Radiografía de un tiempo
(Eduardo López Pascual -*-)
Hace unos
días vi una película rodada justo
sesenta y un años atrás. en 1951, lo cito solo para que tengamos en cuenta la
fecha en que se hizo, pleno régimen
franquista, pero cuando todavía subsistía una referencia falangista, netamente
falangista, comprometida con esa “revolución pendiente” que es verdad que tiene
una crítica irónica, pero que sinceramente estuvo presente en la conciencia y
en la emoción de muchos falangistas. La película se llama Surcos, y fue
escrita por un director falangista -Jose Antonio Nieves Conde-, y escrita por
autores falangistas como Gonzalo Torrente Ballester y Eugenio Montes, que desde
la crudeza de sus imágenes, de la compleja situación de la sociedad de aquellos
años, con las verdades de la España de los años cincuenta – pobreza,
emigración, carencias no ocultadas-, - nos ofrece una muestra auténtica de un
magnífico cine, que nos da un testimonio valiente y audaz de las condiciones
reales de los españoles.
Habría que decir entonces, que Surcos,
desmonta – desde aquel mismo decenio, casi recién salido de la IIª Guerra
Mundial y un aislamiento internacional, la idea de un desierto cultural y
artístico o la de un encogimiento absoluto de sumisión intelectual al poder
político. Lo había, claro, como ahora también se dice de artistas y escritores
de vivir a costa de lo políticamente correcto; entonces también lo había, pero
evidentemente quien conoce en serio la historia de esos años sabe perfectamente
que hubo quienes desde su independencia, personal y artística, crearían obras
de indudable calidad. El cine nos da
ejemplos irreversibles porque “Surcos” no es una obra aislada y casual,
sino producto de una sensibilidad presente. Recodemos, a efectos de resumen,
películas como Rojo y Negro, de Carlos Arévalo, Balarrasa,
también de Nieves Conde, Bien venido Mister Marshall, de García
Berlanga, Historias de la Radio de Sáez de Heredia,
todos falangistas, entre otras y otros que podemos enumerar sin caer en el
aplauso irracional, pero que demuestra palpablemente como la Falange, se quiera
reconocer o no-, mantuvo una actitud muy comprometida con la preocupación de
justicia social y la vocación cultural y artística.
Alguien habría dicho, con
cierto retintín, como se pudo hacer una película como Surcos, o anteriormente
Rojo y negro, - por ejemplo-, pero esto no deja de ser más que una pose hecha
para desacreditar a una opción ideológica, pero la historia es como es y no
como la pretenden manipular; lo cierto es que incluso en esos tiempos tan
controvertidos, y difíciles, es verdad-, la Falange dio autores y obras de
magnífico nivel de calidad y prestigio desde una convicción que desafió normas
y reglamentos. Quizá no desearían que así fuera, más sus nombres y sus títulos
están ahí, de forma que para mí, el
repaso a una cinta como Surcos, en los comentarios de catedráticos,
escritores y sociólogos que pudimos escuchar, me han reconfortado porque al
fin, la verdad se abre camino, la calidad prevaleces sobre la manipulación y
hoy, a través de ese programa de televisión, se reconoce una verdadera obra
cinematográfica, hecha por falangistas, de lo que uno se siente orgulloso. Las
secuencias del campesino en la fragua, el emigrante ante las puertas del
cuartel, la perversión de la chica del pueblo, prueban una vez más, que se hizo
un buen cine, un magnífico cine, digan lo que digan.
(*) Eduardo López Pascual es escritor y profesor de Literatura
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