Del espléndido blog Lector consentido de Javier de Navascués traemos esta interesante crónica del último ensayo de Aquilino Duque donde se desmonta la teoría manida del páramo cultural literario de la posguerra.
Aquilino Duque: Memoria y ficción en las letras españolas de trasguerra
De un tiempo para acá viene
reclamándose que se reescriba la historia literaria de España después de la
Guerra Civil. No todo pudo ser un “páramo cultural”: ni se fueron todos los
escritores al exilio, ni los jóvenes partían de la nada absoluta por muy duros
que fueran el aislamiento internacional y la censura franquista. Ciertamente
una de las dos España dejó de contar por unas décadas, pero eso no quiere decir
que la otra estuviera integrada exclusivamente por bárbaros ignorantes.
No obstante, todavía quedan
muchos mitos y prejuicios que demoler hasta llegar a una visión menos parcial
de lo que fueron las cosas en el ámbito cultural. Este nuevo ensayo de Aquilino
Duque pretende reivindicar la obra de siete notables figuras de esa orilla
católica y conservadora hoy marginada por la mayoría de los manuales e
historias al uso.
En el prólogo el autor renuncia a
darle un capítulo a Cela, en parte porque –según él- no lo necesita, en parte
porque –me parece- nuestro Nobel se sale del aire de familia que tienen los
autores tratados: José María Pemán, Rafael Sánchez Mazas, Wenceslao Fernández
Florez, Ramón Gómez de la Sena, los hermanos Villalonga y Vicente Risco. El
naturalismo tremendista de Cela está muy lejos de cualquiera de ellos. Pero
esto no quiere decir que la estatura literaria de cualquier miembro de esta
serie no sea de consideración. El bosque
animado es la mejor novela del siglo XX, según afirma Aquilino Duque y tal
vez no le falte razón. Las semblanzas de otras obras hoy preteridas (Rosa Krüger, Miss Giacomini o La puerta de
paja) invitan al lector a buscarlas y disfrutar de un pasado literario
injustamente desconocido.
El elogio más discreto que se puede dar del estilo de Aquilino Duque es
su brillantez. Con una gracia y una desenvoltura amenísimas el libro va
repasando hechos y textos, al mismo tiempo que reclama con tono desafiante una
relectura menos tópica de nuestro pasado. Así, se nos recuerda que el exilio,
por ejemplo, no produjo novelas de la talla de La familia de Pascual Duarte o El
bosque animado; o que los problemas y malas interpretaciones políticas
podían darse también en el seno del régimen; o que la posibilidad de una novela
“católica” en España no era asimilable a la que se dio en Francia o Inglaterra,
donde el cristianismo intelectual era minoritario y problemático. Las anécdotas
suceden a las interpretaciones, porque este no es un libro académico sino un
ensayo personal en el que el autor, novelista y poeta al fin, interrumpe su
discurso para gastar una broma, se enfada con las opiniones políticamente
correctas y, sobre todo, dialoga con sus colegas y maestros, algunos de los
cuales conoció de cerca.
Aquilino Duque: Memoria
y ficción en las letras españolas de trasguerra, Madrid. CEU San Pablo,
2012, 95 págs.
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