(Josele Sánchez)
'De
los nuestros, de toda la vida'. Esta frase fue un salvoconducto, un aval para
la supervivencia en los años previos y posteriores a nuestra última Guerra Civil. Con ella unos salvaban a otros cuando venían los comisarios políticos a
pedir a los mandatarios locales la lista de señalados en los pueblos de
España.
Sin informática y con los archivos parroquiales mitad quemados mitad
destruidos, se rompían partidas bautismales para acreditar un ateísmo militante
o se construían matrimonios que no pasaron del noviazgo para garantizar una
pensión mínima a una joven viuda o a mujeres que parieron póstumamente hijos
putativos. Aunque ahora sólo parezca que España es un país en continua revancha
de los herederos ideológicos de los vencidos contra los 'otros', en verdad hubo
otra guerra civil en la que cupo la protección mutua; el salvarse los unos a
los otros con exacta reciprocidad cuando la suerte cambió de lado.
Esta es, en
buena medida, la Guerra Civil que dibuja 'La consagración de la primavera', la
novela que acaba de publicar Josele Sánchez en Editorial Esparta.
Es
así como dando un quiebro a la habitual novela histórica guerracivilista
hipotecada con delatores, mezquinos, héroes cuestionables y arquetipos de
buenos y malos completamente previsibles sin el derecho al desarrollo de los
personajes conforme lo hace la novela. Es así como la novela de Josele Sánchez
pone a la lealtad en el centro de una trama con magníficos pulsos de acción que
se teje sobre el bastidor general de la música y la conocida pieza musical de
Igor Stravinsky.
Si
puede sostenerse que sin el odio en la trama no se entiende la novela histórica
guerracivilista convencional española, hay que afirmar que éste no tiene cabida alguna en la
obra de Sánchez en la que sí hay un espacio para protagonistas corales
habitualmente proscritos como José Antonio Primo de Rivera. Una aparición que
se inscribe en la línea de Juan Manuel de Prada ('Las máscaras del héroe' y 'Me
hallará la muerte'), Eduardo Mendoza ('Riña de Gatos'), Ignacio del Valle
(trilogía del Teniente Andrade llevada al cine en 'Silencio en la Nieve') o
Javier Compás ('La playa de los alemanes').
Es
indudable que junto a quienes mentían ante los comisarios políticos ávidos de
fusilables con el este es 'de los nuestros, de toda la vida', también hubo
delatores que excavaban con su lengua tumbas en cunetas, ensanchaban las checas
o engordaban los expedientes de depuración. La Historia de la Humanidad es un
larguísimo relato de pequeños héroes y villanos, pero no de arquetipos
sectarios de unos y otros como llenan la casi totalidad de la novela
guerracivilista. 'La consagración de la primavera' es una muy buena excepción.
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