FÉLIX MADERO
Día 06/12/2010
Día 06/12/2010
POR razones que los historiadores españoles soportan, son los británicos los que se empeñan en seguir contando nuestra historia. El empeño en el caso del hispanista Henry Kamen no sólo se queda en lo que hemos sido, sino en lo que somos y lo que no. Lo de Kamen resulta excesivo para un pueblo que es incapaz de digerir su historia, su gran historia. Puede que sea ésta la causa por la que desde fuera nos explican existencia y carácter. El caso es que Kamen, un hombre nacido en el mismo año en que nuestros abuelos decidieron darse garrotazos con los pies y el cerebro bajo la arena, nos dice ahora que España no es un país, que ni siquiera tenemos héroes. Curiosa forma de descubrir al lector lo poco que sabe de nosotros el autor de un libro que tituló Imperio, la forja de España como potencia mundial. Que alguien que ha entrado en las vidas de Gonzalo Fernández de Córdoba, Carlos I, Pizarro, Hernán Cortés o el Duque de Alba nos venga ahora con esto, con que desde la cuna nos acompaña un sentimiento de inferioridad, o que aún no nos hemos enterado de que ya no vivimos en el siglo XVI, dice mucho de aquellos que pretenden escribir nuestra historia.
Escribo desde Sevilla, y frente a mí tengo el río Guadalquivir, que me ayuda a imaginar qué fue esta ciudad en 1600. Quizá Kamen debería hacer lo mismo para, a continuación, tomarse un vaso de vino por el centro a ver qué hay de nuestro complejo de inferioridad, qué del reloj que se paró en el siglo XVI. Kamen, que se muestra resuelto y seguro, al decir que los españoles carecemos de una ética del patriotismo —¿cómo lo sabrá, él que nació en Birmania?— cree que nuestra vidas caminan en torno a El Cid —¡una ficción del pueblo español!— y el antihéroe don Quijote de La Mancha. Y eso si que ya no estoy dispuesto a aceptarlo. Primero porque Rodrigo Díaz de Vivar no es un invento, y segundo porque el Caballero de la Triste Figura no es sólo la concreción del antihéroe, es la esencia bien perfilada de la grandeza del ser humano. Y si me lo permite Kamen, del español. Es el olvido de Don Quijote lo que nos delata. Aunque resulta evidente que el historiador británico no sabe explicarlo.
Sin embargo el autor de Los desheredadosexplica que al no superar los españoles la Guerra Civil permanecen vivas las divisiones, y eso hace que nunca podamos ser una familia. No seremos una familia, pero supongo que Kamen no nos hurtará la condición de pueblo. Desde ahí bien podría buscar las raíces de un heroísmo compartido que nos permite estar unidos desde hace treinta y dos años. Más allá del pueblo, más allá de nosotros, están los que gobiernan. Pero esa es otra historia que, cada vez tiene menos que ver con el pueblo. ¿Me entenderá el venerable Henry Kamen?
Escribo desde Sevilla, y frente a mí tengo el río Guadalquivir, que me ayuda a imaginar qué fue esta ciudad en 1600. Quizá Kamen debería hacer lo mismo para, a continuación, tomarse un vaso de vino por el centro a ver qué hay de nuestro complejo de inferioridad, qué del reloj que se paró en el siglo XVI. Kamen, que se muestra resuelto y seguro, al decir que los españoles carecemos de una ética del patriotismo —¿cómo lo sabrá, él que nació en Birmania?— cree que nuestra vidas caminan en torno a El Cid —¡una ficción del pueblo español!— y el antihéroe don Quijote de La Mancha. Y eso si que ya no estoy dispuesto a aceptarlo. Primero porque Rodrigo Díaz de Vivar no es un invento, y segundo porque el Caballero de la Triste Figura no es sólo la concreción del antihéroe, es la esencia bien perfilada de la grandeza del ser humano. Y si me lo permite Kamen, del español. Es el olvido de Don Quijote lo que nos delata. Aunque resulta evidente que el historiador británico no sabe explicarlo.
Sin embargo el autor de Los desheredadosexplica que al no superar los españoles la Guerra Civil permanecen vivas las divisiones, y eso hace que nunca podamos ser una familia. No seremos una familia, pero supongo que Kamen no nos hurtará la condición de pueblo. Desde ahí bien podría buscar las raíces de un heroísmo compartido que nos permite estar unidos desde hace treinta y dos años. Más allá del pueblo, más allá de nosotros, están los que gobiernan. Pero esa es otra historia que, cada vez tiene menos que ver con el pueblo. ¿Me entenderá el venerable Henry Kamen?
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