Blanca Alcantara (PSOE) Diego Valderas (IU)
A L coordinador general de IU y candidato a la presidencia
de la Junta de Andalucía, Diego Valderas, tras el acto de cierre de campaña
electoral de las elecciones autonómicas andaluzas, le pillaron un comentario
sobre el actual cargo político de una mujer a la que identificaba como «la de
las tetas gordas».
En realidad, y al margen de la muy conocida hipocresía que marca los cauces del discurso políticamente correcto, las palabras de Valderas no dejan de resultar una metedura de pata (o de boca) sin mayor trascendencia; un tipo de comentario que se le puede escapar a cualquier hombre en una conversación privada, por más que quede feo cuando procede de un candidato a presidente. Debe de ser por eso, y también porque Valderas es probado prohombre comunista y progresista, por lo que su desliz verbal ha tenido un limitado recorrido mediático, tratándose al final como una simple anécdota electoral, incluso simpática. Y es que no están las cosas como para criticar y censurar a quien se ha convertido en dueño de las llaves del futuro Gobierno andaluz de progreso. Pero ¿qué habría sucedido en la hipótesis de que la calificación mamaria hubiese procedido de la boquita de un candidato a presidente no progresista, por ejemplo del PP? Pues pocas dudas caben de que en este caso se habría producido una automática campaña de encendidas denuncias de protesta y rechazo hacia el bocazas por los múltiples colectivos feministas y progresistas, que habrían protagonizado el contenido de la jornada de reflexión. No habría que esperar al final del escrutinio para haber sabido que el político en cuestión sería castigado duramente en las urnas. Y es en esta (no hipotética, sino real y comprobada) diferencia de trato hacia unos y otros, donde se demuestra que las «espontáneas» campañas de acoso y derribo que se ponen en funcionamiento según cada caso, están perfectamente orquestadas y organizadas por quienes manejan los hilos del cotarro. Lo que a su vez explica el extraño fenómeno de que lo mismo que a unos les mata electoralmente, a otros les engorda.
Miguel Ángel Loma
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