viernes, 7 de octubre de 2011

El valor del estilo

Reproducimos este interesante artículo del digital La tribuna de Europa firmado por José Luis Ontiveros.

El valor del estilo
6 Octubre, 2011
José Luis Ontiveros

Nadie puede despojar a los escritores de la Falange de su doble contribución a la cultura hispánica, por una parte, afirma la continuidad del linaje aun con formas vanguardistas, y por la otra, mantiene como principio mismo de su arte escritural y valor supremo, el estilo.

El estilo en la Falange ha sido un determinante de su historia y de su concepción. Ello va mucho más allá que un atildamiento, pose, y superficie en que se pierden las aguas espesas del poder de la voluntad por la quebradiza búsqueda de una perfección abstracta y cerebralista. El estilo se arranca en el alma con trapío y se mantiene en todo la faena que es la vida hasta entregarse ensangrentado al toro de la muerte con el garbo preciso de quien la tiene de novia y que pronto ha de estar entre la legión de los muertos gloriosos. Hace algún tiempo Fernando Sánchez Dragó, el escritor español de obra vasta y significativa, se refería a la falta de censura literaria como política en la España franquista (contando con que Sánchez Dragó fue perseguido en el franquismo y de una clara posición anarquista). El testimonio de Sánchez Dragó es importante para despejar espectros y ello va con las pruebas de valor que ha dado Aquilino Duque, en momentos de marasmo. De tal suerte que hay una generación de l936, una que apunta por los 50 y que se inicia con Carmen Laforet, a ella sigue el fenómeno betselérico de los 70 y 80 en todas estas generaciones hasta llegar a la posmoderna y actualísima en que destacan Jordi Garriga y Javier Compás con la presencia del zurdo Fernando Márquez.
Fernando Márquez

Javier Compás

Jordi Garriga
Hay siempre una referencia a la Falange, como punto central no sólo de la historia de las ideas políticas sino como referencia literaria insoslayable.

Norma Suprema

El desprecio de la Falange a las formas demoliberales nace antes de una repulsa estética que de un razonamiento político, cuando José Antonio Primo de Rivera dice que se lucha por España porque “no nos gusta” en referencia a los escuadristas que parten a la aventura del saber nada que la certeza de la muerte, hace una referencia a que hay un desdén hacia el contrahecho liberalismo que no tiene presencia, que se mezcla y se acomoda, que no respira por la herida de su idea sino del interés. Es feo y no tiene estilo.

Aquello de se mueran los feos es una forma de expresar que no se puede ser feo y proclamarse fascista.

Y no se trata de que se sea guapo de hechura sino de alma, que el alma y el cuerpo estén en conjunción. Y lo feo se mata con la belleza y no con decretos ni cirugías plásticas. Lo feo nace de dentro. Lo más importante de la Falange ha sido mantener el valor del estilo como suprema norma de la existencia. Hay en el estilo, una exigencia exacta de sinceridad, un revisar hasta qué punto puede soportarse el mundo sin la belleza, una aspiración al heroísmo y al ascetismo, a la épica y a la plegaria, a la oración del alma y a las banderas victoriosas o desgarradas e invictas.

El estilo se expresa muy claramente en el Himno de la Falange Cara al Sol, obra que es creación de José Antonio Primo de Rivera, de Agustín de Foxá y de Dionisio Ridruejo, el visionario y trágico poeta de la incomprensión, perseguido por el franquismo, voluntario como soldado raso en la División Azul en Rusia, el cuerpo militar que más escritores ha tenido en la historia. El Himno tiene el poder de elevar sobre lo precario, es un asalto al cielo y un formar el tercio que se alzará en la muerte. Todo puede perderse menos el estilo, esa forma interna de obrar con nobleza. En el Himno está la potencia bendita del estilo.
Fernando S.Dragó



José Luis Ontiveros

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