NO HE DE GUARDAR SILENCIO
La
dispersión de empeños, el silencio de los disidentes o la elección equivocada en su posicionamiento, ha llevado a muchos
españoles muy sensibles con la crítica situación nacional a una esterilidad
política todavía no fructificada.
Algún día, sociólogos o psicólogos de masas deberán preguntarse cómo fue posible que en un
escenario de seis millones de parados, más de nueve millones de pobres
y fractura territorial, no se alzaran voces autorizadas en España con la suficiente fuerza como para cuestionar todo el
entramado surgido en 1978.
Curiosamente,
como si de un ejercicio de exorcismo interior se tratara, se hacen públicas las palabras de protagonistas de entonces. Otero
Novas, por un lado, Muñoz Machado por otro. Ambos van
haciendo público como fue posible
resquebrajar lo que parecía firme. Y, ambos, en ese
camino que llega hasta hoy, advierten como el viejo marino de Julio Verne que
gritaba "¡Maelstrom!", que estamos
al borde mismo del colapso y naufragio.
Más no vendrá de ellos la solución. Como tampoco llegara de banqueros reconvertidos a
profetas mediáticos. Esta vez es la hora del
Pueblo. Y la hora de quienes han guardado silencio pese a llevar consigo un
caudal de ideas que no han sido, todavía, confrontadas.
Estos días atrás. En todos estos días transcurridos desde que "España Defendida" vio la luz, he podido visualizar a
quienes importa España y a quienes duele la
ausencia de Justicia. Lejos de constituir grupos homogéneos, en mi recorrido expositivo de los textos que conforman
ese ensayo, he ido descubriendo cristianos de izquierdas - de aquella izquierda
anti franquista educada en torno a un Tierno Galván
o de un disidente Ridruejo; a personas aisladas en territorios confundidos por
el fantasma identitario y secesionista; a jóvenes
decididamente anti sistema no casados con ninguna opción ; a falangistas sin falange, decididamente apartados de
toda nostalgia estéril. Nada en común entre ellos, ni por sus orígenes
económicos, familiares o sociológicos.
Advertí que no será del español "instalado" de donde venga la reacción, la protesta o el llamamiento a la viraje profundo. No
será de esos seguidores de la
partitocracia que acuden, cada cuatro años a una cita con las urnas
tan estéril como inútil.
Todo ese
conjunto de náufragos que descubrí, habrán de unirse por encima de orígenes y antiguas pertenencias ( a veces, ninguna ) en un
barco que todavía esta por construir y ser
fletado. Tengo presentes, siempre, aquellas palabras de resonancias kennedyanas
que nos llamaban a la unión en momentos de grave crisis
nacional.
No
podemos apelar sólo a la Nación, ni sólo a situaciones de injusticia
social. Se apelará a la Comunidad soberana como única fuerza capaz de romper el nudo gordiano que
constituyen las autonomías, los partidos, la ley
electoral, la organización del trabajo, y nuestra
relación misma con Europa.
Ya no es
momento de análisis periodísticos o crónica política. Es la hora de recomponer los fragmentos de la espada
del Almirante Cervera, hundidos en la Bahía de Santiago de Cuba y
hacerlos brillar al nuevo Sol.
Vamos a
cuestionar ese sistema del 78. Vamos a pasar del silencio a la propuesta
inteligente activa y resuelta. Sin más bandera que la común que nos hermana.
Toda la
crítica a la ausencia de
representación política de movimientos como el 15-M, al dominio del poder
financiero sobre las decisiones; todo ese entramado elaborado para desunirnos
como Nación propio de los defensores de
las taifas autonómicas ; toda forma de propaganda del odio y la
mentira sobre nuestro origen y nuestro caminar en la Historia...todo eso va a
tomar forma de un movimiento que va a enfrentarse al artificial montaje
impuesto a los españoles.
Jóvenes condenados al desempleo o al trabajo esclavo.
Desahuciados. Españoles discriminados y atemorizados.
Familias que no pueden serlo. Expoliados por los impuestos o por las tasas.
Pero sobre todo y por encima de todo, españoles dolientes de serlo.
Nuestra
Nación ni ha muerto ni es una
invención de gobernantes cercanos.
No más política que aquella que lo sea
para el Bien Común.
No más patriotismo que aquel que nos hermana en la solidaridad
real de la justicia social.
Defenderles
es afirmar nuestro sentido en esta tierra y esta vida.
Seguir
silentes es tener la peor de las muertes posibles.
Carlos Martínez-Cava Arenas
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