El pasado miércoles 5 de junio tuvo lugar la presentación del
libro de José Andrés Álvaro Ocáriz “Antonio Tovar, el filólogo que encontró el
lenguaje de la paz”, en el Ateneo de Madrid.
En primer lugar tomó la palabra Juan Ramón Sánchez
Carballido, que agradeció expresamente la colaboración decisiva de la
Asociación Cultural Ademán de Sevilla en la celebración de este acto.
Por petición expresa del autor, Carballido centró su
intervención en el pensamiento político de Tovar para establecer las
coordenadas de su falangismo inicial y, en la medida de lo posible, proponer
las claves que permiten atisbar la coherencia interna de su discurso, no
siempre evidente a tenor de su reposicionamiento ideológico ulterior.
En su opinión, coincidente con la del biógrafo, Tovar mantuvo
en todo momento su fidelidad a un principio claramente asociado a la influencia
de José Antonio Primo de Rivera: el hombre como eje y centro del sistema
político y económico. Una fidelidad que no decayó en Tovar tras su decepción
con el régimen de Franco y su clara toma de conciencia de que la Revolución que
predicaba la Falange había sido definitivamente traicionada.
A continuación, José
Andrés Álvaro Ocáriz desglosó el contenido de los diferentes capítulos de su
libro, abundando en las ideas anteriormente expuestas y profundizando en el
perfil intelectual y académico de Antonio Tovar.
Ocáriz destacó las extraordinarias aportaciones del
homenajeado en el campo de la Filología, procedentes de su conocimiento de unas
cincuenta lenguas clásicas y modernas, europeas y precolombinas. Una sabiduría
que quedaría repartida en más de cuatrocientas obras y lo convertirían en uno
de los intelectuales más apreciados de su generación.
El biógrafo sorprendió a parte del auditorio dando a conocer cómo
la primera cátedra de enseñanza universitaria del vascuence se estableció en
España, en mitad del franquismo y a despecho
de la actual propaganda oficial, a instancias del falangista Tovar, que había
aprendido la lengua en su adolescencia y a cuyo estudio había dedicado ya dos
influyentes volúmenes.
Mención especial mereció la iniciativa de la revista Escorial. Editada entre noviembre de
1940 y febrero de 1950, con el decisivo impulso de Tovar y otros falangistas, la
publicación pretendió ser un lugar de reencuentro intelectual tras la guerra dado
que la mitad de la cultura española se hallaba por entonces en el exilio. Pío
Baroja, Azorín, Menéndez Pidal o Gregorio Marañón se reivindicaron en sus
páginas, dándose a conocer algunos nombres fundamentales de la cultura de
posguerra, como Xavier Zubiri. Todos ellos, acompañados por las firmas más
brillantes del falangismo intelectual: Dionisio Ridruejo, Laín Entralgo,
Torrente Ballester, Panero y el propio Tovar.
Tras repasar su extraordinaria gestión como Rector de la
Universidad de Salamanca, coincidiendo con su setecientos aniversario; sus
estudios y reconocimientos en el extranjero (Tovar fue Premio Goethe); su labor
en la Real Academia Española o sus activismo político durante los primeros años
de la democracia, Ocáriz terminó su intervención citando a algunas
personalidades relevantes que dedicaron palabras de elogio a Tovar en honor a
su honestidad y bonhomía. Personalidades que atraviesan todo el espectro
ideológico desde las posiciones de Serrano Súñer a las de Tierno Galván.
El acto, que fue presentado y moderado por Victoria Caro,
Secretaria adjunta de la Agrupación de Retórica y Elocuencia, finalizó con un
breve turno de palabra entre los asistentes.
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