EFE LONDRES 28-5-2010 17:16:30Pablo Picasso negoció en secreto con representantes del régimen de Francisco Franco en 1956 sobre la posibilidad de celebrar una retrospectiva de su obra en Madrid, según afirma el historiador y biógrafo británico John Richardson.
Richardson, que mantuvo relación con Picasso entre las décadas de 1940 y 1960, adelanta al diario "The Guardian" parte del contenido del cuarto volumen de la biografía del artista español (1881-1973) que está preparando con el historiador Gijs van Hensbergen.
Estos dos historiadores aseguran que el crítico español de arte José María Moreno Galván fue enviado a la costa azul francesa, donde Picasso estaba viviendo en 1956, para intentar abrir conversaciones sobre la posibilidad de exponer su obra en la capital de España. Moreno Galván informó de sus conversaciones al agregado cultural de la embajada española en París, José Luis Messía, quien, según Richardson, respondió lo siguiente: "qué pena que García Lorca no esté vivo. Podríamos haber matado dos pájaros de un tiro".
Héroe de la izquierda
El objetivo del régimen de Franco era "destruir el estatus de Picasso como un héroe de la izquierda", según Richardson, quien destaca que, de haberse celebrado la retrospectiva en Madrid, Picasso "habría sido considerado un traidor por volver a España". Las negociaciones debían haber seguido, dirigidas por Messía en coordinación con el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, pero se fueron al traste porque la información se filtró a la prensa.
Según Van Hensbergen, los contactos eran supervisados por el Ministerio español de Asuntos Exteriores, que había dado órdenes expresas para suspenderlos si transcendían y para negar públicamente de manera enérgica que se hubiera producido un acercamiento. Richardson y Van Hensbergen sostienen que las conversaciones estuvieron lo suficientemente avanzadas como para que un pequeño círculo de destacadas personalidades del exilio español firmaran una carta en la que pidieron a Picasso que no expusiera en España, algo que quedó recogido en el diario del escritor Jean Cocteau.
Los historiadores argumentan que los puntos de vista de Picasso "eran 10 veces más sutiles de lo que se puede imaginar. No había nada en sus opiniones que fuera blanco y negro, y la historia de este periodo es una historia con zonas grises". Cocteau escribió que pese a no cuestionarse su militancia en el Partido Comunista, en una ocasión le dijo: "me he unido a una familia en la que, como en todas las familias, hay mucha mierda".
Convicciones comunistas
Richardson destaca también que las convicciones comunistas de Picasso chocaban con frecuencia con la nostalgia que sentía de España y considera que "en aquel momento, la idea de una retrospectiva era más importante para él que el Partido Comunista". "En eso queda la noción de Picasso como un comunista comprometido que cumplía a pies juntillas la línea marcada por el partido", escribe Richardson en un ensayo que se publicará en el catálogo de la exposición que tendrá lugar el próximo 4 de junio en Londres.
La muestra, organizada por la Gagosian Gallery y comisionada por Richardson, se titula "Picasso: Los años mediterráneos". Las implicaciones de esas conversaciones entre el artista y el franquismo son varias y Van Hensbergen sugiere revisar el trabajo más famoso de Picasso a finales de la década de los 50 -su versión "Las Meninas" de Velázquez- a la luz de esta muestra abortada. Richardson sostiene que esta obra, que actualmente está expuesta en la Tate de Liverpool (Inglaterra) en el marco de la exposición "Picasso: Paz y Libertad", es una evidencia de que el artista volvía a acercarse a las fuentes del arte y la historia de España.
"Se apoyó en la edad de oro española para subrayar sus credenciales vanguardistas", afirma el biógrafo. Richardson, de 86 años, conoció a Picasso cuando tenía 25 y vivía con el coleccionista de arte Douglas Cooper en el sur de Francia. En la década de 1950 comían con frecuencia con Picasso antes de ir a las corridas de toros junto a un grupo de personas en el que también figuraba Jacqueline Roque, "una de las contendientes para el título de amante oficial", recuerda el historiador. "Jacqueline y yo teníamos unos 28 años y todos los demás eran mucho mayores. Éramos como niños entre adultos y por eso nos llevábamos bien", afirma.
Richardson, que mantuvo relación con Picasso entre las décadas de 1940 y 1960, adelanta al diario "The Guardian" parte del contenido del cuarto volumen de la biografía del artista español (1881-1973) que está preparando con el historiador Gijs van Hensbergen.
Estos dos historiadores aseguran que el crítico español de arte José María Moreno Galván fue enviado a la costa azul francesa, donde Picasso estaba viviendo en 1956, para intentar abrir conversaciones sobre la posibilidad de exponer su obra en la capital de España. Moreno Galván informó de sus conversaciones al agregado cultural de la embajada española en París, José Luis Messía, quien, según Richardson, respondió lo siguiente: "qué pena que García Lorca no esté vivo. Podríamos haber matado dos pájaros de un tiro".
Héroe de la izquierda
El objetivo del régimen de Franco era "destruir el estatus de Picasso como un héroe de la izquierda", según Richardson, quien destaca que, de haberse celebrado la retrospectiva en Madrid, Picasso "habría sido considerado un traidor por volver a España". Las negociaciones debían haber seguido, dirigidas por Messía en coordinación con el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, pero se fueron al traste porque la información se filtró a la prensa.
Según Van Hensbergen, los contactos eran supervisados por el Ministerio español de Asuntos Exteriores, que había dado órdenes expresas para suspenderlos si transcendían y para negar públicamente de manera enérgica que se hubiera producido un acercamiento. Richardson y Van Hensbergen sostienen que las conversaciones estuvieron lo suficientemente avanzadas como para que un pequeño círculo de destacadas personalidades del exilio español firmaran una carta en la que pidieron a Picasso que no expusiera en España, algo que quedó recogido en el diario del escritor Jean Cocteau.
Los historiadores argumentan que los puntos de vista de Picasso "eran 10 veces más sutiles de lo que se puede imaginar. No había nada en sus opiniones que fuera blanco y negro, y la historia de este periodo es una historia con zonas grises". Cocteau escribió que pese a no cuestionarse su militancia en el Partido Comunista, en una ocasión le dijo: "me he unido a una familia en la que, como en todas las familias, hay mucha mierda".
Convicciones comunistas
Richardson destaca también que las convicciones comunistas de Picasso chocaban con frecuencia con la nostalgia que sentía de España y considera que "en aquel momento, la idea de una retrospectiva era más importante para él que el Partido Comunista". "En eso queda la noción de Picasso como un comunista comprometido que cumplía a pies juntillas la línea marcada por el partido", escribe Richardson en un ensayo que se publicará en el catálogo de la exposición que tendrá lugar el próximo 4 de junio en Londres.
La muestra, organizada por la Gagosian Gallery y comisionada por Richardson, se titula "Picasso: Los años mediterráneos". Las implicaciones de esas conversaciones entre el artista y el franquismo son varias y Van Hensbergen sugiere revisar el trabajo más famoso de Picasso a finales de la década de los 50 -su versión "Las Meninas" de Velázquez- a la luz de esta muestra abortada. Richardson sostiene que esta obra, que actualmente está expuesta en la Tate de Liverpool (Inglaterra) en el marco de la exposición "Picasso: Paz y Libertad", es una evidencia de que el artista volvía a acercarse a las fuentes del arte y la historia de España.
"Se apoyó en la edad de oro española para subrayar sus credenciales vanguardistas", afirma el biógrafo. Richardson, de 86 años, conoció a Picasso cuando tenía 25 y vivía con el coleccionista de arte Douglas Cooper en el sur de Francia. En la década de 1950 comían con frecuencia con Picasso antes de ir a las corridas de toros junto a un grupo de personas en el que también figuraba Jacqueline Roque, "una de las contendientes para el título de amante oficial", recuerda el historiador. "Jacqueline y yo teníamos unos 28 años y todos los demás eran mucho mayores. Éramos como niños entre adultos y por eso nos llevábamos bien", afirma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario