sábado, 31 de julio de 2010

LA METEDURA DE PATA DE MEDRANO


Alberto García Reyes
31-07-2010
Metió la pata hasta el corvejón por fiarse de los cuatro exaltados que mandan en su partido. Y ahora ya sabe que se equivocó de amigos. Josefa Medrano prohibió un homenaje literario porque los radicales que la han llevado en andas hasta el número dos de la lista de IU la convencieron de que Agustín de Foxá era un leviatán facha que iba pegando tiros a los obreros por las esquinas durante el franquismo. Incluso alentaron en ella la idea de que un homenaje a tal patán podría calentar la sangre de los jóvenes demócratas de la ultraizquierda, autoproclamados herederos de los mártires del régimen, y provocar un altercado indeseable. Pero la realidad nunca es tan retorcida. Ella impidió que el acto se celebrara dentro de un centro cívico con guardas de seguridad para evitar bulla y resulta que el acto se llevó a cabo en la calle, debajo de un árbol, y no pasó nada. El enfrentamiento sólo se produjo en el fondo oscuro de unas cuantas mentes calenturientas. Los cuatro extremistas que veían en Foxá a un cacique franquista cuya exaltación podía provocar la sublevación de las masas trabajadoras arrastraron en su paranoia a esta honesta sindicalista de la tabacalera sevillana que ahora está empezando a descubrir en qué pocilga se ha metido. Medrano, que comparte su intimidad con un eximio comunista profesor de Literatura, ha tenido que declarar que no sabía que Foxá era novelista para salir de este atolladero poniendo en el asador incluso su capacitación intelectual. Ha pagado cara su peligrosa relación con los cachorros del partido. Una concejal admitiendo su ignorancia supina con tal de salvar el culo. Capaz de declarar que no tenía ni idea de que Agustín de Foxá tuviera obra literaria.

Tururú. Los pretextos de Josefa Medrano no se los cree ni ella. Y eso que no se sabe qué es peor: si publicar a los cuatro vientos tu profunda incultura o mentir ante un juez. Verdad es que una gran preparación no tiene. Me estoy acordando ahora de cuando presentó un escrito en la Junta de Gobierno solicitando la retirada de «los jazmines caídos de los naranjos» (sic). Pero me niego a creer que una concejal de un Ayuntamiento democrático decida prohibir un acto de homenaje a cualquier persona sin comprobar previamente quién es exactamente el vetado. Eso no cuela. Habría colado que dijera que no se ha leído nada de Foxá. Eso no sólo es verosímil. Es seguro. Pero la cantinela ésa de que ella sólo sabía que era un facha y que por eso dio la orden es un ardid de muy baja ralea. Un suicidio político con todos sus avíos. Excusa que conduce a algo que ella aprendió, aunque de otra manera, en su etapa en Altadis: el empuramiento.

Medrano ha metido la pata, como Torrijos, no por haber cometido este tipo de tropelías, sino por haber empeñado su poder al puñado de pseudo revolucionarios que controlan actualmente el partido. Sinceramente, no creo que ella ni su portavoz sean tan taimados como para maquinar estas atrocidades. Pero ambos han cometido un pecado capital que los va a arrastrar hasta los más sucios sumideros políticos: haberse apoyado en las muletas equivocadas. Tiempo. El tiempo es salomónico. Y aquí no tenemos ninguna prisa. Vamos a estar sentados en la primera fila de la sala de prensa el día de los lamentos.

miércoles, 28 de julio de 2010

La verdad sobre el caso Foxá (Francisco Robles)


Día 28/07/2010 - 07.07h
¿Qué ha hecho Sevilla para merecer esto? No nos referimos a las calores caniculares, palabra que no viene de cani aunque lo parezca por las indumentarias que lucen en estas fechas. Estas calores han permitido que Sevilla aparezca en los informativos de televisión nacionales, con corresponsales de guerra apostados delante de un termómetro que marca los 43 grados, una temperatura que dentro de cincuenta años será la propia de Madrid, cuando el cambio climático nos convierta en una sucursal del desierto de Arizona. Cuando preguntamos qué ha hecho Sevilla para merecer esto nos estamos refiriendo al sectarismo rancio que practican los que van de progresistas por la vida, vulgo concejales.
Ayer se representó la enésima secuencia de esta ópera bufa. La edil Josefa Medrano no tuvo empacho alguno a la hora de soltarle a la juez Alaya el embuste más gordo que se recuerda desde los tiempos del Bizco Pardal: que no sabía que Agustín de Foxá era un poeta, un escritor, un dramaturgo. No se rasguen las ligeras vestiduras veraniegas todavía, por favor. Porque la señora Medrano no es una inculta, sino otra cosa más grave aún. El pudor que nos acompaña nos impide decírselo a la cara. El mismo pudor que ella desprecia a la hora de tildar de fascista a quien no comulga con sus trasnochadas ideas, como si el comunismo fuera sinónimo de democracia.
Para saber que Foxá era escritor no hace falta estudiar Filología Hispánica, ni leer en los ratos libres, ni hojear los suplementos culturales de los periódicos. Basta con teclear ese nombre en Google para que aparezca el oficio del conde de Foxá. Queda demostrado que además de sectaria y totalitaria, de censora con todas las letras de tan horrenda palabra, la señora Medrano es una persona que no dice la verdad. Por eso está ante la misma juez que lleva el caso Mercasevilla o el culebrón interminable que protagoniza el ditero del Fontanal, Donmanuel para sus antiguos idólatras. Ése y no otro es el nivel al que ha descendido este Ayuntamiento que refleja perfectamente lo que ocurre en una ciudad narcotizada que permite estos comportamientos al siberiano modo.
Sevilla será dentro de cincuenta o sesenta años algo parecido al desierto de Arizona si se produce el cambio climático que pronostican los nuevos gurús de la ciencia políticamente correcta. Ahora somos, a pesar de las calores que nos aplatanan y nos afligen, algo parecido a la Siberia soviética aunque aquellos fríos no nos acompañen ni con el aire acondicionado a toda pastilla. Causa pereza escribir, a estas alturas de la historia, de un movimiento político fracasado y periclitado. Pero no hay más remedio que hacerlo mientras haya una concejal que anteponga su discurso caduco a eso que a ella no le importa: la verdad.

Medrano dice ahora que vetó a Foxá por razones de seguridad y no políticas


La concejal de IU y delegada de Participación Ciudadana, Josefa Medrano, se contradice en el caso del homenaje al poeta Agustín de Foxá, aquel que los organizadores tuvieron que celebrar en la calle porque Medrano les retiró el permiso previamente concedido para realizarlo en el centro Cívico El Tejar del Meliizo. Se contradice en varios puntos desde que ayer prestara declaración ante la jueza de instrucción número 6, Mercedes Alaya, que la citó como imputada por dos presuntos delitos: de prevaricación y contra los derechos fundamentales y libertades públicas.
Medrano primero dijo que el homenaje literario se prohibió para hacer cumplir la ley de Memoria Histórica y ayer mantuvo ante la jueza que esa sólo fue «una de las razones», pero que había «un cúmulo de otras razones» y una situación «que podría degenerar en altercados y desórdenes».
Aparece en el caso Foxá un nuevo escenario, que hasta ahora no había sido comentado ni por la propia Medrano, ni por su compañeros en el Gobierno municipal, puesto que tanto la entonces portavoz Maribel Montaño, como el portavoz de IU, Antonio Rodrigo Torrijos, habían alabado la actuación de Medrano en defensa de la memoria histórica. Una memoria histórica que ayer la imputada dejó en un segundo plano.
Con sus preguntas, la juez recordó a la imputada que la aplicación de la Ley de Memoria Histórica hace una excepción cuando hay por medio razones culturales. Alaya preguntó textualmente: «Conoce usted que la Ley de Memoria Histórica cuando se refiere a símbolos o a monumentos públicos excluye su retirada cuando concurran razones culturales o artísticas?». A lo que la imputada respondió que sí.
No se cuestiona si conocía este extremo cuando en una rueda de prensa se enorgulleció de retirar el permiso al homenaje literario en defensa de la Memoria Histórica. Siguen las contradicciones.
La delegada de IU basó su declaración de ayer en que no sabía el carácter literario del acto al que negó el uso de la sede. «Desconocía que (Agustín de Foxá) fuera novelista, dramaturgo o poeta», dijo Medrano cuando la jueza le preguntó: «¿No es cierto que usted decidió revocar la autorización para celebrar el acto pese a conocer su carácter literario por considerar inaceptable políticamente la ideología del poeta y dramaturgo Agustín de Foxá?». La respuesta a esta cuestión evidenció más contradicciones, ya que la concejal de IU dijo que lo único que conocía de Foxá era su ideología ligada al régimen franquista y al mismo tiempo negó que decidiera revocar la autorización por motivos políticos.
Durante la declaración, que duró algo más de hora y media, la jueza recordó a Josefa Medrano que tanto la directora del centro cívico, Cristina Paloma Torrego Fraile, que fue cesada poco después del acto literario, como su jefe, Anastasio Castizo Machío, dijeron que la revocación fue una decisión política, a lo que Medrano contestó otra vez que no.
En explicación de su actuación, la delegada de Participación Ciudadana aprovechó la tercera pregunta de la juez para contar una serie de hechos sucedidos en los días anteriores al que estaba previsto el homenaje literario y que, según dijo, le hicieron temer que se produjeran «altercados y desórdenes». El tiempo demostró que el temor de la delegada municipal era infundado, ya que pese a las dificultades, la Asociación Fernando III realizó el homenaje literario a Agustín de Foxá en la calle, junto al centro cívico, sin que hubiera ningún problema de orden público.
Medrano relató en su declaración, que unos días antes del acto «se estuvieron recibiendo llamadas telefónicas y multitud de correos electrónicos oponiéndose al acto en virtud de la ideología política de Agustín de Foxá» y que también miembros de una coordinadora antifascista se manifestó ante la sede de la Delegación con el mismo objetivo.
La delegada agregó que la decisión fue sólo suya y negó expresamente que la revocación del permiso fuera orden de Torrijos o de Montaño.
Aunque respondió a la preguntas de Alaya, la concejal de IU se negó a responder a las preguntas de las asociaciones denunciantes.
Al término, Medrano tampoco quiso valorar ante los medios su declaración y se limitó a decir que respeta el trabajo de la Administración de Justicia y que confía plenamente en ella. «Me limito a declarar porque es mi obligación», contestó.

Cobardía

Medrano declara que "desconocía" la faceta literaria de Agustín de Foxá

Jorge Muñoz | Actualizado 28.07.2010 - 08:43 Diario de Sevilla
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Josefa Medrano junto a su abogada, Encarnación Molino. / Victoria Hidalgo

La delegada de Participación Ciudadana y concejal de IU en el Ayuntamiento de Sevilla, José Medrano, ha asegurado hoy a la juez de Instrucción número 6 que prohibió el homenaje al escritor Agustín de Foxá para evitar “altercados y desórdenes” en el centro cívico El Tejar del Mellizo, después de que en los días previos a este acto culturas se recibieran numerosas llamadas y “multitud” de correos electrónicos oponiéndose por la ideología política, ya que el escritor había pertenecido a la Falange y fue coautor del himno al Cara al Sol.

Josefa Medrano, que ha comparecido durante hora y media ante la juez en calidad de imputada por los delitos de prevaricación y contra los derechos fundamentales y libertades públicas, ha negado en su declaración que la revocación de la autorización para la celebración del homenaje a Foxá, previsto para el 6 de octubre pasado, se debiera a “motivo políticos”, ya que, según dijo, lo único que conocía del escritor era su “ideología ligada al régimen franquista pero desconocía que fuera novelista, dramaturgo o poeta”.

La delegada de Participación Ciudadana indicó que además de las llamadas telefónicas y los e-mails, cuatro días antes del homenaje se presentaron en la sede de la delegación un grupo de persona de la coordinadora antifascista que reclamaban hablar con algún responsable para exponerle que no debía celebrarse el homenaje por la ideología política de Foxá. Ante estas protestas, Medrano aseguró que entendía que “la situación que se estaba produciendo podría generar altercados y desórdenes y que lo más prudente era revocar la autorización concedida”, según ha señalado en su comparecencia ante la juez.

El testimonio de Medrano contradice la declaración que, en su día, realizó la directora del centro cívico, Cristina Paloma Torrego, quien reconoció que las asociaciones culturales Fernando III y Ademán, convocantes del acto, reunían todos los requisitos para que se les cediera un aula de las instalaciones, por lo que la prohibición fue a su juicio una decisión política, expresión que también comparten otros funcionarios.

El argumento que ha dado hoy Josefa Medrano sobre las razones que motivaron la prohibición es completamente nuevo, dado que en su día la Delegación de Participación Ciudadana del Ayuntamiento había considerado que la utilización del centro cívico podría considerarse como una posible “apología del franquismo” y justificó la denegación en el “respeto” a la ley de la Memoria Histórica.

La juez ha recordado hoy a la imputada que la ley de Memoria Histórica cuando se refiere a símbolos o a monumentos públicos excluye su retirada cuando concurran razones culturales o artísticas, y le ha preguntado si de haber conocido el carácter cultural del homenaje hubiese ordenado la revocación del acto. Medrano respondió que “no sabe lo que hubiese hecho en tal circunstancia”, si bien cree que no lo habría revocado “si hubiese llegado a tener la convicción de que se trataba de un homenaje literario”. La delegada insistió en que no sabía el carácter cultural del acto pues el objeto del homenaje “no especificaba el carácter literario del mismo”.

La instructora también le preguntó si la prohibición fue una decisión suya o si fueron el primer teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos, y la entonces portavoz del Gobierno municipal, María Isabel Montaño, quienes le indicaron que debía revocar la autorización. Medrano ha afirmado que se trató de una decisión “exclusivamente” suya y añadió que, cuando el acto se realizó finalmente en los jardines del centro cívico, lo permitió porque “no hubo ningún conflicto o incidente”.

Medrano reconoció que con posterioridad se ha celebrado en el mismo centro un homenaje literario a Leopoldo Panero, también de ideología falangista y que fue incluso diplomático en el gobierno de Franco.

La juez de Instrucción 6 de Sevilla debe decidir ahora si cita a declarar a nuevos testigos o da por concluida la fase de instrucción, en cuyo caso deberá acordar la continuación del procedimiento o su archivo, en el supuesto de que no considere que los hechos son constitutivos de delito.

Medrano (IU) dice que fue ella quien prohibió el homenaje a Foxá para evitar posibles altercados

Asegura que desconocía que Foxá fuera "novelista" y que "lo único que conocía" de él "era su ideología ligada al régimen franquista"

SEVILLA, 27 Jul. (EUROPA PRESS) -

La concejal de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla, Josefa Medrano (IU), aseguró este martes que fue una decisión "exclusivamente suya" la de revocar la autorización previamente concedida a la Asociación Cultural Fernando III para la celebración de un homenaje en octubre de 2009 al escritor Agustín de Foxá en el centro cívico Tejar del Mellizo, hechos por los que el Juzgado de Instrucción número 6 le imputa sendos delitos de prevaricación y contra el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas.

De este modo, la juez Mercedes Alaya Rodríguez le imputa que, entre finales de septiembre y primeros de octubre de 2009, "dio orden expresa de revocar la autorización concedida el 23 de septiembre" para la realización de un homenaje a Foxá el día 6 de octubre en el centro cívico, todo ello "pese a conocer que se trataba de un homenaje literario como todos los que habían realizado con anterioridad las asociaciones denunciantes, basando dicha revocación en motivos políticos e ideológicos, porque este poeta estuvo relacionado con la Falange".

Según el acta de su declaración, a la que ha tenido acceso Europa Press, Medrano ha defendido que "no es cierto" que decidiera por motivos políticos revocar la autorización, ya que "lo único que conocía" de Agustín de Foxá "era su ideología ligada al régimen franquista, pero desconocía que fuera novelista, dramaturgo o poeta", aunque ha admitido que una de las razones que motivó su decisión estuvo relacionada con el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica.

No obstante, Medrano ha argumentando que "había un cúmulo de otras razones", pues los días previos a la celebración del acto "se estuvieron recibiendo llamadas telefónicas y multitud de correos electrónicos oponiéndose al acto en virtud de la ideología política de Foxá", y que incluso el día 2 de octubre "le llegó la información" de que en la puerta de la Delegación de Participación Ciudadana "había un grupo de personas que decían representar a una coordinadora antifascista y que reclamaban hablar con algún responsable de la Delegación para ponerle de manifiesto que no debía celebrarse" el homenaje debido a la ideología política del escritor.

CARÁCTER CULTURAL DEL ACTO

Tras ello, y según ha señalado, se interesó por el contenido de la solicitud presentada por la asociación Fernando III, en la cual "no se explicaba el carácter literario del homenaje", añadiendo que lo anterior, sumado a que "la situación que se estaba produciendo podría generar altercados y desórdenes", le llevó a decidir que "lo más prudente era revocar la autorización concedida", lo que no impidió que el acto se llevara a cabo en los jardines del centro cívico.

Preguntada por la posibilidad de haber ordenado la revocación del acto en caso de que hubiera conocido el carácter cultural del mismo, la concejal de IU ha afirmado que "si hubiese llegado a tener la convicción de que se trataba de un homenaje literario, porque así le hubiese constado documentalmente, no hubiese ordenado la revocación", al tiempo que ha dicho que fue con posterioridad a esta revocación cuando conoció que la asociación Fernando III ya había realizado otros homenajes literarios.

Al hilo de ello, la juez Alaya le ha preguntado si "no es más cierto que, a través de la directora del centro cívico, Cristina Paloma Torrego, se le manifestó por superiores a ésta que la asociación solicitante y el objeto del acto cumplía todos los requisitos", a lo que Medrano ha contestado que "no llegó a hablar" con Torrego, y que "con el único que habló" fue con el director general de la Delegación de Participación Ciudadana, Miguel Carbajo, "para la decisión de revocar", tras lo cual habló con el jefe de Servicio, Anastasio Castizo.

NI TORRIJOS NI MONTAÑO

Medrano, que ha querido dejar claro que la decisión de revocar fue suya "exclusivamente" y que, por tanto, en ella no participaron ni el portavoz de IU en el Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos, ni la entonces portavoz del gobierno municipal, Maribel Montaño, también ha puesto de manifiesto que, finalmente, el acto se celebró en los jardines del centro cívico, ya que la denegación "era referida al aula del centro cívico" y "no hubo ningún conflicto o incidente".

Una vez finalizada la declaración judicial, que duró 90 minutos y durante la cual la imputada se negó a responder a las preguntas de los letrados que representan a las dos asociaciones denunciantes, la concejal de IU no quiso hacer declaraciones a los medios de comunicación allí presentes "por respeto" al trabajo de la Administración de Justicia, mostrándose a la espera de que la Justicia, en la que dijo confiar "plenamente", haga "su trabajo"

Medrano prohibió el homenaje a Foxá "para evitar posibles altercados"


Día 27/07/2010 - 15.59h

La concejal de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla, Josefa Medrano (IU), aseguró hoy que fue una decisión "exclusivamente suya" la de revocar la autorización previamente concedida a la Asociación Cultural Fernando III para la celebración de un homenaje en octubre de 2009 al escritor Agustín de Foxá en el centro cívico Tejar del Mellizo, hechos por los que el Juzgado de Instrucción número 6 le imputa sendos delitos de prevaricación y contra el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas.
De este modo, la juez Mercedes Alaya Rodríguez le imputa que, entre finales de septiembre y primeros de octubre de 2009, "dio orden expresa de revocar la autorización concedida el 23 de septiembre" para la realización de un homenaje a Foxá el día 6 de octubre en el centro cívico, todo ello "pese a conocer que se trataba de un homenaje literario como todos los que habían realizado con anterioridad las asociaciones denunciantes, basando dicha revocación en motivos políticos e ideológicos, porque este poeta estuvo relacionado con la Falange".
Según el acta de su declaración, a la que ha tenido acceso Europa Press, Medrano ha defendido que "no es cierto" que decidiera por motivos políticos revocar la autorización, ya que "lo único que conocía" de Agustín de Foxá "era su ideología ligada al régimen franquista, pero desconocía que fuera novelista, dramaturgo o poeta", aunque ha admitido que una de las razones que motivó su decisión estuvo relacionada con el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. No obstante, Medrano ha argumentando que "había un cúmulo de otras razones", pues los días previos a la celebración del acto "se estuvieron recibiendo llamadas telefónicas y multitud de correos electrónicos oponiéndose al acto en virtud de la ideología política de Foxá", y que incluso el día 2 de octubre "le llegó la información" de que en la puerta de la Delegación de Participación Ciudadana "había un grupo de personas que decían representar a una coordinadora antifascista y que reclamaban hablar con algún responsable de la Delegación para ponerle de manifiesto que no debía celebrarse" el homenaje debido a la ideología política del escritor.
Carácter cultural del acto
Tras ello, y según ha señalado, se interesó por el contenido de la solicitud presentada por la asociación Fernando III, en la cual "no se explicaba el carácter literario del homenaje", añadiendo que lo anterior, sumado a que "la situación que se estaba produciendo podría generar altercados y desórdenes", le llevó a decidir que "lo más prudente era revocar la autorización concedida", lo que no impidió que el acto se llevara a cabo en los jardines del centro cívico.
Preguntada por la posibilidad de haber ordenado la revocación del acto en caso de que hubiera conocido el carácter cultural del mismo, la concejal de IU ha afirmado que "si hubiese llegado a tener la convicción de que se trataba de un homenaje literario, porque así le hubiese constado documentalmente, no hubiese ordenado la revocación", al tiempo que ha dicho que fue con posterioridad a esta revocación cuando conoció que la asociación Fernando III ya había realizado otros homenajes literarios. Al hilo de ello, la juez Alaya le ha preguntado si "no es más cierto que, a través de la directora del centro cívico, Cristina Paloma Torrego, se le manifestó por superiores a ésta que la asociación solicitante y el objeto del acto cumplía todos los requisitos", a lo que Medrano ha contestado que "no llegó a hablar" con Torrego, y que "con el único que habló" fue con el director general de la Delegación de Participación Ciudadana, Miguel Carbajo, "para la decisión de revocar", tras lo cual habló con el jefe de Servicio, Anastasio Castizo.
Ni Torrijos ni Montaño
Medrano, que ha querido dejar claro que la decisión de revocar fue suya "exclusivamente" y que, por tanto, en ella no participaron ni el portavoz de IU en el Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos, ni la entonces portavoz del gobierno municipal, Maribel Montaño, también ha puesto de manifiesto que, finalmente, el acto se celebró en los jardines del centro cívico, ya que la denegación "era referida al aula del centro cívico" y "no hubo ningún conflicto o incidente".
Una vez finalizada la declaración judicial, que duró 90 minutos y durante la cual la imputada se negó a responder a las preguntas de los letrados que representan a las dos asociaciones denunciantes, la concejal de IU no quiso hacer declaraciones a los medios de comunicación allí presentes "por respeto" al trabajo de la Administración de Justicia, mostrándose a la espera de que la Justicia, en la que dijo confiar "plenamente", haga "su trabajo"

domingo, 25 de julio de 2010

JOSEFA MEDRANO (IU) CITADA A DECLARAR POR EL VETO AL HOMENAJE LITERARIO A FOXÁ

ABC 25-07-2010

El Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla ha citado a declarar como imputada este próximo martes a la concejal de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla, Josefa Medrano (IU), por la prohibición del homenaje al escritor Agustín de Foxá que se iba a celebrar el pasado día 6 de octubre de 2009 en el centro cívico Tejar del Mellizo. En este sentido, fuentes del caso informaron a Europa Press de que la concejal ha sido citada como imputada este martes a partir de las 10,00 horas, todo ello dentro de una instrucción judicial iniciada tras las denuncias interpuestas por las asociaciones convocantes del acto, como son la asociación cultural Ademán y la asociación Fernando III.

Las dos asociaciones convocantes denunciaron por estos hechos al portavoz de IU en el Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos; a la entonces portavoz del Gobierno municipal, Maribel Montaño, y a la concejal de Participación Ciudadana, Josefa Medrano. Los denunciantes consideran que el rechazo a celebrar un acto en homenaje a Agustín de Foxá en el 50 aniversario de su muerte podría constituir los presuntos delitos de prevaricación y contra el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas.

Por su parte, el Ayuntamiento ya aseveró que la resolución de la concejal Josefa Medrano (IU) «se basa única y explícitamente» en la solicitud efectuada por la asociación cultural Fernando III, «en la que se especifica que la sala solicitada es para celebrar, según palabras textuales del solicitante, un homenaje a Agustín de Foxá en el 50 aniversario de su muerte». Ante esta petición, la Delegación de Participación Ciudadana, denegó su utilización ante una posible «apología del franquismo» y por «respeto» a la Ley de la Memoria Histórica.

Sin embargo, dicha petición había sido aceptada inicialmente y no fue hasta el mismo día del acto cuando Medrano dio orden de retirar el permiso e impedir la entrada a los participantes de este acto en el centro público de Los Remedios.

La encargada de informar a los miembros de las dos asociaciones que organizaban el acto sobre la decisión de la delegada fue la entonces responsable del centro cívico, Cristina Paloma Torrego, que declaró en calidad de testigo ante la juez para aclarar que ella recibió la orden directamente de Medrano. Poco tiempo después, Torrego fue destituida del centro cívico.

jueves, 22 de julio de 2010

Ha muerto un buen falangista


Una mala noticia: un caballero, un patriota, un hombre honrado, un falangista, un veterano de la guerra y de la reconstrucción de España acaba de fallecer.

Vicente Cebrián, español, patriota, falangista, español, periodista y padre de periodistas, ha muerto a los 96 años. Era uno de esos muchos falangistas que fueron excelentes personas, tal como reconocen sus hijos, como los antifranquistas José Bono y Cristiana Almeida. Él no pedía carnés a sus subordinados ni militancia.

Reproduzco algunos párrafos del obituario publicado en El País y del artículo firmado por Soledad Gallego-Díaz:

Tuvo siempre aspecto de coronel de lanceros bengalíes: rubio, alto, bigote, chaquetas de tweed, las manos a la espalda y un agradable sentido del humor

a la hora de la verdad, como periodista, a Vicente Cebrián le venció siempre la curiosidad, el sentido del humor y, sobre todo, el oficio.

Él, como algunos otros periodistas que se habían juntado en ese momento en Prensa y Radio del Movimiento, eran personajes peculiares, que jamás preguntaron a los jóvenes aprendices de dónde procedían o cómo pensaban y que nunca exigieron adhesiones ideológicas o personales.

Vicente Cebrián nunca soportó que se amenazara a "sus redactores": "A quien quiera protestar, le das mi teléfono y te vas", me aseguró

Nació en Madrid en 1914 y desarrolló su carrera profesional en diversos medios de la prensa más relevante del periodo franquista.

Vicente Cebrián fue vocal del Consejo Nacional de Prensa (1966) y secretario general de Prensa del Movimiento hasta 1970.

También fue secretario de la Asociación de la Prensa de Madrid. Recibió el premio nacional de periodismo Jaime Balmes en 1964, como mejor director de agencia informativa, y el premio nacional de Prensa del Movimiento Uno de Octubre. Fue consejero del Instituto de Cultura Hispánica. Tuvo seis hijos.

No creo que Vicente Cebrián fuera como los falangistsa que describe el periódico de sus hijos en un editorial de El País titulado Ganan los falangistas. ¡Pensar que este buen hombre pudo llegar a ser empapelado por el juez Garzón!

Le deseo sinceramente que se haya reencontrado en el Cielo con José Antonio Primo de Rivera y sus demás camaradas caídos por Dios y por España.

A PROPÓSITO DEL ÚLTIMO LIBRO DE PÍO MOA La historia de España, contada con claridad, Por Aquilino Duque

En los años en que gobernaba la derecha vergonzante se registró una discreta reacción contra cierta tendencia historiográfica, nada nueva en nuestro país, que cabría resumir en la negación de España como nación y en la consideración de su historia como una equivocación colosal.
Surgieron así, no sé hasta qué punto por iniciativa oficial, algunas obras, entre las que quisiera destacar Reflexiones sobre el ser de España (Madrid, 1997), de la Real Academia de la Historia, y España. Tres milenios de Historia (Madrid, 2000), de don Antonio Domínguez Ortiz, que además zanjaba en las Reflexiones susodichas, con una ponencia magistral, el traído y llevado asunto de "Las Tres Culturas en la Historia de España". El título del libro del profesor Domínguez Ortiz venía a salir al paso de la pretensión de ciertas regiones o provincias, abusivamente llamadas históricas, de conmemorar –al socaire del impreciso término nacionalidad, metido de contrabando en la Constitución del 78– unos milenarios más bien imaginarios.
Aunque sólo fuera por ese motivo, yo recomendaba la lectura de esa obra, resumen muy ameno y convincente de la historia de España, al menos tal como la estudiamos los bachilleres del plan de 1938. El relato iba desde luego algo más allá de lo que abarcaban aquellos manuales escolares, a saber, la época en que ese plan se aplicó, que era la de Franco, una época que aún no había pasado a la historia cuando yo cursaba el bachiller. Mientras una época no pasa a la historia, todo lo que sobre ella se escriba no es historia, sino prensa y propaganda o, si se prefiere, crónica más o menos fidedigna u opinión más o menos sesgada. Con esto trato de decir que el libro de Domínguez Ortiz habría salido ganando si el último capítulo lo hubiera cerrado con las exequias del Caudillo, en cuyo largo mandato llegaba incluso, con las reticencias de rúbrica, a señalar algunos aciertos. Y es que la página y media que le sobraba era un elogio desmesurado de esta Transición que aún no sabemos a dónde nos va a llevar y que él, que no hay período histórico en el que no señale cosas buenas y malas, presenta como la culminación y la plenitud de los tiempos históricos.
Es muy probable que esa página y media fuera imprescindible para cumplir con los comanditarios de la obra. Es muy difícil que una adhesión inquebrantable a un orden nuevo no lleve consigo una condena del orden precedente que pasó a mejor vida. La damnatio memoriae es una penosa tarea que los historiadores deben dejar a los folicularios, que son legión. Por eso, a la vez que recomendaba el libro de Domínguez Ortiz, recomendaba otro que a mi modo de ver daba una idea más completa y documentada de esa época que pasó a la historia y que sus detractores se empeñan en demostrar que sigue teniendo una polémica actualidad: Franco. Un balance histórico, de Pío Moa.
En él se describe con todo pormenor una época, la que va de la caída de Primo de Rivera hasta el final de la guerra civil, por la que Domínguez Ortiz pasaba con los miramientos al uso. Esos miramientos no eran otros que los de la clase política, empeñada, una vez bajo el marco de la Constitución de 1978, en hacernos creer que el nuevo régimen traía su legitimidad, según losreformistas, de la Constitución de 1876, o, según los rupturistas, de la de 1931. La instalación en el Poder de estos últimos por segunda vez, a raíz del estrago de marzo de 2004, hizo que prevalecieran unos puntos de vista en cuya virtud la historia como fue dejaba paso a la memoria histórica, es decir, a una historia no como fue, sino como algunos preferían que hubiera sido. Naturalmente, cuando se niega y se condena con semejante desenvoltura una época que aún está en la memoria de muchos, la operación no se limita a los tiempos modernos, sino que se remonta a los orígenes de los tiempos, y trepa o repta en su condena y su negación desde la fecha hasta la cruz.
Ya en los primeros tiempos del régimen actual, en unas reuniones celebradas en Lisboa y en Salamanca, un rupturista de la variedad andalusí proponía con un aplomo estupendo reivindicar la civilización cartaginesa frente a la romana, y en cierto museo arqueológico se elimina ahora todo lo referente al arte visigodo. Baste con estos dos botones de muestra para justificar que Pío Moa venga a reforzar los Tres milenios de Domínguez Ortiz, ante las embestidas de la memoria histórica. Esa es, creo yo, la finalidad de esta Nueva Historia de España, que abarca de la Segunda Guerra Púnica al siglo XXI.
La Nueva Historia de Pío Moa no es, ni mucho menos, una historia de España contada con sencillez, como la de Pemán, que se pasó de esquemático, sino una contada con claridad, y asequible desde luego a todos los españoles de buena voluntad que quieran enterarse de dónde vienen y a dónde los quiere llevar la clase política. Sin embargo, la Historia no sólo pasa en el tiempo, sino en el espacio, y la de una nación en concreto no se entiende del todo si se la aísla de la de la civilización, vale decir, de la historia universal. En realidad, más que una Historia de España, lo que Moa intenta es una Historia de la Civilización, o de las Civilizaciones, y del papel que a nuestra patria toca en esa Historia General. Ese papel, huelga decirlo, no es nada desdeñable, por más que, por lo que tiene de extraordinario y de desmesurado, lo hayan menospreciado siempre los extranjeros que no nos lo perdonan ni los nacionales que tienen tan bajo concepto de ellos mismos que no se consideran capaces de llevar con decoro tan onerosa herencia.
PÍO MOA: NUEVA HISTORIA DE ESPAÑA. La Esfera (Madrid), 2010, 904 páginas.

UN RESCATE INTERESANTE, Agustín de Foxá y los insectos, Por Jorge Vilches

En la muerte de José Saramago, quizá lo que más se pudo oír fue eso de que era "un hombre comprometido", con lo que se mezclaba calidad literaria y vida pública. La izquierda llora al portugués para construir el mito y levantar sobre esa imagen otra de sus verdades incuestionables. Son sectarios, pero el sectarismo en el arte es tan contraproducente como cotidiano.

Hay escritores, cineastas, actores, artistas en general que son encumbrados por causas ajenas a su trabajo, porque se muestran partidarios de la solidaridad mundial, del fin del hambre, enemigos del cambio climático... Otros, en cambio, son denostados por ello, y sus obras son marginadas con independencia de su calidad. Aun así, siempre hay alguien que las lee o ve; a veces muchos; incluso quien las estudia, analiza y señala su valor.

Agustín de Foxá es uno de esos denostados pero leídos pero estudiados.

Dijo de sí mismo: "Soy aristócrata, soy conde, soy rico, soy embajador, soy gordo, y todavía me preguntan por qué soy de derechas. ¿Pues qué coños puedo ser?". Además, fue falangista, borrachín, irónico e inseguro; pero sobre todo fue un escritor formidable. Sea bienvenido el rescate de Madrid, de Corte a checa (por Ciudadela y El Buey Mudo, en 2006 y 2009, respectivamente) y de Misión en Bucarest y otras narraciones (Paréntesis, 2009), pero habría que hacer más. Sus obras completas fueran publicadas por segunda y última vez entre 1971 y 1976, así que no es de extrañar que haya quedado en el olvido buena parte de su obra poética, periodística y teatral. El año pasado, la editorial madrileña La Biblioteca del Laberinto recuperó algunos de sus relatos más curiosos, una pieza teatral y varios artículos publicados en ABC. El nexo que les une es el género: la literatura especulativa.

La recopilación viene precedida por una excelente introducción de Mariano Martín Rodríguez, a la que tan sólo se le pueden poner dos pegas: no se adentra en la vida pública y privada de Foxá –laguna quizá deliberada o forzada por cuestiones de espacio– y excusa muchas veces la ideología de aquél, posiblemente por sentir Martín la presión de un mundo paraliterario, o académico incluso, que tiene a gala la tendencia política contraria. No obstante, desgrana a la perfección la obra especulativa del conde, y no olvida el vínculo entre el periodismo y la literatura, algo tan típico de la vida cultural española en la primera mitad del siglo XX.

Agustín de Foxá.De los relatos aquí recogidos, el mejor es, sin duda alguna, "Hans y los insectos", que apareció por entregas en diciembre de 1953 en la edición madrileña del ABC. Es una fábula política inserta en el suspense policiaco, pues el eje es la muerte de un sueco en un pueblo manchego; un sueco que trabajaba de controlador de plagas de insectos y que vendía caros sus servicios. No utilizaba ningún componente químico, sino que había descifrado el lenguaje de los insectos, que lo tenían tomaron por un dios, y manipulaba las emociones de los mismos para decidir la evolución política y geoestratégica de sus sociedades. Foxá especula entonces sobre la demagogia, la guerra, la inexistencia del individuo en los colectivos enfurecidos, sobre la religión... El final es abierto e inquietante, como no podía ser de otra manera.

El otro relato es "Viaje a los efímeros", publicado entre septiembre y octubre de 1958 en ABC, que parte de la idea de H. G. Wells en El nuevo acelerador (1901), consistente en contraponer dos velocidades temporales con el objeto de examinar la Historia y el Hombre. Sin embargo, este es un relato algo farragoso y aburrido; todo lo contrario que el cuento de temática licantrópica "El lobizón", de 1958, que cierra el volumen.

La pieza Otoño del 3006, estrenada en Madrid el 11 de marzo de 1954, fue en su día un rotundo fracaso; quizá porque no se pudieron hacer realidad los escenarios descritos, quizá por la trama, vanguardista e inadecuada para ese tiempo. En ella, Foxá, deslumbrado por Sentimental Club, de Pérez de Ayala, y Un mundo feliz, de Huxley, describía una sociedad futura hedonista, tontorrona e ignorante, en la que las emociones y los elementos del pasado estaban prohibidos, y que acaba siendo destruida por la irracionalidad.

A estos escritos, Martín Rodríguez ha unido lo que quizá sea, junto a "Hans y los insectos", lo mejor del volumen: los artículos de ABC; entre ellos destacaría "El Colón de Marte", publicado el 11 de agosto de 1945, donde se hace eco del inicio de la carrera espacial y de la obsesión por el Planeta Rojo. Pero lo hace de una forma irónica:

¿Suman allí dos y dos, cinco? (...) ¿Quién traducirá la primera novela marciana; el primer poema? ¿Quién realizará el primer Diccionario marciano-inglés, y viceversa? (...) Pasado el estupor, la sorpresa, viene la Conquista; y un día cualquiera el Hombre del año 3000 lee en una terraza la noticia o pretexto que desencadenará la que él cree que es la última guerra: "Siendo Marte el espacio vital de nuestro País; la expansión natural de nuestro exceso de población..."

En definitiva, una interesante recopilación, bien editada, con una introducción esclarecedora, de un escritor imprescindible de mediados del siglo XX.

AGUSTÍN DE FOXÁ: HISTORIAS DE CIENCIA FICCIÓN. RELATOS, TEATRO, ARTÍCULOS. La Biblioteca del Laberinto (Madrid), 2009, 233 páginas.

lunes, 19 de julio de 2010

General Fuentes "Puedo dar fe de la conversación de Moscardó con su hijo"


Día 19/07/2010
El general de Brigada retirado Federico Fuentes Gómez de Salazar, de 92 años, es uno de los pocos testigos vivos del «asedio del Alcázar» y ex combatiende de la División Azul. No oculta la emoción por el acto de hoy: «Estoy encantado porque el Museo no podía estar en mejor sitio, y para el Alcázar es un honor por representar al Ejército español».
Tenía 17 años cuando los avatares de la Guerra Civil le llevaron al Alcázar, donde se presentó voluntario para luchar por su bando, el de su familia, el de varias generaciones de militares, «y yo, claro, quería ser militar, era mi vocación». Poco podía imaginar aquel jovenzuelo enjuto y fibroso que el día que entró en el recinto militar iba a ser el primero de un encierro de 72 días, los que transcurrieron hasta que fuera liberada la fortaleza y con ella los cientos de personas entre civiles y militares que resistieron los casi dos meses y medio de tiroteos y bombardeos.
Y al mando del Alcázar sitiado, el coronel Moscardó. De la famosa conversación con su hijo, que han puesto en duda historiadores como Paul Preston, dice: «Yo oí hablar a Moscardó, de modo que puedo dar fe de esa conversación» en la que el coronel mandó a su hijo a la muerte. A lo largo de la entrevista, al general se le humedecen los ojos al hablar de aquellos tristes hechos: «una guerra civil es lo peor que puede existir». Federico entró de los últimos en el baluarte cuando ya casi se adivinaba el silbar de las balas. «Los bombardeos venían de dos frentes, y nos tiraban desde el mismo Zocodover». De paisano, con solo una pistola, era de los pocos que salían a las calles internándose en campo enemigo para volver con algo de comida. El hambre llevó a los asediados a comerse algún caballo o algún mulo.
Recuerda con tristeza la muerte de uno de sus compañeros mientras le trasladaba en camilla a los sótanos, donde estaba el botiquín, cuando fue herido. «Yo no fui un héroe sino un voluntario que me apuntaba a todo. ¿Valiente?… pues sí, y es que tenía 18 años, lo mejor de mi vida. Pero tengo un recuerdo agridulce por haber cumplido con un deber de patriota y triste por lo que ocurrió en uno y otro bando. También ellos me daban pena».

División Azul


Día 19/07/2010
RECORDABA el sábado, en una espléndida Tercera, el comandante general don Juan Chicharro Ortega a los voluntarios de la División Azul, entre los que se contaron su propio padre y hasta tres tíos suyos, dos de los cuales perecieron en acciones de combate. Tiene razón don Juan Chicharro cuando resalta las virtudes heroicas de aquellos valientes; virtudes que, con frecuencia, llegaron más allá de lo que exigían las ordenanzas militares, hasta hacerse sobrehumanas. En los últimos meses, he leído infinidad de libros sobre la División Azul, quizá la última gran aventura acometida por el genio español; y estoy francamente conmovido por la gallardía de aquellos «guripas», que al ardor en el combate sumaban la magnanimidad hacia el enemigo, llegando a protagonizar episodios ímprobos de abnegación y sacrificio que a cualquier español bien nacido deberían llenar de orgullo.
Aquellos españoles que se alistaron en la División Azul fueron a combatir el régimen comunista soviético, al que consideraban —con razón—responsable de la situación social que había conducido a los españoles a la Guerra Civil; y responsable, sobre todo, de que esa Guerra Civil se prolongase encarnizadamente durante tres años. Apenas encontramos entre los divisionarios españoles signos de adhesión al régimen hitleriano; y, al contrario, enseguida descubrimos la infinita repugnancia que les provoca el trato vejatorio que los conquistadores germanos dispensan a los pueblos sometidos. El divisionario español, por temperamento y por credo, se rebela contra el antisemitismo nazi; y, en su avance a pie hasta el frente confraterniza primero con los polacos (con quienes comparte una misma fe) y después con los rusos, en quienes descubre rasgos de carácter muy semejantes a los españoles. Tales muestras de humanidad fueron reprobadas repetidamente por el mando alemán, al que horrorizaban la indisciplina y el desaseo de las tropas españolas; pero que, llegada la hora del combate, hubo de reconocer que nuestros divisionarios se batían con un denuedo insuperable, como quedó probado en repetidas ocasiones.
En febrero de 1943, con el frente ya rectificado y las tropas alemanas en franco retroceso, la División Azul hubo de hacer frente a un enemigo infinitamente superior que pugnaba por arrebatar el control de la línea férrea que conducía a la ciudad de Leningrado. En la batalla de Krasny Bor (la más cruenta librada por los divisionarios, y tal vez la más cruenta librada por tropas españolas en todo el siglo XX, con excepción de la batalla del Ebro) murieron más de dos mil españoles; y varios centenares cayeron en manos del Ejército Rojo, inciando así un calvario que se prolongaría durante más de diez años por los pavorosos campos de prisioneros estalinistas. De aquella aventura en los límites de la resistencia humana rindió cuenta un director de este periódico, Torcuato Luca de Tena, en un libro magistral y emocionante, Embajador en el infierno, donde narra las penurias soportadas por aquellos héroes, comandados por el capitán Palacios, que a su regreso a España sería condecorado con la Laureada. Invito a las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan a leer este libro grandioso, que acaba de ser reeditado por Homo Legens: es una forma humilde de honrar a aquellos compatriotas generosos e inolvidables, orgullo de cualquier español bien nacido.

domingo, 18 de julio de 2010

Iberia


--> Por Eduardo López Pascual

No hace falta decir que carezco de toda autoridad académica, y no académica, para hablar o escribir sobre nuestra prehistoria, la de España, la tierra donde desde más de veinte y tantos mil años, conocemos como Iberia, luego, Hispania, después España. Es verdad que siempre he tenido una vocación arqueológica, que me llevó a ser protagonista relevante en el descubrimiento de uno de los abrigos de pintura rupestre más importantes de todo el arco mediterráneo, en Cieza, mi ciudad, en la que como dirigente juvenil de la OJE, tuve la suerte de encontrar para la cultura del neolítico superior. Los abrigos del barranco del Grajo, sierra de Ascoy, me confirmaron esa afición perenne por las cosas antiguas. Siete mil años de existencia nos contemplaban desde los ideogramas fijados en la pared rocosa, resguardados del aire libre, en una danza misteriosa y quizá mágica; y tuve la suerte de acompañar al profesor Beltrán, de la Universidad de Zaragoza, que fue el primer investigador serio de los abrigos, y posteriormente colaboré en trabajos de campo con el profesor Mikel Walker, eminente paleontólogo de la Universidad de Sidney, que realizó una exhaustivo estudio de las pinturas del Barranco de los Grajos, en Cieza. Esto y mi constante colaboración con el Grupo OJE de Arqueología, que nos permitió salvar toda una ciudad árabe del siglo XII, olvidada, Siyasa, cerca de otros emplazamientos de base romana sita en el paraje de Bolvax.
Y fue en mi amistad con el profesor Beltrán, que tropecé con mi curiosidad por interesarme por cosas como la cultura argárica, poderosa en mi tierra murciana, y un análisis que me llevaban hasta las huellas de la primitiva Iberia, que ya me cautivaba por su ancestralidad, sus enigmáticos orígenes en costumbres, usos y sobre todo ese idioma. tan antiguo como desconocido. Fue entonces, cuando obtuve de palabras del Profesor Beltrán, (la primera autoridad española en proto historia), que en zona de Zaragoza habían aparecido unas muestras con alfabeto muy extraño pero que fonéticamente podían corresponder a voces del habla vasca o euskaldun. Parece ser que esas monedas encontradas, contenían palabras comunes en el idioma vasco, con lo que se daba pié a una posible extensión geográfica de esa cultura, y si además, en el lenguaje común y actual del español, encontramos palabras con raíces vascas, es más que probable que la lengua vascongada, fuera la de los primitivos pobladores de la Iberia proto histórica, con lo que se desmontaría la interesada tesis de que los vascos, son una raza exclusiva del área pirenaica occidental, y estudiarse como un reducto último de los iberos, sometidos grandes presiones extra peninsulares; una cultura que enlazaría también con el “aquitano”, o preuskaldun. O vasco viejo, como definirían Larramendi, y otros.
En realidad esta idea del vasco como expresión reducida del mundo ibérico, ha sido recogida por numerosos investigadores que por una causa o por otra, no gozan del discurso oficial, a pesar de que las pruebas de esa continuidad ibero-vasca, son cada vez más firmes y evidentes. La arqueología oficial nacionalista del País Vasco, no admitiría de buen grado su pertenencia al tronco común español, por lo que negaría cualquier familiaridad, sin embargo incluso los estudios de sangre tan queridos por sus representantes, confirman el hecho de que no hay diferencias especialmente notables en sus índices del famoso Rh. Por otra parte, desde hace poco tiempo se han descubierto en zonas andaluzas la coincidencia etimológica de muchas palabras propias del lugar, en al habla, la botánica o la toponimia muy extensas allí. Voces que se corresponden con palabras de la lengua euskaldún, y que abren positivamente, la relación de “lo vasco”, con el resto de la España que conocemos. En un reciente estudio sobre etimología de las plantas y sitios de Andalucía, se ha observado que corresponden ineludiblemente al habla de los vascos; y esto es sin duda, es el reconocimiento de una identidad común en el seno de una España común. No haría falta señalar que en torno su origen del “vascuence”, existen diferentes teorías, sin que se sepa todavía que hayan llegado a establecer un criterio consensuado; sin embargo la evidencia de las huellas al sur de las vascongadas, hacen cada vez más veraz la presencia de una cultura proto ibérica, extendida por toda la península.

El CEU y Andalucía


Día 18/07/2010 - 01.07h
La vinculación de Andalucía a la Asociación Católica de Propagandistas y sus obras educativas, fundamentalmente el CEU, viene de antiguo. Recién constituida la Asociación, en 1909, el primer viaje apostólico de los jóvenes propagandistas fue por tierras andaluzas: El Puerto de Santa María, Cádiz, Jerez, Sevilla y Huelva. De ese primer encuentro surgieron las primeras iniciativas apostólicas y un recuerdo que siempre permaneció muy hondo en el corazón de aquellos hombres que, capitaneados por el ahora Venerable Siervo de Dios D. Angel Herrera Oria, les acompañó toda su vida.
Así, cuando fue nombrado Obispo de Málaga, en 1947, D. Angel desarrolló una incansable labor en favor de la educación de los campesinos andaluces cuya precaria situación conocía bien. En las Escuelas-Capilla Rurales que él fundó se formaron un buen número de jóvenes siguiendo el mismo criterio que desde el principio había iluminado su obra educativa: calidad docente y sólidas virtudes cristianas.
De ahí que Andalucía estuviera siempre presente en el pensamiento y la actividad del CEU y de los Propagandistas, y que el deseo de tener una presencia constante en la ciudad de Sevilla llevara a constituir, en 1995, una fundación desde la que ofrecer a la sociedad andaluza una propuesta educativa nacida del amor a España y a la Iglesia: la Fundación San Pablo Andalucía CEU, con la que se inicia una labor docente que va a culminar el año que viene con la adaptación al Espacio Común Europeo de nuestras titulaciones (Grado de Educación Infantil y Educación Primaria), centro adscrito de la Universidad de Sevilla.
Nuestra apuesta por Sevilla, y Andalucía, pasa por el ilusionante proyecto de Campus Universitario CEU en Bormujos, para el que estamos proponiendo a las autoridades de la Junta, nuevas titulaciones y actividades, de forma que Sevilla pueda contar con un campus universitario modélico fuera del entorno urbano, rodeado de espacios abiertos e instalaciones docentes y deportivas, en el que los estudiantes vivan este fundamental periodo de su existencia con el máximo aprovechamiento. Estamos seguros de que Bormujos, con el polideportivo y el edificio aulario ya edificado y el resto de nuevas instalaciones por construir, se convertirá en un centro universitario de referencia, no solamente para la comunidad autónoma andaluza, sino para el resto de España.
En Andalucía seguiremos volcando toda nuestra experiencia CEU de más de 75 años formando personas, académica y humanamente excelentes, desde el más profundo afecto al sentir de la Iglesia. El CEU es hoy en día una de las instituciones docentes más reconocidas en España. Sus 26 centros de enseñanza distribuidos por toda la geografía nacional nos permite estar formando a 26.000 personas, desde los 3 hasta los 100 años, con centros universitarios en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Vigo.

Y es Julio


ANTONIO GARCÍA BARBEITO
Abc de Sevilla
Día 18/07/2010 - 01.01h
Aquello de haber tenido un maestro que tuvo mando en la tropa durante la guerra, Cangui, nos dio a los niños de entonces una idea aproximada de lo que sería la mili, que el colegio tenía un aire castrense, quizá inevitable, por las consignas de arriba. De hecho, cuando llegué de recluta al Copero, en aquel patio me sentí como en el del colegio, que lo primero fue una voz de «¡Formen!», después, «¡Alinéense!», y como final, otro diario escolar: «Fulanito de tal…» «¡Presente!» Faltaba la diaria leche en polvo del recreo y el queso americano y amarillo de los sábados. Sin embargo, fíjate, Cangui, no recuerdo haber cantado el «Cara al sol», aunque quizá sea cosa de la desmemoria. Lo que sí recuerdo es que el maestro —como contaban los soldados que los trataban a ellos— nos hablaba de usted. Imponía, Cangui, ver al maestro, un hombre cuarentón, alto y con voz grave, hablarle de usted a un chiquillo de cinco o seis años. Imponía. Cuasi tanto como imponía, sobre la negra pizarra del fondo, la foto de Franco.
Entonces, Cangui, la historia de España estaba llena de victorias en todos los frentes. No perdíamos nunca, según contaban los libros. Lo raro es que ningún niño preguntará por qué si habíamos ganado siempre, arrastrábamos tanta miseria. Más tarde, cuando las clases empezaron a ser mixtas, una maestra les decía a los niños que Franco había ganado la guerra rezando, que en vez de irse a pegar tiros, como hacían los rojos, se encerraba en su habitación a rezarle a Dios. Y se quedaba tan tranquila. Ya ves, Cangui. Pero te hablo de aquella escuela sin uniformes donde la tabla de multiplicar trataba de hacer méritos para entrar en la lírica popular, junto a los límites de España. Escuela cantada, como el catecismo, que tan de carrerilla decíamos en grupo al rezar-cantar el credo «…Y desde allí / ha de venir / a juzgar a los vivos y a los muertos…» Ni gregoriano ni oración habitual, una casi canto, casi rezo. Y ningún símbolo más. Te digo esto, Cangui, porque a los escolares de la democracia y la libertad, quieren diferenciarlos con el escudo de la Junta en el uniforme. Esto es como el Rasca de la Once, rasca y gana, o pierde, o, mejor, sigue como antes. Llevan dentro un militar que no ganó la guerra, un rojo que ha perdido el color como tela de intemperie, un, en el fondo, sueño de conquista. Será que es julio, pero siempre hay en el aire del sur un amago de vuelta a otros tiempos que llamaban odiosos. ¿Sabes, Cangui? Prefiero aquel tiempo.
Porque todo esto lo hacían sin esconder que era un Régimen.

sábado, 17 de julio de 2010

La División española de voluntarios en Rusia


Día 17/07/2010
Tercera de ABC

Leo con gran satisfacción que el Ministerio de Defensa afirma que los hechos que protagonizaron un elevado número de españoles durante la segunda guerra mundial, encuadrados en lo que se conoció como la División Azul, tendrán cabida honrosa en el nuevo Museo del Ejército que se va a instalar en el Alcázar de Toledo. Es obvio que se podrá estar de acuerdo o no con los ideales que empujaron a tantos jóvenes a luchar allí, pero no lo hubiera sido el no reconocer la valentía y arrojo con el que lucharon en una de las epopeyas más grandes de la historia de España y de nuestro Ejército. También lo fue la que personificaron tantos otros en bandos contrarios. Todos eran españoles y todos lucharon y murieron por sus ideales y todosdeben ser recordados. Es la historia de nuestro Ejército con sus luces y sus sombras observadas éstas desde la perspectiva que cada uno quiera tomar, pero con el común denominador de la nobleza en la defensa de sus creencias. Escribo estas líneas, empujado por el impulso sentido ante las noticias que hablaban de la posible no presencia de la División Azul en el nuevo Museo del Ejército.
Mi padre, Juan y otros tres hermanos José, Luis y Antonio Chicharro Lamamié de Clairac se alistaron en 1941 en la División Azul para ir a luchar en defensa de sus ideales contra lo que entonces era la Rusia soviética de Stalin. Dos de ellos, Luis y Antonio, allí quedaron para siempre sumándose a otros dos hermanos que ya habían caído en la guerra de España; el primero de ellos, Luis, piloto de la denominada Escuadrilla Azul, falleció en combate aéreo, y el segundo, Antonio, soldado de la Cia. antitanques divisionaria, en combate cuerpo a cuerpo con fuerzas muy superiores en la defensa de la posición de Urdanik. Los otros dos, Juan y José, continuaron a la finalización de la campaña en el Ejército alcanzando ambos el Generalato. José fue General de División y mi padre Juan fue ascendido al final de su vida a General honorario precisamente por hechos acaecidos en la campaña de Rusia como bien glosó en el momento de imponerle la faja de General el entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Pardo de Santayana.
De los dos supervivientes conocí de primera mano la dureza de los combates que allí libró la División Azul ante fuerzas muy superiores en número, que no en calidad; en unas circunstancias difícilmente imaginables.
Los hombres de la División colocaron el nombre de las armas españolas en un lugar sin parangón cercano a la gloria. No me estoy inventando nada. La bibliografía sobre estos hechos es enorme y no sólo la española afín, sino la que puede leerse de numerosos historiadores extranjeros.
Allí murieron en combate 5.000 españoles y más de 17.000 resultaron heridos. Estos son hechos irrefutables que de ningún modo pueden quedar en el olvido.
Pero hay más. Y es algo a lo que quiero referirme, pues es necesario que se sepa, que al igual que sucede ahora cuando son fuerzas españolas las que combaten o participan en operaciones en el exterior, la particular idiosincrasia del soldado español hace que su fiereza en el combate presente una faceta excepcionalmente humanitaria cuando del trato con la población civil o prisioneros se trate. En el frente de la División Azul fueron numerosísimos los prisioneros hechos al enemigo, quienes una vez en poder de los españoles supieron lo que es el trato digno al enemigo vencido; hasta el punto que es bien sabido que el mando alemán reprobó en numerosas ocasiones al mando español por las atenciones habidas con el prisionero ruso.
Y es en este contexto cuando quiero relatar que mi padre, retirado ya del Ejército, en los últimos años de su vida y siendo Presidente de la Hermandad de la División Azul, no tuvo otra obsesión que volver a la tierra donde luchó cuando tenía 17 años para encontrar los cuerpos de sus dos hermanos fallecidos en combate y darles sepultura. Volvió allí 53 años después y en su recorrido por lo que fue el frente de la División Azul tuvo la fortuna de reencontrarse con los ya ancianos rusos que conoció durante la época de la contienda, no sólo con los que se encontraban entonces en el territorio ocupado sino también con aquéllos con quienes combatió frente a frente y a los que Stalin no permitió su regreso a sus lugares de origen 53 años después; los entonces enemigos se encontraron cara a cara.
¿Qué sucedió? Pues simplemente que la confraternización fue la tónica normal . Hay vídeos que tengo en mi poder de estas «xuntanzas» de viejos combatientes —rusos y españoles— que se enfrentaron 53 años atrás con extremada crudeza pero que sabedores de la locura de lo que fue aquéllo estaban dispuestos a todo porque no se repitiera más. Menuda lección para la nuevas generaciones y en especial para aquéllos que no conocen lo que es la guerra y sus efectos.
¿ Puede alguien pensar que hechos así podrían haberse dado de no haber sido los entonces divisionarios, amén de los mejores guerreros, un ejemplo de nobleza y caballerosidad?
No, no merecen estos hombres que su gesta sea obviada y es por éso que leí con gran alegría la falsedad de las noticias que hablaban que el Museo del Ejército les podía olvidar.
En cualquier caso, yo, responsable de la preparación moral de mis hombres, no dejaré nunca, cuando de autoestimularme se refiera, de recordar al General Muñoz Grandes cuando, con temperaturas gélidas y despreciando los tiros, se acercaba a los llamados «guripas» para charlar con ellos y compartir cigarrillos; no dejaré nunca, cuando de implementar liderazgo entre mis capitanes se refiera, de recordar al Capitán Ordás, que al mando de su compañía atravesó las aguas heladas del río Ilmen con 200 hombres para acudir en socorro de una posición alemana aislada; no dejaré nunca, cuando de animar al heroísmo se trate entre mis tenientes, de recordar al Teniente Galiana Garmilla, quien con desprecio de su vida cruzó las líneas soviéticas en apoyo de unidades españolas sitiadas; no dejaré nunca, cuando de animar al sacrificio y al cumplimiento de las órdenes recibidas se refiera entre mis suboficiales y soldados, de recordar las penalidades de un sinfín de defensas numantinas cuerpo a cuerpo a más de 40º bajo cero que soportaron con estoicismo legendario.
Las ideas son discutibles y opinables —faltaría más— pero el heroísmo, el sacrificio, la valentía, el honor y tantas otras virtudes militares que allí se derrocharon son de TODOS. Sí, ya sé por qué escribo estas líneas; me lo está pidiendo mi padre desde el cielo.
JUAN CHICHARRO ORTEGA ES COMANDANTE GENERAL DE LA INFANTERÍA DE MARINA

Miguel Hernández: un poeta en la Extremadura Roja

Angel David Martín Rubio
(Religión en Libertad)
El 18 de mayo de 1936, el diputado comunista Antonio Mije pronunció en Badajoz unas palabras que reflejan con toda claridad cuáles eran los objetivos revolucionarios del Frente Popular y los medios que iban a emplearse para lograr ese fin:
"Yo supongo que el corazón de la burguesía de Badajoz no palpitará normalmente desde esta mañana al ver cómo desfilan por las calles con el puño en alto las milicias uniformadas; al ver cómo desfilaban esta mañana millares y millares de jóvenes obreros y campesinos, que son los hombres del futuro Ejército Rojo [...]. Este acto es una demostración de fuerza, es una demostración de energía, es una demostración de disciplina de las masas obreras y campesinas encuadradas en los partidos marxistas, que se preparan para muy pronto terminar con esa gente que todavía sigue en España dominando de forma cruel y explotadora" (Claridad, Madrid, 19-mayo-1936).
Pocos meses después dicho Ejército Rojo había sido creado y, gracias a la disciplina comunista y a la ayuda soviética, había alcanzado cierto grado de capacidad ofensiva y defensiva. Desde agosto de 1936 las victorias del Ejército Nacional habían reducido su presencia en el ámbito extremeño al extremo nororiental de la provincia de Badajoz, un territorio que el periódico publicado por el Partido Comunista en Cabeza del Buey llamaba la “Extremadura Roja”.



Entre los meses de marzo y junio de 1937 el poeta Miguel Hernández acudirá en varias ocasiones a los frentes del sur, tanto de Andalucía como de Extremadura, para llevar a cabo con las tropas allí acantonadas las labores de agitación y propaganda que venía desarrollando desde que se incorporó al Ejercito Popular.
Comisario de guerra en el Ejército Popular
La vinculación de Miguel Hernández al Quinto Regimiento y al Comisariado es un testimonio más de su compromiso con el Partido Comunista. En septiembre de 1936 se había presentado como voluntario al Quinto Regimiento recibiendo destino como miliciano pero pronto volvió a Madrid con permiso por enfermedad hasta que de nuevo volvió a los frentes pero, a partir de ahora, como comisario. Este cargo, nacido a semejanza del que se distinguió en el ejército soviético, se generalizó en todas las tropas de la República de acuerdo con las órdenes firmadas por Largo Caballero en octubre de 1936.

La imagen de aguerrido combatiente que la propaganda comunista forjó para el poeta no se corresponde ni con su personalidad ni con la realidad y el oriolano prefirió emplearse en misiones vinculadas al control interno del Ejército y a la desmoralización del enemigo



El propio Miguel Hernández recuerda su labor en los siguientes términos: “Pablo [de la Torriente] era entonces comisario político del batallón de Campesino, hoy división. Me ofreció hacerme también Comisario, y le habló en ese sentido a Valentín González, “el campesino”, que le quería entrañablemente. Me nombraron Comisario de Compañía, con lo que ya estábamos juntos, otra vez, Pablo y yo, y juntos pasamos al frente de Majadahonda”.

Y en carta a su novia Josefina (26-noviembre) precisa su misión: “no hay peligro para mí y menos ahora, soy el comisario político”, título que transforma un poco más abajo en “comisario de guerra”. Unos días más tarde alude a su “labor de comisario”.

Miguel Hernández en Extremadura
Ya entrado el año 1937 la tarea del poeta comunista se iba a trasladar a los frentes del sur, territorios como las amplias y perdidas comarcas de Sierra Morena, de los valles de los Pedroches, Alcudia, La Serena o La Mancha, donde la guerra y la revolución, que se manifestaron tempranamente de forma brutal, habían dado paso a un fenómeno contrario de apatía y alejamiento del conflicto. En ello influía la escasa actividad del frente, sólo rota por las operaciones realizadas con el deseo de rectificar posiciones, actuar sobre sierras de valor estratégico o poblaciones muy cercanas, y algunos proyectos de mayor alcance.

En aquel contexto era más necesaria aún la presencia de órganos de propaganda y control que contribuyeron decisivamente a la labor que el Partido Comunista venía protagonizando en la primavera de 1937 para obtener la hegemonía sobre la retaguardia frentepopulista. El 20 de febrero de 1937, Hernández anuncia a Josefina su próxima salida para Andalucía y Vittorio Vidali (“Comandante Carlos”), uno de los más activos hombres de Stalin en España, elogia su labor en los siguientes términos:

Sí, Miguel Hernández estuvo muy activo. Él estuvo conmigo durante toda la defensa de Madrid. Después vino, lo llevé a Jaén donde formamos el Frente Sur que era también un organismo de intelectuales encargados de la propaganda en campo enemigo. Y después vino conmigo a Castro del Río a organizar los guerrilleros que trabajaban en el campo enemigo. De hecho hay una foto de Miguel sobre un camión levantado, donde Miguel habla y recita sus poemas”.



Tras una fugaz estancia en el frente extremeño a finales de marzo y de asistir como espectador a la caída del Santuario de la Cabeza, el 14 de junio de 1937 Miguel Hernández fecha la primera tarjeta a su esposa desde Castuera, localidad de la provincia de Badajoz convertida en capital de la Extremadura roja. Con él viajaría el resto del equipo que formaba el “Altavoz del Frente” y en la zona harían despliegue de sus tres formas habituales de propaganda: intervenciones en la retaguardia, en las trincheras e instalando sus altavoces dirigidos hacia las líneas contrarias para hacerse oír por los soldados enemigos. El 19 de junio firma su última carta desde Castuera a Josefina y a finales del mismo mes, después de un breve viaje a Cox, se traslada a Madrid requerido como delegado en el Congreso Internacional de Escritores.

El terror rojo en la Extremadura que visitó Hernández
Desde que en julio de 1936 aquellas “masas obreras y campesinas” —que habían recibido armas del Gobierno de la República al margen de cualquier consideración legal— aprovecharon para desencadenar la anunciada revolución en aquellos lugares en que los militares y paisanos sublevados no lograron imponerse, se había cumplido literalmente la advertencia del diputado comunista que recordábamos al comienzo: aquel Ejército Rojo se formó para acabar con lo que él llamaba la “burguesía”, es decir, todos aquellos que, con independencia de su situación social y de su procedencia ideológica, no querían someterse al Frente Popular.

El terror sembrado en toda la retaguardia sometida a su control iba a mantenerse durante los casi tres años de guerra y las parcas victorias que obtuvieron las armas al servicio del Partido Comunista siempre fueron acompañadas de asesinatos indiscriminados y selectivos, saqueos, destrucciones y persecución religiosa, igual que había ocurrido en el verano de 1936.


Huellas de los crímenes cometidos en la cárcel de Almendralejo

La provincia de Badajoz no fue ninguna excepción al panorama que venimos describiendo y, desde el primer momento, sufrió el terror que era la lógica consecuencia de cómo concebía el proceso revolucionario su auténtico protagonista en la retaguardia pacense: el Partido Socialista, responsable de una política que acabó al servicio de los designios pro-sovieticos del Partido Comunista marginando así —con el empleo incluso de la sangre— a los anarquistas como antes lo habían sido los republicanos motejados de “burgueses”.

Varios centenares de personas perdieron la vida en las matanzas con las que socialistas y comunistas regaron de abundante sangre las comarcas de La Serena y Los Montes; miles de vecinos de estos pueblos pasaron por las cárceles o dejaron en ellas la vida y la salud; durante meses milicianos y dirigentes políticos se convirtieron en dueños de la vida y hacienda de muchas personas cuya vida podía depender del capricho de uno de aquellos flamantes revolucionarios, algunos de los cuales se habían de convertir años después en locuaces testigos orales hábilmente interrogados por ciertos historiógrafos para conmovernos con sus lamentos por las incomodidades que tuvieron que sufrir en la posguerra. Más trágico aún resulta escuchar su versión de lo ocurrido a los hijos de alguno de aquellos criminales, convertidos ahora en locuaces testigos de sucesos que se pierden en las brumas de su infancia.

Podemos citar solamente uno de los casos, ocurrido precisamente con vecinos de Castuera, la localidad convertida por Miguel Hernández en centro de actuación para sus actividades de "agit-prop". En la mañana del 22 de agosto de 1936, veinticuatro detenidos fueron montados en el tren y, al llegar a las inmediaciones del apeadero de "El Quintillo", les obligaron a bajar, les hicieron varios disparos en las piernas, al caer al suelo les echaron encima leña y los rociaron con gasolina, prendiéndole seguidamente fuego y quemándolos cuando aún estaban con vida. La lista de los asesinados había sido seleccionada la noche antes en una reunión del Comité que tuvo lugar en el Ayuntamiento. Entre ellos figuraban el Párroco, Andrés Helguera Muñoz, y el primer alcalde que tuvo la República en esta población: Camilo Salamanca Jiménez.


Un acto del "Altavoz del Frente" en Alicante (www.alicantevivo.org)
Si a las “sacas" colectivas añadimos otras muertes que se produjeron en forma aislada (las últimas en 1938) en total fueron asesinadas en Castuera ochenta y seis personas; si nos referimos a todos los vecinos de este pueblo, incluyendo a los fusilados en otros lugares, el número total de víctimas de la represión frentepopulista se sitúa en ciento nueve, una de las cifras más altas de la provincia. Por lo que a su origen socio-profesional se refiere, predomina un grupo de modestos empleados y obreros de distintos oficios, en su mayoría vinculados a Falange Española.

En el 82,5% de los casos estas muertes son el resultado de extracciones de grupos numerosos de detenidos procedentes de los lugares habilitados como prisión mientras que solo el resto fueron muertes aisladas. Teniendo en cuenta que las “sacas” se llevaban a cabo con un gran despliegue de medios, en la inmensa mayoría de estos crímenes puede hablarse de la participación de las autoridades locales así como de un contingente de milicias y guardias de asalto a las órdenes de sus respectivos mandos. El mito de la espontaneidad en la violencia revolucionaria resulta así insostenible y únicamente se puede hablar de asesinatos irregulares por carecer de toda norma jurídica no por haberse llevado a cabo sin la anuencia de los dirigentes.

Los orígenes de la 16 Brigada y la matanza de Cabeza del Buey
Pero la violencia no se dirigía solamente contra el enemigo que estaba más allá de las trincheras. La propia retaguardia era un objetivo que los comunistas se habían propuesto depurar a fondo para consolidar su predominio.

En el asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza había intervenido la 16 Brigada Mixta, mandada por el diputado comunista Pedro Martínez Cartón, objeto de los ditirambos del poeta Hernández, quien se fotografió junto a él y al agente stalinista Vidali junto a las ruinas del Santuario poco antes de su definitiva ocupación.


El diputado comunista Pedro Martínez Cartón (con gorra de plato, a la izquierda) que estuvo al mando de la XVI Brigada mixta, el comandante José Pérez Gazzolo (con prismáticos) y Miguel Hernández (semioculto, el tercero por la derecha).

Pero los orígenes de dicha unidad militar y la intervención de Martínez Cartón en ellos no podían ser más dramáticos y habían tenido lugar pocos meses antes en aquel frente extremeño que iba a visitar el poeta comunista. La siguiente descripción de la zona controlada por Martínez Cartón y los suyos procede de un periódico anarquista publicado en la propia retaguardia roja:

"Extremadura estaba destrozada por una política asesina. Los tristemente célebres “Comités de Defensa” hacían y deshacían a su antojo cometiendo toda clase de tropelías incalificables. Por si esta labor suicida para ellos mismos fuese poco, la actuación de los militares en la retaguardia era algo de desastre.

Vivíamos nuestra noche negra, sin un rayo de luz, y sin una orientación completa de lo que debiéramos hacer. En nuestra buena fe jamás creímos que los intereses políticos llegasen al extremo que estaban llegando. El comunista P. Martínez Cartón, no demostraba interés alguno como no fuese para cuestiones de proselitismo a favor de su partido, para él no existía guerra, problema del campo ni nada; solo existía una retaguardia a la que había que imponer una política exótica. El Comisario de Guerra, Antonio Villarroel, solo demostraba su atención a cuantas cuestiones denotasen ser una inmoralidad, administrativa o sexual. Era el virrey de Extremadura, dueño absoluto de todo cuanto le parecía. La incapacidad y la complicidad del Juez Militar, Anselmo Trejo, velaba por la seguridad personal de los citados elementos, y por encima de todos, como un dios inexistente, estaba la persona de Juan Casado, Gobernador Civil de la provincia" (Boletín de Información, 26 de junio de 1937)

En noviembre de 1936, Martínez Cartón, había establecido en Cabeza del Buey (Badajoz) una oficina de reclutamiento para formar la que sería 16 Brigada Mixta, aparentemente con voluntarios pero exigiendo en realidad el enrolamiento forzoso de todos los hombres de hasta 45 años. El 26 de noviembre, el Comandante Rodríguez, jefe militar de la plaza, pretendió reunir a los reclutas en el campo de aviación y empezó a circular el rumor de que la aviación enemiga aparecería y ametrallaría a los allí convocados. Esto desencadenó un motín: la oficina de reclutamiento fue asaltada y el Comandante Rodríguez y los miembros de su escolta detenidos, pero pronto aparecieron los refuerzos que se habían pedido a Castuera y se hicieron con el control de la situación cuando ya había pasado el revuelo y los amotinados habían regresado a sus casas.

En el trasfondo de todo ello estaban los verdaderos móviles de la recluta: el proselitismo del Partido Comunista con el apoyo prestado desde los organismos provinciales y su enfrentamiento con los anarquistas. Inmediatamente, el Comité Local era destituido y sus miembros apresados. El Comandante Rodríguez, Antonio Villarroel, comisario de guerra y miembro del Partido Comunista, Anselmo Trejo, juez militar de la zona y Juan Casado, gobernador civil, formaron un tribunal que condenó a muerte a los dieciséis revolucionarios más distinguidos en el motín, fundamentalmente anarquistas y algún ugetista, que serían fusilados en tres noches sucesivas junto a numerosos derechistas sin ninguna relación con lo sucedido. Sesenta y tres asesinados fueron el resultado de esta matanza en Cabeza del Buey llevada a cabo para consolodiar el dominio comunista cuando ya había sido muy abundante el derramamiento de sangre en la Extremadura roja.

El poeta comunista y la retaguardia roja
Ni una palabra, ni un verso dedicó Miguel Hernández -el poeta al servicio del Partido Comunista- a los vecinos de Castuera asesinados por las milicias frentepopulistas en "El Arenal"; a los quemados vivos en "El Quintillo"; a los fusilados en el Cementerio; a los detenidos en el Depósito municipal y en la Ermita de los Mártires; a los presos en los Campos de Trabajo establecidos por el Gobierno de la República; ni a los soldados y voluntarios caídos en el frente de La Serena para liberar a esta comarca del horror y sufrimiento de dos años de revolución roja... ni siquiera a los antifascistas fusilados por los comunistas en Cabeza del Buey. Como tantos intelectuales stalinistas, Hernández prefirió tapar la sangre con sus versos.


Antonio Mije: "las milicias uniformadas son los hombres del futuro Ejército Rojo" (mayo-1936)

Cualquiera que se asome a los medios de comunicación y a los eventos orquestados con fondos públicos podrá comprobar los efectos de la siembra de odio que se está llevando a cabo mientras se forjan y difunden mitos como el del poeta comunista que se bañó en una alberca en Castuera.

Sería preferible que se dejara reposar a todos los muertos de la Guerra Civil bajo una cruz que fuera símbolo de reconciliación, unidad y verdad pero si otros prefieren seguir manipulando la historia y emplearla como arma al servicio de su demoledor proyecto político, habrá que recordarles que fueron los ahora llamados “republicanos” quiénes comenzaron a derramar la sangre de sus enemigos sobre las tierras extremeñas y a todos nos convendría no olvidar lo que ocurrió en 1936 cuando las izquierdas, con el Partido Socialista a la cabeza, dinamitaron el Estado de Derecho.

Y también conviene evocar la siguiente reflexión hecha con el corazón puesto en Cuba, nación todavía hoy tiranizada por la ideología que defendió Miguel Hernández:

"Uno se pregunta que habría pasado si Miguel Hernández no se hubiese encontrado con ese consumado y astuto estalinista que fue, al margen de su indiscutible talento poético, Pablo Neruda.

A lo mejor viviría todavía, y habría seguido regalando su bella poesía, sin convertirse en mártir, un mártir que en vida viajó a la Unión Soviética de Stalin y que como tantos otros intelectuales no supo ver que allí, incluidos a los viejos bolcheviques, se les daba en las mazmorras y gulags la misma medicina que le llevó a la muerte, frío, desamparo y sobretodo alejamiento de los seres que mas se quieren como ese hijo a cuya hambre Miguel Hernandez dedicó esa la Nana de las Cebollas, que tan bien musicalizó Serrat, con ritmo de Habanera".