Día 09/01/2011 - 08.40h
Los lectores tenemos manías difíciles de explicar. Prefiero leer a escritores en español antes que a los de otras lenguas, aunque si son de mi edad (entre cuarenta y cincuenta) los leo también aunque sean birmanos. Y cuando leo en castellano le doy prioridad a los autores hispanoamericanos, a no ser que se trate de escritores españoles que quiero y admiro. Por otro lado, casi siempre leo por trabajo (reseñas, prólogos, encargos) y me reservo para las noches y los viajes las lecturas por placer, dejando para las horas muertas los compromisos ineludibles. Sin embargo, a medida que transcurren los años crece cada vez más el número de libros de escritores sevillanos o residentes en Sevilla, que antes me obligaba a leer para estar simplemente al día y que hoy disfruto porque me conciernen como habitantes de una ciudad literaria.
Doy por sentado que todos conocemos a José María Vaz de Soto, Salvador Compán, Julio Manuel de la Rosa, Juan Eslava Galán, Hipólito G. Navarro, Aquilino Duque, Antonio Rodríguez Almodóvar, Diego Carrasco, Juan Ramón Zaragoza, Antonio Álamo, Eliacer Cansino, Fito de Cózar, José María Conget, Juan Bonilla o Eduardo Jordá, escritores con una trayectoria larga y contrastada, para concentrarme en los narradores que comenzaron a publicar a partir del año 2000. Pienso, más bien, en Luis Manuel Ruiz, Eva Díaz Pérez, Enrique Baltanás, Isaac Rosa, Francisco Pérez Gandul, Nerea Riesco, Paco Robles, Juan Carlos Palma, Carmen Camacho, José Luis Rodríguez del Corral, Braulio Ortiz Poole, Javier Mije, Juan Antonio Maesso, José Carlos Carmona, Manuel Gregorio González, Iñigo Ybarra, José Antonio Francés, Jesús Cotta, Soledad Galán, Javier González, Alejandro Luque, Andrés González Barba, Sara Mesa, Antonio Rivero Taravillo, Laura Rosal y Andrés Pérez Domínguez, entre otros que he venido leyendo durante los últimos diez años. Y los he citado sin ningún orden y sin consignar fechas de nacimiento, porque sólo me interesaba dejar claro que en Sevilla existe una comunidad de escritores, que sin duda es más numerosa porque mi enumeración no es exhaustiva.
Por otro lado, durante los últimos años han surgido en Sevilla nuevas editoriales como Metropolisiana, El Mono Azul, Isla de Siltolá, Los Papeles del Sitio, El Olivo Azul, Paréntesis, Point de Lunettes, Cangrejo Pistolero, Jirones de Azul, RD o Ultramarina Cartonera, que le han dado visibilidad a nuevos poetas y narradores; por no hablar del programa de Jesús Vigorra en Canal Sur o del maravilloso trabajo de Lucía Cobos y Nuria Lupiáñez al frente de Edere Comunicación, una empresa que ha puesto a Sevilla en el mapa de las movidas literarias de España.
Y sin embargo, Sevilla se está quedando sin librerías, las páginas de cultura desaparecen de los periódicos y la literatura ha dejado de interesar en nuestra ciudad. Quizá los escritores sevillanos deberíamos zurrarnos más a menudo, porque las trifulcas literarias dan mucho juego. O hacernos ateneístas en mogollón, tomar el poder en la primera asamblea y decretar que sólo puedan ser Reyes Magos los mecenas de la cultura.
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