritos como Orilla de la luz, La sangre en libertad, pasando por la mencionada La Flor de Californía.
Su amor al campo de su tierra malagueña se refleja en los siguientes poemas:
Encina
hija
de la tierra virgen.
De brazos,
desmesurados
y sublimes.
Gesto,
serio
y triste.
Tronco
añoso
y firme.
El peso
de los años muertos
te redime.
La Flor de Californía es obra de vanguardia, muy diferente al realismo rural que hemos leído en el texto anterior; se aparta de esa estética juanrramoniana para entrar de lleno en los ensueños surrealistas:
“... La mujer morena salió de la capilla de zinc y fue saltando con velocidad vertiginosa de una lámpara a otra, de un altar a otro, de una nave a otra.
Y no cesaba de oír por todas partes con euritmia de péndulo exhausto de cuerda:
- José María, José María,
Coge la flor de Californía. ...”.
Intimó con Alberti, ambos frecuentaban la Residencia de Estudiantes de Madrid; vivió la bohemia parisina junto a pintores españoles como Picasso, Palencia, Cossío, asistiendo a las tertulias de la Rotonda de Montparnasse; fue el verdadero introductor de la corriente surrealista francesa en España. Junto a José Bergamín y su esposa viajó a la URSS en 1928 para conocer los logros de la revolución soviética, de donde volvió tremendamente decepcionado.
A partir de 1931 colaboró afanosamente para crear un proyecto político en Málaga que se opusiera a las fuerzas de izquierda, acercándose en un principio al Partido Nacionalista Español de Albiñana y después a la Comunión Tradicionalista, por fin, fundó la sección malagueña del Partido Agrario Español.
El 22 de Agosto de 1936, dentro del terror desatado por los republicanos en Málaga durante los primeros meses de la guerra civil, José María Hinojosa, con tan solo treinta y dos años, fue fusilado junto a su padre y su hermano y su casa incendiada por milicianos rojos, fueron tres más de las 2.607 víctimas de la represión brutal que se desencadenó en la capital malagueña tras el 18 de Julio de 1936.
Hinojosa fue incluido en la obra Prosa Española de Vanguardia, editada en Clásicos Castalia en 1999 por Ana Rodríguez Fischer, donde se señala la influencia de las nuevas teorías del psicoanálisis de Freud en los autores surrealistas, así se indica en el texto la vigencia de los comentarios que sobre la obra de Hinojosa, escribió José Moreno-Villa:
Sería perfecta (esta carta) si yo pudiera escribirla como dictada por el volante misterioso de los sueños, porque así pertenecería al género que tú persigues, cuya técnica pones de manifiesto en los Textos Oníricos. He simpatizado de golpe con esa técnica porque ya la pintura gemela me tenía preparado.Y recuerdo que comprendí mejor los cuadros de Bores o de Miró, cuando leía tus narraciones y que también éstas se me iluminaron al ver aquellos. […] Hay lo mismo en tus narraciones, líneas que se alargan o enrolan por alusiones o relaciones de aparente sinsentido, mudas, y que, de pronto, cuajan en una frase sencilla, iluminada, que vuelca su corazón humano sobre todo lo anterior, que nos viene a resultar como serie de caminitos o senderos mudos para llegar a la capital, a lo capital. Cada cuadro y cada narración de esos vuestros es, pues, un delicioso viaje imaginativo…
La Flor de Californía ha sido reeditada por la Fundación José Manuel Lara en edición de Alfonso Sánchez Rodríguez, poeta, profesor y especialista en la Generación del 27.
Javier Compás.
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