Vuelve Foxá a las andadas, ahora con una recopilación de cosas suyas perdidas y halladas entre la alfalfa de la cultura oficial, con la que, por fortuna, nada tiene que ver el Foxá que nos importa, que es el que decía Umbral:
-Yo aprendí a hacer artículos en usted, don José María (Pemán), si es que he aprendido, y en otros escritores del ABC, desde los monárquicos a los falangistas, que todos escribían muy bien: Foxá, Sánchez Mazas, Montes, Mourlane, D?Ors, Ruano y todo eso.
Vienen casi a afearle a Foxá que lo mejor suyo apenas diera para una novela y mucho periodismo. ¿Y cuál fue el sueño de todos los muchachos del nuevo periodismo americano? «El periodismo -en resumen de Tom Wolfe- era el motel donde pasar la noche camino del destino: la Gran Novela.»
La gran novela de Foxá es la gran novela del Madrid que va de la Monarquía a la guerra pasando por la República: Madrid de Corte a checa. La infancia, el tiempo, el amor y la muerte son sus temas. La muerte de Agustín en los brazos de su madre, diría luego Ruano, es como un místico y mítico nacimiento: le envidio su destino final: desnacer en los brazos donde se ha nacido: Dios da premios así.
-Y pensar que, después que yo me muera, / aún surgirán mañanas luminosas; / que, bajo un cielo azul, la primavera, / indiferente a mi mansión postrera, / florecerá en la seda de las rosas.
El retrato supremo de Foxá lo hace su amigo Malaparte: «Es falangista del mismo modo que un español es comunista o anarquista, esto es, al modo católico.»
-La Falange es una hija adulterina de Carlos Marx e Isabel la Católica -le dice un día Foxá a Juan Ignacio Luca de Tena.
Otro día, comiendo con Luca de Tena y con Sánchez Mazas, cuando se habla de los peligros del comunismo para el mundo libre, Foxá, «con gran enfado de Sánchez Mazas», confiesa que lo que menos le perdona al comunismo es que le haya impulsado a hacerse falangista. Y pensar que, después que yo me muera...
-Yo aprendí a hacer artículos en usted, don José María (Pemán), si es que he aprendido, y en otros escritores del ABC, desde los monárquicos a los falangistas, que todos escribían muy bien: Foxá, Sánchez Mazas, Montes, Mourlane, D?Ors, Ruano y todo eso.
Vienen casi a afearle a Foxá que lo mejor suyo apenas diera para una novela y mucho periodismo. ¿Y cuál fue el sueño de todos los muchachos del nuevo periodismo americano? «El periodismo -en resumen de Tom Wolfe- era el motel donde pasar la noche camino del destino: la Gran Novela.»
La gran novela de Foxá es la gran novela del Madrid que va de la Monarquía a la guerra pasando por la República: Madrid de Corte a checa. La infancia, el tiempo, el amor y la muerte son sus temas. La muerte de Agustín en los brazos de su madre, diría luego Ruano, es como un místico y mítico nacimiento: le envidio su destino final: desnacer en los brazos donde se ha nacido: Dios da premios así.
-Y pensar que, después que yo me muera, / aún surgirán mañanas luminosas; / que, bajo un cielo azul, la primavera, / indiferente a mi mansión postrera, / florecerá en la seda de las rosas.
El retrato supremo de Foxá lo hace su amigo Malaparte: «Es falangista del mismo modo que un español es comunista o anarquista, esto es, al modo católico.»
-La Falange es una hija adulterina de Carlos Marx e Isabel la Católica -le dice un día Foxá a Juan Ignacio Luca de Tena.
Otro día, comiendo con Luca de Tena y con Sánchez Mazas, cuando se habla de los peligros del comunismo para el mundo libre, Foxá, «con gran enfado de Sánchez Mazas», confiesa que lo que menos le perdona al comunismo es que le haya impulsado a hacerse falangista. Y pensar que, después que yo me muera...
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