Alvaro Cunqueiro y la familia de Merlín
JUAN ÁNGEL JURISTO | 28 de abril de 2012
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La Fundación Banco Santander acaba de editar un libro delicioso de Álvaro Cunqueiro. Se le ha puesto el atinado título de De Santos y Milagros y consta de 138 artículos y 7 cuentos inéditos en torno a gentes que fueron proclives a la santidad y a la vida milagrosa. Hay títulos que lo dicen todo. Los artículos provienen de diarios y publicaciones como Faro de Vigo, La Vanguardia, ABC, La Voz de España, Aire Azul, Misión y Catolicismo. De esta última publicación son los siete cuentos inéditos, que se les habían escapado hasta ahora a los especialistas y que se han revelado de una importancia capital para entender la posterior evolución en la obra de Cunqueiro, cuando dio entidad a gentes como Fanto Fantini, siete cuentos que fueron escritos después de 1944, una vez le retiraron el carnet de prensa y que publicó bajo el pseudónimo de Álvaro Labrada, siete cuentos de una imaginación espectacular, comparables a los que escribió posteriormente, donde se mezclan los ambientes exóticos, totalmente inventados y que tan bien se le daban, unos ambientes que tanto daban si eran hindúes o chinos pues incidían en algo del que él fue un maestro: revivir el imaginario colectivo de un pueblo. En esto actuó como Merlín, o Simbad, o Ulises, tres personajes de la Antigüedad real o inventada, que fueron maestros de la fábula y la imaginación exaltada. Siete cuentos, en fin, descubiertos por el profesor y filólogo Xosé Antonio López Silva, que es el encargado, además, de la edición de este libro y autor de un estudio preliminar bastante clarificador. Por su parte, César Antonio Molina, que conoció a Cunqueiro y lo ha estudiado y editado con cierta profundidad, es el responsable del prólogo, donde se contextualiza estos escritos dentro del panorama general de la obra de Cunqueiro. De esta manera, lo que en principio podría tomarse como una publicación hagiográfica de santos, santas, sobre todo santas, y sus milagros, se inscribe dentro de una galería de retratos de raigambre mágica, mistérica, vale decir, de la familia de Merlín, una manera de burlar, esta vez de forma elegante, la férrea ortodoxia de la Iglesia. Y en esto de burlar ortodoxias Cunqueiro siempre fue un mago. Aquí se da cumplida muestra de ello.
Pere Gimferrer, que presentó el libro en la Biblioteca Nacional, con asistencia del Presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijoo, incidió en la condición profundamente solitaria de este escritor, “que no tuvo antecedentes ni consecuentes” e hizo un juego de palabras muy bello que explica, además, la particular fascinación que despierta el personaje: “Cunqueiro no hizo realismo mágico sino magia de las palabras”. Y hasta tal punto es así, fue así, que leyendo estas páginas de santos uno comienza a sentir la invasión de cierta calidez de claro origen gozoso. La verdad es que la vida de los santos, cuando está bien escrita, pertenece a la galería de retratos literarios de clara excelencia. La prueba está en las hagiografías del padre Rivadeneyra, que en nuestra tradición representa lo más acendrado de la misma. Pocas veces he leído retratos literarios tan mórbidos como los que nos presenta Rivedeneyra, algunos que para sí hubiera querido el Marqués de Sade, y la verdad es que los escritos por Cunqueiro son más finos, están rellenos de una madeja más imaginativa que los del jesuita, también más amable. Al fin y al cabo el escritor gallego siempre pensó que los santos eran magos, condición inexcusable de la inteligencia de la imaginación, y de ahí que lo mórbido tuviera su lugar justo, pero no más, y desde luego no lo más importante. Molina recalca la identidad de Cunqueiro con la del poeta irlandés y Premio Nobel Edward Butler Yeats y la recalca en lo que tiene de identificación con el inconsciente popular. En cierto sentido es verdad y estás páginas pertenecen tanto al imaginario católico, como a la invención del propio autor, pero también a la de su pueblo gallego. Esto habría que recalcarlo al querer dar cuenta de este libro. A mí, de todas maneras, me interesa destacar algo que creo tiene mucha mayor importancia: la de la calidad literaria de estos artículos, tan intensa como la de sus novelas o sus crónicas. Cunqueiro fue de los pocos que dignificaron el oficio elevándolo a la categoría de literatura fantástica: una de las pruebas es este libro. Aunque hable de santos y milagros, o quizá por ello.
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