(...) Otro bello recuerdo de José Antonio fue cuando en San Sebastián le presenté a Pablo Picasso. José Antonio cuando iba a la capital donostiarra se alojaba en el Continental, ahora desaparecido. Picasso se nos lamentó de que la República no pudiera organizar una Exposición de sus cuadros en Madrid, porque según el Comisario de Arte no tenían dinero para el seguro de las telas, pero que si le parecía suficiente hubieran puesto unas parejas de la Guardia Civil por la vía del tren. Echándose a reír Picasso con toda su alma. A lo que José Antonio le brindó esta promesa: “Algún día pondremos para recibirle una guardia nuestra, pero como honor, y tras haber asegurado su pintura.” Estábamos en el Náutico, construido por nuestro camarada Aizpurúa, uno de los primeros fusilados cuando la Revolución. Picasso nos invitó a unas copas y dijo así: “El único político español que habló de mí elogiosamente como gloria nacional en su artículo publicado en Norteamérica fue su padre el General Primo de Rivera.”
Memorias de un dictador.
Ernesto Giménez Caballero
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